Instrucciones básicas para maquetar un libro

Categoría (General, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 28-03-2013

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Maquetar es el oficio de diseño editorial que consiste en organizar contenidos escritos y visuales en un espacio concreto para conseguir un conjunto armonioso que resulte amable para leerlo. Es trabajo que tiene gran valor y corresponde hacerlo a profesionales, para lo cual disponen de herramientas específicas como Scribus o InDesign. Sin embargo, la maquetación del texto de un libro escrito en páginas sucesivas, dividido en capítulos (sin imágenes), es tarea más sencilla que el escritor diletante que opte por la autoedición puede asumir y ahorrarse así el coste de maquetación (¿un euro por página?).

Instrucciones básicas para maquetar un libro

Intentaremos exponer aquí las cualidades que conviene atribuir a un texto de este tipo. Son normas sencillas que se pueden aplicar desde el principio, en el momento de iniciar la redacción, y sirven para cualquier editor de textos, aunque el autor de este artículo las ha desarrollado sobre el Word de Microsoft. No haremos pues referencia a la composición del libro y tampoco a los formatos de lectura que utilizan los e-readers, temas que trataremos en próximos artículos.

Salto de página en cada capítulo.- Si tu novela consta de muchos capítulos cortos (de una o dos páginas), no es bueno el salto de página, ya que el lector se encontrará a menudo páginas con poco texto al cambiar de capítulo. Es mejor que sea todo seguido, aun a riesgo de que alguna vez el título o el número del capítulo quede en solitario en la parte de abajo de la página. Por el contrario, si los capítulos son largos, conviene el salto de página; le das un respiro al lector y ánimo para atacar el siguiente.

Título de los capítulos.- Poner un título a cada capítulo es práctica poco habitual en la novela. Lo normal es numerarlos, separarlos por tres asteriscos o simplemente dejar dos o tres líneas en blanco. Los caracteres que incorpores deberías ser de un tamaño superior al del texto y preferiblemente en negrita.

Primera letra del capítulo.- Resaltar la primera letra del capítulo es un artilugio estético. Puedes hacerlo con un tipo de letra más sofisticado (Buckingham, por ejemplo), mayor tamaño y en negrita.

Márgenes.- Son los espacios en blanco que hay que dejar alrededor del texto impreso. Lo mejor es conservar el que te propone Word por defecto: 2,5 cms arriba y abajo y 3 cms a cada lado.

Tipo de letra.- Cada editor tiene su propia tipografía; tú también puedes elegir la que más te guste. Es una decisión muy personal, sólo tienes que asegurar una visibilidad correcta combinando el tamaño de la misma y el interlineado. Particularmente, a mí me gusta Verdana, su lectura en Pdf es nítida y agradable a la vista.

Resaltar palabras o textos.- Sólo en los casos que lo requiera la narración, de acuerdo con las normas que dicta la gramática (negrita, cursiva, tipo de letra diferente).

Tamaño de letra.- Usa un tamaño más bien grande, no le obligues al lector a un esfuerzo innecesario. Verdana 14 es adecuado si escribes en Word y vas a publicar tu libro en tamaño 21 x 15 cms.

Interlineado.- Es la separación que existe entre dos líneas. Selecciona el interlineado 1,0 en el icono correspondiente, teniendo cuidado de no accionar la opción “Agregar espacio antes o después del párrafo”.

En cualquier caso, es cuestión de combinar los tres atributos (tipo de letra, tamaño e interlineado) y probar hasta quedar satisfecho, de modo que el bloque de texto respire adecuadamente. Con otros tipos de letra más ligeros, el interlineado 1,5 puede resultar útil.

Alineación justificada.- Es la opción recomendada, a izquierda y a derecha, a pesar de que en algunas líneas, el espacio entre palabras puede ser excesivo, si al final de la línea hay una palabra larga.

Si se trata de un libro impreso o un texto en Pdf, es posible emplear el párrafo llamado ordinario en el que se cortan con un guión las palabras al final de cada línea, para mantener un solo espacio entre dos correlativas. Pero nunca en un ebook, ya que el convertidor de texto situará el guión donde le corresponda ─no siempre al final de la línea─, según  el tamaño de letra elegido por el usuario.

