El punto de vista externo

Categoría (General, Taller literario) por Ana Merino y Ane Mayoz el 05-05-2015

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El punto de vista es el ángulo de visión que adopta el narrador para contarnos una historia. Disponemos de distintos tipos de narradores. La diferencia principal para clasificarlos depende de si están dentro de la acción que narran o no. Si forma parte de ella, el narrador es un personaje de la propia historia. En cambio, si se encuentra fuera de la acción, no aparecerá en ningún caso como personaje, sino simplemente como un mero relator de historias. Ahora comentaremos las características de este último: el narrador externo.

El punto de vista

Este narrador, que está fuera de la historia, narra en tercera persona ya que no interviene en la acción. Existen dos tipos de narrador:

Narrador Omnisciente: emplea la tercera persona y se sitúa fuera de la trama narrativa. Es Dios en el microcosmos de la acción que se cuenta. Lo sabe todo: el principio y el final de la historia, lo que los personajes sienten, piensan y hacen, lo que deberían haber hecho y no hicieron, lo que soñaron y no recuerdan. Penetra en el interior de la conciencia de los habitantes del relato; desvela los escondites de su personalidad. Es una divinidad que puede ubicarnos en el pasado y en el futuro, y cambiar de lugar para estar en dos sitios a la vez. Además, puede contarnos hechos que no han presenciado ninguno de los protagonistas o escondernos otros que alguno ha vivido. Y es que este narrador se permite juzgar, adelantar y atrasar acontecimientos. Utiliza a sus personajes como marionetas. Es, por tanto, subjetiva su forma de transmitir los hechos.

Esta es la manera más sencilla de narrar, porque ayuda a introducir información en cualquier momento; puede añadir algo en que sea imprescindible para el desarrollo de la trama ocurrido en el pasado o no. Pero, con este punto de vista narrativo, hay que evitar manipular a los personajes en exceso con el fin de que no queden en un simple reflejo, sino que tengan vida propia.

Narrador observador (cámara): utiliza también la tercera persona en el verbo y se sitúa también fuera de la trama narrativa, pero se limita a contar lo que hacen los personajes y narra sólo lo que de ellos percibe con los sentidos; como si una cámara desinteresada captara la acción. Imaginémonos una cámara de cine. Con ella podemos seguir a los personajes a donde vayan, observar sus gestos y sus reacciones, saber de sus lágrimas, gritos, palideces y rubores, pero será el lector quien interprete las emociones de los personajes, quien averigüe la relación que existe entre ellos y no el narrador. A menos que un personaje se lo diga a otro.

A diferencia del narrador omnisciente, éste es objetivo en la forma de contar. Sólo a partir de la percepción sensorial podrá tener conocimiento de los actos de los personajes. Por esta razón nunca podrá penetrar en su mente o saber, por ejemplo, lo que han soñado esa noche. Si uno de los personajes tiene una pesadilla, a menos que el personaje que la padece se la cuente a otro personaje de la historia, el narrador—y menos el lector— no conocerá el contenido de la misma, simplemente sabrá que tiene una pesadilla por su comportamiento.

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