¿A quién beneficia la ley Sinde-Wert?

Categoría (Derechos de autor, General) por Manu de Ordoñana el 04-07-2012

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El pasado uno de marzo entró en vigor la ley que pretende evitar la descarga ilegal de contenidos protegidos por derechos de autor en Internet, una ley que desarrolló el gabinete de la anterior ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde y que el actual, José Ignacio Wert no tardó en aprobar, sin incorporar modificación alguna, el 30 de diciembre de 2011, tan sólo una semana después de que Rajoy anunciara la composición de su gobierno. ¿A qué tanta prisa?

Este Real Decreto 1889/2011, regula el funcionamiento de la Comisión de Propiedad Intelectual, órgano colegiado de ámbito nacional, cuyas funciones son la mediación, el arbitraje y la salvaguarda de derechos en el ámbito de la propiedad intelectual, para lo cual su actuación se divide en dos ámbitos:

  • Sección Primera. Mediación y Arbitraje.
  • Sección Segunda. Represión de las violaciones de la propiedad intelectual.

La primera pretende convencer por la vía del diálogo, la segunda por el palo y tentetieso. Su composición es la siguiente:

  • La persona titular de la Secretaría de Estado de Cultura o persona en la que ésta delegue, que ejercerá la presidencia de la Sección.
  • Cuatro vocales de los Ministerios de Educación, Cultura y Deporte, Industria, Energía y Turismo, Presidencia, y Economía y Competitividad.
  • Un funcionario del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, con nivel de subdirector general o asimilado, actuará como secretario de la comisión, con voz pero sin voto.

El proceso comienza con una denuncia del autor que solicita que se retire un contenido suyo protegido por derechos de autor. En ese momento, la Comisión tendrá en cuenta si la web denunciada tiene ánimo de lucro o si ha causado un daño profesional. Se estima que el proceso puede durar cerca de 20 días y, en este periodo, el Juzgado Central de lo Contencioso Administrativo tendrá que pronunciarse hasta en dos ocasiones si los dueños de la web no acuerdan la retirada de contenidos.

Una vez que la solicitud es aceptada a trámite, se pide al juez una petición de autorización para identificar al responsable, a quien se contactará seguidamente para informarle. La web tiene un plazo de 48 horas desde que recibe la notificación para retirar contenidos o presentar alegaciones. Después, se establece un plazo de deliberación, tras el cual, si la Comisión cree que hay vulneración, solicita de nuevo la intervención judicial, quien en última instancia decide sobre la interrupción o retirada.

Por último, la ejecución de esta decisión judicial puede ser voluntaria o forzosa, en cuyo caso se solicitará (al igual que a la hora de identificar) la colaboración del prestador de servicios de internet (empresas de telecomunicaciones).

Desde su nacimiento, la Comisión ha recibido 326 solicitudes de retirada de contenidos, de los cuales ha archivado 243 y admitido a trámite 83, la mayoría de reciente apertura, aunque las primeras resoluciones se esperan a corto plazo. En la actualidad hay ocho expedientes abiertos: dos afectan a páginas de descarga de libros, dos a sitios de cine, tres son de música y del octavo no se conocen datos.

Todo el procedimiento que se ha montado en defensa de los derechos de autor no deja de estar protegido por un cierto ocultismo, con leyes diferentes escondidas en otras de rango superior ─como la Ley Sinde 2/2011 de 4 de marzo, de Economía Sostenible─ para confundir al usuario, hasta el punto de que la Orden ECD/378/2012, de 28 de febrero establece la obligación de comunicarse con la dicha Sección Segunda sólo por medios electrónicos, con el noble propósito de beneficiar a los poderosos ─la industria y las entidades de gestión─ frente al maltrecho usuario sin recursos que, sin mala intención y, desde luego, sin ánimo de lucro, se atreve a incorporar un enlace en su blog a una página de descarga de las que se consideran piratas.

Mientras tanto, el ministro Wert se atreve a decir que la industria editorial debe basar su desarrollo en el mundo digital y tener clara su modernización e internacionalización. ¡Qué tío más listo!

