El corrector de textos

Categoría (General, Taller literario) por Manu de Ordoñana el 04-04-2013

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Has terminado de escribir tu libro, lo has maquetado más o menos bien, y ahora te preguntas: ¿qué hago con él? ¿Lo presento a una editorial? ¿Me busco un agente literario? ¡Bah! No me merece la pena. Me decido por la autoedición, hacerlo todo yo, buscar una imprenta de confianza y que me impriman 500 ejemplares. Si vendo 200, me declaro satisfecho, igual recupero la inversión.

Pero antes tienes que hacer un par de cosas más: lo de componer el libro lo veremos en el próximo artículo, aquí vamos a tratar de un tema peliagudo: la corrección del texto, un trabajo complicado y difícil de evaluar. Los profesionales buenos cobran un dineral y siempre te queda la duda de si el dinero gastado ha merecido la pena. La verdad que es un oficio poco valorado, más bien denostado… los escritores tenemos mucho ego.

Corregir libros

Aun así, te recomiendo ─mucho más si eres debutante─ que te entregues a un buen corrector, que dediques un tiempo a encontrar un colaborador honesto, competente y no demasiado exigente. La tarifa que se aplica oscila entre 4-5 euros la página para una revisión a fondo, no sólo ortográfica; la broma te va a costar por lo menos 1.000 euros. Créeme, merece la pena si el resultado es de tu agrado. Pídele antes que te explique las cuestiones que va a mirar y el tiempo que va a emplear en cada una de ellas, así podrás valorar su competencia. Read the rest of this entry »

El IVA del libro digital

Categoría (El libro digital, El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 07-03-2013

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Según la última encuesta “Hábitos de lectura en España”, el porcentaje de ciudadanos que posee un e-book alcanza el 9,7 %, cuando en 2010 no llegaba al 2%, y el de lectores de libros en soporte electrónico ha pasado en dos años del 5,3% al 11,7% de la población. Poco a poco, lo digital se impone, aunque sin llegar a la catástrofe que auguraban los gurús hace unos años.

Mientras tanto, arrecia en España la polémica sobre el IVA (impuesto sobre el valor añadido) que el Gobierno aplica a la cultura. La reforma fiscal de septiembre de 2012 incrementó el tipo general que se aplica al libro electrónico del 18 al 21%, pero mantuvo el superreducido del 4% que corresponde al libro impreso, un gesto claro para proteger a la industria editorial que ve cómo, año a año, cae la facturación y descienden sus beneficios.

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No hay ninguna razón para explicar ese desajuste. En mayo del 2009, la Comisión europea modificó la directiva del IVA para considerar como libro toda tecnología digital con un soporte físico, lo que de inmediato induce a pensar que el libro digital ha de tener el mismo tratamiento fiscal que el libro impreso. Al parecer, Bruselas prevé este año presentar una propuesta para igualar el IVA de ambos formatos en todos los países de la Unión Europea.

Y sin embargo, el pasado mes de febrero, las autoridades comunitarias denunciaron a Francia y Luxemburgo por aplicar a ambos el mismo tipo de IVA reducido (en Luxemburgo es el 3% y en Francia, el 5,5%). Son los dos únicos países europeos que siguen esta pauta.

  • Luxemburgo, porque con ella ha logrado atraer a su territorio la sede de varias multinacionales norteamericanas que facturan desde allí, de forma que, cuando tú compras a Amazon un libro digital, ese 3% va a parar a las arcas del pequeño estado centroeuropeo, lo que no deja de ser un contrasentido cuando estamos hablando de un impuesto al consumo que debería de ser recibido por el país en que reside el comprador.
  • Francia, porque ha visto atacados sus intereses económicos por la competencia que le hace el país vecino. Posee una industria editorial potente (lo que no ocurre en Luxemburgo) y, por eso, el gobierno del socialista François Hollande decidió reducir del 7% al 5,5% la tasa que se aplica a los libros impresosy digitales, a partir del uno de enero de 2013.

