La atmósfera narrativa

Categoría (General, Taller literario) por Ana Merino y Ane Mayoz el 07-03-2017

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La atmósfera responde a los estímulos sensoriales. Por eso es una cuestión subjetiva ya que, al igual que el tono, parte de una actitud personal del narrador. Se puede definir como la metáfora de un estado emocional.

Según Cortázar, la atmósfera es el aura que pervive en el relato y poseerá al lector como antes había poseído, en el otro extremo del puente, al autor.

Sórdida, asfixiante, angustiosa, alegre, desenfadada, frívola… Sea cual sea la elegida, los personajes estarán respirando siempre ese aire que se estanca en el cuento y que hace de él un todo unitario y autónomo, un mundo que existe por su cuenta. Por medio de nuestros sentidos captaremos olores, ruidos, sentimientos… que plasmarán esas sensaciones que cubrirán toda la trama.

Elementos como el tiempo, el lugar, el ritmo de la narración y el vocabulario nos pueden ayudar a crear la atmósfera. El tiempo y el espacio contribuyen muchas veces a la formación de una atmósfera bien de época, bien contemporánea. Si pensamos, por un momento, cómo describiríamos la atmósfera de nuestro siglo en una gran ciudad, no cabe duda de que nuestros sentidos recogerían la prisa, la impaciencia, el barullo humano…

Es preciso plasmar un espacio lleno de objetos, de gestos personales y de detalles. Los objetos y las líneas que rodean al personaje pueden ayudarnos a objetivar sus sentimientos, a crear sensaciones que le envuelvan y a la vez sean un reflejo de su interior.

La longitud de las frases, según la puntuación, contribuye también a introducir ese ambiente que ayuda al narrador a expresar su actitud. Un ritmo rápido ―frases cortas, pocos adjetivos, muchos verbos…―llevará a construir ese clima de viveza, tal vez de alegría, tal vez de violencia, o hasta de pasión. Un ritmo lento, en cambio, plagado de oraciones subordinadas y de adjetivos, contiene en sí mismo una lectura lenta, una atmósfera de rutina, de espera, un aire que deja oír el ruido del reloj.

El vocabulario es uno de los aspectos más significativos para la creación de atmósferas, puesto que impregna el texto entero de un aliento propio.

Por lo tanto, la atmósfera ha de ser intransferible, cada cuento se caracterizará por la suya: ha de nacer de la trama y de los personajes.

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