Microrrelato. Cómo se llamaba

Categoría (General, Taller literario) por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz el 10-04-2024

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―¿Cómo se llamaba?
―No es necesario que me hables de usted. Me llamo Mario.
―¿Y yo? ¿Cómo me llamaba?
―Te llamas. Todavía te llamas Isabel. Y eres mi mujer. Siéntate y come.
―¿Esto me gustaba? ¿Qué era?
―Sí. Te gustaba. Te gusta. Es sopa.
―¿Comía siempre ahí enfrente?
―¿Quién?
―Usted.
―Siempre, Isabel. Siempre como aquí enfrente. Delante, a tu lado. Siempre.
―¿Y me quería?
―¿Quién?
―Usted.
―Te quería sí. Te quería Isabel.
―¿No usas ahora el presente?

Gabriel de Biurrun Baquedano
(Relatos en cadena, La SER)

Si en un relato son importantes los tiempos verbales es en este porque la clave del cuento está en ellos. Se intercalan el imperfecto y el presente en boca de dos personajes (Isabel y Mario) hasta que en la última intervención se rompe esa norma.

La estructura elegida para contar esta historia es el diálogo. No existe un marco temporal ni espacial, no hay un narrador que nos explique nada, solo dos personajes conversando que nos muestran cómo son y cómo están para que sea el lector el que lea entre líneas y ponga el significado a la historia.

Está escrita con muchísima contención, con las palabras justas para mostrar que el personaje de Mario hace el papel de cuidador e Isabel sufre la enfermedad del olvido. Es esta la que necesita ayuda constante, y para ejemplificarlo se ha elegido una escena habitual, la hora de la comida, o de la cena, de un día cualquiera, de una semana de cualquier mes del año.

Pero este día pasa algo que lo hace diferente, que lo marca y que se explicita en la última intervención. Ese cambio significa una vuelta del personaje enfermo al mundo de la consciencia, al darse cuenta del no cambio gramatical en el verbo que utiliza el cuidador cuando sí tocaba llevarlo a cabo. Que Isabel le afee el hecho de que Mario no ha dicho que la quiere, en presente, supone un terrible golpe emocional. Golpe que va en dos direcciones: hacia la enferma, que lo sufre en ese segundo de clarividencia, y hacia el cuidador, que día tras día se va desviviendo por ella, lo que daña la relación hasta límites insospechados.

Mediante esta breve escena se nos muestra a las claras el desgaste de cualquier tipo de relación y los estragos que conlleva esa terrible enfermedad.

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