El Mataburros. Surgir efecto

Categoría (El Mataburros, General) por Manu de Ordoñana el 18-07-2013

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Un lector ha visto escrita la expresión “surgir efecto” y pregunta si es correcta; él opina que hay que decir “surtir efecto”… y parece que tiene razón.

La primera acepción que ofrece el DRAE para el verbo ”surtir” es “proveer a alguien de algo” ─además de “brotar, saltar, o simplemente salir, especialmente hacia arriba”─, con lo cual es válido decir “surtió efecto la medida, el remedio, el consejo” para confirmar que se obtuvo el resultado esperado. Joan Corominas, en su Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana dice que “surtir” ─voz emparentada con el sortir catalán, occitano o francés ─ya se utilizaba en 1590 en el sentido de producir (efecto),

Por el contrario, el propio Corominas apunta que el verbo “surgir” se empieza a utilizar a partir del siglo XVIII para designar acciones como “alzarse”, “aparecer”, pero con la connotación marítima de “estar fondeada una nave”: “navis surgit in portu”, para anunciar que la nave aparece, se levanta en el puerto, es decir, “está quieta allí, está fondeada”. Más tarde, se fueron añadiendo nuevas interpretaciones, de forma que el DRAE le adjudica hoy tres significados: Surtir, brotar hacia arriba el agua; dar fondo una nave; y aparecer, brotar, manifestarse. Todas ellas son de carácter intransitivo y no permiten la compañía del complemento directo, con lo cual se hace difícil admitir “surgir efecto”.

El verbo “surgir” proviene del latín “surgere”, formado con la raíz del verbo regere (dirigir, conducir, regir, gobernar) y el prefijo “sub”. Soporta tres traducciones de carácter intransitivo (elevarse, levantarse, ponerse en pie, salir de la cama; crecer, engrandecer, aumentar; y brotar, nacer, aparecer) y una de transitivo (izar, levantar, elevar), como “caput surgere” para “levantar la cabeza”. Por este lado, llegamos también a la misma conclusión.

Veamos lo que dice al respecto Carlos Arroyo en su Dicccionario de Analfañol: “Surgir efecto es una divertida transformación de la locución “surtir efecto” (dar el resultado esperado), por la cercanía ortográfica y semántica entre los verbos “surgir” y “surtir”, que ha obtenido numerosos adeptos en la prensa nacional: «Su enseñanza surgió efecto (El País)», «Esta amenaza surgió su efecto y los agentes se marcharon (El Mundo)». «El batería de Metallica demandó a Napster, pero no surgió efecto (ABC)». «Los italianos se pasaron un poco riendo en la cara de su rival, y la provocación surgió un efecto (El Mundo)».

El diario deportivo AS, en su edición del 1 de mayo de 2013, nos informa que el futbolista del Celta Iago Aspas fue indultado por el Comité de Complicación y podrá jugar el próximo partido de Liga frente al Athletic, tras aceptar las alegaciones presentadas por el club vigués. La iniciativa surgió efecto y los peñistas adquirieron el 83 por ciento de las localidades despachadas, hasta que se agotó el papel.

También el diario ABC utiliza la misma fórmula en su edición del 3 de abril de 2013, para explicar el origen de la palabra “escrache”, que tan de moda se ha puesto ahora en España. El periodista Israel Viana afirma que el término se empezó a utilizar en Argentina, en 1995, para designar el espectáculo que el pueblo solía montar frente a la casa de los responsables de los asesinatos de la dictadura, que no habían sido juzgados: “El escrache pronto surgió efecto, pues Magnacco ─encargado de los partos de las mujeres detenidas en la Escuela de Mecánica de la Armada─ fue despedido y su comunidad de vecinos le pidió que se marchase. Esta práctica siguió “surgiendo efecto” durante el “corralito” de 2001 y se convirtió en una forma de expresar el descontento y la reprobación hacía los políticos y los directivos de los bancos que habían quebrado, abarcando otros delitos como la corrupción. La sufrió incluso el presidente Fernando de la Rúa y los miembros de su Gobierno, a quienes consideraron responsables de la ruinosa situación económica del país.

El Mataburros

El Mataburros. Señora Presidenta

Categoría (El Mataburros, General) por Manu de Ordoñana el 23-05-2013

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En estos últimos días, me han llegado dos correos electrónicos de un par de amigas que me piden opinión sobre un texto un tanto provocador que circula por la web, titulado “Contra la tontuna lingüística, un poco de gramática bien explicada” al parecer escrito por una profesora de un instituto público en el que arremete contra políticos y periodistas que hacen mal uso de la lengua castellana, unos por motivos ideológicos y otros por ignorancia de la gramática al utilizar la palabra “presidenta”. Según ella, al que preside, se le llama «presidente» y nunca «presidenta», independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción.