 

Escritores que pagan impuestos

Categoría (Derechos de autor, El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 27-06-2012

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En dos artículo anteriores publicados en este blog el 20 y el 30 de agosto de 2010 con el título de “Obligaciones fiscales de un editor”, hacíamos referencia a los escritores diletantes que, además de escribir un libro, se habían animado a autoeditarlo y convertirse en editores, pero nada decíamos de las obligaciones fiscales de los autores que han encontrado una editorial y reciben una remuneración en concepto de derechos de autor. Hablemos de ellos.

Hasta febrero de 1999, el escritor tributaba como un contribuyente normal. En aquella época, el tipo de gravamen que se aplicaba a los ingresos obtenidos por encima de una determinada cuantía no andaría lejos del 58%. Esto quiere decir que, si hubieras tenido la fortuna de ganar el Premio Planeta dotado con los 600.000 euros de hoy, Hacienda se habría quedado con 348.000 y tú sólo habrías percibido 252.000, lo que posiblemente no te habría hecho excesiva gracia.

A partir de esa fecha, prosperó el argumento de que un autor puede tardar una un lustro en escribir en una novela y que, por tanto, el rendimiento no debe computarse en un solo ejercicio, sino considerarse como renta irregular y admitir la opción de imputar los devengos en un plazo más largo, pongamos cinco años, o conforme se vayan produciendo. Vamos, más o menos, como hacen los futbolistas, a los que Hacienda les permite distribuir los ingresos obtenidos en los diez años que puede durar su carrera profesional, a lo largo de toda su vida laboral.

Al parecer, la “culpa” de este beneficio fiscal la tiene Carmen Balcells, allá por el final del siglo anterior. Junto a un puñado de escritores de élite, la combativa agente se reunió con Ana Botella primero, y con la Agencia Tributaria más tarde, para expresar el principio de tener en cuenta el tiempo empleado en crear el objeto del impuesto. Así surgió 214/1999.el decreto.

Bueno es decir, para que la gente no se lleve a engaño, que al final todo el mundo termina por cotizar, la única diferencia está en que el pago es diferido, salvo el caso de algún cobro puntual de poca cuantía, si no tiene continuación. Ahí, sí que el escritor tiene una ventaja, ya que le aplicarán una cuota del 20-25% ─según los ingresos ordinarios que perciba─ en lugar del 45% que es la que corresponde al tipo impositivo superior.

Pido perdón, pero a mí este procedimiento me parece justo, todos tenemos la obligación de contribuir a sostener los servicios que el Estado de Bienestar nos ofrece. Es que, en lugar de protestar, deberíamos de estar agradecidos, contentos de que todos los años Hacienda se lleve un buen pellizco. Eso indica que nosotros estamos vivos y de que ellos lo siguen siendo.

Así que ya lo sabes, si tienes éxito y ganas mucho dinero, no te quejes. Paga y agradece a las musas para que te conserven la inspiración.

Pensión y derechos de autor son compatibles

Categoría (El mundo del libro, General, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 21-06-2012

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En relación con el post “El escritor y la Seguridad Social” aparecido en este blog el 9 de septiembre de 2010, el pasado 6 de junio una lectora escribió un comentario para informar que el decreto 3262/1970 de 29 de octubre que regulaba el Régimen Especial de los Escritores no está en vigor, ya que fue derogado por el Real Decreto 2621/1986 de 24 de diciembre, pasando en ese momento a integrarse en el RETA (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos).

Por lo tanto, lo que dijimos en el citado artículo no tiene valor. Ahora, para determinar si un escritor debe darse de alta en la Seguridad Social, hay que tener en cuenta los criterios recogidos en la normativa que se aplica a los trabajadores autónomos. A los efectos de este Régimen Especial, se entenderá como trabajador por cuenta propia o autónomo, aquel que realiza de forma habitual, personal y directa una actividad económica a título lucrativo, sin sujeción por ella a contrato de trabajo y aunque utilice el servicio remunerado de otras personas, sea o no titular de empresa individual o familiar.

¿Quiénes están incluidos en el Régimen Especial de trabajadores Autónomos? La Ley 18/2007, de 4 de julio, en su tercer apartado, establece que los escritores de libros están incluidos en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos. Está claro pues que el escritor que no realiza ninguna otra actividad económica o laboral está obligado a darse de alta en este Régimen de Autónomos, al tipo de 29,8% (26,50%, si renuncia a la cobertura por incapacidad temporal), pudiendo elegir la base entre un mínimo y un máximo que se actualiza cada año.

