Tiempo narrativo. Primera parte

Categoría (General, Taller literario) por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz el 10-06-2023

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El tiempo narrativo es uno de los aspectos más importante del relato. Empezamos por diferenciar el tiempo externo —momento o época histórica en la que transcurre la acción— y el tiempo interno, que hace referencia a la duración de los hechos que suceden en la historia desde que empiezan hasta que terminan. Este último es el que más nos interesa porque según se dispongan esos hechos el orden de la narración se verá alterado, lo que traerá como consecuencia una serie de cambios que vamos a ir viendo en ejemplos.

Ejemplo 1

“Era de mañana cuando este mi tercero amo topé, y llevó(me] trás sí gran parte de la ciudad. Pasábamos por las plazas do se vendía pan y otras provisiones. Yo pensaba, y aun deseaba, que allí me quería cargar de lo que se vendía porque ésta era propria hora cuando se suele proveer de lo necesario; mas muy a tendido paso pasaba por estas cosas.
«Por ventura no lo vee aquí a su contento —decía yo— y querrá que lo compremos en otro cabo.»
Desta manera anduvimos hasta que dio las once. Entonces se entró en la iglesia mayor, y yo tras él, y muy devotamente le vi oír misa y los otros oficios divinos, hasta que todo fue acabado y la gente ida. Entonces salimos de la iglesia.
A buen paso tendido comenzamos a ir por la calle abajo. Yo iba el más alegre del mundo en ver que no nos habíamos ocupado en buscar de comer. Bien consideré que debía ser hombre, mi nuevo amo, que se proveía en junto, y que ya la comida estaría a punto y tal como yo la deseaba y aun la había menester.
En este tiempo dio el reloj la una, después de mediodía, y llegamos a una casa, ante la cual mi amo se paró, y yo con él, y, derribando el cabo de la capa sobre el lado izquierdo, sacó una llave de la manga y abrió su puerta y entramos en casa. La cual tenía la entrada obscura y lóbrega de tal manera, que paresce que ponía temor de los que en ella entraban, aunque dentro della estaba un patio pequeño y razonables cámaras…”.

Este fragmento del Lazarillo de Tormes —que quizás te habrá costado leer por estar en castellano antiguo— resulta interesante para analizar el tema que nos ocupa ya que se muestra un paso del tiempo objetivo. La trama avanza en línea recta —sin saltos hacia el pasado o hacia el futuro— para que el lector vea y sienta también lo que sufre el personaje. Por su condición humilde el narrador protagonista, Lázaro, busca la protección de un amo que le asegure el sustento y cuando lo encuentra ansía que llegue el momento de comer, pero este siempre se retrasa; está pasando tal hambre que cuenta hasta los minutos y no ve la hora de llevarse un currusco de pan a la boca. De ahí que se ponga de relieve el paso del tiempo mediante la narración de hechos en orden cronológico, lineal: “…hasta que dio las once.”, “…dio el reloj la una…”, “… ya casi las dos…”.

Ejemplo 2

“[…] El día era magnífico y nadie hubiera podido imaginar la tragedia que se avecinaba.
Al superar una rasante, el enorme morro de un camión de gran tonelaje se instaló ante la vista de Pilar, como un monstruo que congelase con su aliento la escena. A partir de ahí los recuerdos de Pilar se hicieron lentos y blandos, como en un reloj daliniano, goteando los segundos con tal lentitud que cada imagen se paraba en su cerebro y permanecía fija en él hasta que, mucho después, era reemplazada por la siguiente, igual que en una secuencia de dibujos animados en la que su creador hubiese pasado los fotogramas a un ritmo deliberadamente mucho menor. La capacidad de reacción de Pilar pasó de cero a infinito. Pero la duración de tal paso fue infinita también, aunque en el tiempo rígido y real fuese de pocos instantes.
Los segundos lentos le hicieron ver cómo el capó se encogía, formando una ola atronadora en la chapa; cómo entraban los faros a través del parabrisas, mientras los cristales convertidos en miríadas de pequeños brillantes se desparramaban en una onda que abarcaba los cuatro puntos cardinales; cómo Cristina, a su lado, abría la boca más y más, mientras un horrible grito se introducía como un taladro retardado en su cerebro. Y vio volar la sangre hacia ella formando gotas que tardaban en llegar a su destino, pero que por fin le alcanzaron tiñéndole el rostro de rojo. Su boca se abrió también; sin embargo, la orden de gritar no llegó a salir de su cerebro, porque por fin entró, tras el impacto de todo lo sucedido, la señal de alarma, y la respuesta de defensa salió recorriendo el circuito de neuronas a una velocidad inimaginable.
Pilar reaccionó entonces, toda manchada con la sangre de Cristina; quiso hacerse con el volante, pero, en el lugar donde debía estar éste, sus manos sólo encontraron el vacío”.

En este segundo ejemplo de un texto perteneciente a una alumna nuestra de un taller de escritura, Teresa Maset, lo primero que llama la atención es el tiempo narrativo porque es como si se parara. El narrador omnisciente comienza a hablarnos del accidente que tuvo la protagonista, pero lo hace de una forma subjetiva, como no puede ser de otra manera después de una experiencia como esa. En el segundo párrafo se nos muestra esa sensación de parada del tiempo que siente el personaje en el momento en que el coche colisiona con un camión. Pero no es suficiente con explicarla, por eso en el tercer párrafo describe de forma minuciosa la acción con el objetivo de desacelerar el tiempo y que, a su vez, esa parada la experimente también el lector.

La plasmación de un tiempo lineal como en el ejemplo anterior no sería correcto porque en la vida real este hecho dura unos segundos, así que no tendría sentido alargarlo. Por último, destacamos esa fantástica imagen del “reloj daliniano” para ejemplificar la parada temporal.

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