El libro del futuro
Categoría (El libro digital, El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 29-10-2011
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Por lo que leo en algunos sitios de la web especializados en artilugios de lectura electrónica, los expertos coinciden en señalar que los contenidos de los libros del futuro van a ser multifuncionales, es decir, van a ser capaces de ofrecer no sólo texto para ser leído, sino también imágenes fijas o cinéticas con texto agregado y música avenida al escenario del relato, a través de un juego sincronizado de palabras, movimiento y sonido ─la incorporación del olor es cuestión de tiempo─ capaz de brindar un nuevo panorama de ocio integrado estimulador de todos los sentidos.
Asi, cuando el autor nos presente a un personaje, el lector posará el dedo en el lugar en que está escrito su nombre y, automáticamente, aparecerá su imagen en la pantalla, incluso con un pie para describir sus rasgos, evitándose así un largo párrafo que muchos escritores prodigan y que la mayoría de los lectores pasamos por encima.
El recurso tiene enorme valor para muchas situaciones. Imaginaos que el autor quiere relatar una escena de cama ─aquí sí que es aplicable eso de que una imagen vale más que mil palabras─. Pues bien, cuando el dispositivo descubra que tus ojos están llegando a una determinada línea, la pantalla cambiará de formato y ofrecerá una grabación hecha en video, acompañada de una música de fondo, como si estuvieras en el cine viendo una película. Aun es más. Al parecer, existen artefactos que sabrán interpretar tu estado de ánimo para dar mayor o menor intensidad erótica a la escena.
Estos sistemas de visión artificial son capaces de escrutar tu rostro, detectar qué nivel de atención prestas a cada párrafo y deducir cual es el decorado que más te priva, para modificar el vocabulario, conducir la trama y llegar al desenlace que más adapta a tu talante, y también al talante de los demás lectores, con lo cual tendrán que albergar múltiples finales alternativos, como se hace en los videojuegos. Y esto no es ciencia ficción, ya existen experiencias de este tipo que incorporan texto adaptativo. Os sugiero que leáis el artículo que escribió Kevin Kelly en la revista Wired por él fundada: “Cómo serán los libros en el futuro”.
Me resulta difícil asimilar esta nueva concepción de lo que Kelly llama “hiperliteratura”. A mí me parece que el lector de hoy no quiere participar en ese juego de adaptaciones, no está interesado en decidir la trama, prefiere que el autor asuma esa responsabilidad y resuelva el conflicto con un argumento apropiado y una conclusión plausible.
Por otra parte, no creo yo que este formato pueda servir para proponer una obra seria, reflexiva, que te haga pensar, que te ayude a adquirir cultura, eso tan etéreo, tan difícil de definir, ese poso que te queda en el fondo cuando te olvidas de todo lo que has leído. Puede que sea útil para esa literatura trepidante que hoy se lleva, con personajes al límite, intrigas continuas, alta tensión y desenlace inesperado. Sí, es posible que sirva para eso.
El problema es que si este tipo de literatura ─o como quiera que se llame─ se impone, el ciudadano está abocado a perder poco a poco esos valores culturales que ayudan a consolidar una sociedad democrática y plural, a convertirse en ese ente no pensante y bien nutrido que tanto anhela la partitocracia de última generación. Sí, no lo dudes, nos quieren hacer idiotas… y lo peor es que lo están consiguiendo.