Otro problema es el de los escritores jubilados. En principio, la percepción de una pensión de jubilación es incompatible con la realización de cualquier trabajo del pensionista, sea por cuenta ajena o por cuenta propia, con algunas salvedades. Una de ellas es la que nos conviene:

A partir de 02-08-2011, el percibo de la pensión de jubilación es compatible con la realización de trabajos por cuenta propia, cuyos ingresos anuales totales no superen el SMI (Salario mínimo interprofesional), en cómputo anual. A fecha de hoy, el salario mínimo interprofesional es de 641,40 euros al mes. Eso quiere decir que el escritor que perciba una cantidad inferior a 8.979,60 euros anuales por derechos de autor, está exento de cotizar a la Seguridad Social.

¿Y qué pasa si percibe una cantidad superior? Aquí hay una laguna legal, ya que determinados colectivos (profesiones liberales, consejeros de empresas) pueden seguir trabajando después de jubilarse, sin darse de alta en el RETA, cualquiera que sea el rendimiento obtenido. Éste sería el caso de los escritores, cuyos ingresos por derechos de autor serían considerados como renta. Al parecer, está pendiente la elaboración de un proyecto de ley que regule la compatibilidad entre pensión y trabajo. Mientras tanto, pienso que los escritores jubilados no tienen por qué preocuparse, seguirán cobrando su pensión cualquiera que sea la cuantía de sus ingresos.

Bien entendido que nos estamos refiriendo únicamente a la Seguridad Social, porque las obligaciones fiscales están bastante claras. Aquí no se libra nadie: los derechos de autor que has cobrado durante el ejercicio se incrementan a la base imponible como un ingreso complementario en la declaración anual del Impuesto sobre la renta. Es lo que corresponde, lo que procede, lo que deberíamos hacer todos los ciudadanos. Amén.

La Feria del Libro 2012

Categoría (El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 15-06-2012

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El pasado diez de junio se clausuró en Madrid la Feria del Libro que ha tenido lugar desde el 25 de mayo, con unos resultados que dan pábulo a cierta reflexión: las ventas se desplomaron un 19% y un 29% con respecto a 2011 y 2010 respectivamente, una tendencia que no tiene pinta de corregirse a lo largo del año, ya que se prevé un descenso de la facturación en torno al 20% para el ejercicio.

Después de 71 ediciones, la feria ha perdido vigor, el modelo no sirve, hay que reinventarlo, buscar una fórmula que contribuya al diálogo, al debate literario, organizar eventos más atractivos, más en consonancia con los tiempos. Se habla de un cambio de patrón, conservando los puntos fuertes del certamen. En ese aspecto, nadie pone en duda su poder de convocatoria, la presencia de un público que se afana por comprar un libro firmado por su autor, en un escenario tan maravillosos como es el Paseo de Coches del Parque del Retiro.

La baja calidad de las actividades culturales programadas provocó la controversia. Es el acontecimiento literario más prestigiado del panorama cultural español, cuyas señas de identidad nadie pretende expulsar, sólo mejorar, que el encuentro entre escritores y lectores sirva para algo más que para vender un libro, potenciar la actividad cultural, provocar la reflexión, favorecer la divulgación, sin excluir la organización de otro tipo de eventos como recitales, conciertos o  festivales, capaces de activar la expectación del ciudadano y atraer al recinto al máximo número de visitantes.

Profesionales del sector, incluidos libreros, editores, distribuidores y agentes literarios se reunieron para discutir la cuestión. La tormenta de ideas se quedó en simple chaparrón, pocas propuestas novedosas surgieron para un sector amenazado por la era digital. Al parecer, nadie está preocupado por el e-book. El pensamiento es caro en este país:

  • ·         Mayor interacción con los tiempos actuales y digitales.
  • ·         Agrupación de expositores por temas y sectores.
  • ·         Diseño de casetas a cargo de los expositores.
  • ·         Horario con jornada continua y por la noche.
  • ·         Actividades culturales mejor organizadas y con más nivel.
  • ·         Integración de edificios del Retiro y alrededores para eventos culturales.