Sangrado del párrafo.- El sangrado es bastante popular en el ámbito de la literatura en castellano; sirve para distinguir un párrafo del siguiente y evitar la línea en blanco entre ambos.

Línea en blanco.- Si el párrafo no es sangrado, conviene dejar una línea en blanco entre dos párrafos. De no existir, es fácil confundir un párrafo con el siguiente, cuando la última línea es larga o plena.

Número de página.- En la barra de herramientas, tienes la función “Insertar” / «Número de página». Puedes hacerlo al principio o al final de cada página, a la izquierda, en el centro o la derecha. Si optas por la derecha, recuerda que, en la versión papel, tendrás que activar la opción “Páginas pares e impares diferentes”. Utiliza la herramienta “Formato número de página” para iniciar la numeración en la página que te interese.

Libros en la calle

Categoría (General) por Manu de Ordoñana el 21-02-2013

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La semana pasada coincidí en el portal de mi casa con un vecino que llevaba en una bolsa un montón de libros con la malsana intención de tirarlos a la basura. Eran ejemplares casi nuevos, bien encuadernados: cuentos y novelas para público infantil: “Eran de mi hija pero ya tiene veinte años… es que no tenemos sitio en casa”, dijo el hombre a modo de disculpa.  Le pedí que me los diera. Los llevé a la escuela del barrio y la encargada de la biblioteca los recibió con muestras de satisfacción.

Es habitual escuchar a la gente que no compra libros porque no tiene sitio dónde guardarlos. Las casas de hoy en día son pequeñas y están llenas de cachivaches que no sirven para nada. Quizá ésta sea una de las razones que esgrimen los defensores del e-book, aunque a mí me parece que sólo es una excusa de quien ha perdido el háb¡to de la lectura y no quiere parecer inculto. En cualquier caso, es una realidad constatar cómo, a la muerte de una persona mayor, lo primero que hacen sus herederos es desprenderse de la biblioteca, que con tanto esmero se empleó en construir el finado.

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Viene esto a cuento porque, en una de esas incursiones que suelo hacer en los buscadores de Internet cuando estoy vago, me topé con otra palabreja en inglés que me sorprendió por su sonoridad. Me metí en Wikipedia y allí descubrí su significado: “BookCrossing o BC (pronunciado becé) es la práctica de dejar libros en lugares públicos para que los recojan otros lectores, que después harán lo mismo tras haberlos leído. La idea es liberar “libros en la calle» para que sean encontrados por otras personas, una forma de permitir el acceso a la cultura a las personas con recursos escasos, aunque algunas voces se han levantado en contra de esta práctica, alegando que los libros así se “devaluan” y, al mismo tiempo, se reducen los derechos de autor. La cantinela de siempre…

A mí me ha parecido una excelente idea y por eso la traigo aquí, para que tú, si te quieres desprenderte de un libro, pruebes a dejarlo en un banco, en un bar, en la iglesia, en el autobús, en cualquier sitio visible, antes de arrojarlo al contenedor, para que otro ciudadano se lo pueda llevar si lo encuentra interesante. Y eso lo puedes hacer sin dejar rastro o inscribiéndolo en un fichero para seguirle la pista. En realidad, ésa es la fortaleza del BC. Así se explica que, en poco más de diez años, la red cuente con cerca de 40.000 usuarios en España.

Si decides liberar un libro por esta vía, regístralo antes en BookCrossing: es gratis, aunque se aceptan donaciones para mantener el servicio. Así conseguirás un número de identificación BCID que se incorporará a la base de datos del sistema y obtendrás una etiqueta que deberás incorporar en la cubierta del libro, de forma que la persona que lo encuentre, sea capaz de entrar en la web de BookCrossing y escribir un pequeño comentario para notificar el hallazgo. Una vez leído, se reinicia el proceso. Así de sencillo.

Si existen instituciones como Cáritas que proporcionan asilo y cubren las necesidades básicas a los desvalidos, no sería un disparate crear un organismo al que donar los libros que nos estorban, para ser distribuidos entre quienes los solicitaren, no ya en préstamo ─que para eso están las bibliotecas públicas─ sino en propiedad, que así nace la afición y se transmite la cultura. Primero hay que alimentar el cuerpo, pero luego hay que vestir la mente.

