El futuro de la novela
Categoría (El libro digital, General) por Manu de Ordoñana el 08-08-2013
En el epílogo de su libro “Naturaleza de la novela”, premio Anagrama de Ensayo 2013, Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) cavila sobre el futuro del libro. Cree que, poco a poco, el libro impreso desaparecerá y será sustituido por el libro digital, a medida que se vayan descubriendo artilugios más eficientes que permitan una lectura más cómoda. La tecnología no tiene más de diez años y hay que esperar mejoras importantes que van a facilitar todavía más el manejo de los dispositivos de lectura electrónica. Y el libro en papel se convertirá en objeto de coleccionismo, algo así como un vino de reserva para sibaritas.
Pero más que el futuro del libro, lo que inquieta más al autor es el porvenir de la novela, cosa que ya insinuó en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, allá por al año 1995. Existe el peligro de que el gran público deje de leer y se conforme con darse por enterado de lo que sucede en el ámbito cultural, recurriendo a píldoras informáticas vía Internet, dejando para los especialistas la lectura de las obras literarias. El eclipse, que ya es un hecho en el ámbito de las artes, lo es también en varios géneros literarios ─la poesía, el teatro─ y empieza a serlo en el de la novela.
Los planes de enseñanza priman el conocimiento positivo que sirve al individuo para encontrar un empleo: loable intención. Pero descuidan el estudio de las humanidades, las asignaturas de letras que otorgan a la persona una formación suficiente para despertar en ella un cierto interés por la ilustración. Leer novelas, ensayo o poesía no es una decisión espontánea, sino algo que deriva de un bagaje intelectual, de sentir la curiosidad de aprender y saber más acerca del mundo que nos rodea.
Sin una mínima instrucción, el ciudadano encuentra enormes dificultades para asimilar un texto literario medianamente complejo y se concentra en la lectura de productos sencillos, relatos mitológicos, historias relativas a secretos arcanos, en los que intervienen personajes fantásticos plenos de incoherencia, que seducen las regiones más primitivas de su cerebro, pero no las más evolucionadas, las que han surgido por el simple hecho de razonar, de aplicar el pensamiento a la comprensión de los fenómenos que rigen el universo.
La tendencia se hace evidente. Los contenidos están cada vez más orientados a divertir y menos a enseñar, al estilo de los antiguos folletines que ahora se llaman “bestsellers”. Parece como si ya hubiéramos descubierto todos los valores que hacen falta para transitar por este anchuroso planeta y sólo persiguiéramos el deleite, sin hacer ningún esfuerzo por cultivar la mente y buscar nuevos horizontes. Y no sólo son los contenidos, el soporte también contribuye. Se me hace muy difícil concebir que alguien sea capaz de leer a Kant en un ebook.
Todo escritor ha sido antes lector, lector empedernido, diría yo. Pero si el medio no propicia la lectura de novelas más o menos complejas, difícilmente surgirán vocaciones, serán escasos los escritores que afloren en un medio donde la cultura y educación recibida apuntan hacia otros derroteros que nada tienen que ver con la creación literaria. La juventud no siente placer alguno en sumergir su mente en el mundo de la fantasía y se refugia en la imagen para ocupar su tiempo, en lo superfluo que no exige esfuerzo intelectual alguno. Y esto es lo grave, porque cuando una determinada forma de expresión artística entra en conflicto con los hábitos sociales, su declive es inevitable.
Ya en 1999, Eduardo Mendoza decía que la novela tenía que replantearse su razón de ser, ya que se había producido un cambio radical en el modo de leer, con la llegada de los medios audiovisuales y contestaba con un simil a la pregunta de si la novela había muerto o no: Para los antiguos egipcios, una momia no era una persona viva, pero tampoco definitivamente muerta.
Vargas Llosa hizo al poco una referencia al contenido de este artículo para confirmar el diagnóstico, aunque con la esperanza de que “la novela de sofá” sobreviva e incluso de que sea capaz de dar frutos tan óptimos como los dio en el pasado, ya que, se diga lo que se diga, la novela ha sido y sigue siendo un género de minorías y no hay razón para creer que esta situación vaya a cambiar, ya que esas minorías no van a desaparecer nunca.
El debate está servido, las opiniones, repartidas, aunque la mayor parte de los escritores opina que los “The end” no le van a la novela.
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En mi última novela «Sotanas, Balas y Espejos» incorporé tres tipos de letras diferentes para los distintos personajes y me dió buenos resultados por sus comentarios, hoy la tecnología permite hacerlo y facilita la lectura.