No le ha ido mejor a la feria de Bilbao. Los buenos resultados del año anterior no se han mantenido en la presente edición, las ventas han retrocedido en torno al 15%, aunque la asistencia de espectadores  ha sido algo mayor. Los libreros han asistido a un fenómeno curioso que empieza a inquietarles: muchos visitantes toman nota de los títulos más vendidos pero no compran, sin duda, porque esperan bajárselos de Internet para leerlos en su e-reader, sin pagar un centavo.

Experiencias positivas han sido las exposiciones temáticas sobre autores vascos, tanto si escriben en euskera como en castellano, el encuentro de escritores de novela negra, el recorrido literario que organizó por Bilbao Félix G. Madroño para visitar los lugares en que transcurre su novela “La ciudad de los ojos grises” y la afluencia de público infantil que, en la próxima edición, podrá visitar un espacio exclusivo para los más jóvenes.

Y para terminar, una mención especial a la Feria de Nueva York. La semana pasada, la Gran Manzana fue protagonista por tercer año consecutivo de la Book Expo América, la cita más importante de EE.UU. y la segunda a nivel internacional. Durante tres días, 20.000 editores, publicistas, autores, agentes y, por primera vez, público en general llenaron el centro de convenciones Jacob Javits para descubrir las últimas novedades y aplaudir a Natalia Solzhenitsyn, viuda del Nobel de Literatura 1970, dentro del programa homenaje a la literatura rusa. Uno de los cambios más relevantes de la reunión fue la posibilidad de seguirlo en directo a través de Internet. Tomen nota.

Producción editorial española. Avance 2011

Categoría (El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 03-06-2012

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El Observatorio de la Lectura y el Libro, un organismo adscrito al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte que nace con el propósito de analizar permanentemente la situación del libro, la lectura y las bibliotecas en España, acaba de publicar un avance del Panorámica de la Edición Española de Libros, en 2011

El total de la producción editorial aumentó un 2,1% con respecto al año anterior, debido al incremento de un 34,7% del libro digital, en perjuicio del libro en papel que ha descendido un 4,2%:

Evolución de la producción editorial española (según el ISBN)

España se mantiene como la cuarta potencia editorial del mundo, por detrás de Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania. El sector constituye un importante motor económico del panorama cultural español, con una aportación al PIB que, en los últimos diez años,  ha representado un 40,3% del valor económico aportado por el conjunto de las actividades culturales.

Venta de libros en España por canal de distribución (millones €)

 La facturación total del sector fue de 3.144 millones de euros y la exportación sólo representa el 8%:

Facturación del sector editorial español en 2010 (millones €)

El principal destino de las exportaciones fue Latinoamérica 61% del total), como era de esperar. Aun así, el volumen de negocio en aquella zona se nos antoja bajo, a tenor de las últimas cifras arrojadas por el Instituto Cervantes. En el momento actual, existen más de 450 millones de hispanohablantes en el mundo. El español es una de las cinco lenguas más habladas y el segundo idioma de  comunicación internacional y en número de hablantes nativos.

Exportación de libros desde España 2010 (millones €)

 Finalmente, los tres cuadros siguientes recogen la producción de libros en el año 2010 en España, clasificada por otros conceptos, que pueden ayudar al escritor diletante a interpretar cómo es el mundo editorial español y dónde puede encontrar un nicho:

Escritores comprometidos

Categoría (El mundo del libro, Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana el 28-05-2012

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Tres autores ─Iban Zaldua (Donostia, 1966), Txani Rodríguez (Llodio, 1977) y Carlos Yushimito (Lima, 1977)─ se reunieron la semana pasada para opinar sobre el papel del escritor en el mundo actual, dentro de los actos programados dentro de Literaktum 2012: ciudad de las palabras, un festival literario que se está celebrando estos días en Donostia-San Sebastián. Éstas son algunas de sus conclusiones:

