Realismo mágico. Segunda parte

Categoría (El libro y la lectura, El mundo del libro, General, Taller literario) por Ana Merino y Ane Mayoz el 05-02-2022

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Nunca se me ha ocurrido nada ni he podido hacer nada que sea más asombroso que la realidad. […] No hay una sola línea en ninguno de mis libros que no tenga su origen en un hecho real (Gabriel García Márquez)

Como hemos comentado en la primera parte de este tema, la mezcla de fantasía y realidad en la que se basa esta corriente narrativa surgió de una línea directa nacida también en Europa de la mano de narradores como Kafka. Y es en esa línea donde hay que entender el mundo del realismo mágico, mezclado con la indubitable diferenciación del mundo americano, tanto por su mezcla social como por su variada naturaleza y su complejidad política.

Si lo fantástico moderno se pone en Europa al servicio por ejemplo de un pensamiento filosófico existencialista, en América lo hace también como identificador de una realidad peculiar, sin descuidar tampoco la denuncia social que siguen manteniendo obras del boom que reflejan la injusticia social, y especialmente con relación al mundo indigenista. Pensemos por ejemplo en la obra de Borges, nacida con una amplia vocación filosófica; en la de Vargas Llosa, imbuida a menudo en la reflexión sobre la desigualdad social y el mundo del indígena, en títulos como El hablador o La guerra del fin del mundo.

El escritor uruguayo Horacio Quiroga, igualmente, intentó descubrir lo que hay de misterioso en la vida cotidiana. Así dotó a algunos de sus cuentos de un clima sobrenatural insertado en la naturaleza sin estridencias. Mientras que los autores occidentales debían recurrir, por ejemplo, al sueño, los latinoamericanos no lo necesitaban; encontraban en sus raíces culturales ese mundo mágico y maravilloso.

La mezcla de esa otra realidad que es el subconsciente colectivo con la realidad cotidiana o histórica de los habitantes de América es lo que da lugar a lo real maravilloso, al realismo mágico, al reflejo literario de la peculiaridad americana tanto en sus gentes como en su naturaleza, en su pensamiento, en su pasado y en sus relaciones sociales y políticas. En este sentido el realismo mágico viene a ser como una nueva mitología griega, un intento de plasmar el pensamiento americano a través de sus mitos, de sus leyendas. No es casualidad que muchos de los cultivadores de esta nueva literatura sean folkloristas como Miguel Ángel Asturias, o se interesen por manifestaciones artísticas populares como sucede con Carpentier y su investigación sobre la música cubana.

La creación de personajes míticos ─el coronel Buendía─ y la aparición de territorios míticos  ─la propia Macondo de García Márquez o la Comala de Juan Rulfo─ construyen una nueva mitología en la narrativa hispanoamericana.

No obstante, el boom de la narrativa de América Latina y el realismo mágico no pueden identificarse plenamente. El realismo mágico nace en los años cuarenta de la mano de autores que no participaron, en su totalidad, del boom de los años sesenta, o aunque se beneficiaron de él, no fueron sus cabezas visibles y por tanto no suelen identificarse con aquel fenómeno.

Es el caso de autores como Juan Rulfo, Miguel Ángel Asturias o, incluso, Elena Garro, autora mexicana que vio orillada su obra cumbre, Los recuerdos del porvenir, a pesar de mostrar todas las características propias de ese movimiento literario y de estar escrita en 1952, quince años antes de la obra cumbre de García Márquez. Hay escritores del boom que no participan del todo de las características propias del realismo mágico. Vargas Llosa, por ejemplo, se sirve de recursos narrativos novedosos y de elementos comunes del realismo mágico, pero no confunde la ficción y la realidad de la misma manera que los narradores más plenamente imbuidos en él.

Por tanto, habría que distinguir por un lado realismo mágico y boom, y por otro, dentro de cada uno de ellos la amplia gama de matices que existen. El primero, además, hace referencia a una estética y el segundo a un acontecimiento editorial. A su vez fueron ampliamente conocidos e imitados en Europa, sobre todo en el mundo de habla hispana. Sin duda gracias al boom, los narradores hispanoamericanos tuvieron el puesto que merecían en el panorama literario universal y consiguieron recuperar la prosa de sus antecesores, son los auténticos padres del llamado realismo mágico.

Debemos añadir que, a partir de la década de los setenta, proliferaron las novelas escritas por mujeres: La casa de los espíritus de Isabel Allende; Como agua para chocolate de Laura Esquivel… En 1995 un crítico acuñaba un nuevo término: “feminismo mágico”, puesto que son obras que revelan distintas combinaciones del realismo mágico y lo real maravilloso y porque representan una ruptura con las novelas anteriores escritas por mujeres.

Hoy en día, quizá no predominen novelas que se puedan insertar en este género, porque si bien constan de ese elemento fantástico o mágico dentro de un marco de realidad, no todo el escrito tiene el mismo tono. Aun así, en 2019, la editorial Cerbero se atrevió a lanzar una convocatoria para una antología de realismo mágico que se encargó de difundir, con una interesante entrevista, la web de Relatos Magar.

 

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