Javier Cercas. El móvil

Estamos ante una novela policíaca y metaliteraria a partes iguales así que gustará a los que buscan tensión e intriga y también a los que demandan una dosis de reflexión en un texto.

Podemos afirmar que estamos ante una novela policíaca y metaliteraria a partes iguales así que gustará a los que buscan tensión e intriga y también a los que demandan una dosis de reflexión en un texto. En este sentido se plantean temas como la ambición por la gloria literaria, la entrega absoluta al oficio de escribir ―poca inspiración y mucho trabajo―, la importancia de ser un gran lector para llegar a ser un gran escritor y el conflicto o la eterna pugna entre ficción y realidad. Y todo narrado con gran ironía. Este libro, además, contiene el germen de toda la obra de Javier Cercas: un desarrollo argumental fantástico, preciso como un reloj suizo; guiños a la obra borgiana; el uso de la escritura del libro como excusa para hablar de una poética de los géneros literarios; el desarrollo de una trama dentro de otra al igual que en una estructura de muñecas rusas…

Pero empecemos por el principio. El móvil es en realidad un relato largo o una novela corta (nouvelle) que nació como el último de los cinco cuentos de un libro que Cercas publicó en 1987 cuando solo contaba con 25 años. Tras una revisión a conciencia, decidió eliminar los cuatro primeros cuentos porque, como afirma en el prólogo a la edición de Tusquets, le parecían «derivativos, fruto de ciertas lecturas y ciertas experiencias pobremente asimiladas, así como de la vanidad ridícula de demostrar que era escritor, lo que suele autorizar entre los veinteañeros todo tipo de desmanes exhibicionistas». Hoy en día afirma que no se ha arrepentido de publicarlo, aunque no sabe si es el mejor de los cinc

Argumento

El protagonista de esta historia es Álvaro, un asesor jurídico que trabaja en una gestoría y al que le apasiona la escritura. Por eso se pone como objetivo en la vida escribir una novela, “la definitiva”, que sea ejemplo para sus colegas y, en general, para la literatura universal.  De forma disciplinada y muy medida, comienza a pergeñar la trama en la que un escritor, como él, que vive en un vecindario, como el suyo, se dispone a escribir una novela. Llega el momento en que se atasca por falta de imaginación. Es entonces cuando vuelve los ojos hacia su vecindario y comienza a tirar de realidad, forzándola y retorciéndola, copiando los perfiles y vidas de sus vecinos con el fin de lograr verdaderos elementos novelescos; no contento con eso, y siempre en pos de la verosimilitud de la historia, decide malmeter y provocar conflictos en sus vidas, que también le repercuten en la suya propia. Al final se dará cuenta de que la realidad no es tan manipulable como la fantasía.

Estructura y desarrollo

Podríamos dividir la historia en dos partes: los dos primeros capítulos conformarían la primera, y la segunda, iría del capítulo tres hasta el final.

En los dos primeros, aparece el planteamiento de la novela que Álvaro tiene en la cabeza. A partir de aquí y a lo largo del desarrollo de la trama se nos ofrece toda una serie de afirmaciones sobre el oficio de escritor y muchas claves de teoría literaria. Vamos a comentar las más importantes.

El protagonista de la novela de Cercas estaba convencido de que el autor debe entregarse de lleno a la literatura, dedicarse en cuerpo y alma a ella invirtiendo tiempo y esfuerzo:

Álvaro pensaba que la inspiración es como los fantasmas: todo el mundo habla de ella, pero nadie la ha visto. Por eso aceptaba que toda creación consta de un uno de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración.

Por otro lado, afirma que la literatura está en manos de aficionados, pseudo escritores, por lo que es urgente salvarla de ellos; para eso está él, Álvaro, quien piensa que hay que ser un buen lector para ser un gran escritor y que este se reconoce por sus lecturas y sobre todo por sus relecturas:

Sospechaba que leer es un acto de índole informativa; lo verdaderamente literario es releer.

