Internet y la concentración en la lectura

Categoría (El libro digital, General) por Manu de Ordoñana el 01-03-2012

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Terminamos el artículo anterior con una pregunta: ¿Es posible leer un libro serio, de una cierta dimensión, en un soporte electrónico o quedará sólo el libro impreso como único recurso para consumar tan ardua tarea?

Muchos pensarán que planteamos un problema trivial. ¿Qué más da el soporte utilizado si lo que importa es el contenido? Esto que, en un principio, parece obvio, no es tan evidente. El tipo de soporte está produciendo un cambio importante en la forma de leer (y seguramente lo producirá también en la manera de escribir). El lector que se engancha a un dispositivo electrónico está más orientado a lo fácil, a lo superficial; rara vez se le va a ocurrir bajarse el Ulises o sumergirse en los poemas de Borges. Su afición literaria está sometida a las prestaciones de la máquina, cada vez más sofisticada, que le conduce a una actitud pasiva, frente a la aplicación a que obliga una obra compleja.

Claro que también podríamos plantear la cuestión de otra forma. ¿No será que la sociedad ha creado en los últimos años un colectivo de lectores sólo interesados en lo frívolo, en lo que exige un esfuerzo intelectual reducido? Son precisamente los jóvenes los que adoptan esa postura cómoda y eluden esa otra forma de leer propia de los mayores, reflexiva, tenaz, laboriosa. Son ellos los que dominan los dispositivos electrónicos, son ellos los que los que se resisten a la lectura intensa y se abandonan a lo ligero. Al final, ¿importa algo saber cuál es la causa y cuál es el efecto?

¿Será cierto eso de que el soporte condiciona el tipo de lectura? ¿Será cierto eso de que el libro electrónico reduce la capacidad de concentración y sólo sirve para contenidos someros? Internet facilita el acceso a la información, pero esa información ¿contribuye a ampliar el conocimiento? Da la impresión de que lo liviano es propio de un dispositivo electrónico y sólo lo profundo existe en el libro impreso, aunque es verdad que leer con atención es algo que se puede hacer en cualquiera de los dos soportes.

Y si no, fijaos lo que ocurre con la escritura. No hay duda de que los jóvenes de hoy escriben mucho más que los de antes, pero lo hacen de manera superficial, no les importa la forma, desprecian la gramática. En ese sentido, la tecnología les ha transformado la conciencia. ¿No está ocurriendo lo mismo en los hábitos de lectura? Los jóvenes se resisten a leer las honduras, se resisten a estudiar, se resisten a sacar conclusiones propias.

Quizá mi opinión esté motivada por la experiencia que he tenido con lo digital. Me resulta arduo leer una novela larga en la pantalla de mi e-reader, me pierdo, no me encuentro a gusto. Y lo mismo me ocurre cuando me topo con un estudio que me obliga a pensar: prefiero imprimirlo y leerlo sobre papel. Hace unos días, me recomendaron la lectura de un informe “De la Dictadura a la Democracia”, escrito por Gene Sharp y publicado por la institución “Albert Einstein”. Pues bien, lo abrí en la pantalla de mi ordenador, lo empecé a leer y pronto desistí. Lo imprimí, lo mandé encuadernar y sólo entonces lo pude leer con el deleite que se merece.

Las nuevas generaciones piensan que el saber no se encuentra en los libros, sino en la red, a la que tienen acceso de forma rápida y eficaz con sólo introducir las palabras clave en su ordenador. No se puede negar que algo de razón ya tienen, al menos para ese conocimiento general alrededor de la ciencia que les sirve para encontrar un espacio en el mundo laboral.

Pero si nos referimos a ese conjunto de conceptos abstractos que conforman el carácter de cada individuo, lo que quizá se llama cultura y que no es otra cosa más que el sedimento que queda en el infraconsciente cuando uno olvida todo lo que ha leído, eso ya es otro cantar. El ser humano necesita leer, la lectura es la piedra fundamental de su educación, es la que le ayuda a reforzar su autoestima, la que conforma el ideario del cual deriva su comportamiento social. ¿Sería razonable atribuir a Internet el aislamiento que padecen los jóvenes de hoy en día, su pérdida de empatía e incluso sus carencias para la convivencia ciudadana?

La calidad de la información en Internet

Categoría (El libro digital, General) por Manu de Ordoñana el 25-02-2012

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El uso masivo de Internet nos ha traído un incremento desorbitado de las noticias que recibimos en nuestro ordenador. ¿Quién no tiene un amigo que, cada cierto tiempo, te envía una colección de fotografías, un texto elaborado por algún iniciado con finalidad moralista, una historia impresionante que describe el sufrimiento de un pueblo y los excesos que cometen quienes poseen riqueza o detentan el poder?

