La crítica literaria

Categoría (Cultura y democracia, El oficio de escribir, General) por Manu de Ordoñana el 17-07-2014

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Es posible que la figura del crítico literario independiente vaya a desaparecer para siempre. Las páginas culturales de los periódicos y las revistas especializadas se acercan cada vez más a una guía de novedades o un boletín de noticias, en las que privan los intereses de la industria editorial. Salvo excepciones cabales, las reseñas literarias se ocupan de los mismos títulos, lo que induce a sospechar que detrás hay algún interés de no sé qué naturaleza. Rara vez aparece una mención a un escritor desconocido que apunta talento. Para eso hace falta tiempo y ser un poco rebelde.

Verdad es que la prensa escrita, su medio de comunicación por excelencia, atraviesa un mal momento. Sufre una crisis profunda que viene de lejos… desde que los periodistas consintieron en convertirse en “empleados” de los grupos mediáticos, sometidos a la presión de los poderes políticos que cubrían sus enormes déficits financieros a base de ayudas y subvenciones. Algunos de ellos se prostituyeron por unos salarios de escándalo, nunca vistos hasta el momento, perdiendo así su capacidad para informar libremente y defender la democracia. Y no parece que la cosa tenga vuelta atrás. En todo caso, algo podría mejorar si se consolida la apuesta de los grupos multinacionales por el control de los medios de comunicación. No es la mejor solución, pero me fío más de ellos que de los otros. Read the rest of this entry »

El prescriptor literario

Categoría (General, Marketing para vender libros) por Manu de Ordoñana el 29-08-2013

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Illo tempore era frecuente encontrar en las librerías gente ocupada en hojear libros de las estanterías, sin prisa, con detenimiento, a la búsqueda de alguna novedad, de una obra rara o en vía de agotarse, como si el tiempo ya hubiera pasado, disfrutando del placer de tener un tesoro en las manos, sin sentir agobio alguno por pasar allí dentro toda una mañana, sobre todo, si fuera hacía frío o estaba lloviendo. Nadie te molestaba, te dejaban estar. Pero en último caso, siempre aparecía el librero, o algún dependiente ilustrado, para echarte una mano. Era el prescriptor competente al que casi siempre hacías caso. Read the rest of this entry »

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