No creo que la novela pierda vigencia, cambiará de temáticas, de estilos, sin duda porque la literatura no se desliga de la realidad sino que la nombra de forma diferente. El teatro y la poesía sigue siendo vital para la humanidad y hay generaciones que van a la vanguardia de la tecnología pero que aman a la par el olor de un libro en papel y que siguen escribiendo poesía y realizando teatro. Creo que el papel de la formación integral de estas generaciones es importante, que la educación y el imaginario que vamos construyendo hace posible la existencia de las realidades. Creo que es falaz decir que la juventud es solamente visual, incluso lo visual implica una lectura semiótica compleja y me parece incluso aberrante afirmar que la juventud no siente placer en sumergir su mente en un mundo de fantasía al contrario creo que la tecnología propicia un mayor desarrollo de la fantasía el poder de la imagen en 3D, los paseos virtuales, hacen que la fantasía sea parte de su diario vivir y es por ello que renacen las lecturas de vampiros, de magia, de brujas…sin duda es otro momento como lo fue de lo clásico al renacimiento o del renacimiento a las vanguardias. La tencología provee también de un pensamiento abstracto complejo, matemático, que requiere de inteligencia espacial, motriz, de memoria visual, de agudeza de los sentidos. Tal vez lo que hay que replantearse son las metodologías de educación, darnos cuenta que de la práctica y de lo visual se puede llegar al pensamiento abstracto más complejo como en el caso de los niños autistas y que la literatura seguirá siendo un pilar fuerte de la humanidad.
magnifico comentario,deseo estar en contacto,ya que soy un novicio escritor autodidacta.por favor necesito saber para registras mis obras,como puedo hacer.Desde ya mil gracias.
Creo convencido dos cosas: a) La novela no desaparecerá. b) Prevalecerán las novelas de lectura rápida (digamos unas 200 0 300 páginas).
Interesantísimo. Muy sabido y visto en el día a día, pero con un enfoque exacto, preciso, que lo hace muy interesante. Mil gracias.
Besotes
Me interesa el tema de lai novela manu me gustaría enviarte un artículo al respecto. Una saludo Cordial
Gabriel jiménez eman
Hola, Manu: gracias por el envío de tu blog. Es posible aceptar que todo género literario, como toda forma específica de un artefacto cultural, pueda entrar en declive por diversas razones; una de ellas, el surgimiento de los medios audiovisuales. Sin embargo, si se piensa que el surgimiento de la novela cuenta entre sus posibles causas con la construcción del concepto de sujeto, de individualidad , de conciencia desgarrada frente al mundo social, ¿por qué pensar que una variable de orden tecnológico pueda agotar todas las posibilidades de manifestación de una fuerza tan dinámica como aquella de la singularidad entre las oportunidades creadas por sociedades complejas? Seguramente en las próximas décadas seguirán existiendo lectores de novelas complejas, como sabios de otro tiempo, aunque no serán los protagonistas de la escena como cuando se asistía a la industrialización del libro. Me pregunto, en perspectiva optimista por la novela: ¿cuándo el hombre dejará de complacerse al aceptar la búsqueda del sentido apoyado en las palabras de otro?
¡Ah, querid@ amig@! (Manu en México es nombre de mujer). Difiero totalmente del comentario. Ni el libro y mucho menos la novela están el agonía. Esa apreciación es ligera y falta de rigor analítico. Lo que está en crisis es la producción literaria, cuya calidad va en declive. Estoy leyendo (nuevamente) la novela Amor y Pedagogía de Miguel de Unamuno y no me quiero dormir para no dejar de enterarme de las peripecias de don Avito Carrascal y el pillo de Entrambosmares.
La gente común lee y leería más si hubiera una mejor producción literaria y no los mamotretos fáciles que ahora se dan a la imprenta.
Un saludo cordial y me declaro tu amigo, servidor y seguidor de tu magnífica idea.
Estoy totalmente de acuerdo.El cientificismo está llevándonos a la incultura, a la falta de creatividad personal,a expresar nuestros éxitos y errores en algo frio sin emotividad.Ya lo decía Lorca cuando visitó N.York ; La Gran Mentira del mundo
Yo no creo que el hecho de leer en un dispositivo electrónico le quite valor a la literatura. Puedo leer a Kant o a Nietzsche con más comodidad en un lector electrónico que en un voluminoso libro de papel.
Hoy en día hay mucha más gente leyendo que antes, pues la «moda» del e-book ha abierto las compuertas a la literatura.
No todo lo moderno es despreciable. Se dijo lo mismo del teatro respecto al cine, y de la televisión respecto a la radio.
En todo caso, los responsables no son los escritores sino las editoriales que buscan «bestsellers»; novelas con un contenido dirigido específicamente a la diversión, pero no todo «bestseller» es mal libro. Hay muchos libros de autores famosos como el mismo Vargas Llosa o Gabriel García Márquez que son «bestsellers», así que no veo por qué deba someter esa palabra al escarnio.
Si hace un recorrido por las librerías virtuales encontrá muchas obras clásicas al alcance de todos, tanto en títulos como en precios. Por supuesto, también encontrará libros de pacotilla, pero estos siempre han existido, con o sin libros electrónicos.
El tema no es para quienes ya leen , creo que el problema esta en el desafío que representa generar futuros lectores, tanto sea por la calidad de la oferta como por el interés de la demanda , o lo que seria mas tangible » calidad versus interés económico».
La oferta es mas amplia y accesible , no podemos negar la tecnología, aun así tengo mis dudas.