La web no deja de ser una biblioteca en la que está almacenado el conocimiento humano, sea éste positivo, neutro o negativo. Hoy cualquiera tiene la posibilidad de incorporar a ella sus ideas, sus juicios, sus principios, algunas veces con añadido de conocimiento, pero las más con el simple recurso de “copiar y pegar”. Al final parece que a todos nos gusta dejar nuestra impronta, influir en el parecer del vecino, lo que no deja de ser parte del oficio de un escritor. ¿Quién no ha sentido alguna vez la tentación de escribir un libro?

El problema que se nos plantea es la veracidad de las noticias que circulan. Vivimos una época en la que nos llega una enorme cantidad de información y cada vez tenemos menos tiempo para procesarla, hemos perdido nuestras defensas, somos incapaces de reflexionar con nuestros propios recursos. Un caso que me ha dejado más perplejo que a Maimónides es el del movimiento global antivacunación, una comunidad más extendida en el ámbito anglosajón, cuya postura está causando un grave perjuicio en la población infantil.

Sus partidarios afirman que la vacuna triple vírica (contra el sarampión, las paperas y la rubeola) provoca autismo, una vacuna que se viene aplicando a los niños a partir de 1970 y cuya eficacia ha sido reconocida por instituciones de probada solvencia como la Organización Mundial de la Salud y la UNICEF. La tesis está basada en un estudio realizado por un médico británico a finales del siglo pasado y, a pesar de que el trabajo se realizó sobre una muestra de tan sólo doce niños autistas, son numerosos los padres que se niegan a administrar la dicha vacuna a sus hijos, con el consiguiente incremento de brotes.

Alrededor de movimientos de este tipo se encuentra siempre una extraña coalición de, por una parte, médicos y científicos de medio pelo sospechosos de estar vinculados a ocultos intereses políticos o económicos, y por la otra, de ciudadanos ingenuos y padres de familia apocados, con la complicidad de periodistas de moralidad restringida preocupados tan sólo en aupar su imagen y engordar su cartera. Alguno hasta se atreve a dudar del alunizaje de la misión norteamericana en 1969…

Afortunadamente, estos reporteros sensacionalistas son los menos y se les reconoce con prontitud. La mayoría son observadores imparciales que transmiten la información de manera objetiva; en algunos casos llegan a actuar como detectives privados para desvelarnos intrigas ocultas o tratos deshonestos. Ése es el periodismo comprometido en el que debemos confiar, el que no se deja sobornar por las apariencias e investiga la fiabilidad de sus fuentes, en un mundo en el que la custodia de lo fidedigno se ha desvanecido, todos pretendemos poseer la verdad y a muchos nos complace imponerla.

Pero al mismo tiempo, tenemos que luchar contra la ignorancia, adquirir sabiduría, preparar nuestra mente para discernir lo verdadero y lo falso. Para eso están los libros… libros de contenidos multidisciplinares que nos permitan aprehender vastas regiones de la madre natura, que nos ayuden a interpretar el comportamiento humano. Mediante una lectura sosegada, sin prisa, en un ambiente relajado que propicie la concentración. No se trata de leer textos superficiales que no acarrean esfuerzo intelectual alguno, sino obras serias que nos obliguen a frecuentes pausas para reflexionar sobre lo que el autor quiere transmitir. ¿Será posible hacer esto en un soporte electrónico o quedará sólo el libro impreso como único recurso para consumar la tarea? Ahí quería yo llegar…

Vender libros físicos con Amazon

Categoría (El libro digital, General, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 19-02-2012

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Amazon desembarcó a finales del año pasado en España y ofrece ahora un servicio que puede ser interesante para el escritor que se ha arriesgado a la autoedición de su libro. Te da la posibilidad de venderlo a través de su plataforma digital a través del procedimiento siguiente: lo anuncia en su librería, alguien lo compra por Internet, lo cobra y luego te proporciona la dirección del cliente para que tú se lo envíes directamente por correo. Hecho esto, tú recibes el importe que te corresponde por la venta. Es bastante fácil, pero…

Amazon te ofrece dos planes diferentes:

  • Vendedor individual, para el que hace ventas esporádicas. No hay que pagar ningún coste fijo, sólo variable, es decir, cuando vendes un libro: 0,99 € por cada venta realizada + 0,45 € por cada artículo vendido + 15% del precio que paga el comprador, incluido el IVA y excluido el coste del envío.
  • Vendedor pro, para vendedores profesionales que venden más de 40 artículos al mes. Tienes que pagar un cose fijo de 39 €/mes, pero los porcentajes variables son más bajos.

