Donald Barthelme. Las enseñanzas de don B.

Categoría (El libro y la lectura, Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz el 26-10-2023

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«El rey de la literatura postmoderna norteamericana»
Rodrigo Fresán

Cuando Barthelme escribe un relato, su única intención es crear una obra de arte. Pero una obra de arte posmoderna porque él miraba a vanguardistas históricos como Joyce y Dos Passos y leía libros sobre estética de autores como Moholy-Nagy, Paul Klee o Mondrian, cuyo interés le vino de la mano de su padre, muy buen arquitecto, siempre interesado por la perfección de las formas artísticas.

Con estos antecedentes no es difícil pensar que su obra no es nada ortodoxa. Se caracteriza por un estilo fragmentario y ecléctico que lo aleja de las estructuras tradicionales; entiende la creación de una historia como un juego, lo que le permite perder el respeto a las convenciones narrativas y manipularlas a su antojo.

Aunque escribió novelas como Blancanieves, El padre muerto, Paraíso y El rey, Donald Barthleme (1931-1989) realmente es conocido por sus libros de cuentos: Vuelve, Dr. Caligari; Prácticas indecibles, actos antinaturales; City life; Tristeza o Las enseñanzas de Don B. Es uno de los maestros del relato breve entre los narradores postmodernos norteamericanos, junto a John Barth o William Gass.

En este último libro mencionado es en el que nos vamos a centrar: Las enseñanzas de Don B. Aquí se muestra una selección de los relatos más representativos del autor escritos entre 1964 y 1987. Su lectura ha sido todo un descubrimiento que nos ha permitido adentrarnos en uno de los universos más originales de la narrativa estadounidense del siglo XX. Como rasgo general podemos afirmar que plasma una realidad desarticulada, cuyo planteamiento narrativo está lleno de situaciones anómalas, así que la actitud del lector ante sus textos muchas veces es de extrañeza.

Escribe además con mucho humor y atrevimiento. No hay más que fijarse en el título, que es a su vez el de uno de los cuentos; parece un poco pedante por la importancia que se da a él mismo, pero tiene su explicación: mofarse del éxito literario de un libro de Carlos Castaneda. El relato de Barthelme es en realidad una parodia de toda esa serie de creencias que se toman como dogmas de fe y a las que se adjudica una pretendida rigurosidad antropológica. Pero continuemos con más características de su literatura.

El absurdo

En el cuento “La niña”, nos encontramos con un tratamiento de la historia que parte del absurdo para terminar, en el último párrafo, con un cambio de dirección. El inicio de la historia es el siguiente:

Lo primero que hizo mal la niña fue arrancar páginas de sus libros. Así que establecimos como norma que, cada vez que arrancara una página de un libro, tendría que quedarse sola en su habitación durante cuatro horas.

El narrador nos cuenta cómo el castigo va empeorando puesto que cada vez rompe más páginas y por lo tanto está más horas castigada; tantas, que se salta las horas de la comida, con lo que esto conlleva de preocupación por la extrema delgadez que la niña va presentando. Hasta que, en el último momento, cuando parece que el padre va a aplicar la lógica y todo se va a reconducir, entra en juego do de “si no puedes con tu enemigo únete a él”, lo que implica incluso saltarse todas las normas sociales.

El collage y el contrapunto

La Tierra es nuestra madre; sin embargo, en el aserradero tienen que cambiar cada hora la hoja de la cantarina sierra debido a la metralla incrustada en los árboles. El tono elegíaco fue inventado para mirar al futuro. La ciencia es algo maravilloso, pero no ha logrado éxito a la hora de maximizar el placer y minimizar el dolor, cuando eso es todo lo que pedíamos…

Este es un fragmento de “Muchos han subrayado” donde cada una de las oraciones expresa una idea que no está directamente relacionada con la siguiente. Sí que puede haber cierta relación desde el punto de vista semántico, pero no en una unión lógica gramatical de las ideas. La historia continúa así durante un cierto tramo hasta que de repente el narrador parece recordar que está contando una historia, por lo que debe tener una estructura y una trama, entonces entran en juego los personajes y cierto conflicto que salva el relato.