Amo los libros ,me gusta consultarlos y releerlos, marcarlos disfrutarlos , y pienso que se podría perder ese contacto tan intimo que se produce entre el lector ,la herramienta y el autor.
Es un verdadero placer leer este artículo, estoy de acuerdo que se han abandonado los valores fundamentales de la humanidad pero todavía se puede hacer mucho por ello.
Sin duda es prioritario, que sigamos avanzando «contra corriente» si es necesario.
Un saludo fraterno desde Montevideo- Uruguay
Las tendencias, en cualquier ámbito, son ‘condicionantes’, mas no determinantes. De otro modo, la respuesta de la razón y espíritu humanos, estarían ya aniquilados.
La siguiente frase me parece más bien alarmante, por lo que implica en términos de la vida humana toda. Cito:
«Sin una mínima instrucción, el ciudadano encuentra enormes dificultades para asimilar un texto literario medianamente complejo y se concentra en la lectura de productos sencillos, relatos mitológicos, historias relativas a secretos arcanos, en los que intervienen personajes fantásticos plenos de incoherencia, que seducen las regiones más primitivas de su cerebro, pero no las más evolucionadas, las que han surgido por el simple hecho de razonar, de aplicar el pensamiento a la comprensión de los fenómenos que rigen el universo».
¿Y ante sus implicaciones, aún sociales, reitero, vamos a permanecer todos en silencio de conformidad?
Además, los auto cuestionamientos frente a una supuesta modernidad, y digo supuesta porque la existencia del humano como tal pareciera ser la derrota de su posible evolución, esos cuestionamientos y discusiones me parecen producto de falsos dilemas resultantes de la desinformación e ignorancia colectivas. En primer término, la tecnología no tiene ni diez ni veinte años; es consecuencia de una génesis que inició después de la Segunda Guerra Mundial; en segundo lugar, en tal génesis, ninguna plataforma tecnológica ha eliminado a otra [v.gr. la TV no acabó con el cine].
Me parece que al maestro Goytosolo lo han entrampado las artificiales, y casi supersticiosas, «discusiones», acerca de lo que parecen ser transformaciones de la temporalidad intelectual, cuando no son más que meras apariencias inducidas por los usos de los medios masivos de una más supuesta comunicación, para una irracional sobre población y formación de ‘masas’ humanas -esa sí determinante, no sólo para la literatura, sino para la supervivencia futura-.
Creo que a los jovenes les cuesta unirse al clan de la literatura que seimpre ha sido una elitte, por el hecho que su vida gravita en el presente, email, facebook y redes sociales, envio de fotos, todo lo situa en aquí y ahora, pero, recuerdese que todo va cambiando, los que hoy leyeron cortos mensajes en Fb mañana desearán leer más, tendrán más tiempo y más ideas y experiencias que contar, la evolución, todo es cambio pero, en esencia, todo va igual, viendo la gran cantidad de editoriales y libro editados soy de las que me atrevo a pensar un futuro para el libro dentro de su propia evolución y ante los cambios, el lirbo es en mi humilde opinión, irremplazable. Saludos y gracias por compartir.
En el caso de la poesía o el cuento, está siempre vigente la oralidad, como forma de transmisión, algo que, si se me permite, haría descubrir al «gran público» el carácter sagrado que han tenido para la tradición espiritual.
totalmente de acuerdo con Blanca Miosi. El problema mayor son las grandes casas editoriales que valoran las posibildiades de venta de un nombre (casi siempre mediático) y no se molestan siquiera en dar un vistazo al manuscrito que se les ofrece por parte de autores que acaso sean geniales. No importa la calidad sino la nombradía del sujeto. Como autor de más de 50 libros debo confesar que nunca he intentado editar tres novelas que tengo escritas a máquina en uno de los cajones de mi bibloioteca personal. Siempre he considerado que existiendo autores como Mateo Alemán o Cervantes, como Quevedo o Galdós, como Baroja o Valleinclán, como Sender y tantos otros nombres de indudable genialidad no es de sabios contribuir a la cada vez más impnetrable selva de novelas y noveluchas constantemente publicadas. Hay que dejar en barbecho la tierra literaria para que cosechas anteriores tengan salida entre el gran público…asfixiado, saturado de nombres de pacotilla cuyas ocurrencias, como los árboles ruines, no dejan ver el bosque.
Aunque es cierto que abunda la narrativa plana, sencilla, imitativa de los malos productos televisivos y cinematográficos, soy más optimista. Como el mismo Goytisolo insinúa en su espléndido discurso, a lo largo de los siglos la novela ha ido incorporando a su esencia los diferentes conocimientos y cambios producidos en el arte, la vida cotidiana, las relaciones sociales, etc.
También denuncia con energía como mal mayor de la narrativa la TV que no es alternativa, sino invasión. Esto sucedía en 1995 -año del discurso-, pero en 2013 la TV ya no es invasiva, porque la infinidad de distracciones que ofrecen los avances de las nuevas tecnologías, hace posible -y más lo va a seguir hacieno- la variedad y la libertad creativa.
