El declive de la novela
Categoría (El libro digital, Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana el 28-07-2012
Tags : declive-de-la-novela, El libro y la lectura, escritor debutante, lector-perezoso, mataburros, morir-de-pie, ordoñana, prescriptor-literario, rincón literario, ser escritor, taller-de-escritura, tramas-fluidas, vivir-de-rodillas
No hay duda de que la industria editorial está pasando por un mal momento, la caída de las ventas, la irrupción de las multinacionales, la transformación de lo analógico a lo digital y, encima, la crisis económica que duele al bolsillo del lector. Sí, eso hay que comprenderlo, aunque todo esto no le exime de su culpa, los editores no han sabido adaptarse a los nuevos tiempos, los más débiles están ya condenados, los más fuertes aguantan como pueden.
Pero no sólo hay que culpar al sector empresarial, también la tienen los escritores. El talento no ha mejorado, el estilo narrativo es el mismo, la inventiva está por los suelos, el artista está desmotivado, no siente el aliento de la innovación. Los autores tendrían que recuperar la ilusión, la novela tendría que renovarse, adentrarse en caminos nuevos. Hay muchas formas de hacerlo, sólo falta la ilusión… y el apoyo de editores audaces capaces de comprometerse, de liderar ese cambio.
Unos son optimistas, piensan que la novela pervivirá, resurgirá con nuevos bríos, aunque no saben cuándo. Javier Rodríguez Marcos se pregunta hoy en el suplemento Babelia de “El País”: ¿Tiene futuro la novela? José Carlos Mainar le contesta: “Ha funcionado durante más de doscientos años, no tenemos por qué dudar de que lo siga haciendo”. Lo mismo responde Goytisolo: “No es un cataclismo, sino una evolución, no hay causas internas, es un cambio de hábitos sociales”.
La novela es un género que se ha ido transformando desde su nacimiento, allá por los inicios del siglo XIX, para solaz de una burguesía naciente al principio, hasta llegar más tarde a todos los niveles de la sociedad. El problema es que el ser mutante ha sido el lector, y no siempre el autor ha seguido sus pasos. Ésa es cuestión: ¿Debe el escritor olvidarse de su público y alumbrar su pensamiento o tiene que halagarlo y servirle lo que él quiere recibir?
Ahora están de moda las tramas fluidas, personajes exóticos al borde del precipicio, pasiones al límite, mucho diálogo, descripciones breves y finales angustiosos. El lector perezoso se inclina por comprar ese tipo de novelas, de las que se dice que “enganchan”, pero de dudoso valor literario; son además las que gozan de un mayor empuje publicitario; son la esperanza de la industria editorial, la aparición de dos o tres best-seller al año les ayuda a salvar el ejercicio. ¿Es eso lo que tiene que hacer un escritor comprometido? Que cada uno escoja su camino.
Es cierto que, si el futuro es lo digital, la lectura de un libro dejará de ser una actividad solitaria para convertirse en un acto social, será interactiva. Compartir la experiencia nos ayudará a descubrir libros afines, los que gustan a la mayoría. El papel del prescriptor, del editor tradicional, del crítico literario tenderá a desaparecer, lo que privará será el boca a boca, la mediocridad, el implante del no esfuerzo. Si esto es así, no cabe duda de que muchos escritores se van a quedar fuera del pastel.
La novela ha perdido influencia como vehículo para transmitir la cultura, las series de televisión han mejorado su técnica narrativa y llegan más fácilmente al gran público, que no quiere libros muy trabajados, sino historias entretenidas. La novela ha descuidado su contenido intelectual, la literatura ha dejado de ser el motor que proporciona movimiento al cambio social, se ha retirado al cubil de las élites: “A diferencia de lo que suele pensarse, la novela es un género de minorías, las mayorías prefieren el mundo de la realidad tangible, el del espacio privativo de la imagen” (Vargas Llosa).
Y mientras tanto, la gente ha dejado de pensar: las teorías neoliberales avanzan, las libertades democráticas retroceden y los políticos se frotan las manos, nadie los quiere pero ellos siguen disponiendo.
Hola, muy buenas.
Desde hace tiempo ojeo tu página. Me gustaría felicitarte por tus artículos, que reflejan a la perfección la realidad actual de la literatura, principalmente en prosa.
Un saludo desde León.
Es muy acertado hablar de la falta de editores audaces. Si hubiera más de estos, posiblemente saldrían a la luz nuevos autores y nuevas novelas que renovarían el panorama literario. Sin embargo, parece más facil y menos arriesgado publicar libros basándose en la seguridad de la inversión, como ha sucedido con «50 Sombras de Grey» (Grijalbo ha publicado toda la trilogía de golpe. ¿Necesidad de hacer caja?).
La revolución digital está cambiando este mundillo, y estoy seguro de que en el futuro todo será muy diferente. Los lectores cada vez tienen más voz, y piden a gritos una renovación de las voces narrativas.
Esperamos estar ahí para verlo. Un Saludo!
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Ojalá todos trabajáramos como tú por difundir estas inquietudes que están ahora más que nunca sobre el tapete. Desde ya, felicidades por tu página. Es cierto, vivimos en un mundo tan obtuso en donde todo o casi todo está en crisis. Es verdad también que las ideas nuevas están ausentes en la novelas. Debemos mejorar este aspecto, no hay duda de ello. Pero también nos corresponde trabajar juntos para alcanzarlo. Hace unos años escribí una novela que pretendía ser mi inicio en la narración extensa; logré algo y ahora estoy embarcado en la composición de otras dos novelas en donde los temas de la historia y la mitología reaparecen. Creo que en estos dos campos hay mucho por explotar todavía. Además corresponde que pensemos en una labor colectiva en torno a la novela o a la nueva novela que debemos generar para que no nos dejemos vencer por los mediocres alcances que muchas veces Internet ofrece. En Internet hay de todo y por ello la competencia se vuelve más difícil; pero si nos integramos también a este medio podremos ofrecer novelas que sean buenas y que lleguen a los sedientos lectores. Me gustó tu propuesta y espero seguir leyéndote.