Para vender libros físicos en el portal de Amazon, el título tiene que estar incorporado a su catálogo y el tuyo seguro que no lo está, si es que perteneces a esta pequeña gran familia de escritores diletantes. El problema es que sólo el vendedor pro tiene autorización para subir títulos nuevos. La única solución que te queda es negociar con algún pequeño editor que lo sea, para que lo haga en tu nombre. Incluso le puedes dejar diez o veinte ejemplares de tu libro, a ver qué pasa…

Por el contrario, tiene la ventaja de que, a través de este portal, puedes vender libros de cualquier autor que poseas en tu biblioteca, si es que quieres desprenderte de alguno. Por ejemplo, si en su día compraste “La sombra del viento”, lo leíste y ahora lo quieres vender, verás que lo podrás hacer, seleccionándolo por el ISBN e introduciendo el precio que quieres recibir por él (te sugiero que antes te fijes en el que ofrece la competencia, para estar bien posicionado).

Veamos cómo se hace, pero antes de nada regístrate y créate una cuenta de vendedor (eso lo puedes hacer desde la página principal de Amazon) para que te abonen allí los ingresos conseguidos:

1.- Entrar en Amazon Services.

2.- Si quieres información de cómo funciona Amazon, pincha la pestaña “Más información” de la derecha.

3.- Si no, entra directamente pinchando en “Vender en Amazon

4.- Te encuentras con dos opciones. Como se supone que no eres vendedor profesional, selecciona “Vendedor individual” y luego “Empieza a vender”. Ya hemos dicho que esta opción no supone ningún coste fijo, sólo variable, es decir, cuando vendes un libro.

5.- Te aparece una nueva página con el título: “Vende tus productos”. Aquí tienes que dar tres pasos:

5.1.- Localiza el producto que quieres vender y haz clic en “Empezar a vender”:

– Seleccionar la categoría del producto: Libros.

– Busca por título, palabras clave, ISBN, etc. Te recomiendo que busques con el ISBN para así no tener dudas en la identificación del libro.

5.2.- Te aparece la página “Vende tus productos” y el libro que quieres vender (puede incluso haber una lista de la que tendrás que seleccionar la opción que corresponde). Haz clic en “Vender el tuyo

5.3.- Quizá te aparezca una página “Problema con tu cuenta de comerciante”. No hagas caso y haz clic en “Continuar”.

5.4.- Te aparece “Introduce los detalles del listing”. Tras comprobar que el producto que tú tienes coincide con el que ves en la pantalla, tendrás que rellenar las casillas: Estado de producto, precio sin gastos de envío (recuerda que Amazon se queda con 0,99 + 0,45 + 15% de este precio que ha de incluir el IVA, para saber lo que te queda de beneficio) y el stock de libros que tienes disponibles para vender. Olvídate de los métodos de entrega ofrecidos, porque no está muy claro lo que hay que hacer. Haz clic en “Continuar

6.- Ahora pide que te identifiques (correo electrónico y contraseña). Haz clic en “Continuar”. Te pueden llevar a “Seller Central”. Conéctate y ya has terminado.

7.- Todavía tendrás que esperar un tiempo para ver que tu libro está a la venta en la librería de Amazon, junto a otros similares de procedencias varias. Por eso es importante lo que decíamos acerca del precio.

El escritor y la autogestión

Categoría (El libro digital, General, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 14-02-2012

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Siempre se ha dicho que, en tiempo de crisis, surge la oportunidad para un emprendedor espabilado. Y eso es precisamente lo que está ocurriendo hoy en el mundo de la cultura, en el que están apareciendo artistas que alcanzan la fama a través de la autogestión, al asumir todo el proceso productivo de su obra, con objeto de reducir costes y llegar directamente al consumidor final sin necesidad de intermediarios, para ofrecerle así un producto hecho enteramente a su gusto y a un precio razonable.

Si eres capaz de componer una canción e interpretarla con una guitarra, hay empresas que, por un precio asequible, transforman tu música en una grabación profesional acompañada de batería, bajo, teclado e instrumentos de viento, para que luego tú la puedas promocionar a través de Internet. Un artículo de Benjamín Prado aparecido en “El País” el 21/01/2012 presenta varios ejemplos del artista hecho a sí mismo, como el del cantautor Pablo Alborán, que en solo diez meses, pasó de tocar en bares de poca monta a llenar polideportivos, gracias a los videos que colgó en YouTube con audiencias millonarias.

Esta fórmula es cada vez más utilizada por los escritores para vender sus nuevos títulos, incluso algunos de los ya consagrados. ¿Por qué un autor ha de ceder a su editor todos los derechos de su obra a cambio de recibir tan sólo un diez por ciento de los ingresos obtenidos, tanto por la venta del libro en papel como en formato digital? Hoy no es difícil hacértelo todo tú: escribir la novela, publicarla y venderla a través de los canales de distribución que te proporcionan las nuevas tecnologías.

