Espacio narrativo. Tercera parte

Categoría (General, Taller literario) por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz el 10-01-2024

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En estos fragmentos que mostramos a continuación podemos percibir otra característica de la descripción a tener en cuenta: describir es lo contrario de narrar. La descripción ralentiza la acción en los relatos literarios y, a su vez, es donde el escritor debe esforzarse más para mostrar su estilo.

Ejemplo 1.- J.L. Sampedro, El río que nos lleva

“Mientras el Tajo atraviesa de Norte a Sur la serrezuela de Sacedón, el Guadiela se le acerca desde el Este por el paisaje real de los baños de la Isabela. Pero un murallón de rocas —la sierra de Enmedio— se interpone y el Guadiela se torna dramático: cambia súbitamente de rumbo y allí dobla con violencia al Norte para precipitarse de frente en el Tajo. Juntos ya, y rebramando aún con la fuerza del encuentro, terminan de romper la serrezuela y se arrojan por el salto de Bolarque hacia las llanuras carpetanas de la baja Guadalajara, anticipo de las toledanas y extremeñas.

El Tajo se despide así de su curso alto con uno de sus mayores despeñaderos. Hace años ya que los alborotados rabiones de espuma y los furiosos remolinos quedaron amansados por la presa hidroeléctrica, y el cómodo descenso de la maderada por el aliviadero que baja a espaldas de la Casa de Máquinas ha hecho olvidar los peligros de otros tiempos. Emergieron incluso, en medio de las aguas sometidas, los pintorescos merenderos del Rey y la Reina, creando un paisaje casi para excursionistas”.

Aquí tenemos una muy sugerente descripción del descenso del río Tajo. La subjetividad de la descripción viene dada, en esta ocasión, por los adjetivos que acompañan a cada sustantivo (alborotados rabiones, furiosos remolinos, cómodo descenso…) y por los complementos que matizan, con gracia, el significado de la acción de los verbos (se torna dramático, dobla con violencia, rebrama con fuerza…). El resultado es un primer párrafo donde la naturaleza es el personaje principal, con adjetivos más personales y metáforas ilustrando la unión de los dos ríos, y todo narrado con cierto tono casi romántico. En el segundo párrafo, sin embargo, aparecen las obras realizadas por el hombre para aprovechar todos esos beneficios del paisaje.

Ejemplo 2.- Azorín, Castilla

“Describamos el lugar. Nos hallamos casi tendidos en el suelo. Estamos reclinados y con el codo hincado en tierra. A ratos nos tendemos del todo boca arriba y contemplamos las nubes que van bogando en el límpido azul. Nos rodean matas de tomillo y romero; a un lado, rozando nuestra cabeza, se levanta un lentisco. En las ramas de ese lentisco ha tendido su red una araña. Se encuentra invisible. No recibe visitas. Si acaso cae en la red una mosca, la red vibra ligeramente. La araña aparece por el fondo y de un salto atrapa la mosca y la va enredando en hilos sutiles. Pero no hay moscas por aquí. Lo que hay es una abejita que revolotea zumbando sobre una flor de romero. El zumbido se percibe distintamente. El lugar en que nos hallamos se eleva sobre el panorama. Un alto collado separa dos dilatadas hoyas. Los cuadros de sembradura, ora cuadrados, ora cuadrilongos, con interpolación de algún agudo cornijal, se ensamblan en inmenso tapiz. En la lejanía cierra el horizonte una montaña. No está tan lejos que parezca azulina, ni tan propincua que se nos muestre en hosquedad parda. Si tuviéramos una catalejo en este momento, a media mañana, veríamos como cruza un tren entre alcores y barrancas. La sensación de paz sería rota un instante por la evocación del trabajo ciudadano. El tren se encamina a Madrid. Nos sentiríamos lejos y próximos de las agitaciones humanas”. (…)

En este caso Azorín, que se caracteriza por ser el narrador del estatismo, se ayuda del personaje para contar lo que ve. Él mismo nos lleva de su mano, nos ayuda a colocarnos para ver mejor el encuadre de la escena. Lo describe en orden descendente desde el cielo a la tierra y entre tanto escuchamos los sonidos de la naturaleza. Es como si estuviéramos delante de un cuadro de Monet. Destacamos la cantidad de vocabulario que tiene el texto, que llena de matices cada uno de los elementos descritos.

Ejemplo 3.- Muñoz Rojas, Las cosas del campo

Y por último veamos un ejemplo de descripción —más que narrativa, poética— de la mano del escritor malagueño Muñoz Rojas. Es un fragmento de Las cosas del campo; se titula “Las nubes”. Fijaos en esa primera oración interrogativa que no tiene verbo y que aporta un carácter inconsistente a la oración al igual que lo son las nubes. Con cuántos matices se describen estas, cuántas enumeraciones, que van acumulando características y aportando un ritmo claro al texto. También están esas dos oraciones anafóricas a principio de párrafo que nos recuerdan de qué estamos tratando. Pura poesía.

“¿De dónde, ligeras, pesadas, blancas, grises, pasajeras del cielo, amantes del viento, vosotras nubes? ¿Qué sería de los cielos sin vosotras a quienes desgarran las montañas y a quienes tan dulcemente se entregan lomas y cerros? Cuando va vuestra sombra sobre los llanos, cuando se pliega sobre los barrancos, cuando parte en claros y oscuros los trigos, cuando bajáis tremendas, o graciosas subís, subís, vosotras nubes, nostalgia de la tierra, ligeras desterradas, apresuradas amantes, cuyo besar nunca es largo, cuyo destino es tan humano que está pendiente del primer viento.

…Ya están aquí las nubes, dicen los labradores. Y vuestra enorme presencia muda, llenando el cielo, añade no sé qué misterio a la vida. Ya están aquí las nubes.

En un ligero humo blanco primero, tenue, casi invisible, un algodoncillo sobre la asierra que se confunden con la nieve, y luego unas manos inmensas que van palpando el azul, estrujándolo, ciñéndolo, abriéndolo en grandes lagunas por donde se escapan los ojos.

…Ya están aquí las nubes. Y las nubes, como los enamorados, se hacen huidizas con el deseo e impertinentes con la abundancia. Pero su presencia llena como su nombre, como su fecundidad!

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