Desde el momento en que te has metido en la aventura de escribir un libro es porque te has sentido capaz de crear una novela digna de ser leída. Yo no puedo entrar a cuestionar tu designio, pero sí hacerte ver la importancia que tiene el cerciorarte de que eso es verdad, de que tu obra tiene un cierto valor y que merece la pena seguir trabajando para hacerla llegar al gran público, bien sea mediante coedición o autopublicacion. Por eso he insistido varias veces en que resulta útil contratar un buen corrector de textos, primero para que te dé su opinión, y segundo para que el léxico sea respetable.
Piensa que si logras que algún editor se interese por tu novela, la va a leer un profesional que se dedica a eso, que tiene veinte o treinta originales en lista de espera. Si se encuentra dos o tres errores en las primeras páginas, la va a dejar, sin cargo de conciencia alguno, y ni siquiera te va a contestar ni explicar el porqué de su decisión. Es una desventura que, habiendo llegado a ese punto, pierdas la oportunidad por un defecto de forma.
Si has superado esos filtros y un par de expertos conocidos ─que no amigos─ te aportan su opinión positiva, tienes ahora dos alternativas. La de autopublicar es una de ellas, tu cubres todos los gastos, tú corres todos los riesgos. Hemos comentado varias veces las ventajas e inconvenientes de esta fórmula y seguiremos haciéndolo. La otra es la coedición, de la que nos vamos a ocupar en este artículo.
Es cierto que las editoriales están pasando un mal momento. Con esto de la crisis, la gente compra menos libros. El que gusta de la lectura se provee en las bibliotecas públicas o se suscribe a determinadas colecciones por un precio fijo; el ebook avanza poco a poco y los jóvenes tienen otras aficiones. A nadie le ha extrañado que el número de títulos publicados en España en 2012 haya descendido un 6,2% respecto 2011 y un 20% respecto a 2008. De esos casi 70.000 títulos, tan sólo un 31% quedan incluidos en ese epígrafe tan amplio que se llama “literatura”.
No te extrañe pues que la industria editorial sea tan reacia a meterse en aventuras con autores desconocidos. Están para ganar dinero y eso no sólo es perfectamente lícito, sino también es necesario. Y aquí viene la paradoja, ya que esa debilidad puede convertirse en una oportunidad para el escritor diletante. Se trata de convencer al editor tradicional para que publique tu novela compartiendo el riesgo. Como los números ayudan a establecer los conceptos, voy a poner un ejemplo:
Si has escrito una novela decorosa, pongamos de 250 páginas, estimo que el coste de imprimir mil ejemplares se sitúa en torno a los 4.000 euros: dos mil a la imprenta, otros mil por corregirlo, y el resto para el ISBN, la portada, el maquetado, la galerada y los gastos de transporte. Busca una editorial de toda la vida, honrada, con vocación de servir a la comunidad cultural de tu región y cuya línea editorial corresponda al contenido de tu libro y hazle la siguiente oferta: Me comprometo a comprar 400 de esos 1000 libros a un precio de 5 euros, con la condición de que me permitas venderlos por mis propios medios. A ti te corresponde la distribución por los canales tradicionales (librerías, grandes superficies, tiendas especializadas), pero yo puedo hacerlo por los canales atípicos como Internet, en la vía pública, a instituciones y otros establecimientos. Incluso hasta puedes renunciar a los derechos de autor, pero sólo sobre esta primera tirada.
¿Qué has conseguido con eso? Compartir el riesgo al 50%. Es posible que, si tu novela tiene un cierto “gancho”, tu compañero de viaje se sienta atraído por la solución que le has propuesto. Él hará sus números y calculará los ejemplares que necesita vender para “hacer parra”. Ellos tienen una clientela fija y saben que, de una forma u otra, lograrán su objetivo: al menos, no perder dinero. Los tiempos que corren no dan para otra cosa.
Claro que también te puedes preguntas para qué necesito un socio si la mitad de los gastos los soporto yo y él no corre ningún riesgo. “Por la marca”, te respondo. El valor de un libro gana tanto cuanto más prestigiosa es la editorial que lo publica. Si eres de esa opinión, inténtalo… y cuéntanos cómo te ha ido. Bajo estas condiciones, tendrás fuerza para negociar un contrato ventajoso, de forma que seas tú el beneficiado si el negocio funciona y hay una segunda parte. Pero de eso hablaremos en el próximo episodio.