Aprender a leer de forma literaria

El último barómetro publicado por el Centro de Investigación Sociológica (CIS) en diciembre de 2014 revela que el 54’6% de españoles no lee nunca o casi nunca, lo que confirma una opinión bastante extendida sobre el nivel cultural de nuestro país. En concreto, cada español lee 8,6 libros al año, muy por debajo de la media europea, y muy lejos de Finlandia, cuyos habitantes leen 47 libros al año. El problema es que esa tendencia no tiende a mejorar, sino más bien todo lo contrario.

En el artículo aparecido hace un mes en este mismo blog, ya apuntábamos algunas de las causas que explican este declive. Y hacíamos referencia al proyecto que los editores han presentado al Gobierno para fomentar la lectura y mejorar la comprensión lectora de nuestros estudiantes. Y es que el asunto es preocupante. Según el informe PISA, dado a conocer el 3 de diciembre de 2014 para evaluar la competencia de los alumnos de 15 años en los países de la OCDE, España ocupa la posición 20 en “comprensión lectora”, de los 23 que forman parte de dicha organización:

Comprension lectora

El análisis del cuadro anterior permite además obtener alguna otra consecuencia. Se aprecia una cierta correlación entre el índice de “comprensión lectora” y el nivel de desarrollo económico de una sociedad. ¿Nos permite eso afirmar que el bienestar material de un país es proporcional a su educación literaria? Cada cual discurrirá a su gusto, pero seguro que la mayoría de nuestros políticos no lo reconocerán nunca.

Claro que conviene matizar el concepto: “Por enseñar literatura se ha entendido tradicionalmente la transmisión de conocimientos sobre un conjunto de autores y obras considerados como un patrimonio nacional y, junto a ello, el adiestramiento en determinados métodos de análisis y comentario de textos. En cambio, la expresión educación literaria se refiere a la enseñanza y al aprendizaje de las habilidades y destrezas necesarias para leer de forma competente los textos literarios”.

La enseñanza de la literatura aún arrastra el peso de una concepción tradicional que se limita a la aprehensión memorística de los autores, de sus obras, y de los textos más renombrados, pero no ha servido para desarrollar una formación cultural plena del individuo. Es preciso renovar el procedimiento didáctico para que los alumnos aprendan a “interpretar, valorar y apreciar las creaciones de signo estético-literario”.

Este renacimiento pedagógico supone la reconversión de todo el colectivo de profesores de literatura, todavía hoy anclados en los viejos modelos. Por eso, su implantación no será inmediata, lo que servirá también para adoctrinar a los padres, ya que la lectura en casa es uno de sus pilares. Y habrá de aplicarse desde la infancia del niño en la primera enseñanza, para afianzar el aprendizaje en la segunda y consumar la educación en la Universidad.

El objetivo es aprender a leer de forma literaria, adquirir desde joven una educación que enseñe a los jóvenes a disfrutar con la lectura de obras de una cierta complejidad, sin lo cual muchos textos de valor dejarán de estar a nuestro alcance, como pasa ya con amplia parte de la literatura griega y latina. Eso sin contar con el empeño que los diferentes organismos educativos ponen para arrinconar asignaturas de tanta raigambre humanística como la filosofía y el latín. Porque el futuro está en el pasado. Eso, al menos, es lo que dicen los académicos, escritores y editores. Hay que leer a Cervantes, a Baroja, a Emilia Pardo Bazán, para así entender mejor la literatura que se hace hoy en día.

Steiner en el capítulo titulado “El lector infrecuente”, de su libro de ensayos Pasión intacta, defiende la memoria como un factor fundamental en el acto clásico de leer. Cuando leemos un texto, mediante la analogía lectora podemos justificar un precedente recordado con exactitud. A su vez, constatar en la obra de tal escritor huellas de otro autor anterior es un enorme deleite para el lector porque, en ese momento, se da cuenta de que la literatura se alimenta de literatura. Para eso necesitamos la memoria, cuya atrofia, desgraciadamente, es un rasgo específico de la educación y la cultura de la mitad del siglo XX en adelante.