La misión del escritor. Concienciar o entretener

Categoría (General, Marketing para vender libros, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 14-12-2012

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A los analistas que observan la evolución social de la cultura les llama la atención la banalización de la literatura, la falta de contenido cultural que, en general, poseen los libros de éxito. Perciben que el entretenimiento es el único motivo que persiguen los escritores modernos; su objetivo es dar respuesta a las exigencias del lector con el sólo propósito de vender el máximo número de ejemplares, para lo cual han de recurrir a escenarios exóticos, personajes al límite, mundos irreales llenos de violencia y pasiones desordenadas. Al parecer, eso es lo que vende.

Esta finalidad mercantilista no es en sí reprobable, los artistas tienen que vivir, han de susbsistir con su trabajo, los mecenas ya no existen o están en otras guerras, aunque, dicho sea de paso, no son muchos los escritores españoles que viven de la literatura. Pero ¿significa eso que han de renunciar a despertar la conciencia de la plebe, a descubrir la injusticia, a censurar los excesos de la clase dominante? ¿Quién será entonces el responsable de poner al descubierto los pesares que aquejan a nuestro planeta, si los medios de comunicación están al servicio del poder institucional y han enterrado su papel de defender la democracia?

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La literatura ha perdido ese cometido que la comunidad le asignaba antaño de educar al pueblo, de presentarle dilemas para hacerle pensar, de propiciar el debate social y político mediante la aportación de ideas y argumentos diferentes a los que utiliza la prensa. Y lo ha perdido porque el lector así lo ha querido: no busca en el libro la exposición de un conflicto, sino un texto ligero y bien escrito que le ayude a pasar un rato, con eso se conforma; y si además le llega a estremecer, miel sobre hojuelas. Es el tributo que esta generación ha pagado por la llegada de Internet y la cultura audio-visual.

Algunos autores no se sienten legitimados a plantear la opinión que tienen sobre los problemas que afectan a la sociedad contemporánea, dicen que no están preparados para el ejercicio intelectual, entienden que ése no es su rol. Su único objetivo es proporcionar placer literario, escribir historias emocionantes en prosa elegante sobre asuntos abstractos carentes de ideología, con el sólo propósito de entretener a un público cada vez más reacio a adentrarse en el complejo mundo de la reflexión profunda.

Otros, en cambio, piensan que el escritor tiene la obligación de verter sus ideas sobre las cuestiones en las que es competente, interpretar su fondo y apuntar soluciones, o al menos, provocar la duda para que cada uno de nosotros adopte la que considere oportuna o más idónea a su manera de ser. Su tarea consistiría en pintar la vida, contar sucesos que aporten alguna enseñanza, exponer formas diferentes de pensar, sentimientos escondidos que nos ayuden a interpretar la condición humana.

Entre ambos extremos, hay un campo inmenso de posiciones intermedias. El propósito de entretener tiene que seguir siendo un recurso, el recurso necesario para conseguir la atención del cliente; sin él, no hay mensaje. Pero eso debería de ser el medio, no el fin. El objetivo último de un libro sería crear interrogantes y señalar las rutas que existen para hallar satisfacción. Es el soporte ideal para ayudar a la gente a pensar, para hacerle entender que hay muchas formas de interpretar la vida, sobre todo, si el autor tiene la habilidad de escribir bien y ser ameno. Para difundir una idea, el discurso enrevesado no es el camino.

El escritor tiene que dar testimonio de los conflictos de la época, denunciar los abusos y desvelar las causas que los han producido; olvidar las tragedias acaecidas, por muy dolorosas que hayan sido, es correr el riesgo de que se repitan. Y también sugerir remedios, aun a sabiendas de que pueden ser erróneos, porque, al final, es el criterio de un simple mortal que quizá ha tenido la oportunidad de dedicar algún tiempo a profundizar en el tema. Se trata de evitar la opinión uniforme, de crear una sociedad heterogénea, abierta a todas las creencias.

La misión es enseñar, la dificultad está en hacerlo de forma entretenida, para que el mensaje sea fácil de captar. Como decía Mariasun Landa, al comentar la película “En la casa” en el diario Noticias de Gipuzkoa: “Al ser humano no le basta con sobrevivir, quiere más. Y para aplacar esa insatisfacción, ese deseo de abrirse a otras realidades, de vivir otras vidas, de sentir con otros corazones, nacieron las ficciones. En la ficción queremos encontrar algo que nos divierta, nos entretenga, pero, también, a menudo, a la ficción le pedimos algo más: que nos forme, o nos deforme o nos transforme. Nos emocione, al menos”.

