Literatura erótica. Tercera parte

Categoría (General, Taller literario) por Ana Merino y Ane Mayoz el 05-06-2019

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Tres conceptos importantes y unos breves consejos para acabar con el tema.

Vocabulario

Erótico: el término procede del griego y está compuesto de Eros, dios del amor, y el sufijo que significa “relacionado con”.

Pornografía: viene del griego pornographus: porne  significa mujer que se vende (esclava) y grafos, persona que escribe. La necesidad de vender, de informar sobre la mercancía llevó a los comerciantes a colgar cédulas o tablillas en el cuello de estas esclavas. Quien redactaba las tablillas se llamó pornógrafo. Aparece recogido en el diccionario de Corominas, por primera vez, en 1880.

Obsceno: su origen se remonta a la antigua Roma. En el ámbito del auspicio (aves spicio: consultar a las aves), existía la palabra que nos interesa: obsceno, que alude a lo que no se dice, a lo que trae mala suerte. Lo obsceno es fatalis, es decir, enviado por el hado. En el siglo III d. C. pasa a aplicarse a lo que se dice porque es desagradable. Aparece recogida por el Diccionario Universal de Latín y Lenguas Romances, de Fernández de Palencia, en 1490. De todas formas, la tradición literaria recoge para la palabra obsceno aquello que no puede representarse en el escenario.

Consejos. El objetivo no es escandalizar

La literatura erótica no está sujeta a leyes distintas de las que rigen otros géneros, así que es fundamental tener en cuenta el argumento, la intriga, la caracterización de los personajes, la ambientación. Es preciso desarrolla la historia e intentar recoger la sensualidad de los roces entre los personajes, los sonidos, los olores y todos esos detalles sensibles que expresan y al mismo tiempo intensifican la atracción entre ellos. No se trata de retratar una obscenidad trivial, evidente, previsible y tópica. Si el único objetivo es transgredir y escandalizar, lo más probable es que el proyecto se quede en nada.

La materia prima. Los sentidos

Como en todo relato, se trata de que el lector lo viva, para ello será necesario despertar todos los sentidos corporales. Recuperar el tacto, el olfato, el oído… Fijarse en cada modulación de la voz, en cada roce de la piel, en cada pliegue de la ropa… Conviene amplificar el sonido, la luz y el color de todo lo que sucede a nuestro alrededor.

No confundir los términos

Un texto erótico, diferenciado de lo pornográfico y de lo obsceno, despierta más la sensualidad que el deseo sexual. Excitará la memoria sensorial del lector si el autor ha sabido emplear cabalmente la tuya; no hay que confundir lo erótico con lo erógeno. La descripción de lo erótico retrata la esencia, lo más sublime de la naturaleza humana.

El tono

Es importante para dar un tratamiento adecuado al tema: puede ser un sugerente, descarnado, ingenuo, escatológico, trasgresor, espiritual… Hay que intentar olvidarse del tono discursivo y evitar hacer del narrador y de los personajes unos remilgados o unos puritanos.

Sugerir ante todo

Esta es la regla de toda narración, pero más importante en las de este tipo: muchas veces lo que no se narra es lo más útil para crear ese sentimiento determinado en el lector, porque es entonces cuando la imaginación empieza a funcionar, y esta es mucho más rica a la hora de fantasear.

 

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