Angela Merkel

Con el fin de investigar de dónde procede el citado texto, me metí en Internet y tecleé el título en el buscador. Me sorprendió encontrar 15.900 resultados, al parecer la controversia no es de ahora, la primera referencia es de noviembre de 2009 y la autora del artículo se llama “Reme”, según dice Ramón en su espacio “Entretenimiento y humor”.

Existen sustantivos que poseen el género incorporado mientras que otros los adquieren por concordancia, mediante marcas formales que lo atestiguan, como la terminación genérica –o, -a en sustantivos que designan a personas o animales. Pero existen sustantivos animados que sirven para los dos géneros, de modo que no se puede distinguir el sexo por la desinencia y hay que acudir al artículo o al adjetivo para saberlo (el pianista/la pianista, el personaje masculino/ femenino). Son sustantivos comunes en cuanto al género y los hay de varios tipos. Uno de ellos es el de los sustantivos de una sola terminación (sin variante en –a), que corresponden a nombres de personas acabados en –nte, procedentes de participios de presente latinos, también llamados “participios activos”.

La Nueva Gramática de la Lengua Española (apartado 2.5i) permite utilizarlos con modificadores masculinos o femeninos, pero sin modificar la terminación (muchos estudiantes/muchas estudiantes), con lo cual parecería que nuestra profesora tiene toda la razón y “presidente” serviría para asignar tanto a un hombre como a una mujer.

Pero… siempre hay excepciones que confirman la regla. El siguiente apartado de la dicha Gramática (2.5j) dice que se dan algunas oposiciones a esa norma con las terminaciones –ante/-anta y –(i)ente/-(i)enta, sin connotaciones particulares o significados añadidos. Se trata de los siguientes casos:

cliente / clienta, comediante / comedianta, congregante / congreganta, dependiente /dependienta, figurante / figuranta, intendente / intendenta, presidente / presidenta, sirviente / sirvienta.

Por eso, el DRAE nos explica que el término “presidente” proviene del latín “praesĭdens, -entis” y admite la palabra “presidenta” con las acepciones siguientes: Mujer que preside, presidente (cabeza de un gobierno, consejo, tribunal, junta, sociedad, etc.), presidente (jefa del Estado) y coloquialmente, mujer del presidente, con lo cual sería correcto decir tanto la presidente Merkel como la presidenta de Navara, Yolanda Barcina.

(ver aquí el artículo de BBVA).

Claro que ahora alguien se preguntará quién es la Real Academia Española para dictar normas sobre la forma en que han de expresarse los hispano-hablantes. Aquí cada uno tendrá su opinión, aunque son pocos los que le desautorizan para cumplir esa misión, junto a las 21 Academias de América Y Filipinas que, con ella, integran la Asociación de Academias de la Lengua Española, según una tradición secular que les confía la responsabilidad de fijar la norma que regula el uso correcto del idioma.

Aunque alguna vez podamos disentir sobre las decisiones que adopta la Academia ─nada anormal en asuntos de índole tan personal─, su criterio es recoger las voces que el pueblo utiliza habitualmente o que se han generalizado por la influencia de lenguas extranjeras. Y en este caso, acierta, ya que la palabra “presidenta” es de uso común desde tiempo inmemorial (aunque, en algunos casos, se emplea en sentido despectivo), tal y como recoge el diccionario de la RAE del año 1803 en el que encontramos la definición de “presidenta” como “la muger del presidente”, “la que manda y preside en alguna comunidad” según nos cuenta Pablo Ramos Hernández en su blog “La Crítica Mordaz”.

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El Mataburros. Abertzale

errores gramaticales

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El Mataburros. Subrealista

Categoría (El Mataburros, General) por Manu de Ordoñana el 11-04-2013

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Durante los pasados días de la Semana Santa, tuve tiempo para leer la prensa despacio, arrellanado en un sillón, sin el agobio que provoca mantener los compromisos adquiridos en la web. En una de esas incursiones, me llevé un pequeño susto al encontrar escrita la palabra “surrealista”: “Otra vez estos periodistas… qué poco consultan el diccionario”, pensé. Pero cuando volví a encontrar el mismo error ─eso creía yo─ en otro diario y repetido dos veces, empecé a dudar y me fui al mataburros. ¡Cielos, qué sorpresa! Ni subrealismo, ni subrealista: ninguno de los dos términos existen en la lengua castellana. ¡Suspenso!