Para eso está Internet, el territorio en el que triunfa el talento sin necesidad de invertir mucho dinero. La web te permite prescindir de los intermediarios o, al menos, reducir los eslabones de la cadena que te conducen al usuario final. Es aquí donde tú lo puedes hacer todo, escribir la novela, publicarla y asumir la mercadotecnia. Se acabó la época de la especialización, sé libre y hazlo todo tú solo. El hombre hecho a sí mismo vuelve a estar de moda, la prensa jalea a los artistas que se hacen famosos por su cuenta. Atrévete a adquirir unos mínimos conocimientos informáticos y sumérgete en la red, hay cosas que verdaderamente merecen la pena de ser descubiertas… disfruta de la vida.

Existen un buen número de editores digitales que están dispuestos a colgar tu libro en la red o a publicarlo sobre pedido; otros te ofrecen el servicio de dónde y cómo hacerlo para que no cometas errores ─hay que tener cuidado con las cláusulas del contrato que te obligan a aceptar, ya que pueden incluir algún tipo de exclusividad que, más tarde, limitaría tu independencia si algún día alcanzas la gloria─; otros te ayudan a presentar tu trabajo en el concurso literario más adecuado a su valor. Estos profesionales saben cómo eliminar las barreras tradicionales y acercar tu obra al público, incluso asesorarte a bien utilizar las redes sociales para adquirir notoriedad.

Incluso podrías acceder al mercado internacional a través de portales virtuales con presencia en el ámbito de habla hispánica, como Amazon y Barnes & Noble. El primero acaba de desembarcar en España y te ofrece la posibilidad de incorporar tu libro en formato digital o venderlo en papel ─si te has atrevido a publicarlo por tus propios medios─, para lo cual te ofrece la posibilidad de anunciarlo en su biblioteca, cobrar si recibe un pedido y darte las coordenadas del cliente para que tú se lo envíes directamente.

Y ahora, parece que Google lanza una nueva plataforma de Google eBooks en España, un servicio que ya funciona en EE UU desde 2010 y que permite habilitar tu libro de forma individual y promocionarlo gratuitamente, eligiendo los territorios en los que quieres venderlo. Para ello tienes que abrir una cuenta de afiliación y hacer clic en la pestaña “Google eBoks”. Si abres este enlace, puedes registrarte pinchando en la pestaña en rojo de la parte superior derecha y operar a continuación.

El Mataburros. Exhuberante

Categoría (El Mataburros, General) por Manu de Ordoñana el 09-02-2012

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Exuberante es otra de las palabras que induce a cometer el error de escribirla con “h” intercalada, lo mismo que “exorbitante” y “exultante”, en expresiones como “una vegetación exuberante”. Según el DRAE, su significado es “muy abundante y copioso”. El María Moliner ofrece otro muy parecido: extraordinario, abundante o rico en sí mismo o en la cosa que le es propia.

Exuberante procede del verbo latino “exuberare” (abundar mucho), formado por el prefijo ex- (que añade a la palabra o raíz a que se antepone la idea de sacar o poner fuera) y uberare (ser fértil en frutos) que, a su vez, proviene de uber, uberis (ubre, teta, mama), del que se ha formado el adjetivo uberrimus (ubérrimo) para expresar lo que es fecundo, fértil y abundante. De ahí que Manuel Seco, en su “Diccionario su dudas y dificultades de la lengua española” sea más atrevido al atribuir una interpretación más laxa: Extraordinariamente abundante, de formas muy acusadas o llamativas (generalmente aludiendo al pecho femenino), como Beyoncé, exhuberante y voluptuosa en rojo pasión en sus primeras fotos tras dar a luz.

Los sinónimos de exuberante son: “abundante”, “abundoso”, “copioso”, “frondoso”, “generoso”, “lujuriante”, “opulento”, “pletórico” y  “profuso”. Los antónimos: “corto”, “deficiente”, “escaso”, “exiguo”, “precario”, “pobre”, “ralo”, “raquítico” e incluso “ridículo”.

Escribir exuberante con la “h” intercalada es una falta de ortografía que aparece a menudo en la prensa. Si entras en la hemeroteca del “Diario Vasco” de Donostia-San Sebastián y haces una búsqueda con “exhuberante”, encontrarás 58 resultados en la colección que aloja sus publicaciones desde el año 2006, mientras que si lo haces con “exuberante”, encontrarás 205 resultados, con lo cual el diario decano de la ciudad escribe mal esa palabra una de cada cinco veces.

En su edición correspondiente al 02/05/2009 y bajo el título “Scarlett Johansson es la actriz de Hollywood con el mejor escote”, el cronista escribe lo siguiente: “A pesar de las dietas y las larguísimas sesiones de entrenamiento, su escote no parece haber perdido ni un ápice de atractivo. Ni la exhuberante Salma Hayek ni Halle Berry han conseguido desbancar a Johansson, que siempre se ha mostrado encantada con sus pechos. «Nunca me operaría. Recibo cumplidos gracias a ellos y se lo tengo que agradecer a mis padres», ha señalado la joven”.

