El corrector de textos en el punto de mira
Categoría (El mundo del libro, El oficio de escribir, General) por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz el 26-03-2017
Tags : censor-de-antaño, correctores-hacen-mejores-escritores, lector-de-sensibilidades, Verificador-de-hechos
Con este artículo queremos ensalzar ese oficio histórico que surgió con la aparición de la imprenta y para el que hacen falta una gran concentración y muchos conocimientos generales y que ―a la vista de los errores que, diariamente, aparecen en las ediciones tanto de prensa como de libros― está en horas bajas: el corrector de textos.
Vamos a comenzar por traer a colación una de las premisas que se lanzaron en el X Seminario internacional de lengua y periodismo: Los correctores hacen mejores escritores y periodistas. Según lo vemos nosotros, un texto bien escrito es la mejor tarjeta de presentación tanto para un particular como para el más laureado de los literatos.
El 27 de octubre se celebra su día, el Día Internacional de la Corrección o Día del Corrector de Textos. Fue instaurado en el año 2006 por la Fundación Litterae de Argentina y se puso en honor al pensador y humanista Erasmo de Rotterdam por coincidir con su natalicio. Desde entonces hemos visto cómo este oficio ha ido evolucionando o, mejor dicho, se ha especializado en función de su objetivo: corrector de estilo, verificador de hechos y lector de sensibilidad, que está haciendo fortuna últimamente.
Vamos a concretar mejor su función. Tendemos a pensar que un corrector solo debe corregir los errores ortográficos y gramaticales, pero nos equivocamos. Lo que, a continuación, mostramos no es más que un resumen de su arduo trabajo:
- Revisar el contenido, ese que logra hacer que el texto sea comprensible y no contenga pasajes de difícil interpretación.
- Fijarse en que las relaciones entre las distintas partes del texto reflejen la buena conexión de las ideas que, con anterioridad, estaban en la mente del autor.
- Adecuar el contenido a la situación comunicativa, evitando, por ejemplo, los coloquialismos excesivos en un texto formal y los términos cultos en una situación informal.
- Facilitar la lectura a través de la claridad y el orden, guiándole al lector a través de las recapitulaciones, resúmenes…
- Buscar el equilibrio de los párrafos para que no se excedan en sus dimensiones.
- Cuidar el aspecto formal del texto, con el fin de no dar la impresión de dejadez.
- Controlar los recursos retóricos o efectistas (la metáfora, la ironía). Así su utilización tendrá un fin claro y comprensible.
- Velar por la buena presentación, los márgenes, y por los criterios de utilización de mayúsculas, comillas, citas, palabras extranjeras, expresiones gastadas…
- Fijarse en que el estilo sea correcto, claro, natural.
- Y, también, analizar con lupa la sintaxis.
Después de esta extensa lista de tareas, ¿todavía alguien piensa que su figura no es imprescindible? O dicho de otra manera ¿hay algún escritor que sea capaz de rechazar un ayudante tan eficaz? La respuesta es que sí, a la vista de todas las erratas que constantemente leemos en la prensa y en muchas publicaciones. Algún avispado puede venir con la milonga de que hoy en día los correctores informáticos son de gran ayuda. Cierto, pero también plantean nuevos problemas como, por ejemplo, el hecho de que no discriminan categorías gramaticales, ya que corrigen sistemáticamente siguiendo un criterio por defecto, lo que hace que cometan, con mucha frecuencia, varios errores.
Para aceptar la necesidad de esa figura, el autor tiene que hacer un ejercicio de humildad y darse cuenta de que uno mismo es el peor corrector de su propio texto y de que se necesita un ojo entrenado, imparcial y conocedor de los recursos para que el texto brille por su calidad.
Desde luego, lo que está claro es que, si esa figura existe hoy en día en las editoriales de cierta relevancia, se ha relajado. Pérez Reverte lo dice con cierta nostalgia: Ya no hay gente así en las redacciones. Ni corrector de estilo, ni viejos maestros con la clave del gran periodismo en los ojos cansado.
No queremos acabar este artículo sin hablar de la nueva versión de este corrector de estilo, el lector de sensibilidades, que parece ser una tendencia emergente en Estados Unidos. Alfonso Álamo nos da las claves: muchos autores se han encontrado con que sus libros han sido mal recibidos por la forma en la que, posiblemente de manera involuntaria, han tratado a personajes, tanto por su sexo como por su religión o raza. Para evitar esto, se ha creado una nueva figura dentro del panorama editorial, el lector de sensibilidad, quien se dedica a revisar el texto para evitar ofensas.