El María Moliner define el surrealismo como un movimiento literario y artístico surgido después de l Primera Guerra Mundial y relacionado con las teorías psicoanalíticas, cuyas obras pretenden ser una manifestación del subconsciente. Sinónimos: Superrealismo, suprarrealismo. Y surrealista es un adepto a este movimiento y, por extensión, extravagante, absurdo.

Subrealismo

El diccionario panhispánico de dudas dice que surrealismo proviene del francés surréalisme. Designa el movimiento artístico y literario surgido en Francia a comienzos del siglo XX y caracterizado por dar primacía a lo inconsciente y a lo irracional. La palabra francesa está formada por el prefijo sur– cuyos equivalentes en español son los prefijos sobre, super o supra. De ahí otros nombres como superrealismo, suprarrealismo que, aunque formalmente más adecuados, no han conseguido desplazar a surrealismo, denominación que se ha impuesto con claridad en todo el ámbito hispánico y resulta, por ello, lo más recomendable. Lo mismo ocurre con surrealista frente a las alternativas sobrerrealista, superrealista y suprarrealista.

El SECO dice más o menos lo mismo. Pero añade que el DRAE da preferencia a forma superrealismo: Movimiento literario y artístico, cuyo primer manifiesto fue realizado por André Breton en 1924, que intenta sobrepasar lo real impulsando con automatismo psíquico lo imaginario y lo irracional.

Me puse a investigar las ediciones digitales de los periódicos en castellano y comprobé que, en todos los artículos encontrados, se  utiliza con propiedad el término “surrealista”… salvo alguna excepción. Así el cronista deportivo Jorge Sanz Casillas, critica en el diario “El Mundo” de 07/12/2012 la labor del árbitro del partido Español-Sevilla que terminó con el resultado de empate a dos: Muñiz Fernández repartió dos penaltis en la primera mitad y expulsó erróneamente a José Antonio Reyes: dos tarjetas amarillas para el jugador que vio la primera en el 33′ por saltar con el brazo armado y la segunda siete minutos después y de la forma más subrealista.

 Por contra, el desliz es más frecuente en el mundo del arte: “pintura subrealista”, “movimiento subrealista” o “película subrealista” son expresiones de uso corriente entre los que se dedican a ese comercio. El pasado mes de noviembre, el portal todocolección sacó a subasta un cuadro subrealista ─precioso, por cierto─ estilo onírico titulado “Les mythics du monde”, en acrílico sobre cartón, del año 1979, vendido en subasta por 21,00 €, su precio de salida. A pesar de este lapsus calami, el sitio ha alcanzado un cierto prestigio entre los coleccionistas de habla hispánica. Pertenece a la empresa Zoconet S.L., con sede en Campanillas (Málaga), y se dedica a la intermediación para la compra de todo tipo de artículos a través de Internet, habiéndose especializado en las subastas online de antigüedades y obras de arte.

Léxico y vocabulario

El Mataburros. Accesible y asequible

Categoría (El Mataburros, General) por Manu de Ordoñana el 28-02-2013

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A consecuencia del último artículo publicado en este blog en la sección “El Mataburros”, titulado “Inasequible al desaliento”, un lector advierte el error que algunos medios de comunicación cometen al usar indistintamente las palabras “accesible” y “asequible”.

Accesible y asequible

Y tiene razón… en parte, ya que son dos son adjetivos parónimos y de significados cercanos, que a menudo se utilizan con la misma intención, hasta el punto de que el María Moliner los considera sinónimos (asequible, accesible, alcanzable, posible). El DRAE ofrece tres acepciones a “accesible” (que tiene acceso; de fácil acceso o trato; de fácil comprensión, inteligible) y sólo una a “asequible” (que puede conseguirse o alcanzarse) y advierte que no es aplicable a personas, con lo cual no es correcto decir “era un hombre asequible”, sino “era un hombre accesible” o “era un hombre tratable”.

El Diccionario Panhispánico de Dudas atribuye a “accesible” la siguiente definición: “Adjetivo que se aplica a la persona o cosa a la que se puede acceder sin dificultad. No es sinónimo de asequible, aunque ambas sean voces semánticamente próximas y se confunden con frecuencia”. Mientras que accesible pertenece a la familia léxica derivada del verbo latino accederé (llegar, acceder), asequible procede de un derivado del verbo latino assequi (conseguir, adquirir). De ahí que  para referirse a objetos, que por su precio moderado, pueden ser adquiridos sin dificultad o con el sentido de “precio moderado”, se use con preferencia asequible y no accesible.

Por el contrario, el mismo diccionario define “asequible” como “que se puede conseguir o adquirir”. Resulta entonces que si una persona es asequible, estamos atribuyéndole un carácter venal, o sea, que es fácil de comprar, cuando en realidad deberíamos utilizar el adjetivo “accesible” si lo que queremos es asignarle la condición de “amable”.