También “El País” se apunta al carro y, en su edición del 3 de febrero del 2012 (hace tan sólo seis días), con el título de “Pasen y vean el show de Arroyo”,la periodista Elsa Fernández-Santos nos informa sobre una particular exposición que se celebra en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, basada en la dispar colección de objetos que a lo largo de su vida ha creado y coleccionado el artista Eduardo Arroyo:

“La exposición se completa con un singular proyecto audiovisual: una película titulada Arroyo. Exposición individual, en la cual se recoge la conversación de 24 horas de duración entre el pintor y el editor Alberto Anaut, que hace las veces de director de una pieza que pone en bandeja la personalidad ágil y exhuberante del artista. El filme se proyectará íntegramente mañana, día de la inauguración, desde las 22:00 hasta las 22:00 del día siguiente y fragmentado durante el resto de la semana.

El ACTA. Jaque a la libertad en Internet

Categoría (Derechos de autor, General) por Manu de Ordoñana el 04-02-2012

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Es significativo el revuelo que se ha producido en la comunidad de internautas a consecuencia del cierre del portal de Megaupload. No se trata de defender aquí la piratería salvaje que ha practicado la empresa secuestrada por el FBI. En verdad, lo que hacía era lucrarse de forma exorbitante a costa de la propiedad intelectual de terceros, sin aportar absolutamente nada a la cultura, ni siquiera la gratuidad de sus servicios, ya que la descarga de sus contenidos estaba condicionada al pago de una cuota, sin la cual penalizaban al usuario con la velocidad y con la imposibilidad de bajar dos archivos  al mismo tiempo.

Lo que preocupa al ciudadano es lo que se esconde detrás de esta actuación. El cierre se ha producido días después de las protestas que surgieron en EE UU contra la ley SOPA, una norma que contempla el cierre de una página web sin orden judicial y obliga a los proveedores de internet a vigilar los archivos que almacenan. El Departamento de Justicia ha asegurado que esta operación nadie tiene que ver con las protestas, negando la existencia de un plan orquestado para clausurar páginas web de alojamiento y descarga de archivos. Cuando el río suena…

Y preocupa también la forma en que se ha hecho. La investigación comenzó hace dos años, por iniciativa del Centro de Coordinación Nacional para la Protección de la Propiedad Intelectual del FBI y ha sido un jurado de Virginia el que ha aceptado los cargos y ordenado las detenciones que se efectuaron tanto en EE UU como en Nueva Zelanda. Al parecer, la legislación americana arroga su jurisdicción al ámbito internacional en todo lo que se refiere a Internet.

Dicho esto para abrir boca, viene ahora el plato fuerte… veamos de qué se trata: El ACTA (Acuerdo Comercial Anti-Falsificación, por sus siglas en inglés) es un acuerdo comercial de carácter voluntario para proteger la propiedad intelectual y las reproducciones fraudulentas, una iniciativa que, de llevarse a cabo, amenaza seriamente la libertad en Internet, ya que:

  • Introduce la censura de las páginas webs que molestan al poderoso.
  • Restringe el acceso a los contenidos que estén protegidos por derechos de autor.

El ACTA se ha negociado en secreto por un puñado de países ricos (Estados Unidos, Australia, Canadá, Japón, Marruecos, Nueva Zelanda, Singapur y Corea del Sur) y las grandes corporaciones multinacionales. Varias agencias gubernamentales han reconocido haber participado en las negociaciones, pero se han negado a hacer público el borrador del tratado, con lo cual se ignora su contenido. Lo que sí se sabe es que aspira a crear su propio cuerpo de gobierno, fuera de las actuales instituciones internacionales, un organismo opaco autorizado a vigilar todo lo que se hace en la red y a imponer sanciones a los infractores por actos tan simples como compartir un artículo de periódico o subir el video de una fiesta con música protegida por derechos de autor.

En estos momentos, la Unión Europea está decidiendo si ratifica o no el ACTA. La UE ya se opuso anteriormente a este tratado, pero ahora algunos miembros del Parlamento Europeo están titubeando. Sería conveniente sacarles de dudas. Es muy posible que si la UE no se adhiere al proyecto, este ataque global contra la libertad de Internet podría fracasar. Si quieres colaborar a frenar esta iniciativa, te recomiendo que visites la web de Avaaz, una organización civil internacional que promueve el activismo en asuntos como el cambio climático, los derechos humanos y los conflictos religiosos, con más de once millones de miembros en todo el mundo. El objetivo es recoger dos millones de firmas para presentar su rechazo a este tratado en el Parlamento Europeo… ya están llegando a 1,6 millones.

El cierre de Megaupload: ¿Una actuación populista?

