Personajes secundarios
Categoría (El oficio de escribir, General) por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz el 25-06-2015
Tags : Chicot-alejandro-dumas, el-queque-francisco-peregil, fermin-romero-de-torres, mercader-baldabiou, personajes-con-encanto, Rubicundo-Loachamín, septembrini-la-montaña-magica
Los personajes, en toda historia, son el alma de la trama y, gracias a ellos, ésta se ancla en nuestra memoria. Existen personajes principales y otros que les acompañan y que, muchas veces, resultan inolvidables porque brillan con luz propia. Ahí están el tierno y entrañable Sancho Panza y el inigualable Watson.
“Yo veo a los personajes y los oigo desde antes de escribirlos; sin embargo, mientras los escribo veo cómo se convierten en seres vivos, con los que soy capaz de dormir y a los que recurro mucho tiempo después cuando necesito consuelo y quiero reírme o me urge alguien con quien echarme a llorar”.
Estas palabras de la escritora Ángeles Mastretta acerca de la creación de sus personajes, nos sirven también para hablar de la unión entre personaje-autor y personaje-lector. En definitiva, nos acercan a esa fusión que se genera tanto al ser creados como al ser leídos. La primera unión es evidente y la segunda la extraemos de estas palabras de Mastretta ya que el lector también convive con los personajes tras acabar de leer la novela, no los puede abandonar tan fácilmente.
Existen infinidad de novelas en las que esos personajes secundarios se convierten en imprescindibles; emergen de entre los demás y, en cantidad de ocasiones, perduran en el recuerdo. Quizá porque aportan humor, misterio, visión extrema de la vida, sarcasmo, amor, ternura… Muchos de ellos tienen una autoestima muy baja, algún defecto o son delincuentes que se hacen simpáticos o que rozan el límite de la legalidad, se mofan de la ley o se la saltan con “estilo”. En cualquier caso, son personajes con encanto que aportan alegría al paisaje de la novela e incluso nos transmiten otra manera de entender la vida.
En La Dama de Monsoreau, Alejandro Dumas cuenta los disturbios políticos y religiosos que jalonaron el reinado del último Valois, Enrique III, junto a una historia de amor. A pesar de que la intriga es constante, las apariciones de Chicot, el bufón del rey, son siempre bien recibidas por el lector. Sus bromas, la forma que tiene de tratar a su señor y su habilidad para convencerle con argumentos ingeniosos lo convierten en un personaje atractivo y hacen que la lectura sea digestible, entre tantos complots palaciegos, damiselas en apuros e intentos de derrocar al rey.
Hans Castorp visita a su primo ingresado en un balneario suizo para tuberculosos a cinco mil pies de altura en la novela La montaña mágica de Thomas Mann. Lo que en principio iba a ser una estancia de tres semanas se prolonga a siete años. Es un libro de más de mil páginas que resulta “duro” para leer. Las descripciones son prolijas, el ambiente es monótono y el tiempo parece detenido. Pero la figura de Settembrini, un personaje excéntrico y bohemio con vocación pedagógica que trata de inculcar en la mente del protagonista su visión humanística de la vida, hace que la lectura se agilice.
Entre los diversos méritos que se le pueden atribuir a la novela La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón está la utilización de un personaje secundario, Fermín Romero de Torres, un vagabundo que se hace simpático desde el momento en que aparece en escena.
El Queque, el retrasado, es otro de esos personajes que se quedan aferrados en la memoria, por su bondad y por querer pasar desapercibido. Forma parte de la inolvidable historia de amor y amistad que crea sirviéndose de un lenguaje envolvente y muy trabajado el autor Francisco Peregil en la novela corta Era tan bella.
La Desi se convierte en uno de los bastones en los que se apoya el viejo Eloy para quien la jubilación abre el vacío de una soledad que se hace omnipresente en su vida. Su papel de criada recién venida del pueblo a la ciudad y por ello bastante indefensa les une inevitablemente. La ternura y el afecto que se dan mutuamente atenúa la soledad. Esto ocurre en la novela La hoja roja de Miguel Delibes. Historia triste, pero confortadora.
Otro personaje difícil de olvidar es el doctor Rubicundo Loachamín por la complicidad que muestra con el protagonista de Un viejo que leía novelas de amor, de Luis Sepúlveda. Su llegada al Idilio, dos veces al año, es como la de un salvador para los habitantes de esa aldea pero para el protagonista significa mucho más, porque es el que le suministra los libros que dan sentido al título de la novela.
En Seda, de Alessandro Baricco, nos encontramos con Baldabiou. Es un hombre con ideas que expone la suya para que otro la lleve a cabo. El mercader Baldabiou es quien pone en marcha el argumento de la novela con su llegada a Lavilledieu y la apertura del primer telar de seda. Es un personaje escéptico, jugador solitario de billar con una estoica visión del mundo muy influyente en Hervé Joncour, el protagonista. Es el cómplice de los secretos del personaje principal.