Antes de subir un e-book a la red

Categoría (El libro digital, General, Marketing para vender libros, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 10-11-2012

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Si te has decidido por la autoedición y quieres subir tu e-book a los diferentes portales digitales más visitados, no está de más conocer cómo funciona la red y qué cosas hay que hacer para que tu libro sea visible en las debidas condiciones. A mi juicio, cinco son los requisitos previos que hay cumplir con meticulosidad:

  • Diseño. Recurre a los profesionales del sector para corregir tu libro, maquetarlo y diseñar la portada. Al parecer, los criterios a seguir para construir una portada sugestiva en Internet no son los mismos que para un libro en papel destinado a exponerse en el anaquel de una librería.
  • Formatos. Cada e-reader admite determinados formatos, no todos, así que tendrás que ofrecer tu e-book en varias versiones, mínimamente en MOBI para el Kindle de Amazon, en FB2 para el Papirus y en ePub y PDF para los dispositivos más universales. Asegúrate de que la visibilidad del texto es correcta en esos formatos, para que el comprador no sufra una decepción al encontrar errores en los signos o en los tipos de letra.
  • Categorías. Las tiendas virtuales no tienen limitaciones físicas e incluyen millones de títulos. Mira cómo están organizados y selecciona el género y el subgénero literario que define tu obra. En Internet, las categorías ayudan muchísimo a encontrar lo que uno quiere.
  • Metadatos. Piensa ahora en las palabras clave, dedica un tiempo a elegir las más adecuados, es muy importante, con ellos el lector inicia la búsqueda. Para ello, haz una prueba tú mismo. Si, por ejemplo, has escrito un libro de cocina, selecciona la categoría e introduce las palabras claves que tú utilizarías para la búsqueda… a ver qué sale. Haz que algún familiar o amigo repita el proceso y analiza cómo actúa, igual te da alguna pista.
  • Sinopsis. Si has logrado que un visitante se fije en tu libro, pinchará para saber más del contenido. Esmérate en la sinopsis, es el último eslabón, quizá el decisivo.

¿Acaba aquí tu trabajo? Pues no. En varios espacios de este blog, hemos defendido que el escritor debe también preocuparse del marketing para que su libro tenga visibilidad y aparezca en las primeras páginas de los buscadores, además de promocionar su imagen para ser conocido por el gran público.

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Hoy tenemos una herramienta muy útil para realizar esta tarea con poco dinero: las redes sociales. Es cierto que todavía el primer medio de difusión es el boca a boca, las recomendaciones de los amigos, pero se aprecia un importante crecimiento de la web como fuente de información, incluso entre los fans de lo impreso, que además son los más dispuestos a comprar un e-book.

Algunos editores españoles atribuyen a sus colegas neoyorquinos la opinión de que, en un próximo futuro, ningún escritor publicará un libro si no tiene 5.000 seguidores en Facebook. Lo cuentan a título de broma, pero a lo mejor resulta que se convierte en realidad. Todavía no nos damos cuenta de la influencia que tiene la web a la hora de descubrir, compartir y adquirir información… también para comprar libros. Pero no sólo de Facebook o de Twitter vive el escritor diletante…

El problema es que la mayoría de nosotros hemos llegado tarde ala era Internet (o nacido demasiado pronto) y tenemos pánico a todo lo que sea virtual (bastante hemos hecho con comprar un ordenador y aprender a escribir con el Word), mucho más a eso tan misterioso que se llama red 2.0 (la 3.0… ni nombrar). El Marketing Social es tan reciente que convendría aclarar en qué consiste y para qué nos puede servir. Quizá habría que dedicar un artículo entero a desmitificar ese mundo, igual no es tan complicado.

Concursos literarios menos reputados

Categoría (General, Marketing para vender libros, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 11-10-2012

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A muchos autores diletantes, cuando han terminado de escribir su primera novela,  lo primero que se les ocurre es presentarla a un concurso literario. A menudo recibo en esta página consultas sobre cuáles son los mejores o cuáles los que más se adecuan a la obra que han escrito. Mi respuesta es darles la dirección de cuatro o cinco páginas webs que tratan sobre el tema o consultar el libro de Dolores Jiménez Morato que edita Fuentetaja Literaria cada dos años: “Guía de Premios y Concursos literarios en España 2011-2012”, probablemente lo encontrarán en la biblioteca pública de su barrio.