Para llegar a ser un lector al estilo de Steiner, es imprescindible leer mucho. Y leer cuesta trabajo. En palabras de Borges, es incluso más complejo que escribir: “Los grandes lectores son más escasos que los grandes escritores”. Y es que una de las vías para acercarse a la lectura es la escritura. Es ésta la línea que explora Panamá y otros países latinoamericanos desde hace unos años: “Invitar a que sus escolares y padres de familia escriban cuentos o poemas”. Busca que el único texto obligatorio sea el propio, para así generar curiosidad lo que escribe el de al lado y crear una cadena de lecturas y recomendaciones.

Hay que inculcar modos de leer literariamente los textos, esforzarse por desentumecer los músculos de la memoria de los alumnos para obtener lectores con un nivel medio alto en competencia literaria. Si el sistema educativo hace dejación de ésta su responsabilidad estará permitiendo que se establezca un modo de leer cada vez más alejado de un acto lector creativo. Será responsable de la existencia de ese tipo de lector esencialmente “bestselleriano”.

Como dice Víctor Moreno en su libro «Cómo hacer lectores competentes» (editorial Pamiela), esta formación literaria tiene que enseñar al alumno el valor de las obras leídas. Debe hacerle entender que disfrutar sólo del argumento, del contenido, es renunciar a disfrutar de la forma como un contenido preciso y precioso. En definitiva, es renunciar a su poder cognitivo, lingüístico, metafórico y a su originalidad respecto a la tradición. Lo que nos vuelve a recordar el aforismo de antes: El futuro está en el pasado.

En este sentido, también habría que dar un toque de atención a la crítica literaria. Ella es la que, en muchos casos, alimenta un modelo de literatura y un modelo de lector muy concreto. El crítico, a la hora de comentar una obra, tendría que ser el primero en delimitar dónde se encuentra lo literario, qué novelas lo alcanzan y cuáles son meros mecanismos placenteros narrativos. Hoy en día la mayoría de los lectores entienden el libro pero no saben interpretarlo; les faltan herramientas, estrategias que les den esa posibilidad. Y así nos va, claro.

 

Aprender a leer de forma literaria comentarios en «38»

  1. Estimado Manu, Magnifico articulo. Sobre la competencia literaria todavía tenemos mucho por hacer. Nunca es suficiente. Es el pan de cada dia, favorecer la comprensión lectora. He escrito un libro titulado En la busqueda del lector infinito. Una nueva estética en la formación docente, publicado en Buenos Aires, 2008. Seguimos apostando con nuestros desafíos. Abrazo. CRISTINA

  2. Estimado Manu: lo primero, mi felicitación por tu nuevo artículo. Y lo segundo, decirte que soy escritor y he sido profesor de Literatura Española, y conozco el bajo nivel de comprensión lectora que tienen los alumnos en España. También los universitarios. Es una pena que suceda esto, pero creo que se debe a un cúmulo de factores, especialmente a la menor exigencia académica (un mal en alza, por cierto) y a la falta de educación y criterio que tienen los padres a la hora de aconsejar lecturas a sus hijos adolescentes. También incide, creo yo, el modo de vida que hemos dado por bueno socialmente, es decir, la filosofía del mínimo esfuerzo. Leer requiere formación, sí, pero también algo de esfuerzo y trabajo, y ahí tropezamos con la clave del problema. Ver la televisión o jugar a videojuegos es más cómodo y sencillo que leer un buen libro con los cinco sentidos.
    Esperemos que algún día se intente corregir de verdad este serio problema. Por el bien de todos.

    Un cordial saludo. Ricardo Serna

  3. Coincido con lo expuesto. En Argentina, donde vivo, es penoso escuchar a periodistas y formadores de opinión pública, decir por ejemplo: «::: Mañana estoy viajando a Córdoba…» o «Esperáme (no espérame) porque estoy llegando mañana «. Es cierto que los bonaerenses tenemos un modo muy particular de hablar, pero eso no justifica que hagamos trizas los tiempos verbales, demostrando de este modo cómo ellos también han dejado de tener comprensión lectora. Y de los docentes… ¡ni hablar! La mayoría de ellos son mal pagados y deformadores del habla, incapaces de alentar la lectura en sus alumnos al usar manuales donde solo deben marcar con cruces el «verdadero» o «falso». No tenemos una política de estado que aliente la educación. Argentina se ha derrumbado culturalmente como nunca en su historia. Lo debemos a los gobiernos populistas que amasan la ignorancia como un arma a su favor.
    Así que España: No estás sola.