De esta forma, podríamos ir enumerando muchos más pero nos parecen suficientes para demostrar que, aunque todos estos personajes con encanto pertenecen a novelas distintas, poseen algo en común: su composición tiene que estar supeditada a las necesidades narrativas, incluso en detalles en apariencia insignificantes, como afirma Federico Andahazi.
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Totalmente de acuerdo con el importe papel de los personajes secundarios. Ánimo
Mi apreciado Mañu, muchas gracias por tus envíos constantes. Siento hoy no estar de acuerdo con un ejemplo tuyo:
SANCHO NO ES PERSONAJE SECUNDARIO
Las razones me darían para otro ensayo y quizá ya se ha escrito en cientos de libros que desconozco.
Un abrazo fraterno.
alejandro
Tendré muy en cuenta, a la hora de escribir o intentarlo, todo lo aquí publicado, para no terminar igual que El Escritor, como se titula algo a leer en https://Reyes-Canto.blogspot.com/ Gracias por la información. Saludos: Escritor Modesto Reyes Canto.
Para mi, es de mucha ayuda lo que usted escribe muchas gracias.Hector.
Creo que se debe aclarar, en primer lugar, que el término de personaje secundario es un término que sirve para aclararnos un poco, aunque a veces nos confunda. El personaje secundario es, si cabe, el que aparece en menos ocasiones que el otro, el principal. Pero también el secundario puede ser, es, protagonista de muchos capítulos o episodios. No olvidemos, por ejemplo, a Sancho Panza en la Ínsula Barataria, sólo por poner un ejemplo. Don Quijote, mientras, ni aparece. También es quien, en más de una ocasión, representa al alter ego del protagonista, o del autor. Y sea como fuere, es un reflejo del hombre: salvo algunas sonadas excepciones todos somos capaces de tener varias y diversas ideas, a veces contradictorias entre ellas.
Lo mismo que sucede con los personajes secundarios sucede con los escritores mal llamados de segunda fila. No es lo mismo, desde luego, ser un escritor de segunda fila en el siglo XVII en España que serlo ahora. En esta vida, salvo la mente de algunos cráneos privilegiados, todo es bastante relativo.
Hoy es todo imagen y máscara
el valor de la creación es solo un envoltorio
En conciencias cerradas y mentes vacías entra de todo, no importa la construcción, sólo la producción y sus beneficios…, la notoriedad.
Gracias por los aportes
Juan Galán
Ficción y realidad, en el acto de escribir, son la misma cosa. Por algo se habla de crear…Los personajes deben ser necesarios para la realidad que se crea.
En teatro hay monólogos. Un personaje hace la obra. En novela los personajes secundarios constituyen el universo de la obra, sin ellos no hay obra. En sí no son secundarios, pues, sin su concurso exacto la obra no serviría al propósito del autor. Es algo así como poner en escena una obra de teatro, pero sin público.
Excelente
Estoy totalmente de acuerdo con la importancia y vitalidad de los buenos personajes secundarios. Y tambien de los subplots que son como cuentos de otras cosas que muchas veces aligeran, amenizan y complementan la trama principal. Manu, deberias escribir algo acerca de esto. Gracias.
Cierto que hay personajes secundarios que son una plata, tan graciosos y hasta hermosos que se los recuerda más que los protagonistas. Le cuento que eso pasa en Viudas Vírgenes e Intrusas, una novela que hace poco se presentó en Loja, Ecuador, Paulina Rubio es una mujer muy inteligente, sabe preparar los escenarios para atraer al tímido Víctor Ramírez y mueve todos los hilos seductores para que el hombre caiga como mosca en tela de araña y qué arañota; no obstante, Carla Bedregal le deja el polvo; porque cuando Paulina no puede asistir a un evento cultural, se toma las atribuciones de su amiga y vive una historia llena de romance, humor y erotismo en un mundo donde no hay para qué envidiar al mismo Adán.
Los personajes secundarios van naciendo junto con las circunstancias narrativas, crecen y se reproducen conforme avanza el hecho narrativo.
Gracias por el mensaje.
Reciban el saludo de Marco Jiménez, de Loja-Ecuador
Los personajes secundarios, sencillamente son imprescindibles. ¿Cómo podría Mika Waltari haber escrito Sinhué el egipcio sin Kaptah?… («¡por qué habré nacido en un mundo como este! ¿Para qué haber engordado y vivido días felices, puesto que tengo qué renunciar a ellos?
¿O Víctor Hugo (Los Miserables) sin Fantina o Gabroche?…
¿O Curzio Malaparte (La Piel) y su suntuosa cena con ‘spam’ frito para el general Cork?… ¿Y quien hubiera dado mejor pelea a Gervasia (La Taberna, Emilio Zola) que Virginia? ¿Y Cien años de soledad, sin Amaranta y Fernanda?.