Lo mismo ocurre en el mundo del deporte cuando se conoce el resultado del sorteo de una competición de copa y exclamamos gozosos que a nuestro equipo favorito le ha tocado un rival asequible, con lo cual estamos afirmando se le puede comprar la victoria con dinero, aunque el diccionario panhispánico de dudas interpreta que el término “asequible” es correcto cuando, dicho de un rival, significa “que se le puede derrotar”, como hace el diario Marca al opinar que Bielorrusia será un rival asequible para que España esté en Londres 2012.

Conviene evitar el empleo de “asequible” para expresar la idea de que “permite un fácil acceso o entrada” o referido a personas “afables o de buen trato”, sentidos que corresponden a accesible y que el pueblo aplica de forma correcta. Sólo para indicar que “algo es fácil de comprender”, los dos adjetivos son válidos: “Escribe novelas asequibles (o accesibles) para cualquier lector”.

Aun así, el otro día leí en “El Correo” del día 15 de mayo de 2009 la siguiente noticia: Azkuna y José Blanco presiden el calado del túnel de Basurto. El alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, y el ministro de Fomento, el socialista José Blanco, presidirán hoy el acto que pone fin a las obras del túnel entre Basurto y Zorroza, una infraestructura que… El evento protocolario se desarrollará a partir de las nueve de la mañana. Las autoridades partirán en tren desde la estación de la Concordia, ya que el lugar donde se producirá el calado no es asequible por carretera.

Ortografía

El Mataburros. Inasequible al desaliento

Categoría (El Mataburros, General) por Manu de Ordoñana el 17-01-2013

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Leía ayer en “El Diario Crítico” un artículo publicado el 16 de enero de 2013, en el cual el ministro de Economía defiende la reforma laboral: “De Guindos, inasequible al desaliento: la recuperación económica llegará en los próximos meses. El Gobierno, como es su obligación, pasa de pronósticos y previsiones negativas, y se atreve a prometer que la recuperación económica llegará en los próximos meses, ha adelantado el responsable de Economía en el gabinete de Rajoy”. Sí, este gobierno tiene un mérito enorme: es capaz de cundir el desaliento y hacer inasequible el camino recto.

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Aunque todo el mundo la utiliza y la entiende, la expresión “inasequible al desaliento” aplicado a una persona no parece ortodoxa. Si asequible es algo que se puede conseguir o alcanzar, inasequible será lo contrario y se debería aplicar sobre todo a objetos, que por su precio moderado, pueden ser adquiridos de forma conveniente para cualquier bolsillo, no a personas como es el caso.

Un artículo de Wikipedia titulado “Desinformación arroja cierta luz sobre el carácter de esta locución, al analizar los adjetivos disuasivos: “Algunas palabras y expresiones no admiten réplica ni razonamiento lógico: son los llamados adjetivos disuasivos, contundentes y negativistas que obligan a someterse a ellas y excluyen el matiz y cualquier forma de trámite inteligente. Para ello se utiliza la polaridad, un concepto lingüístico y semántico por el cual las palabras negativas atraen por concordancia otras palabras negativas en el sintagma de negación. Su contundencia emocional, el pathos retórico y emotivo del mensaje, eclipsa toda posible duda o ignorancia, principios de cualquier forma razonable de pensamiento (por ejemplo, la constitución o la integración europea es irreversible). La misma aplicación tienen los adjetivos incuestionable, inquebrantable, inasequible, insoslayable, indeclinable y consustancial. Su maximalismo sirve para remachar cualquier discurso y crear una atmósfera irrespirable de monología. Además, según Noam Chomsky, muchas de estas palabras suelen atraer otros elementos en cadena formando lexías: adhesión inquebrantable, inasequible al desaliento (incorrecto, ya que inasequible significa inalcanzable, inconseguible), deber insoslayable, turbios manejos, legítimas aspiraciones, absolutamente imprescindible. Lexías redundantes como totalmente lleno o absolutamente indiscutible, inaceptable o inadmisible”.