Tal como lo plantea, lo primero que se nos puede pasar por la cabeza es la imagen del censor de antaño. Desde luego, la línea divisoria entre ambos es muy fina. Cualquier escritor que esté redactando algo ahora mismo se lo pensará dos veces antes de utilizar determinada palabra por miedo a las avalanchas de opinión que lo puedan tachar de racista, machista o elitista. Esta situación puede generar diálogos grotescos como los que nos muestra, a través de su marcado sentido del humor, Quim Monzó, en su artículo El ojo que nos vigila. Pero también puede derivar en el esperpento, como le sucedió a Javier Marías quien recibió una asombrosa carta desde Holanda: El remitente me decía que el adjetivo “agradable” con que había calificado a Obama (supongo que contraponiéndolo al muy desagradable Trump) le parecía “despreciativo”, porque era mucho más que eso. Me eché a reír y me quedé perplejo. Sin duda Obama es más, pero ¿desde cuándo es despreciativo “agradable”?
La anécdota nos parece ilustrativa de la incómoda situación en la que se puede ver envuelto un escritor, y como nosotros, en este mismo instante, estamos en ella, vamos a quitarle hierro al asunto y aportar un poco de cordura. Decía Ramón Gómez de la Serna, ya en 1914: El temor a la errata es la única inmoralidad que puede cometer un escritor que escriba con libertad y libertinaje. Así que… ¡ojo a la errata y menos avalanchas!
Muy bueno su comentario Manu. Le agradezco su
envío y le mando cordiales saludos.
Kalóniko
¡Excelente¡ Es una labor que me apasiona, pero cada vez que la practico, me deja el sinsabor de saber que, por más que le explique al redactor que tome en cuenta las razones de cada una de las correcciones, la próxima vez incurrirá en las mismas fallas, pues lo que le importa es que le revisen el trabajo ) por no decir que se lo hagan, sin ánimo (y sin capacidad muchas veces) de aprender a enmendar el texto por sí mismo. Razón tienen ustedes al se{alar que el peor corrector de textos es el propio autor. Felicitaciones por este blog. Inmediatamente voy a suscribirme. Comparto su amor por la corrección en el idioma. Soy periodista jubilado.Hasta ahora he sido corrector ad honorem, pero me gustaría prestar mis servicios para alguna institución o empresa : ¿Podrían regalarme alguna sugerencia o recomendación al respecto? Desde Caracas, Venezuela, saludos y de antemano muchas gracias.
Muchas gracias por este artículo y estamos de acuerdo, porque llega el momento en que el escritor se cansa demasiado y no ve los errores que tiene su obra, o en otros casos, su obra le parece tan hermosa que no es capaz de ver los «gazapos» que la pueden dañar.
Manu, muchas gracias, todos tus artículos son excelentes.
Buen Día
Es cierto, es muy necesario un corrector distinto del autor. Puede ver lo que el otro no se da cuenta por el enfrascamiento en tramas, datos, sentido, estilo, etc. Saludos
Como siempre, amigo Manu, interesante y ameno
Buen día. Le encuentro toda la razón. Ya quisiera yo que otra persona corrigiera mis textos. El problema es que no hay recursos para ello.
Saludos!
Totalmente de acuerdo. Terminé un libro y aún estoy haciendo correcciones cada vez que lo releo. Estoy convencida de la importancia del corrector, ese será mi próximo paso cuando yo esté convencida que está listo.
Gracias por su orientación. Cordial saludo.
Pobres de nosotros,los escritores que no somos»famosos» ni tenemos a una gran editorial detrás que nos respalde; en ese caso, entramos en el nutrido grupo de escritores con obras de tiradas cortas y ventas escasas, que apenas nos da para pagar la tinta y el papel que utilizamos, y poco más. A pesar de esto, todo el mundo quiere sacarnos un poco de dinerito: los correctores ortográficos, los de estilo, y hasta las propias editoriales. Ahora llegan también los «lectores de sensibilidad», por si algo nos quedara en el bolsillo. En el loco mundillo literario, todos ganan algo, menos los pobres escritores que, por lo que parece, son lo menos importante de este entramado; los demás (ya citados) son imprescindibles para que una obra sea digna y buena !!!. No somos idiotas, y sabemos que no es el mejor sistema corregir nuestras propias obras, pero no podemos hacer ricos a tantos intermediarios cuando nuestros derechos de autor no pasan de la miseria misma.
Buen negocio tienen montado todos… menos el que crea y escribe la obra. Una pura y lamentable realidad.
Interesante y cierto.
