Microrrelato. Ese viene a por ti
Categoría (General, Taller literario) por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz el 10-05-2024
Tags : Afirmar-preguntar, mandar-proponer
“Ése viene a por ti”, me avisó mi amiga con un codazo. Lo vi avanzar, cual Humphrey Bogart entre la niebla. Se paró en la baldosa negra, frente a mí, y aplastó el cigarro con la punta del zapato. No me importaba ser la última de su lista de conquistas, pero dijo: “Bailas”, no “¿bailas?”. Me puse de pie sobre la baldosa blanca. Él se movió dos baldosas negras atrás, para dejarme paso hasta el centro de la pista. Y allí lo dejé, con los brazos colgando a lo largo del cuerpo.
Lola Sanabria García (Relatos en cadena, Cadena SER)
Dos son las imágenes que se forman en nuestra retina después de leer este microrrelato tan poderoso desde el punto de vista de la visibilidad. Una, mediante los colores de la escena en clara alusión a las películas en blanco y negro, con un Bogart totalmente metido en el papel de ligón, y otra, mediante la descripción del suelo del espacio donde sucede la acción, que no es ni más ni menos que un damero.
El argumento nos retrotrae a los años 70, época en que las mujeres esperaban sentadas a que algún hombre las eligiera para sacarlas a bailar. Aquí, además, el personaje masculino es una especie de playboy que tiene asumido su papel de adonis.
Ahora nos vamos a fijar en las frases en estilo directo que aparecen en el texto; dividen y marcan los dos momentos más importantes de la acción: la frase inicial que pone sobre aviso a la protagonista para que se prepare a recibir a su pretendiente y la de la mitad del cuento que es la frase detonante del final de la historia. Aquí además entra en juego la puntuación: no es lo mismo afirmar que preguntar; no es lo mismo mandar que proponer.
A partir de esta oración, solo uno puede ganar esta partida de damas: un juego de movimientos entre las baldosas blancas y negras marca el final del relato que deja en evidencia la actitud prepotente y machista del protagonista masculino. La imagen final de este, totalmente desprovisto de su “encanto” y ninguneado por la protagonista, nos muestra la existencia de un cambio, el que ha sufrido el personaje, y que aporta esa característica principal de todo cuento. Es ahora cuando nos encontramos ante un monigote, un personaje vencido, derrotado, como un títere cuando lo dejan de sujetar; un personaje, en definitiva, cuyo perfil nada tiene que ver con el que se nos ofrecía al inicio de esta historia.
No estaría mejor poner:
«Bailas», «?no bailas?»…
Qué cruel es la vida con los guapos… a mi nunca me ha pasado que me dejaran plantado.
Kaixo un agradecimiento a los creadores de nuestro bog favorito y a los compañeros que lo seguimos con entusiasmo. El matiz que indica Coro es decisivo en este Microrrelato . EL guapetón no dijo ¿Bailas? Sino ¡Bailas!afirmándolo con una prepotencia que no admite un No por respuesta . En vista de ello la chica lo deja , literal, plantado en el centro del tablero, ocasión que
podría haber sido aprovechado por la autora ,es solo una opinión, ,para hacer una alusión al arte de «comer»de las damas o a la habilidad de un «mate «de ajedrez,
Pd.
Sabino, Nadie te hubiera abochornado
de esa manera, puesto que eres una persona educada y conciliadora que sabe guardar las formas .
Saludos .