No es fácil de entender la postura de Bruselas. La directiva de 2009 equiparaba la fiscalidad de ambos soportes. No tiene sentido ahora, en vísperas de una legislación paritaria, imponer una sanción económica a quien ha adelantado su puesta en vigor. La Comisión ha confirmado su discrepancia y ha anunciado que en breve denunciará a ambos países en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Con esa medida, Bruselas pretende que el cambio se produzca al mismo tiempo en todos los estados y que, en el interín, no se permitan prácticas desleales que den ventaja a aquellos países que han aprobado tributos más laxos.

¿Tendría España que imitar la actitud de Francia? Probablemente, sí. Una rectificación a la baja del importe del IVA aplicado a los libros digitales sería un estímulo para la colaboración entre el mundo del libro y las “startups” (empresas tecnológicas de reciente creación). La industria editorial es importante y hay muchos intereses en juego, aunque no estoy yo muy seguro de que los empresarios hayan apostado por lo digital. Da la impresión de que prefieren mantener su posición de privilegio en el segmento tradicional del libro impreso y dejar para otros la aventura de lo nuevo, con esa visión cortoplacista que tanto caracteriza al homo hispanicus.

Por una prensa responsable

Categoría (General) por Manu de Ordoñana el 31-01-2013

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A propósito del tremendo error cometido por el diario “El País” al publicar el pasado jueves 24 de enero de 2013 una foto en la que aparece una persona intubada, atribuyendo falsamente la identidad del enfermo al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, aprovecho la ocasión para llamar la atención sobre los peligros que conlleva la globalización de la información, así como para analizar el papel que debe jugar la prensa en un ámbito masificado y sujeto a cambios tan profundos como los que han propiciado las nuevas tecnologías.

Es un hecho claro que vivimos asfixiados por la cantidad de información que nos llega desde diferentes rincones, no tenemos tiempo para acceder a toda ella y no sabemos qué criterios utilizar para seleccionar lo que nos interesa, menos para discernir lo que es verdadero y lo que es falso. Hay muchos intereses en la web (políticos, económicos y sociales), que no tiemblan si tienen que deformar una noticia para esconder la realidad. Saben mezclar verdades con mentiras para confundir al público, incluso repetir machaconamente una invención hasta lograr que, con el tiempo a su favor, el pueblo se la crea y la admita como un axioma que no admite discusión.

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Es cierto que este procedimiento de adulterar la vida cotidiana no es nuevo, no es un producto nacido con Internet: lo ha empleado habitualmente cierto tipo de periodismo para formar la opinión de la plebe, aunque a su favor está la libertad que cada individuo tiene de elegir uno u otro medio de comunicación, de forma que cada uno ha sabido siempre de qué fuente tenía que alimentarse, la más próxima a su ideología, a su manera de entender la vida.

El problema es que hoy cualquiera tiene en la red acceso a producir contenidos ─alguna vez, a sabiendas de que lo que cuelga en la red es una calumnia que puede destruir la imagen de una persona respetable que no le cae bien─, que luego nosotros mismos difundimos con absoluta impunidad ─y de forma instantánea─, sin analizar la calidad del conducto, tan sólo porque tiene morbo, es gracioso y causa hilaridad. Esta noticia es de ayer, sin ir más lejos: “La Guardia Civil ha detenido a cuatro menores de edad por acosar y colgar en una red social fotos íntimas de una compañera de instituto en Lalín (Pontevedra) que tomaron en los vestuarios del centro tras una clase de gimnasia”.

En este contexto de ignorancia o de mala fe, el ciudadano honrado se encuentra indefenso, carece de criterio para descubrir el engaño. Es ahí donde uno ha de recurrir a ese periodismo comprometido que ejerce su cometido con responsabilidad plena. Y no sólo eso, también luchar para que permanezca activo y siga contándonos la verdad. ¡Cuidado: está en juego la democracia… y los vientos no soplan de popa!

Los medios de comunicación se enfrentan hoy a una enorme crisis con la pérdida de lectores que Internet ha traído y la no menos importante reducción de la inversión publicitaria. Muchos periodistas han perdido su empleo en los últimos años y numerosas publicaciones han desaparecido. ¿Cuál es el papel que corresponde a la prensa en la sociedad digital? Quizá no sea el sistema tradicional que hemos conocido hasta ahora. Habrá que reconvertirse, como lo han hecho otros sectores de la economía, pero esto no es el final, sino un periodo de transición: el futuro del periodismo no está en cuestión, sólo es preciso averiguar cuál es el modelo de negocio que le ha de dar la cobertura financiera que necesita.

