La industrial editorial a debate
Categoría (El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 24-08-2014
Tags : atomizacion-industria-editorial, editor-transmedia-multiplataforma, librerías-por-habitante, motivos-declive-editorial, pagar-autores-consagrados, proximidad-escritor-lector, Transformación-mercado-editorial
El último informe “Global Trends Publishing 2014”, publicado por el “Frankfurt Book Fair Business Club” presenta la situación del mercado internacional del libro y la profunda transformación que está experimentando el sector editorial, debido a la irrupción del libro digital, a la entrada en el mercado de nuevos protagonistas como Amazon, Apple y Google, y a la globalización de una industria que tradicionalmente ha sido conservadora y cerrada a los límites de sus fronteras.
Seis países poseen el 61% del mercado mundial. El primero es Estados Unidos (26%), seguido de China (12%), Alemania (8%), Japón (7%), Francia (4%) y Reino Unido (3%). Pero algo está cambiando, ya que la demanda sigue creciendo en muchas de las economías emergentes, mientras que se ha estancado o se ha contraído en los países industrializados. Así por ejemplo, China ha alcanzado el segundo puesto en el ranking —que, durante décadas, se han disputado Alemania y Japón—, aunque muy lejos todavía en el consumo per cápita.
El cuadro siguiente es muy pedagógico. El eje de abscisas representa el importe medio que cada persona de un país gasta cada año en libros; y el eje de ordenadas, el número de títulos nuevos o reimpresos que se publican anualmente en cada país por cada millón de habitantes. La primera conclusión es que el mercado del libro está concentrado en un pequeño número de países que poseen cultura europea o anglosajona, además de Japón y Corea.
Llama la atención el segundo lugar que ocupa España en el número de títulos publicados. Ello, en parte, es debido a las exportaciones que realiza a Latinoamérica, al abrigo de la misma lengua, lo mismo que el Reino Unido, a todos los países de habla inglesa. Su posición en el consumo per cápita se sitúa en un discreto término medio, similar al de Japón, algo más bajo que Francia y por encima de Italia.
Otro dato que nos debería de sorprender es la posición de Estados Unidos. Cada norteamericano gasta una media de 90 euros al año en comprar libros, mientras que cada español gasta sólo 60, y eso a pesar de que, seguramente, allí el precio unitario sea inferior. Si este índice revela el nivel cultural de un pueblo, igual tendríamos que revisar algunos conceptos.
En general, el mercado del libro ha tenido un comportamiento adverso en 2013, igual que en los cinco años precedentes, aunque los resultados varían notablemente de un país a otro. En los más ricos, los crecimientos han sido negativos, pero con descensos moderados. En Inglaterra las ventas bajaron un 2% en total y un 5% el libro impreso, mientras que en Estados Unidos, un 1% y un 2,3%, respectivamente. Las pérdidas más importantes se han producido en los países mediterráneos, en consonancia con la recesión de sus economías.
En España, la caída fue del 9,7%, según el informe que publicó en julio la Federación de Gremios de Editores de España. La prensa, en general, ha recibido el informe con indulgencia, asumiendo el diagnóstico del presidente de la patronal, Xabier Mallafré —que también es managing director del grupo Planeta—, que atribuye la debilidad a una serie de factores externos, pero no a su negligencia: La crisis, la piratería, la competencia desleal, la fiscalidad, legislación insuficiente para proteger los derechos de autor, la inversión pública, las ayudas al libro de texto… ¡Qué fácil es echarle la culpa al vecino!
La industria editorial tuvo su momento dorado a finales del siglo pasado. Tras una década creativa en los setenta, alcanzó su máximo esplendor en los ochenta, para luego salir en busca de un espacio en el mercado hispanoamericano, hasta que se inicia la decadencia en el año 2008. Cuarenta años de bonanza, de trabajo bien hecho, con perspectiva de futuro, con el ánimo crecido para emprender nuevas aventuras, a pesar de las tres o cuatro crisis que tuvieron que superar en el camino.
Pero esa ilusión se ha desvanecido. Ahora todo son lamentos, voces de impotencia, salvo para pedir la ayuda de la administración, como siempre ocurre en este país, cuando las cosas empiezan a ir mal. El informe destila un talante derrotista impropio de un sector que siempre ha sido dinámico e innovador, sin aliento para proponer soluciones, sólo advertir al personal de lo que está a punto de venir. Un cambio de actitud que algunos atribuyen al cambio generacional, pero que más parece consecuencia de un diagnóstico incorrecto, infectado por ciertos tópicos que, a fuerza de repetirse, terminan por contagiar la mente de las cabezas pensantes.