Con el corrector de texto o corrector de estilo, ocurre algo semejante al sobrecargo de aviación, de quien la mayoría de los pasajeros supone que su única función es la de servir bocadillos y bebidas, cuando en realidad ha sido entrenado en múltiples disciplinas y sin una tripulación completa el avión sencillamente no podría despegar.
Pues bien: el corrector de textos es imprescindible si lo que se pretende es la edición de una obra de calidad en todos sentidos.
Aunque en esencia concuerde con lo que se argulle en el articulo. Creo que utiliza las ecuaciones equivocadas y con ello el resultado es errado
En este universo globalizado al que llegamos ha ocurrido una hecatombe. Ya no es tan necesaria la calidad de la prosa o la logica de los argumentos porque las cualidades de los objetos no penetran tanto nuestro intelecto como lo hace la propanda y los hechos ahora llamados alternativos que no son otra cosa que la nueva acepcion del concepto mentira.
Haganse la pregunta siguiente: porque se venden tanto por ejemplo las bebidas con apellido Cola ya una, ya la otra si no son buenas para la salud, engordan, enferman los rinones y edemas son caras. La respuesta es simple no vende calidad no vende excelencia pero Saben verderse. Hoy dia hasta una mierda bien empaquetada, sublime en su aspecto.,’perjudicial para el que la compre se vendera como pan caliente con tal de que tenga la propaganda y promocion adecuada de sus cualidades «alternativas»
. Po lon tanto concluyo y aconsejo que no te ocupes tanto de correccion en las comas, puntos, trama, narrativa,estilo, etc etc sino en localizar la mejor agencia de publicidad que sea capaz de transformar un texto en algo cualitativamente inmeritorio pero exitosamente vendible. No soy derrotista, solo globalista.
Rafael Moreno
Ni el autor más experimentado, ni el más auto suficiente puede permitirse la ausencia de un corrector de su confianza, además
de hacer una revisión final de lo corregido. En cuanto al corrector informático, convendrá saber que justamente ahí pueden aflorar sorpresas muy ingratas y de las erratas nadie está a salvo… ni el mismísimo Pablo Neruda, que alguna vez las calificó como «caries de los renglones que duelen a profundidad.
En un libro de sus poemas impreso en Cuba, encontró que donde él había escrito «el agua verde del idioma» decía «el agua verde del idiota»; en lugar de «Yo siento un fuego atroz que me devora» el impresor puso «Yo siento un fuego atrás que me devora». Y peor aún: Neruda escribió «besos, lecho y pan», pero en el libro apareció «besos, leche y pan». Resultado: autor e impresor, de común acuerdo, pusieron la obra en una lancha y sepultaron los ejemplares bajo las aguas de la bahía de La Habana
Muy buenas reflexiones.
Quisiera comentar que, a pesar de que muchos escritores rechazan la idea de ser corregidos, tal vez por un impulso de vanidad, hay otros que aprenden de mis correcciones y cada vez necesitan menos asistencia.
Hay casos en los cuales el escritor no tiene los medios para contratar un corrector y deja la tarea a la editorial. Debe haber buenos correctores en estas empresas, aunque también he visto casos desastrosos.
Muchas gracias por sus artículos, continúen para deleite de todos nosotros.
Libertad , no libertinaje.
Gómez de la Serna ya lo dijo todo. Las editoriales deben tener correctores de estilo, pero de ninguna manera esa conveniencia puede coartar la libertad del escritor. Lo único perfecto es la nada.
Buenas tardes. Quiero preguntar…si se elabora un programa de evento…y se señala nombres y comunidades…es un error destacar dichos nombres en negro y subrayar los mismos?
Atentamente: Alicia García.
Muy buena la nota. Me siento muy identificada. Me ha ocurrido que un gran profesor de la Academia de Letras ha recibido con humildad mis sugerencias. Y un principiante, se enojó porque no aceptaba cambiar ni una coma de su texto. Cuánta psicología debemos emplear para acomodar nuestras palabras de acuerdo al receptor. Gracias por la publicación.
Lo que, a continuación, mostramos no es más que un resumen de su arduo trabajo:
¿No quedaría mejor?: Lo que a continuación mostramos, no es más, que un resumen de su arduo trabajo:
Gracias por el artículo, me ha puesto a meditar en cómo escribir de ahora en adelante. Prometo ser todo lo humilde posible…
Saludos,
Alejandro Franco
Hace unos años una lingüista que hacía labores de correctora trabajó en uno de mis escritos. El resultado fue catastrófico. El texto fue publicado en libro y yo quedé con el deseo incumplido de desaparecer, no en la bahía de La Habana sino en La Antártida, aquellos ejemplares. ¿Quién corrige a los correctores?