Como decía Juan Luis Cebrián en un artículo aparecido en El País el 4 de mayo de 2012: “El periodismo profesional no solo tiene un futuro, sino que resulta más necesario que nunca, y de ninguna manera puede ser sustituido por eso que hemos dado en llamar periodismo ciudadano, por más que produzca a veces contribuciones admirables”.

Esta misma mañana, el diario madrileño “El País”, titulaba en portada: “Las cuentas manuscritas de los tesoreros del Partido Popular entre 1990 y 2008. Los papeles secretos de Bárcenas”. Y a continuación: “Los extractos de los papeles secretos del extesorero del partido reflejan las anotaciones de supuestos pagos a políticos de la cúpula del partido, entre ellos, el presidente del gobierno, Mariano Rajoy”. La noticia ha causado un enorme revuelo en todo el país. La oposición ha pedido la dimisión del primer ministro y la convocatoria de elecciones anticipadas.

A este tipo de periodismo me quería referir en este artículo. Esperemos que esta vez no sea un error…

Elegir un buen argumento

Categoría (General, Taller literario) por Manu de Ordoñana el 27-12-2012

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Si estás firmemente decidido a escribir una novela, tu primera tarea es seleccionar el tema, suponiendo que nada tienes en la cabeza, es decir, partiendo de cero. ¡Hombre! Alguna idea te ha de rondar, si has llegado a esa conclusión: un valor a realzar, un vicio a denunciar, una noticia chocante que has leído en la prensa, un hecho de la vida real que te ha impresionado, una historia ficticia que has inventado a partir de un acontecimiento, un personaje singular que has conocido. Motivos hay muchos, sólo tienes que reflexionar y dedicarle tiempo.

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Otra fórmula es sentarte frente al ordenador y empezar a escribir lo que se te ocurra. Algunos autores lo hacen, son capaces de iniciar una novela tan sólo con una idea vaga de lo que quieren conseguir, animados por su férrea voluntad de saber que van a cumplir su objetivo: terminarla y obtener algo digno. Nada que objetar al procedimiento: cada escritor conoce sus habilidades y elige el método de trabajo que más le conviene. Mas, si se me permite decirlo, la fórmula se me ocurre poco práctica para un escritor diletante que pretende abordar su primer engendro, aunque, insisto, el acto de escribir es una experiencia íntima y personal que cada cual debe enfocar en la forma que considere más próxima. Read the rest of this entry »

Reflexiones antes de autoeditar

Categoría (General, Marketing para vender libros, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 22-10-2012

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Leía el otro día en una página web en francés que algunos autores ya consagrados prefieren editar su libro ellos mismos que hacerlo a través de una editorial. ¿Cuáles pueden ser las razones que les impulsan a adoptar esta decisión? A mí se me ocurren dos:

La primera es de tipo económico. En España, el porcentaje que un autor recibe de su editor no pasa del diez por ciento. En Francia es más o menos igual. Según un artículo de France-Soir, publicado en su edición digital el 2 de abril de 2012, el importe que el cliente paga  por comprar un libro se distribuye de la forma siguiente:

  • Autor: 10%
  • Editor: 15%
  • Imprenta: 15%
  • Difusión y distribución: 18%
  • Librería: 35%
  • IVA: 7% (en España sería EL 4%)

Al parecer, algunos autores son capaces de saltarse la cadena mediante al autoedición y llegar al cliente sin tener que retribuir a todos los eslabones, con objeto de incrementar su margen de beneficio hasta rebasar incluso el 50%.

La segunda es de tipo comercial o de marketing. Se dan cuenta que las editoriales no tienen capacidad o no dedican recursos suficientes a la divulgación del libro. Las librerías han perdido esa función de aconsejar al comprador indeciso, el dependiente no conoce el producto y no tiene tiempo, como en un supermercado. Al final, el libro permanecerá una semana en la mesa de novedades y, si no vende mucho, al cabo de ese tiempo desaparece de allí para ir a morir al sótano, en el que descansará para siempre en un anaquel, hasta que el negocio cierre.