  4. Yo agregaría a todo lo dicho tan claramente por eminentes plumas (soy borgiana por naturaleza) que la posibilidad q hoy ofrece Internet de acercarse a los grandes autores va en detrimento de la asimilación del texto. Nada reemplaza a la experiencia de tener un libro de papel entre las manos, a focalizar nuestra atención absoluta en él, a subrayar determinados párrafos q nos resultan significativos y a volver a ellos cuantas veces queramos. Esta forma de leer como si fueran «envasados» no permite la apreciación completa de la obra. Gracias.

  5. Absolutamente de acuerdo. Y aunque, en el caso de Colombia, ayudaría mucho renovar los lineamientos curriculares, se tiene un margen de autonomía para proponer proyectos de lectura que conlleven a una verdadera competencia lectora. Ello implicaría también ampliar el «repertorio» de lecturas, ya que no es comùn la recuperación de gèneros como la novela negra o de anticipación, incluso, etxtos digtales, y menos canciones y películas.

  6. El docente está en el deber de incrementar en el estudiante la necesidad de leer. La lectura es una necesidad. Uno lee para saber, que es el objetivo de la formación La lectura es un medio a través del cual se accede al conocimiento. El placer consiste en saber, no en leer.
    Los diferentes modelos de análisis, rechazados por escritores como Vargas Llosa, apartan el sentimiento estético del lector. Hay que inventar otra forma de leer literatura.

  7. Desgraciadamente no nada mas en España no se lee lo suficiente, menos aún que se llegue a comprender la lectura.
    Siempre he dicho que los ejemplos se dan en casa, Recuerdo a mi padre comentar las obras que leía con nosotros, era un ritual ese momento, lo disfrutaba y nació en mí la necesidad, curiosidad y el placer de la lectura, Ahora soy escritora y vivo para mi imaginación literaria.

  8. Querido Manu,

    Una de las cosas que intento hacer aún, es inculcar la lectura en los jóvenes y para ello, estoy creando un Certamen Literario. Ya no se lee. Los jóvenes apenas saben escribir bien e incluso, están creando su propio lenguaje para comunicarse a través de los móviles.
    Algún día todo esto se pagará. La incultura no es ya lo más preocupante, que lo es, sino la falta de curiosidad que hay hoy en día, la falta de interés en querer saber y conocer todo tipo de cosas a través de los libros, la imaginación que dejan de alimentar y la creatividad que no llegan a desarrollar.
    Excelente artículo. Felicidades.
    Un saludo,
    María Godoy

  9. Vamos a ver:
    Hoy se dan una mayoría de escritores que escriben para minorías textos difíciles de entender; y así aumentan su ego.
    Emplean retóricas complicadas, y palabras en desuso que, en los casos en que el lector desee enterarse ha de recurrir al diccionario. Esta forma retorcida de escribir; lo mismo en literatura que en libros docentes de texto, es el «Pan nuestro de cada día», y nadie lo dice. Sólo que hay frases al respecto de grandes pensadores.
    Saludos cordiales, Mario.

  10. Esta vez, a diferencia de los casos anteriores, he optado por leer los comentarios antes de insertar el mío y… creo que nos sobran buenas intenciones y nos falta algo elementsl. Alabamos el artículo, en la mayoría de los comentarios en singular o nominal en la persona de Manu, pero hemos sido incapaces de asimilar que está escrito en colaboración de tres personas: Manu, Ana y Ane. No estaría de más que nos apliquemos en poner en práctica el más elemental de los principios para leer ¡prestar atención!… dicho esto, releeré el artículo para no perder ripio de su excelente contenido.

  11. En mi país, Ecuador, sucede algo peor: el docente no puede pedir al estudiante que compre una obra literaria, por lo que se limita a hacer leer los textos que contienen los libros oficiales; y la educación ha caído en un abismo facilista que impide al maestro exigir lecturas de libros.