Creo sinceramente que el verdadero problema es el que denunciaba a finales del siglo pasado Eduardo Mendoza: la novela (la literatura en general) ha pasado a formar parte de un lugar en la sociedad que nunca tuvo, o que lo tuvo en modo más bien simbólico.
Creo que nunca se ha leído más que ahora, pero también creo que se lee muy superficialmente, porque nos han metido a todos en un ritmo vertiginoso y parece que es obligatorio saber de todo, hacer de todo. Vamos camino del ser humano omnisapiens -valga el palabro-.
Seguro que la literatura, también la narrativa, sabrá sacar partido de todo esto, seguro que incorporará a su mapa genético lo esencial e insustituible de estos tiempos. La narrativa siempre ha estado en crisis, porque como bien sabía Unamuno, en la crisis hay crecimiento.
En fin, parafraseando a Aleixandre, la novela goza de una envidiable mala salud…
Es que entre el fútbol, la televisión basura y la prensa del corazón nos estamos volviendo tontos. Se diría que la sociedad se está polarizando en dos segmentos: la élite que la dirige y la plebe que no protesta, si se le da de comer. Las mentes pensantes no convienen, critican el modelo y molestan a los políticos que cada vez se sienten más poderosos y más seguros en su pedestal. ¿Para qué sirven las novelas? ¿Sólo para crear penas? Creo que Goytisolo tiene bastante razón, aunque yo me resisto a compartir su opinión. Algo tiene que ocurrir para frenar ese declive democrático que nos invade poco a poco, sin que el mundo intelectual reaccione. A ver si es verdad.
Es cierto que el respeto y avidez por el conocimiento están en crisis, y coincido contigo en que la adicción al relato fácil, incoherente y limitado es el signo de nuestros tiempos. Pero que la culpa de ello la tiene el superdesarrollo de la tecnología, no puedo compartirlo.
El siglo XX -problemático y febril, como cantaba Gardel- ha sido el de la explosión de lo material: más y más, más lejos, más alto, más grande, más deprisa, siempre. A finales del XIX, el cientismo ya rechazaba cualquier aproximación metafísica a la realidad, fruto evolucionado del racionalismo cartesiano, que separó radicalmente la investigación científica de la filosofía, prevaleciendo desde entonces el «qué/cuándo/cómo» sobre el «por qué/para qué/hasta qué punto». Bien nombras el «conocimiento positivo» -que excluye despectivamente la reflexión- muestra de la decadencia de ese sistema de criterios llevado al absurdo. Pero en el extremo de esa larga serpiente se encuentra la «hipertecnología», germen de una nueva era, de la misma manera que la invención de la imprenta anunciaba el fin del oscurantismo medieval (maravillosamente retratado por Umberto Eco en _El nombre de la rosa_, sin duda). Los ordenadores, e-books e Internet son la nueva puerta a todo sin excepción, lo bueno y lo malo, lo divino y lo humano, no una limitación a la reflexión o la creación.
Estamos al final de un ciclo y empezando uno nuevo. Como es lógico, no lo entendemos demasiado bien, porque la reflexión no forma parte de la formación y educación de los jóvenes. En las escuelas y universidades se enseña a saber y hacer COSAS, no a preguntarse por qué, para qué, hasta dónde, a cuestionarse los principios y valores, porque lo cualitativo es enemigo de lo cuantitativo, única meta aceptable y admisible. Y no sé por qué la desaparición del papel como vehículo y almacén del pensamiento habría de poner en peligro la reflexión y la lectura de novela o poesía. Hay crisis de lectores, ideológica, ética y educativa, sin duda. Pero los «frikis» como nosotros, que leen DE TODO, que pueden comunicar y sumarse a corrientes de pensamiento MUNDIALES (también gracias a Internet, por cierto) y sustraerse a la tiranía corrupta de algunas grandes editoriales, TODO ELLO GRACIAS A INTERNET Y TECNOLOGÍAS SATÉLITES, también estamos ahí, nos preguntamos cosas, regresamos a la calidad en detrimento de la cantidad, escribimos en espacios como éstos. Tengo que contradecirte radicalmente: es perfectamente posible leer la _Crítica de la razón práctica_ o la _Ética a Nicómaco_ en formato e-book, *pdf, o *doc.
¿Somos los escritores y lectores del futuro? Es posible, pero de momento tenemos que formar a las nuevas generaciones para que -al menos- repartan su tiempo productivamente. Mi hijastro de 16 años no tiene interés más que por el fútbol, audiovisuales en formato vídeo-juego, TV, cine o DVD, y no sabe ni quiere saber nada más. Desprecia el conocimiento. En Internet tiene a su disposición 24 horas los fondos de la Library od Congress si quisiera, en varios idiomas. Tendría tiempo de sobra para el fútbol, audiovisuales y aprendizaje de CUALQUIER COSA sin salir de casa, con sólo repartir su curiosidad por el conocimiento. Pero nadie le enseña la importancia de reflexionar sobre los valores, el mundo tal y como ha sido, es, o podría ser. No, no es ni será nunca un lector, a menos que se produzca un milagro o una revolución educativa. Ahora bien, estoy CONVENCIDA de que en un futuro próximo la manera de ser, pensar y actuar que se perpetuará será la nuestra, la de los «frikis», y que esa especie recién nacida de Neandertales del siglo XXI será la que se extinguirá.