La pregunta que se hace un escritor diletante es la siguiente: Si el editor no es capaz de promocionar mi libro, de darle visibilidad, ¿para qué necesito su intermediación? Si soy yo el que tiene que cumplir esa  misión ─la más difícil, la única importante─, pues lo hago todo yo. Asumo un riesgo, es cierto, pero también subo el margen que obtengo por cada libro vendido.

La autoedición puede realizarse de dos formas no excluyentes: la tradicional en papel y la electrónica. Tú puedes lanzar una versión digital y situarla en los diferentes portales virtuales que existen en el mercado sin gastar apenas dinero, ya sea el kindle de Amazon, el Nook Book de Noble &Barnes o a través de Google Books, además de Bubok para el mercado en castellano. Algunos autores han llegado a obtener más de un millón de descargas por esta vía y se han hecho millonarios. Y más tarde, en función del resultado, tienes tiempo para autoeditar en papel, siempre es agradable acariciar tu pequeña obra de arte.

Piensa que el margen que te queda es siempre superior al 50%, con lo cual, si el precio es de tres euros, a tí te corresponde 1,50 euros, más o menos lo mismo que te pagaría la editorial por la versión impresa. La ventaja es que el público está mejor dispuesto a pagar 3 euros para su e-reader que 15 para un libro en papel, al menos ésa es la tendencia, aunque es verdad que el éxito inicial del e-book se ha estabilizado y su crecimiento no ha mantenido esa línea ascendente que los gurús vaticinaban. Eso es lo que se ha visto en la última Feria de Francfurt.

Si te decides por la autoedición, tienes que asumir la tarea de promocionar tu obra y tu imagen como escritor, esto es lo que más asusta a la mayoría. La web enviedecrire.com en francés publicó un artículo que te puede interesar, titulado “cómo promocionar tu libro autoeditado”, en el que propone siete consejos, cuyos titulares expongo a continuación traducidos al castellano:

  1. Habla de tu libro a la prensa tan pronto como puedas.
  2. Solicita críticas literarias de tu libro.
  3. Pide ayuda a tus familiares y a tus amigos.
  4. Distribuye folletos y tarjetas de visita.
  5. Participa en ferias de libros.
  6. Constituye una red de seguidores en cascada.
  7. Mantén relación con librerías independientes y bibliotecas.

Son recetas conocidas no siempre al alcance de un escritor diletante. En mi opinión, la más efectiva es la sexta. Tienes a tu servicio las redes sociales y el marketing digital, buceas en ellos, ahí está la solución.

Reconvertir la industria editorial

Categoría (El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 26-09-2012

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El pasado fin de semana se celebró en la isla de Mallorca la quinta edición de las tradicionales Conversaciones Literarias de Formentor, que fue inaugurado por Ignacio Polanco con unas bellas palabras: “Tiempo, silencio y espacio, vindicó el presidente dela Fundación Santillana, celebrando la vieja tradición de leer y escribir, la inventiva, el recuerdo y la palabra que se plasma en los libros que nos ayudarán a ser más inteligentes, más tolerantes y más curiosos”.

Como era de esperar, las conversaciones se iniciaron con un panel de editores, distribuidores y libreros que describieron los graves daños que la crisis está causando a la industria cultural. Recalcaron la caída de ventas y, a la vez, abrieron las incógnitas que plantea la creciente competencia del libro electrónico, que ha multiplicado por nueve sus ventas, mientras que la penetración del libro tradicional ha caído hasta un 22%.

“Es una situación de extrema gravedad para la industria que afecta a toda la cadena de valor del libro. El futuro está aquí, ahora, bienvenido el futuro”, diagnosticó Pilar Reyes, directora de editorial Alfaguara, que coincidió con otras voces editoriales al señalar la amenaza cultural que representa la hegemonía de los mayoristas de la red. “Amazoon, Google o Apple dictan las reglas y manejan el mercado, a veces hasta la censura de alguna obra electrónica por palabras inapropiadas”, acusó Sigrid Kraus, editora de Salamandra.