También guarda una mirada para el pasado; asegura que es importante volver la vista atrás, hacia la tradición literaria. Todo lo que se escribe hoy en día es resultado de ella y el aprovecharla y valorarla nos mejora como escritores:

En rigor la literatura es un olvido alentado por la vanidad. Esta constatación no la humilla, sino que la ennoblece. Lo esencial […] es hallar en la literatura de nuestros antepasados un filón que nos exprese plenamente […]Lo esencial es retomar esa tradición e insertarse en ella, aunque haya que rescatarla del olvido, de la marginación o de las manos estudiosas de polvorientos eruditos. Lo esencial es crearse una genealogía. Lo esencial es tener padres.  

En este punto comienza a preocuparse por cómo contar la historia. Para ello renuncia a escribir en verso porque lo lírico puede resultar anacrónico; luego se plantea escribir prosa en verso, un poema épico, aunque también lo ve más alejado del público objetivo. Baraja la posibilidad de crear una epopeya en prosa, por pensar que la novela nació de ahí. Después de sopesar las diversas posibilidades literarias a la hora de crear su gran obra se decide por el formato novelístico, pero regresando al momento de su esplendor, tomando buena nota de las aportaciones técnicas y de todo orden que el siglo había deparado y que resultaría cuando menos estúpido desperdiciar. Era preciso regresar al siglo XX; era preciso regresar a Flaubert. Argumenta, además, que la novela nace con la modernidad, que es la mejor manera de expresarla. Con esta afirmación se pone en valor una obra como el Quijote de Cervantes, autor fundamental para Cercas, con quien comienza la novela moderna en España y cuyas características reflejan una forma nueva de narrar, frente a la tradicional, en la que cuenta, y mucho, la psicología de los personajes frente a la acción, una forma de crear personajes en constante construcción a partir de los hechos y situaciones que vivían y novedosas formas de  considerar la estructura del texto y el tratamiento del tiempo y el espacio narrativos.

Continúa indagando en los elementos que conforman el hecho narrativo y se para en la elección del tema. Afirma que es un hecho baladí, que no es algo tan importante o, en cualquier caso, menos relevante que el cómo, la forma. Por fin Álvaro se decide a contar la historia de la relación entre un escritor que concibe una gran obra ―novela dentro de la novela―, un matrimonio con problemas económicos y un hombre solitario con mucho dinero, todos ellos residentes del mismo vecindario: una epopeya inaudita de cuatro personajes menudos, una paradoja en sí mismo.

Llegamos a la segunda parte de la nouvelle, donde comienza el desarrollo de la historia. Es en este momento cuando se plantea cómo enriquecer el perfil de sus personajes y se le ocurre que la mejor opción es rebuscar en modelos de la realidad, y ¿quién mejor que sus vecinos?:

Resultaba evidente que, al reflejar en su obra un modelo real, sería más sencillo dotar de una carnadura verosímil y eficaz al personaje ficticio.

Así que empieza a relacionarse primero con la portera del edificio para sacarle información sobre el vecindario y, luego, incluso a escuchar las conversaciones que se dejaban oír a través del patio de luces de la casa:

Álvaro había adquirido tal destreza en la grabación que ya ni siquiera necesitaba asistir […] a las a menudo fatigosas y siempre reiterativas discusiones. Bastaba conectar el magnetófono en el momento adecuado para poder regresar enseguida a su despacho y proseguir con tranquilidad su trabajo.

Si bien es cierto que todos los detalles no constarán en la novela, porque no son necesarios para el lector, sí resalta la importancia que tienen todos ellos para el escritor:

Y si era cierto que el lector debía prescindir de muchos de esos datos ―que, por tanto, no había razón para incluir en la novela― no era menos cierto que a Álvaro le interesaban todos, puesto que a su juicio constituían la base para conseguir el inestable y sutil equilibrio entre coherencia a e incoherencia sobre el que se funda la verosimilitud de un personaje y sustenta la insobornable impresión de realidad que producen los individuos reales.

Con todo el poder que le da la información recogida y a falta de problemas que provoquen acciones interesantes para el desarrollo de la trama central de su novela, comienza a malmeter en la vida de sus vecinos hasta el punto de que queda trastocada. Y llega el final de la historia; no sabe cómo acabarla, pero aparece la solución, se le impone. Una solución que le remueve internamente y le genera sentimientos de culpabilidad por lo que iba a suceder:

Sentía una terrible opresión en el pecho y la garganta. Pensó que llamaría a los Casares y los conminaría a que abandonaran su proyecto, les convencería de que era una locura, de que ni siquiera la idea había partido de ellos: solo él, Álvaro, era el responsable de esa atroz maquinación.