    Cuando la educación se fundamente en la lectura de obras literarias, lograremos crear el hábito de la elctura y el ser humano alcanzará la capacidad crítica acerca de lo que lee; pero esto está muy lejos en nuestro país.

    Gracias por el artículo enviado, reciba el saludo de Marco Jiménez.

  12. Era de esperar. He tenido críos de 12 años que te confiesan abiertamente, ‘a mi me da asco de coger un libro’; los padres al lado, sabiendo ya de antemano que no les gusta leer. Y cogerlos a todos y decirles: ¿os da asco comer?, ¿cuanto tiempo aguantaríais sin comer nada?; pues de la misma manera necesita ‘alimento’, el cuerpo de la mente; qué mejor leer y estudiar. Leer tres renglones es como tomar un aperitivo. ¡Lean tres renglones!, pero lean.
    Buen trabajo Manu; gracias de verdad.
    Saludos a todos,
    Juan Galán

  13. Completamente de acuerdo con la línea que se explora en Guatemala, porque, según escribes, te percatas de que no te debes conformar con interiorizar y asumir que la ignorancia es atrevida y… en consecuencia, indagas, lees de corrido, te detienes, lees con reflexión. Vuelves con más conocimientos al texto que escribes, te sientes más cómodo, más seguro; te atreves con más, profundizas y al final (pequeña licencia de humor) constatas que «en el mar de la duda en que bogo…»

  14. Interesante artículo y bien fundamentado pero me gustaría que dejáramos de establecer comparaciones con Finlandia porque es mucha la distancia que nos separa. En este caso concreto, yo diría que nos perjudica el clima estupendo que tenemos porque nos invita a salir a tomar una cerveza o simplemente pasear para ver escaparates, tiempo que un finlandés puede dedicar a leer sentado en su sauna. Naturalmente lo digo en broma pero pienso que algo nos tiene que afectar nuestra vida social a la hora de las estadísticas.

  15. A propósito del contenido de este artículo, me parece interesante lo que dice Silvia Ardévol Sala, en su carta a Babelia, cuyo texto publicó “El País”, el pasado 25 de abril de 2105, bajo el título “Cómo se puede fomentar la lectura?:
    “Como profesora, a menudo me piden alumnos que les recomiende un libro, pero que sea “de los que no hacen pensar”. Resulta que es mejor activar el “modo avión” de la mente, no fuera que la gastáramos. La única forma que encuentro de fomentar la lectura es educando —también a los mayores aún educables— en el gusto por la soledad, el recogimiento y lo complejo. La alergia a lo complejo nace de una sociedad distraída, donde lo que no es estrictamente productivo cuenta como pérdida de tiempo. Si no se nos enseña a estar desconectados, fuera del curso de interrupciones constantes a la que nos expone la tecnología, la concentración que exige la lectura de un buen libro no puede tener lugar. Habría que incluir en los planes educativos una asignatura en la que se aprendiera a recoger al final de cada día los trozos dispersos de uno mismo que la vida apresurada se ha encargado de esparcir. Entonces sí, que gusto sería, quedarse dormido, pensando, con un libro de altura desparramado sobre el pecho”.

  16. Es triste reconocer que, con el paso del tiempo, el interés por la lectura va mermando de una manera tan significativa. En mis tiempos, y ya coqueteo con la séptima década, el entretenimiento por execelencia era la lectura. No existían tantas maneras de perder el tiempo de forma tan triste y miserable como hoy. Creo que nuestros muchachos se privan, voluntaria y gozosamente, de la principal fuente de cultura y conocimientos: la lectura. Me dan ganas de llorar cuando veo a mis nietos dedicar horas y horas sentados frente al televisor atragantandose de «comida chatarra» y mirando programas embrutecedores y vacios de todo contenido positivo. Qué manera de perder el tiempo! Aunque creo que la educación doméstica es básica en la formación de buenos hábitos (incluyendo la lectura, por su puesto) pienso tambien que los gobiernos deben establecer politicas educativas más eficientes en lo que respecta a desarrollar y mantener buenos hábitos de lectura entre los estudiantes. Sería interesante poder investigar cómo consiguen los finlandeses que su población mantenga tan excelentes niveles de lectura. Ese es el tipo de ejemplos de debemos imitar.

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