La relación principio-final de un relato

Categoría (General, Taller literario) por Ana Merino y Ane Mayoz el 10-05-2016

Tags : , , , ,

No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra a dónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas (Horacio Quiroga).

En el momento en que el lector llega al fin de un relato, éste debe dejarle huella, despertar en él una inquietud o incitarlo a una reflexión. Conseguir este efecto depende del acierto en la elección del final.

Muchos escritores prefieren saber de antemano el final de su relato; incluso hay quienes parten de él. Al disponerse a escribir, su primera idea conecta inmediatamente con lo que podría ser un final y acaba siendo la motivación que preside la escritura.

En el caso de los cuentos, yo sé siempre el principio y el fin. Ahora, lo que sólo me es relatado a medida que voy escribiendo, y a veces de un modo erróneo —entonces tengo que volver atrás y tachar parte de lo escrito—, es lo que sucede entre el principio y el fin. Eso tengo que descubrirlo o, en el peor de los casos, inventarlo. Pero siempre sé el principio y el fin (Borges).

El desenlace de cualquier historia debe estar latiendo en toda ella, debe estar presente para que el texto resulte verosímil y las piezas encajen al final. Y es en este sentido en el que decimos que debe conocerse desde el principio. Asegurémonos de que ese desenlace, verdaderamente, corresponda a esa historia, y no a ninguna otra. Para ello dispersaremos a lo largo de la narración muchas pequeñas pistas que irán a reunirse en ese punto.

Pero es preciso tener en cuenta que desenlace y final no son lo mismo. Que el desenlace de una historia no tiene por qué darse en sus últimos párrafos —ni siquiera en sus últimas páginas—. En todo cuento hay un principio, un medio y un fin; pero no siempre el principio expone, el medio desarrolla el nudo y el desenlace nos da el final. Por esto, es importante que la ordenación de los sucesos cumpla funciones artísticas, y no lógicas. Porque un relato puede perfectamente comenzar por el desenlace y así trastocar, de modo radical, ese orden lógico.

A veces, el desenlace no dará soluciones al conflicto planteado en el relato, sino sólo sugerencias, marcas que dejarán abiertas ante el lector diferentes opciones entre las que él mismo podrá escoger. Habrá final, pero en ninguna parte desenlace. Otras veces puede que el lector tenga que aceptar que la historia ha terminado de modo concluyente mediante un desenlace cerrado.

En muchas ocasiones, el desenlace será sorpresivo hasta el punto de trastocar las expectativas del lector, romper sus esperanzas e incluso abrir nuevos cauces. Pero recordemos que esa revelación repentina y sorprendente no debe hacerse de modo arbitrario. En ningún caso se puede forzar un desenlace que no derive del desarrollo de la historia ni se pueden levantar sospechas en el lector a partir de lo que no es cierto.

Puede que la obviedad del desenlace resulte tal que incluso haga dudar del final de la historia y nos obligue a buscar una página más. Y es que en algunos desenlaces sucede exactamente lo que se esperaba. No importa que ya sepamos lo que va a ocurrir si el modo en que se nos cuenta vale la pena.

El final elegido debe ser coherente con el texto. Por ejemplo, no podemos escribir un cuento utilizando un tono paródico y acabarlo con una meditación poética si el desarrollo del texto no pide ese tipo de final. Cuando es coherente, suele provocar en el lector el deseo de releer el texto, ya sea porque despierta su curiosidad por algún aspecto que había pasado por alto o porque le aclara ciertas dudas.

Por otro lado, el final también debe ser significativo en sí mismo, tanto si es una frase como un párrafo. Si es posible, no sólo debe concluir el texto, sino que además conviene que constituya una construcción independiente, entera.

Y por último, el final debe dejar al lector reflexionando —como suspendido en el tiempo— y debe conseguir que la narración le persiga durante días, años o, mejor, toda la vida. Debe provocar en él alguna inquietud, incitarlo a reflexionar, a plantear interrogantes…

Escribe aquí tu comentario

Comentarios:

https://serescritor.com/