Elegir un buen argumento

Categoría (General, Taller literario) por Manu de Ordoñana el 27-12-2012

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Si estás firmemente decidido a escribir una novela, tu primera tarea es seleccionar el tema, suponiendo que nada tienes en la cabeza, es decir, partiendo de cero. ¡Hombre! Alguna idea te ha de rondar, si has llegado a esa conclusión: un valor a realzar, un vicio a denunciar, una noticia chocante que has leído en la prensa, un hecho de la vida real que te ha impresionado, una historia ficticia que has inventado a partir de un acontecimiento, un personaje singular que has conocido. Motivos hay muchos, sólo tienes que reflexionar y dedicarle tiempo.

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Otra fórmula es sentarte frente al ordenador y empezar a escribir lo que se te ocurra. Algunos autores lo hacen, son capaces de iniciar una novela tan sólo con una idea vaga de lo que quieren conseguir, animados por su férrea voluntad de saber que van a cumplir su objetivo: terminarla y obtener algo digno. Nada que objetar al procedimiento: cada escritor conoce sus habilidades y elige el método de trabajo que más le conviene. Mas, si se me permite decirlo, la fórmula se me ocurre poco práctica para un escritor diletante que pretende abordar su primer engendro, aunque, insisto, el acto de escribir es una experiencia íntima y personal que cada cual debe enfocar en la forma que considere más próxima.

Me inclino más por el trabajo previo, extenso, meditado, profundo, empezando con la elección de un buen argumento que dé cabida a lo que intentas comunicar. ¿Cómo se consigue eso? Con tiempo… y con trabajo. Dale vueltas al asunto, piensa en lo que quieres decir y a través de qué medios, qué papel asignas a cada personaje (por cierto, que no sean muchos, para no embrollar al lector). Anota todas las ideas que se te ocurran y trata de hacer una sinopsis lo más elaborada posible.

Muchos novelistas exploran la vida cotidiana: el entorno que les rodea les proporciona material para denunciar una injusticia, plantear un debate o llamar la atención sobre algún exceso; el mundo actual no está exento de individuos corruptos que se atreven a pervertir el orden social. Otros recurren a experiencias vividas en algún momento de su existencia. Y los hay que prefieren investigar el pasado, adentrarse en épocas turbulentas de maldad desatada: las guerras son lugares propicios para descubrir situaciones de violencia y personajes desalmados que te ayudan a construir una trama. Si bien una novela situada en tiempos o lugares remotos exige un trabajo de investigación no exento de dificultades, tiene la ventaja de ofrecer todo lo demás: la acción, los personajes, el escenario y hasta el desenlace.

Ten en cuenta que no siempre la historia que vas a contar ha de ser un fin en sí mismo, sino el recipiente que te va a servir para transmitir un mensaje y dar vida a unos personajes que van a llamar la atención del lector, le van a emocionar por su extravagancia o su carácter singular. No tengas prisa en esta primera parte, tómate el tiempo necesario para encontrar un buen argumento, en el que los protagonistas se puedan mover a sus anchas, en el que tú mismo te sientas a gusto, en el que todos los elementos estén en su sitio y el relato sea consistente.

Si has trazado la parte narrable y has perfilado los protagonistas, es conveniente definir una lista de los pasos que tienes que dar antes de empezar la redacción. El primero sería elegir el tipo de narrador que vas a utilizar ─se supone que conoces las diferentes opciones─. El segundo, elaborar un esquema de la obra, quizá media docena de páginas. El tercero, esbozar cómo va a empezar la novela y cómo va a terminar, aunque luego cambies el criterio en función de su desarrollo. El cuarto, dividir el trabajo en una serie de fases y fijar lo que quieres exponer en cada una de ellas.

Cumplidos estos trámites, quizá sea el momento de construir un alegato ─es un consejo que nos sugiere Vargas Llosa─, a modo de compromiso contigo mismo, para que luego, cuando lleguen los inevitables periodos de debilidad, puedas recuperar el entusiasmo al releer su contenido. A partir de ahí, ya te puedes sentar ante el ordenador: procúrate un entorno sosegado y entrégate a tu tarea, verás como las ideas emergen de tu conciencia sin mayor esfuerzo. Eso es lo que la gente entiende por inspiración, aunque en realidad  no es más que método, disciplina y concentración.

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