Categoría (Derechos de autor, General) por Manu de Ordoñana el 30-01-2012

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El pasado 19 de enero, El FBI suspendió el portal de Megaupload, un sitio en la red que ofrecía un servicio de alojamiento y descarga de archivos, a través del cual el internauta podía bajar a su ordenador o visualizar en línea cualquier tipo de archivo: películas, discos, fotografías, libros, etc., utilizando webs de enlace que incluían  índices ordenados de sus contenidos. La plataforma permitía el acceso a través de dos tipos de cuentas. Una era gratuita con ciertas limitaciones para su uso, como el número de archivos, su tamaño y la velocidad de descarga. La otra era Premium, sin restricción alguna, a cambio de una suscripción anual.

La web, creada el 21 de marzo de 2005 en Hong Kong, era el décimo tercer sitio más visitado del mundo, tenía 180 millones de usuarios registrados y era visible en 18 idiomas diferentes. Por su culpa ─según las autoridades norteamericanas─, la industria del ocio ha dejado de percibir 500 millones de dólares, aunque otras fuentes tan solventes como Harvard Business School y los gobiernos de Canadá, Suiza y Holanda aseguran que esa cifra es “irreal y tendenciosa”.

La demanda que han presentado los fiscales aporta cifras en consonancia con las de los daños que estima la industria. «Las personas acusadas eran miembros de una organización criminal internacional cuyos miembros se hallaban inmersos en infracciones criminales de los derechos de autor y lavado de dinero a escala masiva, ocasionando un daño a los dueños de esos derechos por valor de 500 millones de dólares y con un lucro propio de 175 millones de dólares». En una operación conjunta realizada en ocho países, la policía arrestó a los administradores de la compañía: siete en los Estados Unidos y cuatro en Nueva Zelanda. Los acusados se enfrentan a penas de prisión de hasta 50 años.

El creador de Megaupload, el alemán Kim Schmitz (Kiel, Alemania, 1974) es un personaje curioso. Conocido bajo el apodo de Dotcom, pesa más de cien kilos y tiene aficiones caras: coches deportivos, rubias despampanantes, jacuzzis, champán… Desde muy joven, supo aprovechar el boom de Internet para ganar dinero, no siempre de forma legal. A los 19 años, saltó los filtros del Pentágono, pirateó su red y pudo ver imágenes del palacio de Sadam Hussein. A los 20, le arrestaron por “espionaje electrónico”. A los 27, después de que dos de sus amigos murieran en el 11-S, amenazó públicamente a Osama Bin Laden y ofreció diez millones de dólares por información para cazar al saudí. Y ahora, con 37 años, acaba de ser detenido en Nueva Zelanda por dirigir “una organización criminal de dimensiones mundiales”.

La clausura de la web y el arresto de sus directivos se ha producido en un momento crucial en EE UU, después de las protestas que ha ocasionado la discusión de la ley antidescargas, conocida como la ley SOPA, pendiente de aprobación en el Congreso y en el Senado, cuyo objetivo persigue el robo de material protegido por derechos de autor, autorizando el cierre sin orden judicial de páginas web sospechosas de no respetar la propiedad intelectual.

Esta doctrina legislativa que permite a las autoridades el cierre de cualquier página web puede que sirva para frenar la piratería salvaje que la mayoría de los ciudadanos condenamos, pero no olvidemos que se presta a que se cometan abusos, a que los gobiernos impidan la circulación de noticias que no sea de su agrado, a que la industria cultural presione para suspender actividades que considere lesivas a sus intereses económicos, sin tener en cuenta los del usuario. La legislación tendría que limitarse a atender las denuncias que demuestren la ilegalidad de los contenidos y sólo cerrar aquellos enlaces que conducen a espacios protegidos, pero no permitir que se criminalice de entrada a los proveedores de archivos hasta que éstos demuestren su inocencia.

Porque, al final, esta conducta no sirve para nada. El cierre de una página web no restablece el equilibrio que ha de existir entre el derecho a la propiedad intelectual y la libertad de expresión que ofrece Internet. Por cada web que se cierra hoy surge mañana otra con tecnología más avanzada o en países donde la actuación judicial es más complicada ─si existen paraísos fiscales, pronto aflorarán los digitales─. Ya entiendo que el problema es difícil de solucionar, habría que afrontarlo de forma global y eso, por ahora, parece imposible. Hace mucho tiempo que la tecnología menosprecia la legalidad y burla la acción de la justicia.

Convertir una página web en un e-book con dotePUB

Categoría (El libro digital, General) por Manu de Ordoñana el 25-01-2012

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Muchas veces te encontrarás con una página web que te interesa guardar para leer detenidamente en la cama, tranquilo, con tu e-reader, sin necesidad de estar online. Otras veces, porque te encuentras un texto PDF excesivamente largo, al que le han extirpado las opciones de guardar e imprimir y no encuentras la forma de descargarlo.