No oculto que mi confianza en eso de los concursos literarios es limitada, al menos, en los que gozan de prestigio. No voy a decir que estén amañados, porque eso no es cierto, aunque es verdad que los grandes, los que dan renombre o tienen un premio sustancial, sí que parece estar, cuando menos, dirigidos. La prueba es que, en la mayoría de los casos, el ganador es un escritor célebre, rara vez un principiante.

El pasado 15 de septiembre, Manuel Rodríguez Rivero, editor, crítico y ensayista, publicaba un artículo en El País titulado “¿Pero hubo alguna vez un premio honrado?”, en el que manifestaba la opinión que le merecen ese tipo de concursos: “Con escasas (y notables) excepciones, el premio literario honrado es el que todavía no ha sido concedido”. Nadie se escandaliza cuando, en la ceremonia de entrega, el representante del jurado anuncia que “abierta la plica, el ganador resultó ser…”, para, acto seguido, pronunciar un nombre que, entre bambalinas, todo el mundo conocía unas semanas antes: un juego de cinismo imbécil que el público acepta y la prensa consiente.

El escritor madrileño se muestra partidario de premiar obras ya publicadas que se han enfrentado al veredicto de la crítica y de los lectores ─como el Goncourt y el Booker─ entre otros, en lugar de textos inéditos, requisito que exigen la mayoría de los concursos que se convocan en España. La razón es clara: las cláusulas que el concursante ha de aceptar para que le admitan su libro son leoninas, la cesión de todos los derechos, absolutamente todos, con carácter universal, tanto en papel como en digital y hasta el fin de los tiempos, a cambio de un porcentaje módico sobre el valor de las ventas que nunca sobrepasa el diez por ciento (como muestra, mira las condiciones que estipula el Premio Nadal, incluso con una dotación tan pobre como 18.000 euros).

Sin embargo, existen numerosos concursos de segundo nivel, cuyo desarrollo se presume más limpio. No otorgan fama, porque no tienen cartel en los medios de comunicación, ni tampoco dinero, porque están mal dotados. Pero tienen la virtud de reconocer el talento del escritor que lo ha obtenido. El simple hecho de enumerar en la solapa de tu libro la relación de premios que has conseguido es una buena carta de recomendación que el comprador valora cuando lo hojea en la estantería. Es un mérito añadido que no debes ignorar a la hora de establecer el Plan de Marketing para vender tu libro.

 

La motivación del escritor

Categoría (General, Taller literario) por Manu de Ordoñana el 13-09-2012

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A menudo me encuentro con viejos compañeros a los que no he visto hace tiempo y, claro, después de intercambiar nuestros achaques, la conversación deriva hacia cómo llevamos mutuamente la jubilación. Cuando les cuento que, desde que me retiré de la vida laboral, me dedico a escribir, son muchos los que comentan lo mismo: ¡Cuánto me gustaría escribir a mí también! El problema es que me da pereza, no sé cómo empezar, me va a salir un churro… aunque, la verdad, siempre se me ha dado bien eso de escribir, reconocen poniendo cara de buenos.

Yo los animo siempre de la misma forma. Empieza por redactar cosas sencillas, cuentos cortos, de una página. Por ejemplo, coge el periódico por la mañana, elige un titular atractivo y léelo despacio. A continuación, siéntate ante tu ordenador y suponte que eres tú el reportero que tiene que dar la noticia. Escribe una página, bien reproduciendo lo que has leído previamente, bien modificando el suceso al dictado de tu imaginación. Read the rest of this entry »

El Mataburros. Conducir un programa

Categoría (El Mataburros, General) por Manu de Ordoñana el 07-09-2012

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Conducir un programa de televisión es una expresión que se lee y se escucha con frecuencia en los medios de comunicación, a pesar de que el verbo utilizado no tiene el significado que se quiere manifestar, la de dirigir la transmisión de un programa de radio o de televisión en el que participan personas invitadas. Al parecer, el término proviene del inglés “conductor”, director de una orquesta. De las varias acepciones que da el diccionario de la Academia de la Lengua, la cuarta es la que más se le acerca: “Guiar o dirigir un negocio o la actuación de una colectividad”. Quizá por eso, su uso se podría considerar como válido.

