Categoría (General, Taller literario) por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz el 10-05-2025

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592.- Microrrelato. Casualidad

Justo en el instante en que él se estaba afeitando, ella se duchaba.
Justo en el instante en el que ella se maquillaba, él leía el periódico.
Justo en el instante en que él estaba desayunando, ella guardaba sus papeles.
Justo en el instante en el que ella empacaba su almuerzo, él acariciaba su gato.
Justo en el instante en que él daba instrucciones al portero, ella tomaba su café.
Justo en el instante en el que ella salía de la casa, él cogía las llaves del carro.
Justo en el instante en que él pasaba con su carro, ella cruzaba la calle.
Ángela Adriana Rengifo

Aquí tenemos otro ejemplo de cuento en el que se juega con la focalización. Con él, Rengifo ganó el II Concurso Latinoamericano y XVI Universitario Nacional de Cuento Corto de Colombia, en 2003.

Mediante un paralelismo sintáctico y narrativo de principio a fin nos cuenta una sucesión de acciones comunes en la vida de un día cualquiera de una pareja. Son acciones simultaneas en el tiempo en las que se va alternando el sujeto: él, ella; ella, él… El efecto que consigue es poderoso y con un mínimo de recursos lingüísticos.

Con la repetición de las mismas palabras al inicio de cada una de las oraciones ―en literatura esta figura se conoce como “anáfora”―  la autora consigue dos cosas: crear un ritmo machacón que matiza el tema de la historia, bien indicado en el título, y aportar tensión generando cierta inminencia en cada acción, como si en cualquier momento estuviera a punto de pasar algo. Y esta inminencia termina en la última frase cuando la coincidencia de los dos personajes en el mismo lugar y al mismo tiempo conlleva un hecho que podría acabar en tragedia. Lo más curioso de todo es que, aunque el autor no nos diga explícitamente lo que sucede, el lector en su imaginación visualiza un final trágico para la última escena. Mediante este hecho se cumple una de las características del género hiper breve a la vez que se logra lo que cualquier escritor ambicioso busca: tener un lector activo que aporte lo que queda entredicho; el lector activo que pedía Borges.

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