En otro sitio, encontré una alusión a la expresión de marras, atribuyendo su origen a Ortega y Gasset. Me metí a averiguarlo y no descubrí en su obra las mismas palabras, pero sí unas parecidas: inasequible a la lisonja. En el tomo II de sus Obras Completas (El espectador I de 1916, Ensayos de crítica, Ideas sobre Baroja), Ortega dedica más de cincuenta páginas a analizar la figura y la prosa del escritor vasco. En la página 101, dice así:

“Cierto que nuestro vasco es tan inasequible a la lisonja como al vituperio. Le sería placentero, ciertamente, verse convertido en gloria nacional, porque entonces le invitarían a algunos salones, donde podría contar anécdotas ciclópeas a unas mujeres hermosas. La gloria, pues, se le presenta reducida a las proporciones de una grata sobremesa. Por otra parte, no creo que haya nadie en quien los vituperios recibidos despierten más franca hilaridad. No hace mucho, encontré a Baroja sumamente alborozado; acababa de leer un periódico de Cuba, donde un escritorzuelo ultramarino le llamaba “ese grosero buey vasco”.

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El Mataburros. Contra más…

Categoría (El Mataburros, General) por Manu de Ordoñana el 06-12-2012

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Se oye a menudo frases como “contra más dinero tengo, más generoso me siento”, en las que la preposición “contra” se utiliza de forma inadecuada ─que tiene el significado de oposición” ─ en lugar del adjetivo “cuanto” ─sin tilde─ que, antepuesto a los adverbios “más” o “menos”, indica incremento o decremento progresivo de dos magnitudes (cantidad de dinero y generosidad). Así es correcto decir  “cuanto menos fumes, más años vivirás” y no lo es “contra menos fumes…”.

contra-mas-rico, contra-mas-guapo

También es aceptable la variante coloquial “mientras más franqueza haya entre nosotros, mejor nos entenderemos” o “mientras menos esperes de los demás, menos te desilusionarás”, aunque algunas construcciones con la conjunción hacen daño al oído como “mientras más sé, menos sé”, una adaptación moderna del adagio “sólo sé que nada sé” atribuido a Sócrates.

En una estructura de este tipo, el adjetivo “cuanto” debe concordar en género y número con el sustantivo núcleo de la comparación (según el Diccionario Panhispánico de Dudas): “Cuantas más personas conozco, más quiero a mi perro”. Pero si lo que sigue a “más” es un adjetivo, “cuanto” permanece invariable. Así es correcto decir “Cuanto más vieja, más pelleja” y no “cuanta más vieja, más pelleja”.

La prensa escrita también se hace eco de esta mala práctica que se ha incrustado en el hablar popular. Así el “Diario Vasco” de Donostia-San Sebastián publica el 24 de noviembre de 2012 un artículo que le remite la agencia EFE titulado “Más llama a los catalanes a ser constructores de la libertad” en el que el presidente de la Generalitat, Artur Más, insta al electorado a votar a favor de la autodeterminación con la siguiente advertencia: «Contra más difamaciones y más juego sucio hagan los adversarios, se encontrarán con más democracia en las urnas.

Lo mismo hace “La Vanguardia” en su edición del 24 de septiembre de 2012, al incorporar un artículo de Vidal titulado “Se pasó de un padre muy autoritario a todo lo contrario”, en el que Noemí Suriol y Claudia Bruna explican a través del “coaching” ─un anglicismo que ciertos ámbitos tecnológicos y deportivos han adoptado en lugar de “entrenamiento”, “preparación”─ las claves de una buena educación: “Los niños si no tienen un movimiento natural respetado es por el contexto que creamos los adultos que hace que no se arrastren, no gateen, pero contra más rico y natural sea su movimiento, más seguros de sí mismos se sentirán”.

Contra más

El Mataburros. Abertzale

Categoría (El Mataburros, General) por Manu de Ordoñana el 16-10-2012

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Por quinta vez desde su aparición en 2001, la Real Academia Española ha actualizado la versión online de su diccionario, efectuando 1607 cambios ─incluyendo vocablos como “pepero“, “sociata“, “okupa“ o “bloguero“─, con lo cual supera las 20.000 modificaciones que se incorporarán en la próxima edición impresa del DRAE, la vigésima tercera, prevista para 2014. Si te interesa conocer cuáles han sido, no tienes más que acceder a su página web en la columna de navegación izquierda, bajo el título «Consulta de las modificaciones».

Nadie pone en duda el derecho que asiste al RAE a mantener al día el castellano ─con el consenso de las veintidós Academias de la Lengua Española─, consintiendo la inserción de términos nuevos que gozan del beneplácito popular; el hablar evoluciona, sobre todo el componente léxico, y hay que darle cauce. Los diccionarios nunca están terminados, es una obra viva que ha de recoger las nuevas formas de expresión, con objeto de mantener una norma común para escribir todos de la misma manera, un objetivo que nadie discute.