  • En el siglo XIX, la literatura cumplía un papel crucial a la hora de debatir los grandes temas que preocupaban a la sociedad occidental, en un momento en el cual primero la industrialización había producido una importante transformación en la forma de vivir, y luego la irrupción del capitalismo, una explotación del hombre que, si bien no era inferior a la que había existido hasta la fecha, se ponía en evidencia con la aparición de los medios de comunicación. En ese sentido, el escritor había pasado a ser un personaje público capaz de intervenir en esa discusión, el libro era la pieza fundamental para destapar la opresión y denunciar la injusticia.
  • Ese rol desaparece a partir de 1960, con la implantación de la enseñanza obligatoria y la alfabetización de las masas. La llegada de unas generaciones ya alfabetizadas, educadas en una nueva cultura audio-visual ─la radio, el cine, la televisión y ahora Internet─ ha restado centralidad al libro escrito. Hoy el papel de la literatura ha perdido peso, ya no goza del influjo que tenía hace unas décadas.
  • Quizá, como herencia de esa antigua centralidad, ciertos grupos sociales reclaman a los escritores ─o más genéricamente, a los intelectuales─ que intervengan más decididamente en el debate social que se está produciendo en la actualidad, que acusen el incremento de la desigualdad, la codicia, el afán de riqueza, el dinero como valor supremo.

¿Deben los escritores ser social y políticamente comprometidos? Sobre este aspecto, los tres participantes compartían el mismo criterio: «El hecho de saber crear ficciones no nos convierte necesariamente en buenos opinólogos». La tentación de emplear la ficción como vehículo para transmitir un mensaje político es legítima, pero también peligrosa. “Yo prefiero pensarme a la sombra de personajes silenciosos o completamente ajenos al debate público, como Juan Rulfo o Felisberto Hernández», apostilla el escritor peruano.

escritores-comprometidos

Nadie cuestiona que la opinión de un escritor vale tanto como la de cualquier otro ciudadano. Pero si alguien que, en principio, posee un cierto nivel cultural, se ha documentado sobre un hecho en particular y emite una opinión a través de uno de sus personajes, es lógico concederle cierta credibilidad, lo mismo que se la damos a los profesionales de la información, que han demostrado imparcialidad a lo largo de su carrera periodística. Y si no, el propio lector será el que lo sancione.

Pero hay algo que es inevitable. Tú, si te pones a escribir, quieres que alguien te lea, quieres transmitirle tu verdad particular y te esfuerzas en aportar todos los argumentos posibles para influir en él llevarle tu mensaje, que, al final, siempre tiene un componente político o social. Todos los escritores lo hacen, de una forma o de otra, con mayor o menor intensidad. La labor pedagógica está dentro de la conciencia humana.

Lo que sí deberíamos pedir a todo escritor es que sea objetivo, al menos, dar opción a la polémica, que el lector discurra y adopte una postura, tras analizar las distintas alternativas y exponer las razones que las sostienen. Si tu intención es, por ejemplo, denunciar los abusos del franquismo, no te vendría mal incorporar en la trama un personaje que precisamente defienda esa ideología. Déjale hablar, dale una oportunidad, a lo mejor nos convence. La novela ganará en sinceridad.

Últimamente están llegando a mis manos relatos unidireccionales, cuya única intención es transmitir un juicio inmutable, fácil de entender, dentro de un relato simplón, asequible a ese público poco exigente que ve televisión, y con una clara intencionalidad política. Eso sí que me parece peligroso… incluso hasta reciben galardones.

El patrocinio y la cultura

Categoría (General, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 22-05-2012

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Hasta hace bien poco, en España, ha sido el Estado el que se ha encargado de financiar la cultura, con sus lógicas consecuencias de partidismo, dependencia ideológica y, finalmente, mediocridad. Ahora, como la Administración tiene cada vez menos dinero, se aplica en discurrir otro modelo que tienda a favorecer la participación de la sociedad en la creación artística, a través de una nueva ley de mecenazgo ─lo siento, me gusta más patrocinio; dejemos crowfunding para los sajones─ que, según el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, será aprobada como muy tarde en otoño, para entrar en vigor el 1 de enero de 2013.

Esto es una buena noticia. Mira por donde, la crisis nos va a permitir poner un marcha una nueva receta para que mucha más gente tenga acceso a la actividad creativa, para llevar la democracia a la cultura, para que sea un bien de todos, la envolvente de conceptos tan anhelados como la libertad, el procomún y la globalidad. Grandes calamidades han precedido siempre a etapas de esplendor. Ahora también.

