La motivación del escritor

Categoría (General, Taller literario) por Manu de Ordoñana el 13-09-2012

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A menudo me encuentro con viejos compañeros a los que no he visto hace tiempo y, claro, después de intercambiar nuestros achaques, la conversación deriva hacia cómo llevamos mutuamente la jubilación. Cuando les cuento que, desde que me retiré de la vida laboral, me dedico a escribir, son muchos los que comentan lo mismo: ¡Cuánto me gustaría escribir a mí también! El problema es que me da pereza, no sé cómo empezar, me va a salir un churro… aunque, la verdad, siempre se me ha dado bien eso de escribir, reconocen poniendo cara de buenos.

Yo los animo siempre de la misma forma. Empieza por redactar cosas sencillas, cuentos cortos, de una página. Por ejemplo, coge el periódico por la mañana, elige un titular atractivo y léelo despacio. A continuación, siéntate ante tu ordenador y suponte que eres tú el reportero que tiene que dar la noticia. Escribe una página, bien reproduciendo lo que has leído previamente, bien modificando el suceso al dictado de tu imaginación.

Si eres versado en la lectura ─haber leído mucho es cuestión benéfica pero no indispensable─, te darás cuenta de las carencias de tu prosa, de la debilidad de tu lenguaje, y seguramente descubrirás tu inopia gramatical. No te preocupes, eso es lo normal, aquí nadie nace sabido.

Una solución es apuntarte a un taller de creación literaria, aportan unos cimientos suficientes como para empezar, luego tú tienes que hacerte el camino. Bajo mi experiencia ─antes de iniciarme yo participé en dos de ellos, uno de un año de duración y el otro de seis meses─, los presenciales son más enriquecedores. Si no tienes tiempo o no existen en tu localidad, puedes inscribirte en alguno por Internet, los hay a montones. Uno de ellos es el que organiza Fuentetaja Literaria ─prometo que no tengo comisión─, no lo conozco pero me han hablado bien de él: El único problema es que resulta un poquito caro.

Pero antes de meterte en semejante tinglado, reflexiona sobre las razones que te impelen hacia esta ocupación. Tienes que estar motivado, asumir que escribir un libro es la cosa más extraordinaria que puedes hacer en tu vida, pero también tener en cuenta la dificultad que encierra el proyecto, que el desánimo no te doblegue, aunque alguna vez te supere, que no se convierta en miedo.

Si dedicas cuatro o cinco horas al día, terminar una novela de 250-300 páginas te va a costar dos o tres años de tu vida. Piénsatelo antes, acéptalo desde el principio y luego no te desanimes. Ver tan lejos el final produce congoja, impotencia, ganas de mandar todo a la porra, sobre todo cuando la inspiración te abandona, y eso ocurre impepinablemente, incluso más veces de lo que uno quisiera. Cuando llegue ese momento, no te aflijas, reactiva tu ilusión, pon en marcha tus recursos para reavivar la llama.

Alguna vez, cuando te levantas de la mesa tras una larga jornada de trabajo y constatas que sólo has escrito una o dos páginas de valor ─alguna vez incluso ninguna─, te entrará la depresión y te preguntarás si realmente lo que estás haciendo sirve para algo, sobre todo al principio, hasta que has escrito el primer tercio. Recuerda que, cuando has superado las cien primeras páginas, el proceso es irreversible, casi seguro que culminas la obra.

Y para terminar, una recomendación: La mayoría de los escritores coinciden en afirmar lo importante que es practicar todos los días, siquiera media hora, algunos propugnan hacerlo en el mismo lugar y a la misma hora (en el momento del día en que estés más inspirado), para crear un clima de energía creadora. Te creas una obligación que se convierte en rutina, tu mente se acostumbra a pensar siempre en lo mismo y las ideas surgen con más facilidad. Has de tener disciplina y ser perseverante, no dediques tu atención a solucionar otros asuntos urgentes en detrimento de lo importante ─que es escribir tu libro─, si no quieres perder el hilo. No sabes lo que cuesta volver a empezar.

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