Siento la extensión de este comentario, pero hijo, me has inspirado.
En mi novela Historias y …la yapa utilicé dos tipos de letra para identificar cuando hablaba el edificio y creo que da resultado.
America Latina es una fuente premanente de novelas. Esperamos la novela siga cumpliendo su fincion, o bien de entretenr o mejor aun de inquietar. Esperemos que avance la tecnologia, sin desplazar el placer de oler tinta, palpar papel y «volar» sin fumar marihuana.
… «Se me hace muy difícil concebir que alguien sea capaz de leer a Kant en un ebook». ¿Por qué? El soporte físico no hace al contenido. La novela se extinguirá o no, pero eso no depende del formato en que se lea. Saludos…
Discrepo, con el autor. En verdad, no tengo datos reales para ilustrar mi desacuerdo; pero, al menos, en mi entorno tienen mucha aceptación las novelas (bno, la narrativa en general). Pienso, que el futuro de la novela, y demás artes literarias, depende en mucho de las políticas culturales de cada pueblo o región. También pasa, que con el asunto de las auto-publicaciones y la cibernética, se escriben atrocidades; que no merecen la pena leer. Entonces, entre tantos, los lectores van a los «conocidos». Algún día, debe ponerse algún orden a las ediciones de libros (regresando a la exigencia, de una mínima calidad —hoy, priman los intereses económicos, en la mayoría de las editoriales—), o, aplicar políticas culturales que llamen a la lectura, y, sobre todo, a publicitar lo que amerite, y no, lo que bien se pague.
Gracias por compartírnoslo.
Saludos
Estimado Manu de Ordoñana, mil gracias por enviarme su artículo. Comparto la reflexión, sobre todo en momentos difíciles cuando el libro se ve sometido a los vaivenes de los mercados internacionales, y de bien cultural pasa a ser objeto cultural. Soy reticente a creer que el libro electrónico sea la tumba del libro impreso, porque siempre habrá quienes nos aferremos a su extraña comodidad, a sus olores entrañables, a ser nuestro amigo íntimo, a estar donde otros bienes no pueden estar. Pienso que la industria y el mercado editorial serán bífidos, que buscarán complacer las apetencias de unos y de otros. En cuando a la novela, no es la primera vez que se la condena a la muerte, y precisamente ha sido en esas épocas de anuncios agoreros cuando han aflorado grandes obras que han llevado al género a importantes cimas de originalidad y excelencia. Creo, con Vargas Llosa, que siempre habrá esas minorías que seguirán disfrutando de la verdad de las mentiras de la literatura, porque el ser humano necesita colmar sus vacíos existenciales.
Ricardo Gil Otaiza (escritor venezolano que aún no se ha ido de su país)
Estimado Manu: Me llegó tu artículo a la bandeja de correo no deseado… con la cortesía al final del mismo de darme de baja para no recibirlo… Lo abrí por el título del asunto… Y me alegré por ello. Leí los 20 comentarios que han dejado hasta este momento. Hay de todo, quisiera comentar y agregar muchas cosas; espero, sin embargo, mantener contacto y más adelante ir reflexionando y contribuyendo en las discusiones propicias. Soy escritor y editor, y como tal quiero comentar respecto al motivo central de tu artículo: El futuro de la novela. Lo tendrá, seguro, más bien la cuestión es cómo será ese futuro. Pero antes algo sobre los libros. Con todo respeto, quiero recordarles a todos -para volver los ojos a ello- la historia (de la manufactura) de los libros. Reflexionando que el concepto de libro -como obra completa- es independiente al soporte en que está contenida. Ejemplo: tengo una decena de El principito compuesta por ediciones impresas, conmemorativa, «viejas» y «nuevas», PDF´s, ebook, adaptaciones, audiovisual, etcétera. La obra es la misma, la manera, la experiencia, la emoción y la forma de leerla en todos esos soportes ha sido diferente, pero nunca «mala» o «buena»; porque sencillamente ese abordaje depende de mi estado de ánimo, entorno, ubicación geográfica, estado climatológico, anímico, si me encuentro solo, acompañado o frente a un grupo escolar… y todo lo demás que puede influir en una lectura… El futuro del libro (y de la literatura) está asegurado, porque según lo veo -y me apunto para ser el primero- seguramente en algunas décadas habrá implantes microbiotecnológicos con dispositivos para leer de mil formas maravillosas. Cosa que agradecerán -también seguramente- mis desgastados ojos, oídos y músculos, cuando ya siendo un anciano, que por mi aspecto y casa, asuste a los vecinos, pueda escucharlos, verlos, leerlos o sentirlos en formatos de lo más extraño en la comodidad de mi casa o en cualquier parte. Y recordaré su evolución, como se quiera, de las cavernas o las tablillas de arcilla hasta un microchip colocado en mi muñeca, en el cuello o detrás de una de mis orejas. Entonces cerraré los ojos y me entregaré a la obra en turno y quizá me sorprenderá la muerte sonriendo por un pasaje, por un diálogo o un personaje inolvidable… La novela, finalmente, prevalecerá aunque yo esté muerto. Saludos desde León, Guanajuato, México.