Al parecer, la ley no pretende privatizar la cultura, sino instaurar un régimen mixto, de forma que la iniciativa ciudadana complemente la labor de la Administración, fórmula al gusto de casi todos, que se viene reclamando desde hace tiempo. Nadie quiere un liberalismo a ultranza, pero tampoco es bueno que la cultura esté en manos de los políticos y de sus turbios intereses. Como siempre, la solución está en el medio, aunque su implantación será lenta, los viejos hábitos no desaparecen fácilmente.

Ley 49/2002, de 23 de diciembre, de régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales al patrocinio, actualmente en vigor, permite a los particulares deducir un 25% del importe de la donación, de la cuota íntegra del IRPF, mientras que la empresa puede llegar a deducir hasta un 35% de dicho importe, de la cuota del impuesto de sociedades. Se dice que el ministro quiere subir la desgravación hasta el 60 o 70%, como ocurre en Europa, pero, al parecer, tropieza con el criterio de su colega de Hacienda.

A primera vista, el proyecto tiene visos de ir por el buen camino, ni todo privado ni todo público. El objetivo no es llegar al 100%, sino que la sociedad adquiera esa sensibilidad que le falta y comprenda el interés que para todos tiene apadrinar el talento. La futura ley no sólo se dirige a las corporaciones y las grandes fortunas, sino que también busca la complicidad de la población, que las personas físicas aporten su óbolo y tengan derecho a la misma exención fiscal.

Leía el otro día en “El País” un artículo de Ania Elorza en el que presentaba dos casos de «micropatrocinio» que bien pueden servir de orientación a artistas diletantes que quieran dar vida a su primera obra:

Nicolás Ocio, jardinero de profesión, quería realizar un cortometraje algo distinto, en blanco y negro, sin diálogos, con la cámara al ras del suelo. Una familia de Vitoria le regaló 15.000 libros que ocupaban espacio. Él se los llevó y aprovechó el día del libro para venderlos a peso. Con el producto de la venta vio realizado su sueño: el video en el que actuaron treinta personas, fue filmado en seis días. Y además, con presencia en los medios por la originalidad del procedimiento. Eso se llama ingenio, adquirir notoriedad y… gratis.

Sara Iñiguez, intérprete de Rubia, no encontraba manera de financiar la edición de su primer disco, necesitaban 4.000 euros. La solución vino a través de la plataforma de mecenas Verkami: 200 personas pusieron dinero de su bolsillo, en 40 días cubrieron la suscripción, el disco ya está en el mercado. El regalo de Rubia fue ofrecer a sus mentores ir de cañas con todo el equipo. “Hubo gente que no nos conocía de nada, alguno puso hasta 300 euros. Ahora algunos se han convertido en amigos”.

Reconvertir las librerías

Categoría (El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 16-05-2012

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“Si no somos capaces de adaptarnos e innovar, sufriremos mucho; si no remontamos en diez o doce meses, veremos muchos cierres de librerías, tanto de pequeñas y medianas como de las grandes”. Estas palabras fueron pronunciadas por Antoni Daura con motivo de la Diada de Sant Jordi en Barcelona. Daura es presidente del gremio de libreros de Cataluña y lleva 26 años en el oficio con su librería Parcir en Manresa.

No cabe duda que el contexto económico no colabora, muchos establecimientos que otrora fueron emblemáticos en pleno centro de la ciudad han tenido que cerrar sus puertas, no sólo por la crisis, sino por la competencia que les hace Internet. Y eso que acabamos de empezar. La venta en la red de productos de consumo, como alimentos, ropa, artículos deportivos, electrónica de consumo y un sinfín de cosas más, presenta cifras de facturación crecientes año a año.

El mercado del libro no es ajeno a este fenómeno, con el agravante de la incipiente implantación del libro digital. El comercio se va desplazando progresivamente hacia las multinacionales del sector de la distribución, las grandes superficies y los grandes operadores como Amazon y Google. Si la industria tradicional no espabila, a corto plazo veremos desaparecer de nuestras calles las librerías que en otro tiempo fueron nuestro orgullo, lugar de encuentro, pábulo de nuestros sueños.