Un centenar largo de gente ligada a la creación, la industria y el comercio del libro ─y bastantes lectores─ debatieron sobre el rol del libro, la cadena industrial y la necesidad de reinventar el sector para sobrevivir en un escenario en el que las tiradas van a seguir reduciéndose, lo mismo que el número de títulos, a pesar de cada día aparecen más escritores noveles que quieren publicar.

Diana Hernández, editora de Blackie Books, recién llegada de la piscina, constató que entre los bañistas vio seis personas con libros tradicionales en las manos y tan sólo uno con libro electrónico. Es cierto que el soporte digital está entrando poco a poco, a una velocidad sensiblemente inferior a lo que habían previsto algunos “gurús”. Eso es una buena noticia, hay tiempo para reorganizar el negocio, pero hay que hacerlo.

No es fácil hacer predicciones a largo plazo, pero tampoco hay que cerrar los ojos. El ebook terminará por imponerse, lo que nadie sabe es cuándo. Es posible que tarde diez años, aunque yo creo que el plazo será más largo, quizá veinte o treinta. La gente joven ─la infancia mucho más─ piensa en código binario, ellos son los consumidores del futuro y verán el libro en papel como una antigualla de colección o para exhibir en el museo.

A pesar de los avances tecnológicos, el e-reader no ha hecho más que empezar. Hay que presumir que, en media docena de años, su diseño mejorará notablemente, quizá se unifiquen los formatos de lectura y aparezcan soportes más flexibles, baterías intercambiables o de muy larga duración, así como la intermodalidad con lo audio visual. Aunque el precio ya es asequible, hay que esperar a que todavía baje, y sobre todo, que descargar un título no cueste más de tres euros.

Los expertos están cada vez más convencidos de que, en un tiempo no muy lejano, los libros no se adquirirán de forma individual, sino que primará el servicio de préstamos mediante suscripción: el Spotify de libros, un modelo que está triunfando en el segmento musical. Por una módica cantidad ─pongamos que diez euros al mes─ tendrás derecho a bajarte cualquier libro del mercado y a disfrutar de él durante un periodo, algo parecido a lo que ofrecen hoy en día las bibliotecas públicas, pero desde Internet y sobre un dispositivo electrónico de última generación.

Todo ello a expensas de solucionar el problema de la propiedad intelectual, problema que sin duda se resolverá, no a gusto de todos, pero sí del autor, que no verá mermados sus ingresos para seguir creando, al final eso es lo que importa. El gran perjudicado será el editor y la cadena de distribución… lo siento, toca reconversión.

El declive de la novela

Categoría (El libro digital, Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana el 28-07-2012

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No hay duda de que la industria editorial está pasando por un mal momento, la caída de las ventas, la irrupción de las multinacionales, la transformación de lo analógico a lo digital y, encima, la crisis económica que duele al bolsillo del lector. Sí, eso hay que comprenderlo, aunque todo esto no le exime de su culpa, los editores no han sabido adaptarse a los nuevos tiempos, los más débiles están ya condenados, los más fuertes aguantan como pueden.

Pero no sólo hay que culpar al sector empresarial, también la tienen los escritores. El talento no ha mejorado, el estilo narrativo es el mismo, la inventiva está por los suelos, el artista está desmotivado, no siente el aliento de la innovación. Los autores tendrían que recuperar la ilusión, la novela tendría que renovarse, adentrarse en caminos nuevos. Hay muchas formas de hacerlo, sólo falta la ilusión… y el apoyo de editores audaces capaces de comprometerse, de liderar ese cambio.

Unos son optimistas, piensan que la novela pervivirá, resurgirá con nuevos bríos, aunque no saben cuándo. Javier Rodríguez Marcos se pregunta hoy en el suplemento Babelia de “El País”: ¿Tiene futuro la novela? José Carlos Mainar le contesta: “Ha funcionado durante más de doscientos años, no tenemos por qué dudar de que lo siga haciendo”. Lo mismo responde Goytisolo: “No es un cataclismo, sino una evolución, no hay causas internas, es un cambio de hábitos sociales”.