Definitivamente, son personajes imprescindibles y, por lo general, fascinantes.
Estimado Manu:
Ante todo un cordial y afectuoso saludo a usted y a todos/as los que compartimos este entrañable e interesantísimo foro.
En mi modesta opinión, que comparto con algunas de las opiniones de este artículo, son imprescindibles, ya que sin ellos no habría historia, o ésta se devaluaría de tal manera que no sería ni una pequeña sombra de la misma. Es como si un plato no lo realzamos con un buen fondo o una buena salsa, o como si le faltase una buena guarnición que lo acompañe. Los personajes secundarios son importantísimos, pero lógicamente tendrán más o menos protagonismo dependiendo de la historia, relato, cuento o novela que queramos contar. Algunos son entrañables, otros por el contrario, pasan casi desapercibidos, pero en resumen creo que son de vital importancia tanto para el autor que es el que los crea como para los lectores, ya que bajo mi modesto punto de vista recrean y dan valor al libro.
Gracias por su interesantísimo artículo.
Desde Sevilla:
Salvador
Maravilloso……..¡cuánto tengo que leer todavía¡ ……ahora mis ojos no me lo permiten, pero pronto espero estar bien y poder
reanudar mi habitual entretenimiento.
Muchas gracias y muchos éxitos.
Gracias,muy interesante el comentario.
Muy buena aportación, gracias y saludos.
Esto es muy cierto, los personajes secundarios tiene una historia muy particular que contar y se hacen mas interesantes que los primarios.Por ejemplo ocurre mucho en las novelas que son escritas para la televisión, recuerdo una de muchas «Topacio» el gran actor Carlos Cámara, hacía el personaje de un retrasado, y era muy noble, en doña Barbara con Juan Primito. Lo que mas gusta de los personajes secundarios es que sin ellos no hay historia, ellos son el enlace de todos los personajes, pareciera que sin su presencia el resto no brillaría. Las novelas Venezolanas tienen ese toque mágico, y si lo dudan den un vistazo a las novelas de Leonardo Padrón.
Es bueno y alimenta el conocimiento.
Gracias
Nunca sabré si escribo bien. Porque no me gusta leer. Yo soy artista y tengo demasiada imaginación, para agarrar un libro y seguir una historia, que yo misma estaría cambiando a mi manera y forma de ser.
Escribo relatos de todo tipo. Sirenas, extraterrestres, ángeles y demonios, pero que jamás verán la luz, porque en el fondo sé, que no soy una buena escritora.
Desde pequeñita, que mis padres me han inculcado la lectura, pero yo me iba por otros derroteros. Como el arte y la pintura. Es por eso, que en la actualidad, sigo luchando para que, toda esta creatividad que rebosa por todos los poros de mi piel, sea conocida y pueda vivir de ella, como hasta ahora, que estoy haciendo.
He luchado, me he enfrentado a mis padres, incluso ido al extranjero, abandonando todo lo que siempre he deseado ser, y hacer. Pero todo ha sido inutil, una vez, el arte llamaba a mi puerta, y no he podido evitar que mi destino al final sucumbiera a lo que soy. Una artista de pies a cabeza. Polifacética, creadora, imaginativa, al cien por mil, y todo lo que mis padres querían evitar que fuera. Parece que alguien tenía otros planes, y ha hecho de mí, lo que soy.
Me encantaría escribir un libro. Sí, a cerca de mi vida, y que sirviera de ejemplo a otras personas, para que no se rindan nunca y sigan luchando por lo que realmente su corazón, su alma, y todo su ser, desea. Que yo mil veces cai, y mil veces me levanté. Que el fracaso me hizo ser más fuerte. Que las críticas, no te afectan, si los resultados realmente son buenos y satisfactorios. Y que aunque no crean en ti, eres tu mismo, el que tiene que creerse que eres único y especial. No quiere decir, que te creas el mejor. Pues seguro que hay otras personas mucho más buenas y profesionales,y caerías en la sobervia. Pero si que eres muy bueno. y lo que haces tú, no lo puede hacer nadie. Que tu obra haga sentir al espectador, y trasmita algo, tanto sea como repugna y rechazo, o felicidad y un deseo irreflenable de poseer lo que tú mismo, has creado con tanto y amor y cariño. Que cada objeto, pintura, libro….sea un pedacito de ti.
Jamás seré una buena escritora. Lo sé, pero lo seguiré intentando hasta los ultimos días de mi vida.
Como siempre:muy buen artículo.
Saludos.
Tus consejos son bienvenidos y me ayudan a descubrir herramientas para trabajar con las letras. Gracias por poner a nuestro servicio este magnifico espacio.