Experimentalismo y humor

En “Las selectas sopas caseras de Donald Barthelme” el mismo autor se ridiculiza y se ríe de su falta de pericia en la cocina. Para ello parece perder el respeto a ciertas formas narrativas estandarizadas, como en esta ocasión las recetas culinarias. El cuento comienza así:

Mis selectas sopas caseras son interesantes baratas y sabrosas. Para prepararlas, procédase del siguiente modo:

SELECTA SOPA CASERA DE PUERRO

Tomamos un sobre de sopa de puerro Knorr. Seguimos las instrucciones de preparación. Cogemos dos puerros frescos. Los troceamos en circulitos de un centímetro. Los arrojamos a la sopa. Vertemos media taza de vermú seco Tibuno. Ponemos perejil picado. Le echamos algo de sal y un buen pellizco de pimienta recién molida. Consúmase con pan francés de buena calidad mojado repetidamente en la sopa.

SELECTA SOPA CASERA DE CHAMPIÑONES

Tomamos un sobre de sopa de champiñones Knorr. Seguimos las instrucciones de preparación. Cogemos cuatro champiñones grandes. Los cortamos en rodajas…

Mediante esta táctica, Barthelme nos demuestra que experimentalismo y humor no están reñidos.

Lo extraño se convierte en lo normal

El globo, que comenzó su expansión en un lugar de la Calle 14 cuya ubicación exacta no puedo revelar, avanzó hacia el norte una noche, mientras la gente dormía, hasta que alcanzó Central Park. Una vez llegó a ese punto, lo detuve; al amanecer los extremos situados más al norte descansaban sobre el Hotel Plaza; el movimiento de libre oscilación era frívolo y suave. […] Se produjeron reacciones. Algunas personas encontraron el globo “interesante”. Como respuesta, esto parecía poco adecuado a la inmensidad del globo, a la brusquedad de su aparición sobre la ciudad; por otra parte atendiendo a la ausencia de histeria u otras formas de ansiedad socialmente inducida, debemos calificar la reacción de tranquila, “madura”.

En “El globo”, alguien infla uno y se va haciendo tan grande que cubre la mayor parte de Manhattan. Ya desde la primera línea se nos plantea ese extrañamiento, así que el lector no puede evitar la aceptación total de los hechos. Es su cuento más conocido y un buen ejemplo de la aceptación de lo anómalo. Los habitantes reaccionan frente a ese hecho imposible con total naturalidad; ese desajuste fantástico de la realidad deviene en una adecuación de ella a su vida diaria.

Pero la audacia de Barthelme viene con el final de la historia cuando el narrador nos descubre las motivaciones para hinchar el globo, que podemos caracterizar de frívolas o triviales. En este momento, cuando ya el lector, al igual que los habitantes de Manhattan, empezaba a aceptar el objeto hinchable es cuando nos enteramos de la verdad. Pura ironía. Pareciera que Barthelme quisiera plantearnos a los lectores que las convenciones que tenemos en nuestra sociedad son perfectamente cuestionables y que lo que en un primer momento nos puede parecer absurdo no tiene por qué serlo y que el significado de las cosas no tiene por qué ser unívoco.

En cuanto a los temas y la amplitud de registros que maneja, es tanta que el resultado son unas narraciones de marcado carácter innovador: tan pronto trata un tema de gastronomía como aborda asuntos teológicos o presenta reportajes sobre cómo sobrevivir a la caída de un rayo.

Tono irónico

El relato “El informe” es en realidad una sátira sobre una guerra en la que se justifica la no utilización de una serie de armas, pero con la siguiente idea:

—Lo interesante es que tenemos un sentido moral. Está codificado en tarjetas perforadas, quizá el sentido moral más avanzado y sensato que el mundo haya conocido.

Acaba el relato con un fantástico final irónico que pone en tela de juicio hasta la afirmación del firmante del informe mismo.

Todas estas narraciones asombran al lector, que asiste a una constante burla de lo real gracias a las dosis de exageración hiperbólica, ironía, manipulación lúdica, humor y sinsentido. A pesar de esta serie de características notables, digamos que no es un autor del gusto de la mayoría porque su literatura sorprende tanto que nos saca de nuestra zona de confort de lectores que solo buscan entretenimiento.

Donald Barthelme es un autor que, al igual que los vanguardistas, toma conciencia de su libertad creativa y expresiva y de esta forma inventa nuevas formas de expresión. Como ocurre con las obras de arte vanguardistas, si nunca nos atrevemos con lo diferente, en este caso si nos centramos solo en la lectura que nos entretiene, nuestra capacidad crítica se estanca. Pero si leemos a autores como este, nuestras miras literarias se ampliarán, de forma que cuando tengamos un libro en las manos con “características peculiares en su escritura” no mostraremos rechazo, sino interés por los detalles, y pondremos toda, toda, nuestra atención en ellos.

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