La novela es un género que se ha ido transformando desde su nacimiento, allá por los inicios del siglo XIX, para solaz de una burguesía naciente al principio, hasta llegar más tarde a todos los niveles de la sociedad. El problema es que el ser mutante ha sido el lector, y no siempre el autor ha seguido sus pasos. Ésa es cuestión: ¿Debe el escritor olvidarse de su público y alumbrar su pensamiento o tiene que halagarlo y servirle  lo que él quiere recibir?

Ahora están de moda las tramas fluidas, personajes exóticos al borde del precipicio, pasiones al límite, mucho diálogo, descripciones breves y finales angustiosos. El lector perezoso se inclina por comprar ese tipo de novelas, de las que se dice que “enganchan”, pero de dudoso valor literario; son además las que gozan de un mayor empuje publicitario; son la esperanza de la industria editorial, la aparición de dos o tres best-seller al año les ayuda a salvar el ejercicio. ¿Es eso lo que tiene que hacer un escritor comprometido? Que cada uno escoja su camino.

Es cierto que, si el futuro es lo digital, la lectura de un libro dejará de ser una actividad solitaria para convertirse en un  acto social, será interactiva. Compartir la experiencia nos ayudará a descubrir libros afines, los que gustan a la mayoría. El papel del prescriptor, del editor tradicional, del crítico literario tenderá a desaparecer, lo que privará será el boca a boca, la mediocridad, el implante del no esfuerzo. Si esto es así, no cabe duda de que muchos escritores se van a quedar fuera del pastel.

La novela ha perdido influencia como vehículo para transmitir la cultura, las series de televisión han mejorado su técnica narrativa y llegan más fácilmente al gran público, que no quiere libros muy trabajados, sino historias entretenidas. La novela ha descuidado su contenido intelectual, la literatura ha dejado de ser el motor que proporciona movimiento al cambio social, se ha retirado al cubil de las élites: “A diferencia de lo que suele pensarse, la novela es un género de minorías, las mayorías prefieren el mundo de la realidad tangible, el del espacio privativo de la imagen” (Vargas Llosa).

Y mientras tanto, la gente ha dejado de pensar: las teorías neoliberales avanzan, las libertades democráticas retroceden y los políticos se frotan las manos, nadie los quiere pero ellos siguen disponiendo.

Escritores que pagan impuestos

Categoría (Derechos de autor, El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 27-06-2012

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En dos artículo anteriores publicados en este blog el 20 y el 30 de agosto de 2010 con el título de “Obligaciones fiscales de un editor”, hacíamos referencia a los escritores diletantes que, además de escribir un libro, se habían animado a autoeditarlo y convertirse en editores, pero nada decíamos de las obligaciones fiscales de los autores que han encontrado una editorial y reciben una remuneración en concepto de derechos de autor. Hablemos de ellos.

Hasta febrero de 1999, el escritor tributaba como un contribuyente normal. En aquella época, el tipo de gravamen que se aplicaba a los ingresos obtenidos por encima de una determinada cuantía no andaría lejos del 58%. Esto quiere decir que, si hubieras tenido la fortuna de ganar el Premio Planeta dotado con los 600.000 euros de hoy, Hacienda se habría quedado con 348.000 y tú sólo habrías percibido 252.000, lo que posiblemente no te habría hecho excesiva gracia.

A partir de esa fecha, prosperó el argumento de que un autor puede tardar una un lustro en escribir en una novela y que, por tanto, el rendimiento no debe computarse en un solo ejercicio, sino considerarse como renta irregular y admitir la opción de imputar los devengos en un plazo más largo, pongamos cinco años, o conforme se vayan produciendo. Vamos, más o menos, como hacen los futbolistas, a los que Hacienda les permite distribuir los ingresos obtenidos en los diez años que puede durar su carrera profesional, a lo largo de toda su vida laboral.

Al parecer, la “culpa” de este beneficio fiscal la tiene Carmen Balcells, allá por el final del siglo anterior. Junto a un puñado de escritores de élite, la combativa agente se reunió con Ana Botella primero, y con la Agencia Tributaria más tarde, para expresar el principio de tener en cuenta el tiempo empleado en crear el objeto del impuesto. Así surgió 214/1999.el decreto.

