Tiempo para escribir

Categoría (General, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 19-09-2012

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¡Cuánto me gustaría escribir una novela… el problema es que no tengo tiempo! Cuántas veces hemos oído este comentario a gente culta, con posibles, incluso poseedores de una historia atractiva, una disculpa cándida que les permite mantener limpia la conciencia, no ser objeto permanente del remordimiento.

Es cierto que todos estamos inmersos en el mundo de la multitarea, siempre tenemos cosas que hacer, unas importantes, otras menos importantes pero urgentes, otras nada importantes pero amenas. Al final, nos dejamos llevar por lo cómodo, lo que exige el menor esfuerzo intelectual, la disciplina es atributo de una minoría, cualquier excusa sirve para dejarse llevar por la molicie, escabullirse a la creación de valor con el tópico del “mañana empiezo”… como el fumador que al levantarse cada día proclama tras encender el primer pitillo: mañana lo dejo.

Y sin embargo, el individuo empeñista sí que encuentra tiempo para hacer las cosas que quiere, no es que trabaje más horas que los demás, no… es que se organiza mejor, es más productivo. Es el que sabe aprovechar los pequeños momentos que, a lo largo del día, le son permitidos, es el que sabe ordenar su tiempo y establecer las prioridades. Y, claro, el que luego cumple el programa que se ha trazado.

Este panorama, aplicable a cualquier actividad del ser humano, sirve también para el que quiere escribir un libro. La falta de tiempo no es una coartada para eludir la promesa que te has hecho… todavía no hemos hablado de plazos, no hay prisa para concluir la obra, si son tres años no pasa nada, cuatro tampoco, tú tienes una motivación por encima de todo, escribir una novela es la ilusión de tu vida.

Ya sé que trabajas de lunes a viernes. Cuando llegas a casa, estás cansado, tienes que cuidar a los hijos, conversar con tu esposa. Vale, de acuerdo. Pero no digas que no puedes disponer durante el día de varios periodos cortos de cinco o diez minutos para pequeñas reflexiones, apuntar las ideas que se te ocurran, perfilar algún personaje, diseñar el escenario del próximo episodio. Con esa notas que has tomado, antes de acostarte o levantándote un poco antes ─según tu ciclo vital─ no te resultará difícil escribir media página… tan sólo media página.

Por eso decía en el artículo anterior lo importante que es escribir todos los días, aunque sólo sea diez minutos, para evitar que otros asuntos extravíen tu mente, para que sólo pienses en lo que estás haciendo. Al final de la semana, con más tiempo disponible, es posible que consigas completar dos o tres páginas, a falta de una inspección final cuando la redacción esté terminada.

Existen numerosos tratados sobre cómo gestionar el tiempo, enfocados sobre todo a cuadros directivos, que te pueden servir de modelo, también cursos de entrenamiento a seguir por Internet. El fundamento es siempre el mismo: dividir el proyecto ─escribir un libro─ en etapas, establecer una agenda de compromisos y marcar fechas tope para su ejecución. Parece simple pero es eficaz, apuntar  los logros te produce satisfacción… y también motivación para continuar.

Si tu novela va a tener una extensión de trescientas páginas, proponte escribir diez al mes, un objetivo razonable que a nadie abruma. A ese ritmo, necesitarás dos años y medio para completarla y otro medio para corregirla ─te recomiendo que contrates el servicio de algún experto─, con lo cual te has puesto en los tres años, el plazo que habías previsto.

Ya la tienes lista, la cuestión será entonces qué hacer con ella. Editor no vas a encontrar, eso es casi seguro. Mas no te preocupes, hay varias soluciones, la tecnología está de tu parte, sólo que tendrás que implicarte en el mercadeo, hoy sólo escribir no vale, hay que hacer algo más para adquirir notoriedad y que la gente te lea… Seguiremos hablando del gobierno.

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