El Mataburros. Los archisílabos
Categoría (El Mataburros, General) por Manu de Ordoñana el 03-05-2012
Tags : archisilabos, basamentar, contextualidad, delicuencial, intencionalidad, monetizar, motivacional, sacralidad, subjetivar, sustancialidad, transversalidad, trazabilidad, vehicular
Archi es un prefijo que proviene del griego “arkho” ─yo mando─ y denota calidad superior en la autoridad (archiduque, arcipreste). A partir del siglo XVI, se extendió su significado extensivo para reforzar la categoría del título que subsigue. En lenguaje informal, se ha popularizado su uso para reforzar el adjetivo a que se antepone y dar más fuerza al lenguaje: es archisabido que…
Con ese sentido, Aurelio Arteta (catedrático de Filosofía Moral y Política en la Universidad del País Vasco) se “inventó” el término “archisílabo” para designar una serie de vocablos largos de uso cotidiano que han desplazado a la palabra más corta de la cual proceden. El fenómeno es preocupante por su creciente aplicación en casi todos los ramos del saber: periodistas, políticos, científicos, profesores universitarios y demás ralea siguen empeñados en inventar expresiones cada vez más sofisticadas para suplantar a otras ya existentes, de igual significado, pero que, a su entender, carecen de potencialidad para deslumbrar al auditorio.
Con la potencialidad hemos topado. El sufijo “dad” es un buen instrumento para la creación de archisílabos: transversalidad, sustancialidad, contextualidad, sacralidad, intencionalidad.
Otro sufijo que sirve para el estiramiento es “ción”: “matización” por “matiz”, “tutorización” por “tutoría”, “ejercitación” por “ejercicio” y así unas cuantas más, casi todas ellas reconocidas por el DRAE, salvo las que suelen emplear los más pedantes: “secuenciación” por “secuencia”, “domiciliación” por “domicilio” o “excomulgación” por “excomunión”.
Claro que también los adjetivos tienen una propuesta para competir en ese afán de alargar el léxico, con la desinencia “al” que, colocada al final, añade una sílaba para ganar estatura: “delicuencial” por “delictivo”, “motivacional” por “motivador”, “aspiracional” por “aspirante”.
La variedad de archisílabos es inagotable. Los verbos forman un piélago en el que los archisílabos se han instalado para prolongar la acción hasta límites que tienden al absurdo: “concientizar” por “concienciar”, “subjetivizar” por “subjetivar”, “basamentar” por “basar”,”direccionar” por “dirigir” y el inefable “vehicular” que tanto prestigio concede al intelectual que lo promueve.
Un verbo del largo recorrido que cautiva a los que frecuentan los medios financieros es “monetarizar” (no incluido en el DRAE), una prolongación de “monetizar” con el significado de “dar curso legal como moneda a billetes de banco u otros signos pecuniarios” o “Hacer moneda”.
Aunque he recibido una formación técnica y ejercido como tal en el mundo de la empresa, no puedo ocultar que me costó algún esfuerzo retener el significado del término “trazabilidad”, cuando hace unos veinte años se empezaron a implantar en España los sistemas de aseguramiento de la calidad: “Conjunto de procedimientos preestablecidos que permite conocer el historial y la trayectoria de un producto o lote de productos a lo largo de un proceso productivo”. ¿Otro archisílabo”? El DRAE lo admite y ofrece una definición parecida. Se supone que la palabreja deriva del verbo inglés “trace” (seguir la pista, rastrear), en cuyo caso hubiera sido suficiente atribuir al procedimiento el vocablo “trazado”, mucho más agradable al oído que esa molesta trazabilidad.
“Nunca uses una palabra larga donde puedas usar una corta”. Esta regla que dictó Orwell hace ya unos cuantos años parece que no ha tenido mucho éxito. La opulencia tiene más seguidores, sobre todo cuando las ideas escasean. Adquirir notoriedad es la regla de oro, aunque el precio sea la vacuidad del discurso. La pomposidad seduce, la precisión aburre, obliga a pensar.
Para terminar, transcribo literalmente el último párrafo del primer artículo escrito por Aurelio Arteta, allá por el año 1995, por considerarlo ilustrativo. Dice así: “¿Que una lengua, al fin producto histórico y cosa viva tiene que evolucionar? Pues claro, hombre, pero no está mandado transformarla sólo a golpes de pedantería, ignorancia, pereza o memez de sus usuarios. También está escrito que, quien tenga oídos para oír, que oiga”.
La moda del archisílabo / El País / 21 sep 1995
Arrecian los archisílabos / El País / 10 ago 2005
Archisílabos / El País / 16 dic 2008
Archisílabos a tutiplén / El País / 5 feb 2010
Dilo en archisílabos / El País / 19 abr 2012