Terminada la primera redacción de la novela, llega el momento de la relectura. Es cuando saltan todos los errores; en cierta manera es una especie de autocrítica de lo escrito:

Si era capaz de reconocer sus errores, quizá no todo su trabajo había sido en vano: identificarlos era ya, de algún modo, haberlos subsanado. […]

Finalmente comprende que, a pesar de tener una introducción teórica que resultaba un poco pedante y estar contada en un tono como de vuelta de todo en muchos pasajes, escribiría una parodia y su refutación. Así que comenzó de nuevo a escribir. Y el resultado es la misma novela que los lectores tenemos entre las manos: El móvil. Historia dentro de la historia, novela dentro de la novela.

Claves de la obra

Todo esto nos lleva a desentrañar algunas de sus claves, como el título. Hace referencia al motivo o causa, al móvil de Álvaro para comportarse como lo hace, que es el intento de concebir una ambiciosa obra que eleve la novela a su cota máxima de esplendor puesto que, según él, estaba en horas bajas. Y por otro lado está el móvil de la trama de la novela que él escribe, que no es otro que el robo a uno de los vecinos de su edificio.

Otra de las claves de la obra está en el sueño recurrente del protagonista; actúa como metáfora de la frontera realidad/ficción, tema fundamental aquí y en toda la obra de Cercas. Aparece por primera vez al inicio del capítulo tres:

Se dio una ducha de agua helada y, cuando se disponía a salir ―la puerta de casa estaba entreabierta y él empuñaba el pomo con la mano izquierda―, vaciló como si hubiera olvidado algo o como si el ala de un pájaro le hubiese rozado la frente.

Esa puerta está en la vida real pero también en el sueño:

Y cuando abrió la puerta ya sabía que no podría franquearla, pese a que lo que estaba buscando acechaba del otro lado, algo o alguien le induciría a darse la vuelta a permanecer de pie sobre la cima verde de la colina, vuelto hacia el prado, la mano izquierda sobre el pomo de oro, la puerta blanca entreabierta.

Esa puerta separa la vida de fuera ―de su vecindario, del mundo― de la suya propia. Álvaro piensa que los personajes de su historia existirán en la obra escrita, en la literatura, si existen en la realidad, si se basan en modelos reales; sin embargo, la novela plasma precisamente lo contrario: él, como personaje, no existe hasta que el narrador omnisciente intenta escribir una obra en la que él aparece. Esa realidad se le revela cuando sus propios personajes cambian la trama y ponen en el punto de mira al propio escritor siendo él la víctima de su propia creación.

En cuanto al estilo, toda la historia está contada con distancia, mediante frases extensas y un abundante y recargado vocabulario. Hace las delicias de cualquier lingüista con adjetivos curiosos que califican a los sustantivos aludiendo a rasgos del carácter o del momento que está viviendo el personaje:

  • Pelo caótico
  • Tablero erizado de figuras belicosas
  • Porciones intempestivas de azúcar.

Descripciones llenas de figuras literarias:

  • Silencio populoso de respiraciones nocturnas
  • Voz vinosa y suplicante
  • En el silencio solo turbado por el finísimo bordoneo de la cinta de la grabación se oyeron sollozos femeninos.

Y también está narrada con ironía. Este tono es fundamental para entender el fin último de Javier Cercas al escribir esta obra. El objetivo en la creación del personaje de Álvaro es ser un héroe del XIX que busca salvar al género narrativo de esa muerte inminente a la que estaba predestinado. Álvaro, en esa larga disertación sobre la elección del cómo a la hora de abordar la escritura de su magna obra, pone en tela de juicio la validez de la nouvelle como género narrativo y precisamente lo que el lector tiene entre manos es una nouvelle. ¿No resuenan ecos de esto mismo en la historia de la literatura española? Efectivamente, estamos ante una parodia narrativa al más puro estilo cervantino, al modo de cómo Cervantes escribió la gran novela de caballerías con el único fin de criticar ese género novelesco.

Por cierto, hay una buenísima versión cinematográfica de este libro, protagonizada por un magnífico Javier Gutiérrez.

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