La buena puntuación. Parte primera

Categoría (General, Taller literario) por Ana Merino y Ane Mayoz el 08-06-2017

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Son marcas ortográficas que delimitan el significado preciso del mensaje y estructuran el escrito. Indican pausas y configuran unidades de contenido. Es conveniente conocer a fondo las opciones que nos proporcionan, las ventajas y desventajas de su elección. Los signos de puntuación nos permiten subdividir el texto para que el lector interprete lo escrito. Su reacción no será igual frente a un texto constituido básicamente por comas —en el que escasea todo tipo de puntuación— u otro dominado por los signos de exclamación.

La decisión de elegir un signo en lugar de otro depende solo en parte de las reglas establecidas. En muchos casos, resulta más eficaz si cambiamos una coma por un punto seguido o un punto seguido por dos puntos, por ejemplo. La elección que realicemos condicionará el estilo de nuestro texto.

En un relato, los signos de puntuación nos facilitan la caracterización de las voces del narrador o de los personajes; la expresión de sus estados, sentimientos, pensamientos…

«Llámelo preciosismo si gusta y mándeme al demonio, pero yo creo que un cuento puede ser arruinado por un ritmo defectuoso en una oración -especialmente al final- o por un error en la división de los párrafos y hasta en la puntuación. Henry James es el maestro del punto y coma. Hemingway es un parrafista de primer orden. Desde el punto de vista del oído, Virginia Woolf nunca escribió una mala oración. No me propongo implicar que practico con éxito lo que predico. Lo intento, eso es todoTruman Capote.

La puntuación es un recurso al servicio del escritor, pero ya se ha dicho que las funciones de los signos no son absolutas. Podemos explorarlos, probar con ellos, elegirlos subjetivamente, intentado llegar al receptor con la mayor eficacia posible.

El escritor principiante suele colocar signos en cualquier parte, sin ningún criterio o, por el contrario, prescinde de ellos. Cuando el lector capta el desorden, pierde la seguridad que da un texto bien puntuado y le resulta dificultoso dejarse llevar por el relato. Los signos informan y ordenan. Tienen diferentes valores y se vinculan unos con otros. El «jefe» del grupo es el punto. Los asistentes son las comas. Pero hay un amplio elenco que debemos tener presente y a menudo solemos olvidar.

«Me pasé toda la mañana corrigiendo las pruebas de uno de mis poemas, y quité una coma. Por la tarde, volví a ponerla.» Oscar Wilde.

No podemos obviar que los signos de puntuación destacan las intenciones del autor. A la hora de usarlos conviene guiarse por el sentido de la frase y no por la entonación oral, puesto que no es igual hablar que escribir. Hay que tener presente la regla básica: nunca se coloca una coma entre el sujeto y el verbo de una oración, ni entre el verbo y sus componentes. Y tampoco se debe abusar de la coma en frases cortas.

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