En todos esos casos, puedes utilizar dotEPUB, un software en la nube que te permite convertir cualquier página web en un e-book. El problema que te vas a encontrar es que sólo permite la descarga sobre dispositivos compatibles con epub: e-readers, tablets, teléfonos inteligentes, netbooks y ordenadores cuyo navegador soporte bookmarklets como Google Chrome, Mozilla Firefox, Safari u Opera entre otros, pero no el Internet Explorer de Microsoft.

Yo sólo disponía del Explorer en mi ordenador, así que me atreví a instalar Google Chrome. Es muy sencillo: recuerda sólo que la lista de favoritos del Explorer se llama ahora barra de marcadores y se sitúa arriba en posición horizontal. Vamos pues a convertir una página web sencilla en un archivo ePub. Y digo sencilla porque dotePUB está diseñado para procesar páginas de artículos, entradas de blogs y relatos, pero no páginas principales o complejas.

Para hacerlo, antes tienes que instalar el bookmarklet de dotePUB en tu navegador. No te asustes, un bookmarklet no es más que un botón que se sitúa en la barra de herramientas y que te permite ejecutar la aplicación con sólo pinchar en él. Éstos son los pasos:

  • Abrir Google Chrome.
  • Pinchar +, justo a la derecha del icono de Google.
  • Aparece Chrome Web Store. Pincha en el icono.
  • Aparece una serie de programas que Google ofrece gratis al usuario.Selecciona dotePUB. Como hay muchos, te sugiero que utilices el buscador, arriba a la izquierda, escribiendo dotePub + Intro.
  • Te aparece el icono de dotePUB. Pincha en “Añadir a Chrome” y luego “Instalar”. Por defecto dotEPUB crea los ebooks con sólo texto. Si te interesa incluir las imágenes del contenido tienes que activar la opción «Modo inmersivo«, pero no te lo recomiendo.
  • Verás que el icono de dotePUB, un círculo verde aparece el menú de herramientas, arriba a la derecha. Ya está instalado.
  • Ahora abres la página web que quieres convertir a ePub. Prueba algo sencillo, por ejemplo, texto de la novela “Doña Perfecta” que encontrarás en la página web de dotePUB.
  • Pincha en el icono de dotePUB recién abierto para convertirlo.
  • Aparece una pestaña abajo a la izquierda con el título “Muestra de la traducción de…”.
  • Pinchas y se abre con Sigil. El título aparece en la pantalla.
  • Te vas a la izquierda y pinchas dos veces en “content.xhtml”.
  • Aparece el texto traducido. Lo puedes corregir.
  • Y para terminar, lo guardas con File / Save as. En la ventana que aparece te propone el título original pero tú lo puedes cambiar y guardarlo donde te dé la gana, pero acuérdate dónde, porque si no te costará encontrarlo.

Además de convertir páginas web, dotEPUB te permite también crear un e-book a partir de documentos en los formatos Microsoft Word (.doc y .docx), OpenDocument (.odt), StarOffice (.sxw), texto enriquecido (.rtf), texto sin formato (.txt) o PDFs. Quizá esta herramienta sea más útil para convertir textos a ePUB que la que ofrecimos antes a través de Calibre. Siempre es bueno tener dos alternativas.

El procomún

Categoría (Derechos de autor, General) por Manu de Ordoñana el 19-01-2012

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El término “procomún” ha vuelto a adquirir notoriedad con la controversia que se ha montado sobre los derechos de autor que defienden unos y la gratuidad de contenidos en Internet que reclaman otros. El concepto está íntimamente ligado al de dominio público, que es la forma jurídica que pueden adquirir algunos de los elementos pertenecientes al procomún.

El diccionario de la Real Academia Española dice que procomún proviene de pro, provecho, y común y le da el significado de “utilidad pública”, con lo cual estamos suponiendo que se refiere a cualquier bien que pertenece a la comunidad para disfrute de todos, como el aire, el agua, el monte… Más o menos, es lo mismo que dice Wikipedia: “Se denomina bien comunal o procomún a un determinado ordenamiento institucional en el cual la propiedad está atribuida a un conjunto de personas en razón del lugar donde habitan y que tienen un régimen colectivo de enajenación y explotación, de forma que ninguna persona individual tenga el control exclusivo para su uso”.

