Realismo sucio. Segunda parte

Categoría (General, Taller literario) por Ana Merino y Ane Mayoz el 05-06-2022

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El realismo sucio no muestra las grandes pasiones desmedidas ni los sentimientos más elevados del espíritu humano, sino la vida en sus peores momentos, los pequeños incidentes cotidianos: una pelea matrimonial, una sensación de vacío, la charla de dos borrachos, un frigorífico que se estropea, una situación de paro prolongado, un incendio en la casa del vecino, la necesidad de vender un coche… Si sucede algo absurdo, insólito, grotesco o patético, es porque se ha producido un cambio momentáneo en la rutina; pero ese cambio no llega y los personajes vuelven a estar otra vez abandonados a su soledad.

En este modo de escribir relatos o novelas, no hay un final terminante, porque mientras los personajes sigan vivos, sus historias, sus conflictos y sus heridas nunca estarán cerrados. Y porque, además, esos problemas que se plantean en los relatos, reflejos de la vida real, no pueden tener una solución en el interior del libro, sino en el exterior: en la vida privada de los lectores. No se trata de tranquilizar conciencias y resolver problemas, sino de mostrarlos y dejarlos abiertos, para que los lectores intenten resolver en la realidad los conflictos planteados en la ficción.

Desde luego, el planteamiento es muy poco comercial, puesto que a todos nos gusta que nos engañen de vez en cuando y nos prometan que existen príncipes azules, amores eternos y conflictos siempre resueltos. Pero al no ser esa la realidad común, los autores del realismo sucio nos cuentan lo que predomina en el día a día de las personas comunes, donde hay conflictos que no se resuelven nunca y donde cuesta que la felicidad les acompañe (lo serán muy de vez en cuando, para recordarles que la felicidad existe) y donde se sabe que la vida no está hecha de blanco y negro, sino de millones de tonalidades grises, de mediocridades y trivialidades.

Precisamente esas mediocridades deben ser objeto de la mirada del escritor y deben ser narradas como lo que son para los personajes que las están viviendo: lo más importante de sus vidas. El realismo sucio habla de lo común y cotidiano como el elemento fundamental y consustancial de nuestra existencia de hombres grises hundidos en el barro, no de conquistadores y diamantes.

Ten en cuenta que:

  • En los relatos inscritos en el género del realismo sucio, cada pequeño detalle tiene un valor simbólico; en conjunto, logra un único efecto que sirve para transmitir al lector la mirada del autor sobre la complejidad de la naturaleza humana.
  • La exposición directa y controlada de todos los elementos de la historia permite la construcción de escenas de gran viveza y, al mismo tiempo, de gran profundidad emocional. Tiene que haber, por tanto, más intensidad que acción.
  • Para presentar los personajes, los ambientes y los lugares debes prescindir de figuras retóricas, limitar los adjetivos y hacer uso de tus dotes perceptivas al máximo.
  • Pon especial cuidado en las descripciones y, también, en la voz narrativa: procura que no intervenga de manera explícita para aclarar nada que tenga relación con la sicología de los personajes.
  • Debes narrar la historia con un lenguaje tan básico y tan claro que el lector pueda verse allí reflejado o identificarse en algún momento con los estados de ánimo de los personajes.

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