El diccionario María Moliner lo admite literalmente: “Presentar un programa de radio o televisión”. En ese sentido, la palabra correcta debería ser presentador; es la que se ha empleado tradicionalmente en España para designar a la persona que lleva un programa y explica al público cómo es el espectáculo o quién es el artista.

No parece conveniente el uso de director ya que su papel es el de dirigir el programa en su totalidad, siendo responsable de traer a los invitados, preparar el guión, dirigir las cámaras, etc., salvo en los casos en que además de todo eso, el mismo sea el presentador.

Animador también podría servir como la persona que da vivacidad a una reunión y consigue un buen ambiente, aunque esta figura corresponde más al que realiza actividades lúdicas o al artista que canta, baila o ejecuta números de variedades. Tampoco estaría mal anfitrión, por aquello de que participan varios invitados.

Pero ninguna de estas expresiones refleja con exactitud el rol que desempeñan algunos personajes en la televisión, que actúan al mismo tiempo como presentadores, como animadores e incluso hacen de directores, asumiendo el papel de estrella, el que entusiasma al público, la “vedette” del espectáculo. Y como no hay palabra específica en castellano para esa función, tendríamos que inventarla, así que no estaría mal quedarnos con la que ya existe y dar por bueno la de conductor de un programa.

El diario ABC, en su edición del 25 de mayo de 2012, publica una noticia de la agencia EFE sobre la entrevista que Carlos Francino, conductor de la cadena SER, le hizo Rubalcaba: “No tengo el móvil de Rajoy”. El líder de la oposición ha abogado por mantener el diálogo con el presidente del Gobierno para buscar soluciones a la crisis, pero ha reprochado que el jefe del ejecutivo no telefonee al PSOE.

Cristina Tapia en el “Noticias de Gipuzkoa” del dos de marzo de 2011, titula así una entrevista que hace a Pedro García Aguado, terapeuta y conductor del programa de televisión Hermano Mayor: «Comida en la mesa, la cama hecha, ropa limpia… Hay padres que están creando auténticos discapacitados».

Un artículo publicado el 22 de febrero de 2009 en el blog de Televisión Dos ofrece una serie de técnicas para conducir programas, de las cuales se deduce que el conductor debe proyectar su personalidad al programa para hacerlo creíble, de forma que el espectador perciba su carácter ─ a diferencia del actor que representa un papel─, y limita su actividad a programas de corte no dramático, como noticiarios, entrevistas, concursos, charlas, etc. Sí, no está mal, eso podría ser un conductor de programas de televisión.

Autoeditar es la solución

Categoría (El libro digital, General, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 26-08-2012

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Es grato constatar el creciente número de ciudadanos que ocupa su tiempo libre en la escritura, sin ningún afán lucrativo ─salvo excepciones─, con el único propósito de publicar su libro. Menos grato es comprobar lo difícil que es encontrar un editor que quiera arriesgarse a hacerlo. Los tiempos son de crisis y los empresarios del sector están mohínos, las ventas no hacen más que bajar y los resultados de sus cuentas, en números rojos.

Frente a esta situación, el escritor diletante sólo tiene una solución: autoeditar. Desde que Amazon aterrizó en España, algunos escritores desconocidos han obtenido un cierto éxito con el ebook, lo que les ha permitido publicar luego en papel. No sólo está Amazon, hay otras muchas editoriales que ofrecen el mismo servicio, Bubok es una de ellas, parece gente seria.

Y digo esto, porque hay que tener cuidado en la selección, analizar despacio el contrato que te proponen, algunos son leoninos. En muchos casos, la editorial se reserva todos los derechos, absolutamente todos, a poder publicar tu libro en cualquier formato ─en papel o en digital─, en cualquier país del mundo, incluso a vender esos derechos sin consultarte. Igual, eso a ti no te importa, pero al menos entérate, que luego no te coja de sorpresa si tienes éxito en el mercado.