El problema se presenta cuando contemplamos el resultado. Muchas de las palabras consentidas ─o su nuevo significado─ producen el rechazo de la mayoría o el enfado de algunas minorías. Es cierto que es imposible contentar a todo el mundo, cada uno tiene una opinión y más en el ámbito semántico del lenguaje o el respeto a la tradición. ¿Recordáis la polémica que se produjo hace cuarenta años cuando se propuso eliminar la “p” inicial de psicología? ¿Alguien se acuerda de que en el siglo XVIII “’farmacia” se escribía “pharmacia”, “coro”, “choro” y “Cristo”, “Christo”… quitarle la hache a “Christo”, ¡oh blasfemia! Pues se hizo y ya nadie se acuerda de aquello.

Pero hay veces que uno se queda atónito y otras se pone a temblar… hacen cada judiada. No es cuestión de inundar el artículo con ejemplos, unos pocos son suficientes. El primero es el adverbio solo que, a partir de diciembre de 2010 se escribe sin tilde. ¿Sabías que los académicos estuvieron discutiendo durante varias semanas sobre este punto? Al parecer, las decisiones tienden a adoptarse por consenso y, como no existe la figura del voto particular, las discusiones suelan alargarse hasta que los opositores terminan por aceptar, agotados. También han suprimido la tilde de guion. Entendería que sus señorías dedicaran el tiempo a asuntos de más enjundia, pero no a tales minucias. Si lo que pretenden es modificar las reglas de acentuación, que lo hagan con carácter general… igual es momento de simplificar.

En lo que afecta a la comunidad euskaldún ─vocablo admitido con el sentido de “vasco”, “que habla el vasco”─, el DRAE incorporó el término abertzale prestado del euskera ─perteneciente o relativo a la lengua vasca─, con la siguiente definición: “Dicho de un movimiento político y social vasco, y de sus seguidores: Nacionalista radical”. La Academia dela Lengua Vasca denunció el «error» técnico y científico en el que ha incurrido el DRAE al ligar “abertzale” con “nacionalismo radical”, pero no se ha producidola rectificación. Y advierte: «La Real Academia de la Lengua debería de tener una consideración de respeto hacia otra lengua que en el territorio que hoy comprende el Estado Español está mucho antes que la lengua española”.

La definición correcta de abertzale es “patriota” a secas, al estar formada por la raíz “aberri” = “patria” y el sufijo “zale” = “aficionado”, de la misma forma que “mendizale” es montañero, aficionado al monte. El desaguisado es consecuencia de la interpretación que le han dado algunos medios de comunicación para identificar a la izquierda abertzale, con la perversa intención de extender el epíteto “radical” a todo lo que huele a “nacionalismo vasco”. Lo que es terrible es que esa perversión se contagie a la RAE, que, teóricamente, limpia, brilla y da esplendor».

No estamos en contra de la incorporación al castellano de expresiones que provengan de las lenguas habladas en la Península Ibérica… todo lo contrario. En la actualidad, hay unas cien palabras que el DRAE reconoce como prestadas del euskera; bueno sería que ese número se incrementase en el futuro, en lugar de inspirarse en otros idiomas para enriquecer el castellano, salvo los casos en que sean vocablos técnicos aceptados por la comunidad científica o de uso universal, que estarían justificados.

El Mataburros. Conducir un programa

Categoría (El Mataburros, General) por Manu de Ordoñana el 07-09-2012

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Conducir un programa de televisión es una expresión que se lee y se escucha con frecuencia en los medios de comunicación, a pesar de que el verbo utilizado no tiene el significado que se quiere manifestar, la de dirigir la transmisión de un programa de radio o de televisión en el que participan personas invitadas. Al parecer, el término proviene del inglés “conductor”, director de una orquesta. De las varias acepciones que da el diccionario de la Academia de la Lengua, la cuarta es la que más se le acerca: “Guiar o dirigir un negocio o la actuación de una colectividad”. Quizá por eso, su uso se podría considerar como válido.

El diccionario María Moliner lo admite literalmente: “Presentar un programa de radio o televisión”. En ese sentido, la palabra correcta debería ser presentador; es la que se ha empleado tradicionalmente en España para designar a la persona que lleva un programa y explica al público cómo es el espectáculo o quién es el artista.

No parece conveniente el uso de director ya que su papel es el de dirigir el programa en su totalidad, siendo responsable de traer a los invitados, preparar el guión, dirigir las cámaras, etc., salvo en los casos en que además de todo eso, el mismo sea el presentador.

Animador también podría servir como la persona que da vivacidad a una reunión y consigue un buen ambiente, aunque esta figura corresponde más al que realiza actividades lúdicas o al artista que canta, baila o ejecuta números de variedades. Tampoco estaría mal anfitrión, por aquello de que participan varios invitados.

