La biblioteca pública y el e-book

Categoría (El libro digital, General) por Manu de Ordoñana el 24-10-2011

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Aunque los resultados son todavía parcos, es evidente que el hábito de lectura en dispositivos electrónicos crecerá de forma progresiva en los próximos años. La pregunta que toca responder ahora es: ¿Cuál ha de ser el papel de las bibliotecas públicas en el préstamo de libros? ¿Deberá de mantener el préstamo exclusivo de libros impresos o deberá extender su ámbito al e-book? Porque se oyen algunas  voces de personas vinculadas al mundo de la cultura que rezongan por tal iniciativa.

Desde hace más de un año, la red de Bibliotecas de Donostia-San Sebastián, la ciudad donde yo vivo, ofrece a los socios el préstamo de libros electrónicos, para lo cual adquirieron 33 e-readers con 594 obras en español, 69 en euskera y 50 en inglés, libros todos de dominio público, es decir, libres de derechos de autor. Los usuarios pueden disfrutar del artilugio durante 21 días. El éxito ha sido rotundo y siempre hay lista de espera.

La biblioteca pública tiene que ser uno de los instrumentos más útiles para la difusión de la cultura. Los gobiernos han de garantizar a todos los ciudadanos el acceso al conocimiento a través de una gama de servicios que abarquen todas las ramas del saber, para lo cual la biblioteca es el espacio de aprendizaje idóneo y el lugar de encuentro más apropiado para el intercambio de ideas, sin limitaciones, con total libertad de expresión. Por eso, las bibliotecas públicas deben replantearse su papel, admitir los nuevos recursos que aporta la tecnología, animar al público a cambiar su comportamiento, alentar el uso de las redes sociales para hacer cautivos a los lectores, si no quieren ser fagocitadas por entidades tan potentes como Google o Amazon, que están al acecho y saben bien lo que quieren.

El préstamo bibliotecario digital es, como dice Peter Brantley (autor de un artículo en inglés sobre el préstamo de ebooks), un asunto B2C ─”Business to Consumer”, expresión inglesa que se podría traducir por “del negocio al consumidor”─ un negocio que corresponde a sus legítimos beneficiarios: editores, bibliotecas y lectores.

Mientras tanto, os recomiendo que leáis el interesante informe elaborado por Pura Fernández y José Antonio Millán titulado “Experiencia con préstamo de e-books en bibliotecas”, de entre cuyas conclusiones hemos seleccionado las más relevantes:

  • Los usuarios, incluso los adolescentes, creen en la coexistencia de papel y e-book, pero echan de menos las cualidades sensoriales, espaciales y de intervención del papel..
  • Aprecian los aspectos prácticos del e-book: ligereza, capacidad, etc. que lo convierten en un aliado de la vida urbana, sobre todo en el transporte público, pero se le reprocha ser lento y de manejo poco intuitivo, además de tener frecuentes paradas.
  • Los lectores ven al e-book como algo frágil y delicado, sólo idóneo para lectura ligera: novelas, biografías, etc.
  • Encuentran numerosos problemas con las descargas, el DRM, los formatos disponibles, y en general con la mecánica de obtención de las obras.
  • Perciben también problemas con la calidad de los textos: erratas, faltas de ortografía y puntuación, así como mala respuesta al zoom.
  • Los usuarios de las bibliotecas ven con buenos ojos que se les presten dispositivos: creen que así se acabarían las listas de espera con los libros más populares.
  • Hay usuarios que ven esta experiencia en el camino de “una biblioteca digital con perspectiva social”.

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