Es cierto que la crisis existe, pero algún día terminará; es cierto que hay leyes mejorables; es cierto que el Estado ha recortado sus presupuestos en detrimento de la cultura, un acervo que aporta abundante contenido para generar identidad. Pero ésos no son los motivos que han provocado la recesión, como pretende demostrar el informe; o al menos, no las más importantes.
Tampoco lo es la competencia del libro digital. Salvo en Estados Unidos y Reino Unido, en que el e-book posee una cuota de mercado del 30 y del 15% respectivamente, en el resto de países no llega al 5%, aunque posee atributos para crecer, pero despacio, lo que debería servir a los agentes para posicionarse y, sobre todo, acabar con la piratería. Los lectores hispanoparlantes se pueden descargar sin ningún control hasta 200.0000 títulos en español, una verdadera lacra que los legisladores han de combatir.
Las causas que más han contribuído a provocar esta mutación son básicamente dos:
1.- Las tiendas online. El libro es un producto idóneo para ser vendido en Internet. Posee todos los atributos para triunfar en la red: nivel de precio medio-bajo, poco peso para el transporte, fácil de identificar y, sobre todo, la posibilidad de leer una selección de treinta o cuarenta páginas que los portales ofrecen gratis, con el fin de juzgar si lo que vas a comprar se ajusta o no a tus aficiones. Por eso, han proliferado las tiendas online, además de las ya conocidas, como Amazon, Apple y Google.
Por otra parte, la distribución se simplifica, desaparecen los intermediarios y el autor es capaz de llegar directamente al usuario. Así los precios pueden disminuir, los beneficios aumentar, o las dos cosas al mismo tiempo. Paralelamente, la autoedición se ha incrementado de manera espectacular, ya que el escritor ha percibido las ventajas del nuevo modelo, con lo cual, el papel del editor empieza a difuminarse. Es posible que, a medio plazo, sólo sobrevivan los grandes, aquellos que sean capaces de conservar —y pagar bien— a los autores consagrados.
Y lo mismo ocurre con las librerías; sólo quedarán las de barrio, con una gama variopinta de artículos, y las grandes, probablemente, asociadas a cadenas de distribución. Según el informe elaborado en 2013 por CEGAL (Confederación Española de Gremios y Asociaciones de libreros), en el periodo 2008-2012 se han cerrado el 21,5% de las librerías. En un lustro, las ventas han caído un 40% y el empleo se reducido un 30%. Y las estimaciones sobre lo que está ocurriendo desde entonces no son mejores. Es verdad que España es el país europeo que más librerías tiene, muy por delante de Alemania y de Francia, y el segundo per cápita, detrás de Chipre. La atomización propicia la debilidad y conduce al precipicio.
Es una revolución que afecta, no sólo al mundo del libro, sino a la sociedad de consumo en general. Poco a poco, el personal se ha acostumbrado a comprar online muchos productos que antes compraba en la tienda, una vez superado el temor a ofrecer la tarjeta de crédito para el pago en la red. Si esta tendencia se mantiene, buena parte de las tiendas que hoy ocupan lugares privilegiados en las calles más céntricas de las ciudades podrían desaparecer, lo que modificaría el panorama urbano para adquirir una fisonomía impredecible.
2.- La globalización de la economía. Uno de los males que aqueja a la economía española es la reducida dimensión de sus empresas y la falta de grupos industriales con volumen de facturación suficiente para acometer la internacionalización de su actividad. Con el tamaño, se obtienen economías de escala que reducen los costes de producción, lo que posibilita aumentar cuota de mercado, generar recursos financieros para instalar sucursales en el extranjero y adquirir solidez económica para acceder al crédito, todo ello con el fin de asegurar la viabilidad del negocio.
El sector editorial no es ajeno a esta imperfección. El número de editores que hay en España es elevado, su ámbito de actuación es localizado, muy pocos están presentes en el mercado latinoamericano, y mucho menos en países de habla no hispana. Si no se alcanza una determinada masa crítica, es imposible emprender actuaciones de envergadura para seguir creciendo y consolidar así la empresa.
Por el contrario, las compañías anglosajonas han hecho bien sus deberes. Han limpiado su patio digital y han crecido hasta alcanzar ese tamaño que permite cruzar la frontera y acceder a mercados e idiomas que antes les estaban vedados. En la lista de las 56 editoriales más grandes del mundo que acaba de publicar la revista norteamericana Publishers Weekly, figuran diez (10) norteamericanas, ocho (8) alemanas, siete (7) francesas, siete japonesas (7), cinco británicas (5), cuatro (4) italianas y tan sólo dos (2) españolas: el grupo Planeta en el octavo puesto y el Grupo Santillana en el vigesimocuarto. Muy poco para el peso que todavía tiene la industria editorial española en el contexto internacional.