Pero ninguna de estas expresiones refleja con exactitud el rol que desempeñan algunos personajes en la televisión, que actúan al mismo tiempo como presentadores, como animadores e incluso hacen de directores, asumiendo el papel de estrella, el que entusiasma al público, la “vedette” del espectáculo. Y como no hay palabra específica en castellano para esa función, tendríamos que inventarla, así que no estaría mal quedarnos con la que ya existe y dar por bueno la de conductor de un programa.

El diario ABC, en su edición del 25 de mayo de 2012, publica una noticia de la agencia EFE sobre la entrevista que Carlos Francino, conductor de la cadena SER, le hizo Rubalcaba: “No tengo el móvil de Rajoy”. El líder de la oposición ha abogado por mantener el diálogo con el presidente del Gobierno para buscar soluciones a la crisis, pero ha reprochado que el jefe del ejecutivo no telefonee al PSOE.

Cristina Tapia en el “Noticias de Gipuzkoa” del dos de marzo de 2011, titula así una entrevista que hace a Pedro García Aguado, terapeuta y conductor del programa de televisión Hermano Mayor: «Comida en la mesa, la cama hecha, ropa limpia… Hay padres que están creando auténticos discapacitados».

Un artículo publicado el 22 de febrero de 2009 en el blog de Televisión Dos ofrece una serie de técnicas para conducir programas, de las cuales se deduce que el conductor debe proyectar su personalidad al programa para hacerlo creíble, de forma que el espectador perciba su carácter ─ a diferencia del actor que representa un papel─, y limita su actividad a programas de corte no dramático, como noticiarios, entrevistas, concursos, charlas, etc. Sí, no está mal, eso podría ser un conductor de programas de televisión.

El Mataburros. Remake

Categoría (El Mataburros, General) por Manu de Ordoñana el 02-08-2012

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La palabra remake no está registrada en el Diccionario de la Lengua Española. Es un término inglés que está ampliamente extendido entre los hispanohablantes, sobre todo en el mundo del cine y la televisión, para designar a aquellas creaciones audiovisuales que reproducen fidedignamente la trama, los personajes y la ambientación de una obra anterior. Su equivalente en castellano sería adaptación o nueva versión, incluso reedición, en el caso de una obra literaria. También serviría refrito, que el DRAE define como “cosa rehecha o recompuesta, especialmente refundición de una obra dramática o de otro escrito”.

Otros diccionarios de la lengua española la incluyen en su glosario con significados más o menos parecidos:

  • El diccionario panhispánico de dudas: Anglicismo evitable que puede sustituirse por los equivalentes españoles “nueva versión” o “adaptación”, según los casos.
  • El Seco: Palabra inglesa con que se designa la nueva versión de una obra de éxito, especialmente cinematográfica. Se usa como nombre masculino, un remake, y se suele pronunciar “rimeik”. La denominación alterna a menudo con nueva versión, forma quizá  preferida y también preferible.
  • El María Moliner (inglés, plural remakes): Nueva versión de una película antigua 

A pesar de que cualquiera de los dos vocablos, adaptación o nueva versión, traducen a la perfección su significado, el españolito culto prefiere utilizar el término inglés para demostrar su erudición. Y la prensa también. Si buscas en las hemerotecas de los periódicos españoles, artículos en los que aparece la palabra remake, encontrarás 1539 en la de El País, 948 en la de ABC y 418 en la de El Correo.

El 6 de julio de 2012, La Vanguardia anuncia la celebración en Barcelona de la exposición  “Remakes: Cuando el cine encontró a la moda”, en la que se muestran más de cuarenta fotografías captadas por la cámara de Manuel Outumuro y publicadas en la revista de moda Marie Claire, con escenas de películas imposibles de olvidar: “Los pájaros”, recreada por la actriz Cayetana Guillén Cuervo, “Deseando amar”, con una Ariadna Gil en el papel estelar, “Bonnie & Clyde”, a los que dan vida Pilar López de Ayala y Eduardo Noriega o “Instinto básico”, con la modelo Judit Mascó como álter ego de Sharon Stone, entre otras.

Pero los remakes no son actuaciones exclusivas de la industria audiovisual, también se dan en el campo de la literatura. El 21 de febrero de 2011, el diario El Mundo analiza el éxito obtenido por la editorial Umbriel con la publicación de dos remakes “Androide Karenina” y “Orgullo, prejuicio y zombis”. En el artículo, Lucía González nos explica cómo se cocina un remake literario: “Por encargo, por experimentar, por sacar partido a una moda… Siguen llegando a las librerías remakes literarios, versiones (perversiones, según algunos) de clásicos de todas las épocas. Lo mismo pasa en el cine o en el teatro y la receta cambia según la irreverencia y la osadía que aporten los autores».

