El humor literario III

Categoría (General, Taller literario) por Ana Merino y Ane Mayoz el 05-07-2018

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El humor de la palabra es un tipo de humor que no hace soltar la carcajada pero que mantiene al lector en un estado continuo de sonrisa y buen humor, incluso en los temas trágicos. Como su nombre indica, se basa fundamentalmente en la selección de palabras. Exige un vocabulario rico y una aplicación precisa de él.

En este tipo de humor, los autores usan la categoría del nombre con función humorística. Utilizando el nombre adecuado en las personas y en las cosas, se consigue ofrecer el dibujo de los personajes y de las situaciones. El “colorido” de este “dibujo” lo proporciona el adjetivo que acompaña al sustantivo indicando una cualidad o característica suya. Porque es el adjetivo es el que da, sobre todo, el tono deseado.

Si queremos un texto alegre, se añaden adjetivos risueños. Si lo queremos emotivo, tierno…, adjetivos sentimentales. Si fúnebre, adjetivos de esa clase…, y así lo demás: optimista, luminoso, desesperado, tétrico… Pero el “tono” no puede ser arbitrario. Lo deben dar los personajes y el tema, según sean alegres, taciturnos, emotivos…

El contraste de la situación grave y el tono ingenuo con que se trata produce otro tipo, el humor negro. Esto es posible por la ambigüedad en el significado de las palabras. A frases o palabras que indican la gravedad de la situación le siguen otras que le quitan toda importancia, o viceversa.

Para ello, aquí hay que servirse de los campos semánticos (grupo de palabras que se refiere a la misma realidad, objeto o sentimiento. Cuando se acumulan palabras del mismo campo semántico se da la sensación buscada sin prácticamente hablar de ella); de la paradoja (unión en una frase dos afirmaciones aparentemente contradictorias); de las perífrasis (emplear demasiadas palabras para expresar ideas sencillas); de la aliteración (repetición de ciertos sonidos en la frase)…

El humor del golpe es un tipo de humor del que no nos enteramos hasta el final. Todo se cuenta en plan serio y cuando estamos empezando a creérnoslo, viene el golpe final que hacer reír y pone en ridículo todo lo que hasta ese momento se había contado.

Se caracteriza por la ausencia de los recursos propios del humor; pues el efectismo humorístico resulta del convencimiento de que no se trata de un cuento de humor hasta el final. Lo importante son los elementos que emplea y la disposición de esos elementos en el cuento.

Aquí habrá que servirse de la antítesis (se aproximan dos ideas o afirmaciones opuestas); de la ironía (se afirma lo contrario de lo que se quiere decir); de la concatenación (la segunda frase empieza por la palabra con que acabó la primera, y así sucesivamente)

Y, por último, el humor disparatado. No consiste en decir disparates. O mejor, no solo consiste en eso. Su esqueleto lo forma una relación de elementos tan dispares que resulta absurdo. En el trasfondo suele hallarse un humor sutil y una crítica amarga. Y es que el absurdo supone la ruptura con lo que la lógica y la experiencia nos permite esperar. Puede darse un absurdo en las cosas (ocurren cosas que ni la lógica ni el sentido común podrían prever). Puede haber absurdo en los actos (los comportamientos de los personajes se desvían de lo normal). El absurdo lingüístico nos hace oír o leer cosas incongruentes o demenciales.

Los aspectos que intervienen en este tipo de humor son:

  • La situación: inusual, absurda.
  • Los hechos: con sentido solo en la situación planteada como punto de partida.
  • La sintaxis: queda afectada por la inadecuación semántica entre sujeto y predicado o por la ruptura de categorías lógicas.
  • La morfosintaxis: relaciona elementos dispares, cuya unión carece de sentido.
  • Los recursos más variados tienen aquí cabida y se usan de una forma extrema: comparaciones, metáforas, onomatopeyas…

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