Bueno es decir, para que la gente no se lleve a engaño, que al final todo el mundo termina por cotizar, la única diferencia está en que el pago es diferido, salvo el caso de algún cobro puntual de poca cuantía, si no tiene continuación. Ahí, sí que el escritor tiene una ventaja, ya que le aplicarán una cuota del 20-25% ─según los ingresos ordinarios que perciba─ en lugar del 45% que es la que corresponde al tipo impositivo superior.

Pido perdón, pero a mí este procedimiento me parece justo, todos tenemos la obligación de contribuir a sostener los servicios que el Estado de Bienestar nos ofrece. Es que, en lugar de protestar, deberíamos de estar agradecidos, contentos de que todos los años Hacienda se lleve un buen pellizco. Eso indica que nosotros estamos vivos y de que ellos lo siguen siendo.

Así que ya lo sabes, si tienes éxito y ganas mucho dinero, no te quejes. Paga y agradece a las musas para que te conserven la inspiración.

Escritores comprometidos

Categoría (El mundo del libro, Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana el 28-05-2012

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Tres autores ─Iban Zaldua (Donostia, 1966), Txani Rodríguez (Llodio, 1977) y Carlos Yushimito (Lima, 1977)─ se reunieron la semana pasada para opinar sobre el papel del escritor en el mundo actual, dentro de los actos programados dentro de Literaktum 2012: ciudad de las palabras, un festival literario que se está celebrando estos días en Donostia-San Sebastián. Éstas son algunas de sus conclusiones:

  • En el siglo XIX, la literatura cumplía un papel crucial a la hora de debatir los grandes temas que preocupaban a la sociedad occidental, en un momento en el cual primero la industrialización había producido una importante transformación en la forma de vivir, y luego la irrupción del capitalismo, una explotación del hombre que, si bien no era inferior a la que había existido hasta la fecha, se ponía en evidencia con la aparición de los medios de comunicación. En ese sentido, el escritor había pasado a ser un personaje público capaz de intervenir en esa discusión, el libro era la pieza fundamental para destapar la opresión y denunciar la injusticia.
  • Ese rol desaparece a partir de 1960, con la implantación de la enseñanza obligatoria y la alfabetización de las masas. La llegada de unas generaciones ya alfabetizadas, educadas en una nueva cultura audio-visual ─la radio, el cine, la televisión y ahora Internet─ ha restado centralidad al libro escrito. Hoy el papel de la literatura ha perdido peso, ya no goza del influjo que tenía hace unas décadas.
  • Quizá, como herencia de esa antigua centralidad, ciertos grupos sociales reclaman a los escritores ─o más genéricamente, a los intelectuales─ que intervengan más decididamente en el debate social que se está produciendo en la actualidad, que acusen el incremento de la desigualdad, la codicia, el afán de riqueza, el dinero como valor supremo.

¿Deben los escritores ser social y políticamente comprometidos? Sobre este aspecto, los tres participantes compartían el mismo criterio: «El hecho de saber crear ficciones no nos convierte necesariamente en buenos opinólogos». La tentación de emplear la ficción como vehículo para transmitir un mensaje político es legítima, pero también peligrosa. “Yo prefiero pensarme a la sombra de personajes silenciosos o completamente ajenos al debate público, como Juan Rulfo o Felisberto Hernández», apostilla el escritor peruano.

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Nadie cuestiona que la opinión de un escritor vale tanto como la de cualquier otro ciudadano. Pero si alguien que, en principio, posee un cierto nivel cultural, se ha documentado sobre un hecho en particular y emite una opinión a través de uno de sus personajes, es lógico concederle cierta credibilidad, lo mismo que se la damos a los profesionales de la información, que han demostrado imparcialidad a lo largo de su carrera periodística. Y si no, el propio lector será el que lo sancione.

