Wisława Szymborska. Cómo llegar a ser escritor

Categoría (Consejos para escritores, General) por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz el 15-10-2018

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La concesión del premio Nobel de literatura 1996 a la ensayista, traductora y, sobre todo, poeta polaca Wisława Szymborska (1923-2012) fue una sorpresa para todos, incluso para sus compatriotas. El jurado apuntó: “Su poesía, con una precisión irónica, permite que el contexto histórico y biológico se revele en fragmentos de la realidad humana”. En aquel entonces, su obra era prácticamente desconocida en España. El año pasado, la revista Turia le dedicó un monográfico a los cinco años de su muerte.

Aunque reacia a hablar de su poseía, en los años 60, hizo numerosas recomendaciones literarias a los aspirantes que enviaban sus obras a la revista Vida Literaria. Teresa Wallas, catedrática de literatura polaca y gran amiga de Szymborska, se encargó de recopilar esos textos que se publicaron en el año 2000 en Polonia y que hemos podido conocer aquí gracias al blog “Correo Literario” de Nórdica Libros y que Carmina Anisa ha reproducido en la revista electrónica Tendencias21:

Primera regla. Conocer las herramientas

En más de una ocasión, las respuestas de la escritora se refieren a la presentación de los escritos, la letra ilegible, los tachones; descuidos que no auguran nada bueno y que invitan, simplemente, a no leer. Son muy divertidas las referencias a las faltas de ortografía: “Es fundamental cambiar de bolígrafo. El que usted usa comete muchas faltas. Seguro que es extranjero”.

Acerca del desconocimiento de la gramática, prescribe a un futuro escritor: “Así que le recomendamos la gramática de la lengua polaca tres veces al día después de desayuno, comida y cena”.

Segunda regla. Utilizar las herramientas de manera adecuada

Podemos dominar bien las herramientas, pero eso no quiere decir que lleguemos a crear literatura. Ni siquiera el uso del lenguaje que consideramos más literario nos garantiza nada. Al contrario, pues los “poetas primerizos”: “Temen la más sencilla de las frases e intentan enmarañarla y complicarse la vida ellos mismos y complicársela a los demás”.

Abundan en el Correo literario las respuestas a aspirantes a escritores que envían poemas trasnochados, cursis, de desesperación amorosa o de canto a la primavera. Algunos utilizan una rima machacona a costa de buscar palabras imposibles; otros confunden el verso libre con escribir frases en distintos renglones. En una ocasión responde:

La poesía (independientemente de las consideraciones que podamos hacer sobre ella) es, ha sido y será siempre un juego, y no existe un juego sin reglas. Es algo que los niños saben perfectamente. ¿Por qué lo olvidan los adultos?

Más de una vez, la poeta aconseja que se siga escribiendo y leyendo, pero que se procure conseguir otro “oficio de provecho, al margen de la protección de las musas. Según tenemos noticia, son unas histéricas y las histéricas no son de fiar”.

Tercera regla. El talento como escritor o lector

El talento literario “no es un fenómeno de masas” y “la falta de talento literario no es ninguna deshonra”. Cuando en un correo le preguntan que cómo se llega a ser escritor, responde:

La pregunta que nos hace usted es muy delicada. Es como cuando un niño le pregunta a su madre cómo se hacen los niños y la madre le dice que se lo explicará más tarde, que está muy ocupada, y el niño empieza a insistir: “Entonces explícame, aunque solo sea cómo se hace la cabeza: pues bien, hay que tener algo de talento”

En otra ocasión, un lector le escribe: “O me dan cierta esperanza –por mínima que sea– de ser publicado, o si no, al menos, consuélenme”. Y lo consuela, claro: “Le espera a usted una vida fantástica, una vida de lector, y de lector de los mejores, de lector desinteresado; la vida de un amante de la literatura, un amante que será siempre el miembro más fuerte de la pareja, es decir, no el que tiene que conquistar, sino el conquistado”.

Wisława Szymborska pretendía sobre todo no crear falsas expectativas, que aquellas personas a los que dirigía sus respuestas “anónimas”, pusieran los pies en la tierra: Persiste todavía la romántica idea de que ser poeta es el mayor de los honores y un gran prestigio. En realidad, el mayor honor y el mayor prestigio es hacer de forma intachable lo que uno sabe hacer.

Fuera de toda regla. Esa feliz casualidad

“Quiere usted ser poeta, pero no se fija en las cosas”, le dice a un aspirante a escritor. Porque además del talento hay algo fundamental que convierte a una persona en poeta. Un escritor se forma en su interior, en el corazón y en la cabeza: gracias a una innata (lo subrayamos, innata) predisposición a abstraerse, a vivir de forma emocional las cosas más pequeñas, a asombrarse incluso ante aquello que a los demás les parece normal.

Y quien tiene talento sabe que la inspiración no es suficiente, que deberá trabajar horas y horas hasta conseguir “perfeccionar los dictados del espíritu”. Entonces las palabras se unirán como si llevaran “siglos esperando encontrarse para construir un único todo indisoluble”. En una de las respuestas Wisława Szymborska nos desvela su idea de la poesía:

(La poesía) es una celebración, no se da todos los días, sino sólo muy de vez en cuando, es el fruto de un estado excepcional, una feliz casualidad. Ni siquiera los poetas con un gran bagaje literario están “habituados” a escribir poemas. A no ser que ya no sean poetas.

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