La palabra procomún existe en castellano desde hace siglos: ya figuraba en la gramática de Nebrija de 1492. En el País Vasco, existen numerosos ejemplos de recursos compartidos cuyo beneficio, posesión o derechos de explotación pertenecían a la comunidad:

  • Las tierras comunales eran muy numerosas y servían a muchos pobres para no pasar hambre, siendo la castaña el principal elemento de subsistencia durante siglos.
  • El “auzolan”, el “trabajo vecinal”, por el cual los vecinos se ayudaban a la hora de labrar la tierra, para arreglar un caserío o creaban caleros comunales en los barrios, ha estado fuertemente arraigado en la idiosincrasia vasca hasta fechas muy recientes.
  • Los pastizales comunes han abundado en toda la geografía vascongada. Eran territorios en los que podían pastar los ganados de las zonas vecinas a cambio de un impuesto simbólico, como el “tributo de las tres vacas” que todavía hoy se mantiene entre los valles del Roncal y Baretous.

Pues ahora, la norteamericana Elinor Ostrom, premio Nobel de Economía 2009, ha recuperado el término procomún para otro tipo de bienes: el conocimiento científico, el software y las obras culturales. Su doctrina cuestiona la propiedad intelectual y predica que películas, festivales, elepés, discos, CD’s, obras de arte, libros, bibliotecas y un sinfín de cosas más son de todos y no son de nadie.

Si un ciudadano es capaz de dar existencia a una obra nueva es porque antes ha recibido una educación esmerada que la sociedad le ha proporcionado de forma gratuita, ha tenido que leer un montón de libros, participar en seminarios, visitar exposiciones y compartir conocimiento. Su invento no es todo suyo, tan sólo una parte. El artista se ha beneficiado de una infraestructura cultural que le ha permitido alumbrar su parto. Por eso ─dice Ostrom─, es absurdo que la sociedad le reconozca la propiedad de la obra que ha creado (propiedad que se va a preservar para sus herederos hasta setenta años después de su muerte). Su obligación es revertirla a la sociedad, devolverla para uso gratuito del público. Es lo que sus defensores denominan “retorno social”.

El mundo del libro no escapa a esta polémica. Leía el otro día que Lucia Echeverria anunciaba oficialmente que no iba a volver a publicar libros en una temporada muy larga. Al parecer, estaba indignada porque se habían descargado más copias ilegales de su novela “El contenido del silencio” que las que se habían comprado legalmente. También se quejaba de lo poco que gana con cada libro vendido en papel por el canal tradicional.

Y eso es porque la propiedad intelectual protege a la industria editorial por encima de los intereses del autor. ¿No habrá llegado el momento de cambiar el paradigma y replantear el modelo empresarial? Si te paseas por la web, descubrirás que los cibernautas están en contra del viejo modelo de industria cultural que ha funcionado hasta la fecha. No todos defienden la gratuidad total de contenidos, pero sí que están a favor de crear espacios abiertos donde compartir ideas y generar proyectos nuevos. ¿No hay aquí una oportunidad para el escritor diletante?

El Mataburros. Exhultante

Categoría (El Mataburros, General) por Manu de Ordoñana el 14-01-2012

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También es error bastante frecuente encontrar la palabra “exultante” escrita con una “h” intercalada en expresiones como “estaba exultante el día de su boda”.

La confusión proviene porque existen palabras en castellano que llevan la “h” intercalada después del prefijo “ex”, como “exhalar”, “exhausto”, “exhibir”, “exhortar”, “exhumar”, mientras que otras no lo llevan como los adjetivos “exorbitante”, “exultante” o “exuberante”. No hay ninguna norma para saber si los términos que empiezan por “ex” llevan la “h” a continuación. Casi todos ellos provienen del latín y el castellano conserva la ortografía de su origen.

El verbo exultar viene del latín “Exsultare” que significa saltar, brincar, mostrar alegría. Exultante es un adjetivo cuyo significado es: “Que muestra gran alegría o satisfacción”, según el DRAE. Como sinónimos hemos encontrado los siguientes: “Alborozado”, “alegre”, “entusiasmado”, “eufórico”, “jubiloso”, “optimista”, “regocijado”, “triunfante”. Y como antónimos: “Abatido”, “descorazonado”, “mohíno”, “pesimista”, “triste”.

Si entras en el buscador de Google y tecleas “exhultante”, obtienes 18.900 resultados… no está nada mal. Esta falta de ortografía es también asidua de la prensa escrita. Si accedes a la hemeroteca de ABC y tecleas la palabreja, encontrarás 8 resultados, es decir, a lo largo de su historia, el diario ABC ha cometido 8 veces el error de escribir “exultante” con “h” intercalada. La última vez, el 23 de agosto de 2010, al dar la noticia de la victoria de Loeb en el Rally de Alemania, con el español Dani Sordo en segundo lugar: “El piloto francés Sebastián Loeb se ha mostrado exhultante tras conseguir su octavo título consecutivo en el Rally de Alemania…”.

También la Cope comete el mismo error en su página web, al dar la noticia el 18 de julio de 2008 de la presentación de Ronaldinho como jugador del AC Milán, bajo el siguiente titular: “Ronaldinho exhultante en su presentación en el Milan”.

 

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