Yo creo que, para empezar, una buena estrategia es situar tu obra en alguna de estas plataformas digitales de prestigio, quizá en dos o tres: una grande, una mediana y otra pequeña. Pero antes gástate algún dinero en el diseño, en la portada y en la maquetación, para que el texto sea visible cualquiera que sea el dispositivo de lectura. Y también, comprueba que no tienes ningún compromiso legal adquirido previamente, por haber firmado algún pre-acuerdo, incluso bajo la modalidad “Print on demand”, es decir, mediante pago de alguna cantidad.

Tienes que saber que el solo hecho de aparecer en la librería de Amazon no es sinónimo de éxito. Si no haces nada especial, lo probable es que nadie descargue tu libro, aunque sea maravilloso. Tienes que hacer algo más, dicen que el boca a boca por Internet funciona, las redes sociales, el twitteo y esas cosas. También algunas fórmulas que te ofrecen los portales para realzar tu posición… pagando, claro. Ésa es tu elección, en este campo, los consejos son de valor dudoso.

Una vez cumplida esta actuación, puedes pensar en publicar tu libro en papel. Aquí tienes dos vías, o lo contratas a una de esas nuevas editoriales que se encarga de todo ─otra vez cuidado con el contrato─ o lo haces tú mismo y ordenas la impresión a una imprenta, en cuyo caso asumes la gestión de lo que viene detrás: promoción, distribución, almacenaje, transporte y el cobro, claro está. Parece que es un trabajo ímprobo, pero no lo es tanto, de verdad. Si haces una tirada de 500 ejemplares, la empresa la puedes controlar tú solo. A poco que vendas la mitad, ya habrás cubierto los gastos, te darás cuenta de cómo es el mercado, percibirás muchos detalles que te van a enriquecer, es otra manera de pasar el rato, no sólo de pan vive el hombre.

Al parecer, la mayoría de los que se han decidió por la autoedición valora positivamente la experiencia, si bien reconocen que el beneficio económico que han obtenido es escaso ─salvo algunos que presumen de obtener unos ingresos mensuales dignos, como para vivir de ellos─, lo que tampoco parece preocuparles. En definitiva, pocos son los que pretenden ganar dinero con este negocio, tan sólo que alguien nos lea, para satisfacer nuestro ego.

¿Qué es la cultura?

Categoría (El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 14-08-2012

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En el uso cotidiano, la palabra «cultura» se emplea para dos conceptos diferentes, dice Wikipedia en un artículo bien organizado:

  • Excelencia en el gusto por las bellas artes y las humanidades, también conocida como alta cultura.
  • Los conjuntos de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, incluyendo los medios materiales (tecnologías) que usan sus miembros para comunicarse entre sí y resolver sus necesidades de todo tipo.

Por abuso de la lengua, la primera interpretación está más arraigada en el sentir popular. Y sin embargo, la segunda es más propia: un conjunto de formas de pensar, de actuar y de comunicarse que son comunes a la mayoría de las personas que forman parte de un colectivo, y que se manifiestan a través de los valores, las tradiciones y las creencias.

Así entendida la cultura, nadie pone en duda la responsabilidad que recae sobre el sector público de velar por su desarrollo, por su papel dinamizador en la creación de bienestar y, al mismo tiempo, por el potencial que posee para acelerar el crecimiento económico. En España, la industria cultural representa el 3,2% del PIB y da empleo a cerca de 500.000 trabajadores, amén de impulsar otras materias como la educación, el turismo, la industria manufacturera o la investigación.

En ese sentido, el Estado tendría la obligación de invertir en actividades con capacidad para generar riqueza, no para subvencionar la producción artística, sino para dotar la infraestructura cultural. Estoy tratando de defender el rol del Estado como responsable de proveer a la sociedad el fundamento que active la producción, no que sea él el creador ─léase promotor mediante ayuda directa─, ya que esa función debe corresponder a la iniciativa privada. O dicho de otro modo, que la Administración no se meta nunca a empresario.

Si se trata del acervo artístico, debe ser el gobierno quien financie su conservación y dejar a la industria que disfrute de los beneficios. España es el segundo país ─después de Italia─ que cuenta con más lugares y monumentos declarado Patrimonio dela Humanidad. Con ese bagaje, el presupuesto que haría falta para mejorar el rendimiento económico sería muy bajo en comparación con los resultados que cabría esperar.