J. Rodríguez Marcos, en un artículo que publicó “El País” el uno octubre de 2011, nos explica los peligros de “rehacer” la obra literaria de escritores contemporáneos protegida por “derechos de autor”. En el año 2004, Alfaguara publicó una adaptación de la obra de Borges “El hacedor”, realizada por el escritor Agustín Fernández Mallo, con la intención de rendir homenaje al autor argentino. Sin embargo, su viuda, María Kodama, no lo entendió así y presentó una reclamación a la editorial que, finalmente, retiró la obra de las librerías, no sin antes expresar su disgusto: “Jamás sospechamos que el libro pudiera ser leído de una manera negativa contra la persona o la obra de Jorge Luis Borges”.

El Mataburros. Recursivo

Categoría (El Mataburros, General) por Manu de Ordoñana el 09-06-2012

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La palabra recursivo no existe en el diccionario de la Real Academia Española. Sólo el diccionario de Espasa-Calpe la admite con el significado de “que puede repetirse indefinidamente”. Al parecer el término correcto según el DRAE para esa definición tendría que ser recurrente: “Que vuelve a ocurrir o a aparecer, especialmente después de un intervalo; en Matemáticas, dicho de un proceso, que se repite”, con lo cual viene a ser sinónimo de iterativo: “Dicho de una palabra, que indica repetición o reiteración”, como goteo. Verbo iterativo sería el que expresa una acción que se compone de acciones repetidas, como besuquear, pisotear, tirotear.

Y sin embargo, recursivo se usa profusamente en el álgebra y en la teoría computacional, pero con otro significado, ya que recursión o recursividad es la propiedad que tienen algunas series de números por la cual un término se calcula a partir del anterior que obviamente es de menor tamaño, con lo cual el problema se va reduciendo hasta llegar a la base (el primer o los primeros términos) que se adopta (n) como axioma (s). Recursivo es pues un algoritmo que se invoca a sí mismo para resolver “una versión más pequeña” del problema original, hasta llegar a un caso (o varios) tan simple que se puede (n) resolver directamente sin necesidad de hacer otra llamada recursiva. Veamos dos ejemplos que nos pueden ayudar a interpretar el concepto:

Factorial de un número entero. Es el resultado de multiplicar los n primeros números de la serie natural (1 x 2 x 3 x 4 x … n). Por ejemplo: factorial de 5 = 120. En esta secuencia, el cálculo de un término se hace previo conocimiento del anterior ─adoptando el convenio base de asignar el valor 1 a factorial de 0─ con la fórmula:

Factorial de n = n x factorial de (n-1)

Serie de Fibonacci. Cada término se obtiene por la suma de los dos anteriores (0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21…). La fórmula que sirve para calcular un término precisa el conocimiento de los dos anteriores ─previa adopción del convenio base de que los dos primeros términos de la serie son 0 y 1─ y se empieza a aplicar a partir del tercero:

fib (n) = fib (n-1) + fib (n-2)

Por cierto, si haces el sencillo cálculo de dividir un término de esta serie por al anterior, a partir de un cierto momento, llegarás a obtener un número irracional que coincide plenamente con el valor del número áureo:

descubierto por Euclides (300-265 aC) y que, en el siglo XVI, estudió el matemático y teólogo Luca Pacioli en su libro “De Divina Proportione” y otros personajes del Renacimiento como Durero y Da Vinci, preocupados como estaban en las teorías de la proporción para entender el orden y la armonía en el hombre y en la naturaleza.

Metido en este berenjenal, justo es decir que esta coincidencia no era una casualidad: A mediados del siglo XIX, el matemático francés Jacques Philippe Marie Binet descubrió una fórmula que permitía encontrar el enésimo término de la serie deF ibonacci a base exclusivamente del número áureo, sin la necesidad de calcular los anteriores, .

Espero que estos dos casos nos ayuden a comprender lo que significa un algoritmo recursivo, palabra que no está admitida por el DRAE, que, sin embargo, atina con la definición de recurrencia: propiedad de aquellas secuencias en las que cualquier término se puede calcular conociendo los precedentes. Es por eso que nosotros nos atrevemos a sugerir a los supercicutas del DRAE que incorporen el adjetivo recursivo, con el sentido que le da no sólo  la ciencia matemática, sino también el arte, la cultura y la propia naturaleza.

Es que algunas veces los académicos de la lengua andan un poco «despistados»… ¿o quizá es que no hacen falta? Recordad lo que opinaba sobre el diccionario, Ambrose Bierce en su libro El diccionario del diablo: “Maléfico invento literario destinado a poner trabas al desarrollo de una lengua y a hacerla dura e inflexible”

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