La librería no ha aspirado nunca a obtener grandes beneficios, ningún librero pretende hacerse rico, le basta con el prestigio que le otorga su profesión. Pero debe entender que el modelo de negocio ha cambiado, que no debe esperar a que el cliente entre en la tienda tan sólo a comprar un libro, si no se le ofrece algo más. Hay que reconvertir el espacio, dinamizarlo con otras iniciativas innovadoras dentro de la cultura… y del ocio

¿Qué es lo que tiene que hacer? Nadie tiene la varita mágica. Pero sí saber que no hacer nada es quizá morir, aunque sea con las botas puestas y el almacén a rebosar. Ponía Daura el ejemplo de La Central, una cadena de librerías que, tras vender un 43% de sus acciones a la editorial Feltrinelli, tiene el proyecto de inaugurar en Madrid una tienda de 1.200 metros cuadrados para, además de vender libros, ofrecer servicio de restaurante. La iniciativa no está mal, veremos el resultado. En cualquier caso, la salida del sector no tiene por qué ser unidireccional: “No creo que todas las librerías debamos tener una cafetería”.

Lo que sí parece necesario es que la reconversión de las librerías debería contar con el apoyo de las editoriales, por su mayor capacidad financiera. Sin embargo, el aire que corre es más bien frío, la industria editorial está mirando mucho más la cuenta de explotación, los resultados a corto, los mecenas del Renacimiento se fueron para no volver… ¿Seguro? Quizá alguno medita la resurrección.

¿Cómo afecta todo esto al escritor diletante? La directora de la Feria del Libro de Buenos Aires, Gabriela Adamo, lo tiene claro: “Creo que ni el escritor ni el lector van a perder, aunque tal vez cambien su forma de escribir y de leer”, aunque luego reconoce que las librerías son las que más van a perder, pero no todavía. En América Latina aún no perciben el riesgo porque el e-reader apenas ha entrado. “El Kindle está presente en la Feria, pero no se puede comprar físicamente en Argentina, hay que pedirlo al extranjero y que te lo envíen por correo”. Conforme avance el carro, piensa, se irán acomodando los melones.

En defensa del libro impreso. Los puntos de venta

Categoría (El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 09-05-2012

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Son numerosos los foros en los que se anuncia la desaparición del libro impreso y el incierto porvenir que le espera a la novela. Se asocian así dos hechos que, a mi juicio, no están relacionados de ninguna manera. Una cosa es el formato y otra diferente el contenido, si bien existe alguna influencia, como ya se ha dicho en artículos anteriores de este blog. Es éste un pequeño alegato en defensa del libro impreso, de la necesidad que tiene el sector de reconvertirse para sobrevivir al embate de las nuevas tecnologías. Empezaremos por los puntos de venta.

Es evidente que los canales de venta tradicionales del libro están tocados. Estamos viendo cómo se produce el cierre de algunas librerías ubicadas en los lugares más céntricos de la ciudad ─y si aguantan es porque el precio de los locales se ha desplomado─ las que sobreviven lo hacen de mala manera.

Las editoriales no lo están pasando mejor. Si el número de títulos aumenta cada año, las tiradas son cada vez más reducidas, con lo cual el coste se incrementa y el beneficio se reduce, más si los precios de venta tienden hacia abajo, como ocurre ahora con la feroz competencia que reciben de nuevos sellos editoriales surgidos al amparo de Internet. Y no me refiero sólo a las multinacionales, también a pequeñas industrias que han puesto en marcha emprendedores avispados que se apañan en la red.

El problema está en la estructura del negocio, la cadena es muy larga. Desde el autor que escribe la novela hasta el lector que la compra en una librería, el producto pasa por numerosas manos y cada mediador recibe su recompensa. Hay que achatar la pirámide y eliminar en lo posible los escalones intermedios.

De otra parte, la producción a escala como la que se ha hecho hasta ahora es insostenible, la oferta sigue creciendo pero la demanda se contrae. Todo contribuye a la reducción del margen, el modelo hace aguas por todos los lados.

Una solución es especializarse. Las librerías deberían apreciar la conveniencia de acercarse más al autor, de comprarle el libro directamente y, sobre todo, de reducir su catálogo. No puedo negar que, hoy en día, me pierdo cuando entro en una librería, me encuentro desorientado, no sé por donde empezar, salvo cuando voy a comprar algo concreto.