Lo mismo ocurre con la lengua. La riqueza idiomática del castellano y el número de usuarios le otorgan una posición privilegiada que el Estado debe proteger y extender a través de actuaciones culturales que propaguen sus virtudes, con un coste poco elevado. Muchas empresas pueden beneficiarse de esta ventaja competitiva para mejorar su posición vía internacionalización.

Al final, sólo hace falta un poco de capacidad intelectual para discernir cuáles son las inversiones que, con menos dinero, producen rendimientos más altos. La cultura es una de ellas, otra es la educación y otra es la investigación y el desarrollo. Sobre estas tres disciplinas, nunca hay que meter la tijera, todo lo contrario. Claro que el resultado no es inmediato y si algo caracteriza a nuestros políticos es su poca visión a largo plazo.

Con los principios que hemos manejado en este artículo, no es difícil colegir cuál va a ser el criterio que vamos a defender sobre el modelo de financiación que el Estado debería de aplicar a la promoción de la cultura, en su concepción restringida al mundo de las Artes y las Letras. Será en el próximo.

¿Hacia dónde va la industria editorial?

Categoría (Derechos de autor, El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 16-07-2012

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Abundan “los optimistas” que no apuestan un céntimo en favor del libro impreso. Las nuevas tecnologías, dicen, la piratería, la educación cultural, la falta de ayuda estatal y ─esto lo digo yo─ la televisión basura que se lleva en este país ─me temo que su contenido aporta poco a despertar el hábito de lectura en el espectador─. La verdad es que los datos que se conocen no son para “echar cohetes”, aunque las causas tendrían que ser objeto de una reflexión más seria.

La Federación de Gremios de Editores de España acaba de publicar un avance del Comercio Interior de libros en España 2011. Es un informe muy bien elaborado, sencillo y fácil de entender, te recomiendo su lectura. En él se ofrecen algunos datos dignos de analizar:

El primero, lo que ya sabíamos, el sector ha facturado 2.772 millones de euros, un 4,1% menos que en 2010. Tampoco es para echarse las manos a la cabeza, ¿cuántas empresas en España no se conformarían con una cuota de descenso similar?

El segundo, que se han vendido cerca de 200 millones de libros, lo que supone un precio medio de 13,87 euros por ejemplar vendido. Lo siento, me parece un precio muy alto. Este dato me confirma que algo no funciona bien en el negocio editorial. La semana pasada estuve en la Feria del Libro que se celebra en Donostia-San Sebastián y comprobé a mi pesar que el precio de la mayoría de los libros allí expuestos era superior a los 15 euros; y no eran nada del otro mundo. Eso sí, te hacía un descuento del 10%.

El tercero, la distribución de las ventas por canal de distribución y su evolución desde el año 2007: 

Venta de libros por canal comercial

Canal comercial 2.007 2.011 %
Librerías 992 1.056 6,5
Cadenas de librerías (1) 483 481 -0,4
Hipermercados (2) 292 274 -6,2
Quioscos 272 129 -52,6
Empresas e Instituciones (3) 304 386 27,0
Bibliotecas 23 19 -17,4
Venta a crédito 259 90 -65,3
Venta telefónica 77 46 -40,3
Correo 89 21 -76,4
Clubs 117 82 -29,9
Internet 21 21 0,0
Suscripciones 77 79 2,6
Otros canales 117 88 -24,8
Total 3.123 2.772 -11,2

El cuarto, la facturación de libros en formato digital fue de 73 millones de euros, lo que apenas supone el 3% de la facturación total, lo que rebate el argumento de que el ebook sea el gran enemigo del libro impreso, al menos, por el momento.

El quinto, las editoriales han pagado en 2011 un total 193,1 millones de euros por derechos de autor y han recibido 76,5 por el mismo concepto. Si esto es verdad, el porcentaje que se lleva el autor apenas llega al 7% sobre el precio del libro, sin contar el IVA. Si esto es así, y parece que lo es, algo no funciona bien en el negocio, algo chirría, no sabría decir qué, pero lo dice el sentido estético.

Mientras tanto, La Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE), la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE),  y la Asociación de Revistas de Información (ARI) han solicitado al Gobierno la aplicación de IVA cero a libros, periódicos y revistas tanto impresos como digitales. En este país, cuando una cosa no funciona, siempre se acude al Gobierno para que nos eche una mano.

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