Pero hay algo que es inevitable. Tú, si te pones a escribir, quieres que alguien te lea, quieres transmitirle tu verdad particular y te esfuerzas en aportar todos los argumentos posibles para influir en él llevarle tu mensaje, que, al final, siempre tiene un componente político o social. Todos los escritores lo hacen, de una forma o de otra, con mayor o menor intensidad. La labor pedagógica está dentro de la conciencia humana.

Lo que sí deberíamos pedir a todo escritor es que sea objetivo, al menos, dar opción a la polémica, que el lector discurra y adopte una postura, tras analizar las distintas alternativas y exponer las razones que las sostienen. Si tu intención es, por ejemplo, denunciar los abusos del franquismo, no te vendría mal incorporar en la trama un personaje que precisamente defienda esa ideología. Déjale hablar, dale una oportunidad, a lo mejor nos convence. La novela ganará en sinceridad.

Últimamente están llegando a mis manos relatos unidireccionales, cuya única intención es transmitir un juicio inmutable, fácil de entender, dentro de un relato simplón, asequible a ese público poco exigente que ve televisión, y con una clara intencionalidad política. Eso sí que me parece peligroso… incluso hasta reciben galardones.

El vook y la nueva literatura

Categoría (El libro digital, General) por Manu de Ordoñana el 27-04-2012

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Descubro con estupor el progresivo desprecio que el libro impreso ha empezado a producir en determinados ambientes intelectuales. No sólo son los jóvenes, sino que también personas cultivadas, profesionales de prestigio y sesudos catedráticos confiesan sin ningún rubor que han dejado de leer libros impresos y que les basta el alimento de Internet para estar al día. El ordenador les facilita el acceso a la información que necesitan para cumplir su misión. Los libros son superfluos y no les aportan ningún beneficio.

Es evidente que la progresiva sofisticación de las máquinas ha contribuido de forma radical a reducir el trabajo del hombre para satisfacer sus necesidades vitales, pero al mismo tiempo ha condicionado su comportamiento. Esa liberación de su tiempo libre no se ha canalizado a enriquecer las facultades más nobles de su espíritu sino a fomentar el ocio, la comodidad y el reduccionismo.

Internet ofrece tal cantidad de información que te acaba distrayendo. Al final, no eres capaz de descubrir la que tiene valor, sino que aceptas la que viene resumida, es superficial o poco conflictiva. Si leer era antes un acto interior que exigía soledad y concentración, ahora el lector sólo pretende asistir a un espectáculo. Eso hace que, poco a poco, la cultura vaya desapareciendo de los libros para ser absorbida por la nube digital que te la devuelve degradada, aunque, eso sí, a la velocidad de la luz, para que sea asequible a través de formatos de fácil interpretación.

Trasladado esto al mundo de la cultura, se diría que esa actitud negativa hacia todo lo que supone un esfuerzo intelectual también se está reforzando con la tecnología. Los nuevos dispositivos electrónicos de lectura están coadyuvando a la pereza mental, al rechazo de contenidos que encierran dificultad. Palabra escrita, sonido e imagen juntos en el mismo soporte. ¿Qué tipo de literatura puede salir de aquí, si el objetivo es satisfacer los sentidos más que procurar la reflexión?  

No pasará mucho tiempo sin que veamos cómo las novelas digitales serán más visuales que textuales, lo que ya se ha dado en denominar vooks. Esta nueva presentación supone un cambio radical en la forma de escribir, o mejor dicho, en la forma de construir. En ese contexto, ¿quiénes serán los nuevos escritores? ¿Veremos algún día una creación de este tipo compuesta por Ana María Matute? Lo dudo. Si esta tendencia se confirma, la lectura masiva será pasto de lo superficial y el libro de papel adquirirá rango de obra de arte para exhibir a título de distinción.

La lectura ─y en consecuencia el conocimiento─ es un proceso activo que exige la participación del individuo. Los jóvenes dicen que no leen novelas porque son demasiado largas para seguirlas en pantalla. El problema es saber si esa afirmación no encierra otra lección. En el fondo, ¿no estarán diciendo que la literatura que demandan es la liviana, la simplota, ésa que “engancha”, que se lee fácil?

Una nueva literatura va a surgir con el vook. ¿Será una oportunidad para el escritor diletante?

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