¿Cuál es la solución? Las recetas mágicas no existen, salvo en la cocina, pero tampoco hay que quedarse parados. El apocalipsis no es un escenario probable, si se toman medidas de largo alcance, ahora que todavía estamos a tiempo. Como decía Belén López, del grupo Planeta: «Nos planteamos el dilema entre el editor esencial, centrado en ofrecer buenos textos a los lectores/compradores que resten y el nuevo editor transmedia multiplataforma. Eso da miedo, pero también agudiza el reto. La dificultad de querer abarcar y apretar al tiempo nos está haciendo muy fuertes a quienes seguimos peleando por continuar en este mundo hasta nuestra jubilación».
Y si algo se le puede pedir a la Administración es que tutele la concentración industrial, que apoye con subvenciones generosas la consorciación de pequeños editores y todas aquellas fusiones o adquisiciones orientadas a potenciar la dimensión de las firmas resultantes y hacerlas más competitivas, en lugar de repartir ayudas individuales que sólo van a servir para alargar la vida de quien está en fase terminal. Sería un dinero bien gastado.
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Creo que en la actualidas ya no hay variedad de libros y los escrihores esran perdiéndo originalidad en su forma de escribir j
El desconocimiento de la crisis económica a nivel mundial, ha hecho soñar a muchos escritores, como también defraudar a otros que sí la conocen. Dice el anterior informe que esto se solucionará, pero no lo creo. Cada día hay nuevos escritores y los que más sufren, son los escritores noveles, que para que nos lean, tenemos que fijar nuestra obra en las redes.
Hay algo, que no se nombra a lo largo de todo el artículo, y que está en la base de ese descenso de lectura: el sistema educativo. Y dentro de este sistema hay infinidad de problemas, que se podrían resumir en los siguientes apartados: los alumnos estudian para aprobar, aquello que ya reprochaba Séneca de que enseñamos para la escuela y no para la vida, y no para conocer a sus clásicos. Y segunda, el desánimo de los profesores ante todo cuanto está sucediendo: recortes, falta de material, desmotivación… No creo que valga la pena seguir. Tal vez ingenuamente pienso que si en la escuela se enseñara a leer, a disfrutar de los clásicos, de la música, de la pintura, otro gallo nos cantara. Pero ya saben cuál es la pregunta de estos últimos siglos: ¿Y eso para qué sirve? Y la pregunta ya es un signo manifiesto de incultura y de que no se han leído a Platón: ¿es útil la belleza? Y así podríamos seguid ad nauseam. Ahora bien, no se olvide que los políticos de turno en vez de aumentar el presupuesto y hacer pequeños auditorios en los institutos, levantan monumentales auditorios donde les place, auditorios que, sin llegar a estrenarse muchas veces, se caen a pedazos. Esa es otra realidad.
Creo que un aspecto a tener en cuenta es el préstamo de libros en las bibliotecas municipales, un servicio cultural muy interesante. No tengo datos pero supongo que será muy elevado el número de libros que los lectores toman en préstamo en esas bibliotecas. Ello reduce evidentemente las compras en librerías.
Un excelente analisis.
No así usted, querida Reyna, que conserva toda la originalidad de su forma de escribir intacta. También usted, Amparo, que escribe como los ángeles y puntúa como un académico.
Excelente analisis de «mercado». Me pareció que el producto era algo así como la Coca cola o el Marlboro que hay que venderlos y mantener cautivos a los «clientes» a como de lugar. ¿Nunca se preguntaron si la calidad de la escritura bajó? ¿Si los lectores nos hartamos de ser defraudados con mediocridades impresas, impuestas, premiadas y extra promocionadas por las editoriales? ¿O piensan las empresas del libro que estamos en un nuevo «Siglo de oro»?. Creo que inflaron demasiados globos que se pincharon pronto y mataron a la gallina de los huevos de oro. El cambio es irremediable, imposible de detenerlo. Mejor dedicarse a otra cosa. Si, soy muy pesimista.
Muy buen análisis de mercado y algunas conclusiones/suegerencias a escuchar, como lo referido al tamaño de las empresas.Si bien la concentración editorial suele perjudicar la diversidad en la oferta y el privilegio dado a «productos» en detrimento de las «obras», lo cierto es que la cooperativización de determinados servicios podría permitir la formación de grupos de editoriales medianas que obtendrían mayores niveles de rentabilidad, sin necesidad de reducir los niveles de riesgo imprescindibles al proceso literatura. Entre otras cosas se evitaría la repetición de modeles, esquemas, temáticas, etc. Una de las causas de la crisis es el exceso de títulos, pero de títulos inútiles porque no hacen más que repetir lo que ya otros publican. Pero no hay que caer en el error de la absolutización estadística que se nota en la propuesta del autor de revisar ciertos estereotipos sobre la cultura de los norteamericanos respecto a la de los españoles, basándose solo en el percápita gastado por libro. Si un norteamericano compra en un año 90 bestselleres o libros de autoayuda y otros símiles pragmáticos prescindibles, no será por eso más culto que un europeo que solo compró 60 libros, pero entre estos predominaba literatura sólidamente escrita, filósofos competentes y otros textos respetables.
