El poder de la palabra. Primera parte

Categoría (General, Taller literario) por Ana Merino y Ane Mayoz el 05-06-2020

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El material de trabajo imprescindible para un escritor es la palabra. Acertar en la elección de estas a la hora de crear una frase con sentido es vital si queremos conseguir que un texto llegue al lector. Para eso tenemos una serie de normas gramaticales que junto con los recursos sintácticos y léxicos nos ayudarán en este proceso.

A la hora de crear mundos ficticios son las palabras las que los concretan. Dicho de otra forma, son las clases de palabras las que estructuran la realidad en objetos. Lo vemos aquí: En «Partir de viaje«, resaltamos una acción, un suceso. En cambio, en «Aguardo la partida del tren» hemos objetivado la realidad, hemos hecho un objeto de algo que es un suceso. Hemos convertido el verbo en un sustantivo.

La palabra es la unidad lingüística primordial de la comunicación verbal. En ella, se unen componentes fónicos y semánticos que se vinculan entre sí mediante la sintaxis y que dan como resultado una expresión con un sentido definitivo. Pero además ese elemento semántico puede poseer múltiples significaciones. Por lo que habrá que tenerlo en cuenta cuando llegue el momento de seleccionar.

Entre tanta palabra, es complicado escoger. En algunos casos la elección de las palabras dependerá del tema. Por ejemplo, si el tema es macabro y tremendista nos decantaríamos por unas y si es sentimental y romántico, por otras.

Para esto vamos a mostrar la diferencia de matices entre usar una palabra u otra del mismo campo semántico; Silvia Adela Kohan, en La escritura terapeútica, nos lo presenta de forma muy clara. El hecho de seleccionar un verbo determinado modifica lo que se cuenta y cómo se cuenta. Observar, escrutar, contemplar, ojear, vislumbrar, advertir, examinar, divisar, entrever, espiar, avizorar, registrar. Queda claro que estos verbos están relacionados con la acción de “mirar”, puesto que todos pertenecen a ese mismo campo semántico. Pero cada uno aporta un matiz propio. Comprobémoslo en el siguiente ejemplo: Presentamos una misma situación genérica: Hay dos mujeres en el andén de la estación esperando el tren. Demuestran un cierto nerviosismo. Llega el tren, se sientan juntas y no hablan durante todo el trayecto.

  • Si alguien la contempla, obtendría explicaciones: Las dos mujeres contrastan. Van y vienen por el andén. Sus zapatos son similares, con tacones gruesos. Una lleva un abrigo verde y negro como las medias; la otra va de blanco. En el tren, se sientan en el mismo asiento y ambas, de vez en cuando, miran hacia atrás.
  • Si un testigo la vislumbra, se llenaría de dudas: A los lejos, entre el gentío del andén, vislumbro dos mujeres distintas y similares, es diferente su apariencia, pero similar su modo de moverse. Apenas las distingo cuando llega el tren. Me parece que van en el segundo vagón y que se sientan juntas.
  • Si la registra, se limitaría a recoger una enumeración de datos: Las dos mujeres contrastan. Van y vienen por el andén. Usan zapatos de tacón grueso. Una de ellas lleva medias y un abrigo negro y verde, la otra va de blanco. Suben al tren, se sientan en el mismo asiento, no hablan y de vez en cuando miran hacia atrás.
  • Si espiara a estas dos mujeres, crearía sospecha: Son bastante diferentes, aunque sus zapatos son parecidos. ¿Por qué van y vienen por el andén? Me temo que me descubrieron: están en el mismo asiento, no hablan y constantemente se dan vuelta en dirección a mí.

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