Narrador interno. Segunda persona
Categoría (General, Taller literario) por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz el 05-04-2023
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Estos dos fragmentos que siguen tienen en común la utilización de un narrador que interpela a un tú. Carlos fuentes, en Aura, y Adelaida García Morales, en El Sur, se sirven de ese tú para crear un diálogo en el que solo habla el yo.
Este narrador que se expresa en segunda persona va un poquito más allá que otros narradores porque parece buscar la complicidad del lector con la intención de hacerle vivir la vida del protagonista de la historia —sobre todo en el primer ejemplo—. Si optamos por este tipo de focalización, tenemos que asegurarnos de describir bien las escenas para que el lector se visualice dentro de ellas y además pensar bien en las reacciones que pueda tener para adaptarlas a sus emociones y pensamientos. Especialmente importante es la ambientación; un elemento de la narración muy exigente para el escritor.
Ejemplo 1
Lees ese anuncio: una oferta de esa naturaleza no se hace todos los días. Lees y relees el aviso. Parece dirigido a ti, a nadie más. Distraído, dejas que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de té que has estado bebiendo en este cafetín sucio y barato. Tú releerás. Se solicita historiador joven. Ordenado. Escrupuloso. Conocedor de la lengua francesa. Conocimiento perfecto, coloquial. Capaz de desempeñar labores de secretario. Juventud, conocimiento del francés, preferible si ha vivido en Francia algún tiempo.
Tres mil pesos mensuales, comida y recámara cómoda, asoleada, apropiada estudio. Solo falta tu nombre. Solo falta que las letras más negras y llamativas del aviso informen: Felipe Montero. Se solicita Felipe Montero, antiguo becario en la Sorbona, historiador cargado de datos inútiles, acostumbrado a exhumar papeles amarillentos, profesor auxiliar en escuelas particulares, novecientos pesos mensuales. Pero si leyeras eso, sospecharías, lo tomarías a broma. Donceles 815. Acuda en persona. No hay teléfono.
Recoges tu portafolio y dejas la propina. Piensas que otro historiador joven, en condiciones semejantes a las tuyas, ya ha leído ese mismo aviso, tornado la delantera, ocupado el puesto. Tratas de olvidar mientras caminas a la esquina. Esperas el autobús, enciendes un cigarrillo, repites en silencio las fechas que debes memorizar para que esos niños amodorrados te respeten. Tienes que prepararte. El autobús se acerca y tú estás observando las puntas de tus zapatos negros. Tienes que prepararte. Metes la mano en el bolsillo, juegas con las monedas de cobre, por fin escoges treinta centavos, los aprietas con el puño y alargas el brazo para tomar firmemente el barrote de fierro del camión que nunca se detiene, saltar, abrirte paso, pagar los treinta centavos, acomodarte difícilmente entre los pasajeros apretujados que viajan de pie, apoyar tu mano derecha en el pasamanos, apretar el portafolio contra el costado y colocar distraídamente la mano izquierda sobre la bolsa trasera del pantalón, donde guardas los billetes.
Aura, Carlos Fuentes
Aura es una breve novela fantástica de corte gótico que nos presenta una historia oscura protagonizada por dos personajes, un tanto extraños (Aura y Consuelo), y un tercero (Felipe Montero) que se encuentra en medio de los dos. El espacio en el que sucede la acción es una casona espectral, casi sobrenatural, llena de sombras y de silencios, donde parece que la vida se ha estancado. A esta casa llega Felipe para trabajar después de haber leído en el periódico un anuncio. Nada más llegar, ya comienza a tener sentimientos e impresiones raras.
En cualquier historia de carácter fantástico como esta, el narrador habla por lo general en primera persona, porque la duda como base de la trama es la característica más importante de ese tipo de historias. Pero aquí utiliza un “tú” que aporta un extra: consiste en esa identificación del lector con el protagonista que hemos mencionado antes. Nada más empezar a leer no podemos evitar preguntarnos quién habla a quién. Todos los elementos fantásticos, todo lo “irreal” de esta nouvelle está tan bien integrado y mezclado, con una riqueza connotativa de tal naturaleza, que el mismo lector se ve impelido a participar en el desenlace final.
Ejemplo 2
Mañana en cuanto amanezca, iré a visitar tu tumba, papá. Me han dicho que la hierba crece salvaje entre sus grietas y que jamás lucen flores frescas sobre ella. Nadie te visita. Mamá se marchó a tu tierra y tú no tenías amigos. Decían que eras raro… Pero a mí nunca me extrañó. Pensaba que eras un mago y que los magos eran siempre solitarios. Quizás por eso elegiste aquella casa, a dos kilómetros de la ciudad, perdida en el campo, sin vecino alguno. Era muy grande para nosotros, aunque así podía venir tía Delia, tu hermana, a pasar temporadas. Tú no la querías mucho: yo, en cambio, la adoraba. También teníamos sitio para Agustina, la criada, y para Josefa, a quién tú odiabas. Aún puedo verla cuando llegó a casa, vestida de negro, con una falda muy larga, hasta los tobillos, y aquel velo negro que cubría sus cabellos rizados. No era vieja, pero se diría que pretendía parecerlo. Tú te negaste a que viviera en casa. Mamá dijo: «Es una santa». Pero eso a ti no te conmovía, no creías en esas cosas. «Está sufriendo tanto…» dijo después. Su marido, alcoholizado, le pegaba para obligarle a prostituirse. Tampoco esa desgracia logró emocionarte. Pero ella se fue quedando un día y otro, y tú no te atreviste a echarla. Y años más tarde fue ella la que incitó a mamá para que rompiera todas las fotografías tuyas que había por la casa, a pesar de que acababas de morir. Pero yo no las necesito para evocar tu imagen con precisión.
El Sur, Adelaida García Morales
Andrea, la narradora de esta historia, se dirige a un tú que es su padre fallecido. El texto supone para ella una forma de descarga personal, de liberación de fantasmas del pasado y también del presente, lo que dota a la obra de cierto tono intimista, poético y confesional. Aquí también se cumple lo que decíamos al inicio, que la ambientación es fundamental; en este caso además parece como si actuara de focalizador de emociones, no en vano se titula El Sur, aludiendo a Sevilla y a los recuerdos que este espacio les trae a la memoria.
Todas estas características hacen que nos encontremos ante una obra de gran magnetismo, con personajes rodeados de misterio y llenos de sombras que, por momentos, pueden bordear la moralidad de determinadas acciones.
Estoy leyendo un invierno en Lisboa y al tratar el tema del narrador, creo que en esta novela, el narrador es tan anodino que no sabes ni porque ni para qué está ahí. Al final lees la novela prescindiendo del narrador.
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