Creo que la novela no morirá, eso sí, los escritores debemos replantearnos tal vez la extensión de las mismas y nuevas formas en la presentación. Para quienes aman la lectura, la novela es un mundo fascinante. Me interesó la nota que mueve a la reflexión.
Hola, le escribo desde Cuba, he estado leyendo tu blog y me ha parecido muy interesante. Yo también pretendo escribir y me gustaría ser tu amiga. No tengo nadie con quien compartir las cosas que me gustan, la gente que me rodea no suele compartir mis aficcciones y me sentiría muy agradecida si me contestaras. Saludos
El problema no es la tecnología. Es la decadencia. La historia es cíclica y hoy estamos en la curva descendente de un ciclo.
Queda demostrado por la cada vez menor cantidad de jóvenes que leen cosas significativas. Estoy totalmente de acuerdo que si no tenemos lectores no podemos esperar la aparición de escritores. Pero observamos en el caso actual, que hay una gran cantidad de nuevos autores cuyas «obras» llegan al «éxito» producto de una eficaz estrategia de marketing, pero muy poco tienen de relevante, cuando no son una verdadera fazofia. Antes se leía, ahora se consume. Antes se buscaba la cultura como una necesidad del intelecto y el alma, ahora por la originalidad, el prestigio o el interés económico y social. Es decir, han cambiado los paradigmas y difícilmente el panorama mejore hasta la aparición de un nuevo «Renacimiento»; una verdadera revolución que nos permita recuperar los valores clásicos en su escencia, para proyectar algo verdaderamente nuevo pero mejor; con tecnología o sin ella, con e-books o tallas en hojas de palmera. La novela no se extinguirá, los murakamis, los fuentes, los kunderas, los maugans, y tantos otros, siempre «reencarnaran», yo seguire escribiendo sin hacer mucho caso a la moda, la moda es el reflejo de la estupidez humana, de su moderna forma de ser esclavo.
Cierto, estamos en tiempos novedosos u cambiantes. Todo es rápido, rápido y prediseñado. Velocidad que no permite el tiempo exquisito y lento que requiere la poesía. La profundidad del teatro. Es triste comprobar como los niños ahora prefieren llenar el tiempo de ocio con video juegos, las redes sociales.
Internet es una maravilla, el conocimiento al alcance de una pulsación de ratón, pero el ochenta por ciento se llena de banalidad superficial y absurda. Soy madre de tres niños adolescentes y muchas veces pienso que todo lo que veo en ellos que no me gusta es culpa mía. Aprenden con el ejemplo y mi ritmo frenético trabajando, estudiando y atendiendo la casa con poco tiempo para hablar y compartir, no es lo mejor que pueden ver. Tengo la casa llena de libros que he leído en su mayoría. Los que han leído mis hijos pueden enumerar los títulos, yo no podría hacerlo de tantos que han sido. Los jóvenes de hoy sufren un bombardeo de información evanescente brutal, pero esta información no se fija, no cala. No les da paciencia para valorar los momentos de sentarse y disfrutar el placer de una lectura profunda.
Ante todo un cordial saludo a Manu y a todos los participantes de este blog. En este mundo todos podemos y debemos aprender de todos, y desde ese punto de vista y desde el respeto mutuo espero que así lo hagamos.
Pasando a otro tema, quería transmitiros, que en estos tiempos que corren, por lo menos aquí en Sevilla, las librerías pequeñas han ido cerrando, los grandes almacenes, y las cadenas de librerías son las que están aguantando, pero como está ocurriendo en otros lugares, el pez gordo se come al chico. Es preocupante que la atención y el servicio que nos prestaban los libreros de siempre, donde preguntábamos y se nos ofrecía todo cuanto necesitábamos, desgraciadamente ya no es así, porque esos autónomos que se han pegado toda la vida luchando por su negocio, se han ido a pique. O sea, que el porvenir está más negro que «tiznao». De todas formas, no hay más remedio que adaptarse a los tiempos que corren. A todos nos gusta leer en papel, pero cada vez hay más lectores que optan por leer en otros dispositivos electrónicos como en un Pc, smartphone, e book, etc. Lo importante es que se siga escribiendo y leyendo. Todos sabemos que escribir un libro es difícil, pero más difíci aún es que te lo publiquen. Hay por ahí gente que escriben de maravilla y sin embargo, nadie les publica sus obras, por el contrario, hay libros por ahí que son malísimos pero como son personajes famosos y las editoriales saben que despiertan curiosidad en un segmento del público, pues si se publican. Animo a aquéllos que les guste escribir, y tengan tiempo —y puedan hacerlo—, a que lo hagan y no pierdan la esperanza, aunque la «cosa» esté difícil. No hay que perder la esperanza. Y por supuesto, hay gente para todo. Habrá que en un momento dado quieran o les apetezca leer un libro complejo, o que en otro momento lo que deseen sea evadirse y leer otro tipo. Lo importante es que la gente lea y que disfrute haciéndolo.