…A comprar algo concreto, he aquí un punto de reflexión. Cada vez más, el cliente decide la compra porque ha descubierto un libro de su interés en la prensa o en una página web. Yo he llegado a un acuerdo con un librero amigo. Cuando eso me ocurre, le escribo un correo y le pido que me lo consiga, si no lo tiene en stock. Cada cierto tiempo, le visito y me llevo lo que tiene guardado para mí. Me hace un pequeño descuento y todos contentos…

Por otra parte, el escritor debería acostumbrarse a sufragar el coste de impresión o a encontrar mecenas que lo financien. Quedaría entonces un solo eslabón entre el autor y el comprador, algo así como un almacenista-distribuidor, lo que permitiría ajustar el precio de venta y detener la dura competencia que le viene del e-book, o que le va a venir, porque, a mi entender, la tecnología de los actuales dispositivos de lectura no ha llegado ni mucho menos a su cénit.

La amplitud de las librerías es finita, no hay forma de almacenar la enorme cantidad de libros que todavía hoy se publican. Bastaría con mantener existencias de los más vendidos ─igual no pasan de la docena─ y pedir el resto en la medida en que lo solicitan. Así se aliviaría la limitada capacidad financiera del establecimiento y se liberaría un espacio para acometer nuevas iniciativas creadoras de valor… y de beneficio. Reinventar las librerías… sólo hace falta un poco de imaginación.

 

El vook y la nueva literatura

Categoría (El libro digital, General) por Manu de Ordoñana el 27-04-2012

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Descubro con estupor el progresivo desprecio que el libro impreso ha empezado a producir en determinados ambientes intelectuales. No sólo son los jóvenes, sino que también personas cultivadas, profesionales de prestigio y sesudos catedráticos confiesan sin ningún rubor que han dejado de leer libros impresos y que les basta el alimento de Internet para estar al día. El ordenador les facilita el acceso a la información que necesitan para cumplir su misión. Los libros son superfluos y no les aportan ningún beneficio.

Es evidente que la progresiva sofisticación de las máquinas ha contribuido de forma radical a reducir el trabajo del hombre para satisfacer sus necesidades vitales, pero al mismo tiempo ha condicionado su comportamiento. Esa liberación de su tiempo libre no se ha canalizado a enriquecer las facultades más nobles de su espíritu sino a fomentar el ocio, la comodidad y el reduccionismo.

Internet ofrece tal cantidad de información que te acaba distrayendo. Al final, no eres capaz de descubrir la que tiene valor, sino que aceptas la que viene resumida, es superficial o poco conflictiva. Si leer era antes un acto interior que exigía soledad y concentración, ahora el lector sólo pretende asistir a un espectáculo. Eso hace que, poco a poco, la cultura vaya desapareciendo de los libros para ser absorbida por la nube digital que te la devuelve degradada, aunque, eso sí, a la velocidad de la luz, para que sea asequible a través de formatos de fácil interpretación.

Trasladado esto al mundo de la cultura, se diría que esa actitud negativa hacia todo lo que supone un esfuerzo intelectual también se está reforzando con la tecnología. Los nuevos dispositivos electrónicos de lectura están coadyuvando a la pereza mental, al rechazo de contenidos que encierran dificultad. Palabra escrita, sonido e imagen juntos en el mismo soporte. ¿Qué tipo de literatura puede salir de aquí, si el objetivo es satisfacer los sentidos más que procurar la reflexión?  

No pasará mucho tiempo sin que veamos cómo las novelas digitales serán más visuales que textuales, lo que ya se ha dado en denominar vooks. Esta nueva presentación supone un cambio radical en la forma de escribir, o mejor dicho, en la forma de construir. En ese contexto, ¿quiénes serán los nuevos escritores? ¿Veremos algún día una creación de este tipo compuesta por Ana María Matute? Lo dudo. Si esta tendencia se confirma, la lectura masiva será pasto de lo superficial y el libro de papel adquirirá rango de obra de arte para exhibir a título de distinción.

La lectura ─y en consecuencia el conocimiento─ es un proceso activo que exige la participación del individuo. Los jóvenes dicen que no leen novelas porque son demasiado largas para seguirlas en pantalla. El problema es saber si esa afirmación no encierra otra lección. En el fondo, ¿no estarán diciendo que la literatura que demandan es la liviana, la simplota, ésa que “engancha”, que se lee fácil?

Una nueva literatura va a surgir con el vook. ¿Será una oportunidad para el escritor diletante?

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