Lamentablemente muchos hemos sido estafados por editoriales en este lugar ,tan austral del planeta , NADA ME SORPRENDE , hace unos meses publiqué en argenta editorial de argentina y todavía no puedo saber el destino de mis libros por los cuales pague para que se editaran (1000 copias ), recibí solo 100 en mi domicilio y estas acciones no tienen que ver con la cuestión económica ¡¡yo pague !!, no pedí subsidio ni ayuda de ninguna clase todo salió de mi propio peculio mmm…. María Cecilia
Lamentablemente nos toca vivir esa transformación.
Buen trabajo, gracias.
Juan Galán
Ay, Manu, si me vieras acá en una casa de campo en el medio de América Latina rodeada de libros amarillentos que he adorado y los que me ha costado tanto conseguir. Era casi un desafío deportivo: se me ocurría leer un título y lo rastreaba por carta por las librerías del Mundo hasta que lo encontraba, me lo hacía enviar, podía tomar años…el primer sitio que visitaba cuando viajaba eran las librerías, y con verdadero amor compraba siempre algún libro…ni qué hablar las ferias de libros de segunda mano y los más imposibles hallazgos. Cuando alguien se mudaba era un momento perfecto para hacerse de un buen libro: cada uno de los que me rodean tiene su historia de aparición en mi Biblioteca. Acá están arrumbados y juntando polvo e insectos.
Nunca he leído tanto como hoy, y nunca he gastado menos en libros. Voy a leer con la computadora a la cama y aún no sé qué libro voy a elegir, recorro la inmensa librería virtual de Amazon donde puedo – como bien dice el artículo – leer un muy buen trozo, y si lo compro, sea en versión kindle o audio lo tengo al instante, YA, para leerlo en mi computadora, sin siquiera esperar que me envíen la versión de papel. Pero lo mejor son los comentarios de todos los lectores anteriores y sus pareceres, eso sí que es enriquecedor.
Pero mis nuevos preferidos son los audiolibros! las Bibliotecas gratuitas son enormes, livrivox me lo baja al instante…No hay forma de que el libro de papel podría competir con eso, si hasta se ahorra papel para que no se nos caliente tan rápido el planeta, y se ahora petróleo porque no requiere flete, y se ahorra tiempo porque en el momento que se me ocurre el tema lo tengo ya, antes que nuestras peregrinas ideas migren de tema, que lo hacen más a menudo que antes. Mis manos ocupadas en alguna labor, que así sea manejar o lavar platos, coser o arreglar el jardín, todo es fantástico cuando una voz educada te lee el texto elegido, y tu usas tus manos en algo más creativo que «sostén y pasapáginas de libro».
Hablo con autoridad pues fui de las que decía con total convicción: «ah, no, nada se va a comparar a tener un libro, su olor, su presencia material en mis manos, el ruidito amable de la página que se pasa…» Más tarde me tuve que mudar al «..pues yo soy de las que aún prefieren la versión impresa» y ahora soy la más ferviente defensora del audiolibro.
A nadie le falta un teléfono, incluso a mis empleados de campo muy humildes de Paraguay, y yo les bajo los cuentos de Horacio Quiroga o Las Mil y una noches en sus memory cards, y toda la literatura que les va haciendo simpatizar con la lectura: es una revolución. Ellos no saben siquiera leer, pero escuchan y comentan lo que «leen», y su mente se ensancha.
Ojalá que los escritores sigan escribiendo y sobrevivan de alguna forma, porque yo cada vez disfruto más de la lectura, y de compartirla con la gente que de otra forma no hubiera tenido acceso a tantas ideas y vivencias.
No hay duda que la industria editorial se debatirá en crisis, pero quien antes se de cuenta y salte al próximo tren podrá seguir su romance con la literatura, que, felizmente, no pasa necesariamente a través del papel.
Abrazo!
Isabel
Excelente articulo. La risa es remedio de muchos males.(Lo digo por Fulgencio ) algunos comentarios revelan tal ingenuidad que me parece alarmante, Como un problemática tan compleja se realiza desde un reduccionismo. Negar la crisis editorial , globalizada y la hegemonía de ciertos países me deja tan preocupada como la proliferación de libros de auto ayuda. Muchas gracias.
Estupendo análisis, amigo. Gracias por presentárnoslo.
Abrazos
Un cordial saludo. Hay posibilidad de editar libro.Gracias.