Gracias a todos por compartir este espacio.
Un cordial saludo:
Salvador
Me parece que tienes razón en parte pero así como cambia el mundo y los intereses de los lectores, ya surgirá una novela de este siglo, diferente quizás, pero novela al fin. Es un género difícil, yo he escrito dos pero me salen mejor los cuentos y dicen que son un género menor. Espero que sigas enviando tu blog.
Estimado Manu, en verdad tu post es muy interesante. No creo que la novela desaparezca, si creo que se escribe mucho, de todo, malo, mediocre, bueno y excelente y hoy, podemos acceder a muchas de esas lecturas en diversos formatos, incluso el libro. Como bibliotecaria de una biblioteca popular, te puedo decir que, gracias a Dios la gente ha retomado el hábito de la lectura y esto se debe a la promoción que se hace desde los estados nacionales o provinciales para ello. Entonces, mientras sigamos estimulando el amor por la lectura, mientras sigamos proponiendo talleres para compartir la lectura, para escribir, talleres para desplegar nuestras capacidades creativas, el libro, la novela no desaparecerá, pero sobre todo no desparecerá (creo yo) porque el ser humano siempre ha estado ávido de ser escuchado, interpretado, mirado.
Son muchas las miradas, las posibilidades y las variables, puede verse incluso aquí, en los comentarios de los que participamos y eso creo es, un buen indicio, esto nos dice que estamos alertas, y mientras estemos alertas, difícilmente desaparezcan los libros y decaiga la lectura.
Saludos cordiales.
El artículo es de gran interés, se ve por las respuestas, y abre diversas reflexiones. Yo no acuerdo con que la novela se agote como género que entrará en decadencia o desaparecerá en un futuro a la vista; tampoco que desaparezca porque se la lea en dispositivos electrónicos. Acerca de otros géneros literarios, como la poesía y el teatro, puedo dar fe que aquí, (escribo desde Buenos Aires) ambos están vitales. En esta ciudad el teatro es rey, se escribe dramaturgia y se representa de manera masiva; respecto de la poesía, siendo un género más difícil para la masividad, los poetas tienen sus circuitos de encuentro y lectura, publican, participan en concursos, están activos. Igual que para la novela, que a manera de ilustración se puede ver su vigencia además de en las ventas de novelas en la cantidad de concursos que existen y en el gran número de participantes.
Lo que sí ha sucedido es que ha hecho su fuerte aparición la literatura que se escribe por Internet. El formato impreso y sus géneros largamente asentados no tenían competencia tecnológica, hasta que sucedió que la tecnología le facilita la creación literaria a quien quiera, y los escritores de todos los géneros pueden presentar sus trabajos con enorme facilidad. Y hay de todo, por supuesto: buenos, malos y pésimos, pero, ¿no había también malos escritores antes? Tal vez lo que apabulle un poco en la web es la abundancia, la proliferación…En Internet los nuevos géneros que nacen están ahora en formación, y habrá que ver cómo los depura ese medio ambiente. De cualquier forma, es bueno distinguir formato (impreso o digital) de género.
Soy una apasionada del objeto libro, los amo desde que he podido leer. Los sentimientos y sensaciones que me despiertan no son los mismos que los que me inspira la tecnología, las subjetividades no son las mismas, pero sin literatura digital (con esos géneros aún in-formes) no me sería posible comprender el mundo de hoy. A propósito de esto, y siendo yo bibliotecaria, invito a leer en mi blog mi cuento «La donación», que justamente trata este tema (aunque en un área específica).
Tratándose de afirmaciones de Luis Goytisolo me parecen que vienen sustentadas por la trayectoria de este escritor y por su experiencia en torno al tema de la novela. No obstante creo en la «novela» y considero que como el mismo autor lo dice, seguirá siendo un género de minorías. Me resisto a pensar que pueda desaparecer y desde mi personal trinchera lucho y lucharé para que le novela siga adelante. Cordial saludo para todos.
Sobre el tema que Manu aborda, os recomiendo el siguiente artículo:
https://latiendadelkirguise.wordpress.com/2013/03/08/hacia-la-muerte-del-canon-tecnologia-cultura-y-creacion-en-la-era-virtual-marina-gurruchaga/
Gabriel Jiménez Aman nos envía desde Venezuela el siguiente comentario en relacionado con este artículo:
¿EL FIN DE LA NOVELA?
Desde hace rato se viene hablando no sólo del fin de la novela, si no del fin de la literatura, de la poesía y de la historia. Y hasta de la civilización y del mundo. Es un tema que lo impregna todo porque pertenece al tema de la muerte; un tema que paradójicamente es inmortal.