Abrazos desde El Salvador.
Excelente reflexión y muy adecuada para quienes dirigimos publicaciones y escribimos libros. Gracias por compartir la nota.
El artículo es bueno, pero no excelente, este adjetivo lo hemos de reservar para cuestiones de extrema aportación al saber. Lo que comentas es lo que todos los autores que escribimos novelas sabemos: el peor corrector es el autor, porque por muchos repasos que le demos a nuestros textos no somos capaces de ser críticos y eficaces analistas de la sintaxis. La más eficaz de las fórmulas correctoras de un novela es que tres personas distintas la lean. Por ello, las autopublicaciones son porquerías,. Únicamente las editoriales con equipos de correctores como Planeta, pueden dejarte una novelas impoluta. Y esto so se puede conseguir si no entras en su cuadro a través de un agente literario como Balcells. Amigo novel pierde toda esperana, compra mi libro «Secretos para escribir novelas y relatos».
Muy buen artículo Manu.
Leo vuestros textos.. para mi ejercicio de escritor son valiosos. tal como lo expresó María zambrano:
María Zambrano en su texto: “por qué se escribe”, dice: Escribir es defender la soledad en que se está; es una acción que sólo brota desde un aislamiento efectivo, pero desde un aislamiento comunicable, en que precisamente por la lejanía de toda cosa concreta se hace posible un descubrimiento de relaciones entre ellas. Pero es una soledad que necesita ser defendida, que es lo mismo que necesitar de una justificación. El escritor defiende su soledad, mostrando lo que en ella y únicamente en ella se encuentra. Habiendo un hablar, ¿por qué el escribir? Pero lo inmediato, lo que brota de nuestra espontaneidad, es algo de lo que íntegramente no nos hacemos responsables, porque no brota de la totalidad íntegra de nuestra persona. ZAMBRANO, M. Por qué se escribe. Revista de occidente, tomo XLIV, p. 318, Madrid, 1934.
Excelente, así es, todos necesitamos verificación y corrección.
Me resulta edificante este artículo, pues hago el delicado trabajo de corrector, que al menos en mi país (Rep. Dominicana) reporta pobre remuneración y -peor aun- muchos creen que ese trabajo se hace gratis.
No obstante compartir el criterio de que el escritor es el peor corrector de sus textos, tengo una observación: el autor debe ser el primero en corregir todo escrito. Debe corregir y luego darlo al corrector, quizá convencido de que tiene pocos errores.
Una pregunta, si fuera a reproducir ese artículo en un diario local ¿con qué nombre ir firmado?
En el orden de cuánto dinero está hoy la corrección de un libro de 160 páginas?
Perfecto e indispensable!, Sería estupendo que todos se expresaran de forma que su comprensión fuera muy fácil.
Muy interesantes las sugerencias para mejorar la calidad de la redacción de textos. Importante tanto para el que escribe como para el que lee.
Han sido tantas las horas y tantos los años de mi vida que he dedicado a la corrección de textos y a la corrección de estilo que no puedo estar más de acuerdo con las legítimas reivindicaciones y con los planteamientos y conceptos vertidos en este artículo, que comparto y aplaudo desde la atalaya de mi jubilación. ¡Vivan los CORRECTORES DE TEXTOS y los CORRECTORES DE ESTILO! (con mayúsculas o, tipográficamente, con versales).
Saludos en su día.
No sería nada sin mi querido revisor y corrector.
Acerca del oficio de corrector de textos, les comparto este artículo, para textos académicos:
https://emiliorestrepo.blogspot.com.co/2012/03/errores-comunes-en-la-elaboracion-de.html
hola desde Venezuela, quiero decirles que muchas gracias por estos buenos consejos. me gusta mucho este mundo del literario. tengo muchas cosa en mente que quiero realizar y esto me ayudara mucho… me encantaría que me enviaran mas como esto.
Mi excusa en la primera publicación fue: hobby, darle gusto al ego, cuando me llegó el libro de prueba, siendo sincero me espante de ver tantos » horrores» de ortografía y luego un escalofrío al escuchar los precios de corrección que amablemente me ofrecieran. Intenté corregirla yo mismo y aún a cinco años de aquel día sigo encontrando fallas… Voy para tres publicaciones con Palibrio a seguir intentando
Muy buena la nota , creo que es de mucha utilidad y ayuda
Gracias
Pues sí. Y eso incluye a los escritores correctores. Tu atención pasa por alto sobre los detalles de lo conocido y hace que no repares en algunas cosas que estás dando por buenas o revisadas.