A la poesía no pueden matarla, pues estarían matando al hombre a la utopía y a los sueños. Y con ellos a la esperanza. La poesía va mucho más allá del asunto de hacer unos buenos versos; la poesía es el hallazgo interior de la voz del espíritu, la esencia misma de lo humano expresada en al arte. Por su parte, la novela se metamorfosea siempre, ya no tiene una estructura fija o única, pues de lo contrario moriría. Sólo es un asunto de formatos, de soportes. Con lo oneroso del papel y la invasión de la tecnología digital, el papel no puede perpetuar su dominio por siempre, eso es cierto, pero la novela, el cuento y todas las formas narrativas, dramática y líricas, que son formas inmanentes de la voluntad de contar y cantar, de pensar y representar que forman parte de la naturaleza humana, y estas van a estar moviendo siempre a los seres humanos para continuar en el intento de salvarnos de la miseria de un existir puramente práctico, mecánico, de pura sobrevivencia física, pues lo que el lector busca en ellos es la complejidad del existir cuando las obras están hechas con una voluntad artístico-literaria, y de diversión y de entretenimiento cuando se trata de libro leves o de consejos prácticos, que también deben existir, igual todos nos serán ofertados por las vías más insólitas. El día que los seres humanos no deseemos leer más historias o poemas, discutir ideas o confrontarlas, podríamos decir que somo una suerte de muertos-vivos, unos seres sin alma ni sueños.
Las novelas nos vienen ahora en tabletas o en los teléfonos celulares digitales llamados androides, bajo las formas tecnológicas más sofisticadas, y ahí estarán siempre los relatos escritos.
Otro asunto son las maneras de leer. No podemos acusar a la juventud de no saber leer o de tener que leer más libros, ni podemos enrostrarles sus adicciones audiovisuales, porque esos jóvenes tendrán algún día otra edad, y si les apasiona de verdad escuchar o enterarse de historias, o escucharlas ellos, las tendrán que leer en alguna parte: en los periódicos que vienen en formato de noticias; en los ensayos que son relatos de ideas; o en los cuentos que son relatos literarios; en los libros sagrados que son relatos de fe; en las novelas que no cesan de parodiarse a sí mismas en otras novelas, o de adaptarse en películas que a su vez influencian a la novelas escritas.
De modo que yo no me uno al llamado apocalíptico del fin de la novela. Apuesto, sí, a su sobrevivencia por todos los medios posibles o imposibles.
Copyright 2013 Gabriel Jiménez Emán
La tecnología, la vida afanoza que se vive hoy, la superficilidad en que el mundo está cayendo lentamente, el apuro de la juventud por vivir todo de inmediato sin esfuerzo, ni análisi alguno y muchos otros factores, pueden influir en que la gente lea menos y como lo han anotado anteriormente, las personas se contenten con leer en pequeñas y rápidas dosis la actualidad o lo que les interesa, sin tomar el tiempo de leer una novela o un libro que les siginifique dedicar un buen rato al delicioso oficio de leer. Peor también creo que todo tiene límites y llegará el momento d ela saturación de todo lo que he descrito anteriormente y se retomen ciertas costumbres y hábitos que hagan posible que el libro impreso de cualquier género literario, vuelva a estar sobre la mesa. Quienes escribimos, amamos este grandioso oficio de ser escritor debemos continuar sin desfallecer y con la seguridad que todo este esfuerzo en tiempos en los que la tecnología arrebata ciertas tradiciones, dará sus frutos. Sigamos con mucha fe adelante y no dejemos de escribir a pesar de las duras tormentas de estos tiempos. La novela continuará vigente si comenzamos desde nosotros mismos a darle vida sin permitir que apague su magia y gran luz. María del PIlar Casas L.
En el propio artículo se ofrecen las claves de la verdad: no es la tecnología lo que amenaza a la edicción tradicional, sino la falta de cultura y de un sistema educacional básico en cualquier país que se precie de moderno. Los E-BOOK solo son la puntilla de la «comodidad» y lo «instantáneo» que rematará el trabajo de zapa iniciado hace décadas en nuestro país -España- para crear ciudadanos de intelecto cero.
«… Los contenidos están cada vez más orientados a divertir y menos a enseñar…» ¿Considera el autor la novela (incluso la mejor novela) como un texto destinado a la enseñanza? Nunca he esperado semejante cosa de esa literatura. Es más: hasta me he sorprendido cuando he aprendido algo.
En cuanto al ebook y otros medios informáticos, por suerte o por desgracia, tendremos que acostumbrarnos a leer en él a Kant, a Descartes, a Ricoeur, y a quien haga falta. Entre otras razones porque es muy sencillo buscar una cita recordando tan solo un par de palabras que la compongan. Algo mucho más difícil de conseguir en papel.
Un saludo.
Por cierto, que la viñeta de Forges está llena de prejuicios malintencionados. Las grandes vocaciones surgen en la adolescencia por casualidad, de preguntas como esa a un amigo. La respuesta a esa pregunta debe ser entusiasta y sugerente, y no la media risa cargada de superioridad que pretende el dibujante.