Microrrelatos. La oveja negra
Categoría (General, Taller literario) por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz el 10-06-2025
Tags : formato-literario-fábula, juego- ético-estético, pretérito-imperfecto-continuidad-regularidad, prosa-exenta-barroquismos
En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra.
Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.
Augusto Monterroso
Este relato pertenece al libro La oveja negra y demás fábulas (1969). Mediante el formato literario de la fábula nos presenta historias en las que se refleja la sociedad contemporánea con todas sus debilidades. Cuando publicó el libro, afirmó que los personajes de los relatos en realidad son humanos “disfrazados de moscas, perros, jirafas o simples aspirantes a escritores”.
Monterroso se vale de una prosa sin barroquismos, de fácil lectura. Utiliza el género de la fábula, cuyo objetivo primero es enseñar ejemplificando o criticando comportamientos humanos, pero dándole una vuelta de tuerca porque lo que al final crea son verdaderas parodias a las que aplica grandes dosis de sátira y de ironía. El resultado es una nueva forma de “leer” las fábulas.
En este cuento el autor realiza un juego entre lo ético y lo estético. Fusilar a la oveja negra, a la diferente, a la rara, y después levantarle una estatua ecuestre resulta, como poco, caricaturesco. Y en el último párrafo esa acción se convierte en ridícula cuando el fusilar a alguien se valida como excusa para que las futuras generaciones trabajen la escultura y creen obras artísticas.
Los tiempos verbales, en este sentido, son muy importantes. El perfecto simple “fue fusilada” nos saca de dudas. Eso ocurrió de verdad, y lo expresa en una oración aparte; la simpleza sintáctica ya horroriza por sí misma. Pero es que en el párrafo final se utiliza el pretérito imperfecto: “cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas”, un verbo que indica continuidad o regularidad de una acción cuyo principio y final no se concretan. Esto estremece si entendemos que lo que nos cuenta Monterroso tiene mucho que ver con lo que vivimos hoy en día: primero exterminamos y luego nos arrepentimos para, de nuevo, repetir la misma acción.
Asimismo, es reseñable el hecho de que haya utilizado un inicio de cuento infantil, o de cuento de hadas, y un personaje como la oveja para representar a los hombres: pura parodia; un animal conocido por su mansedumbre y su docilidad que, además, se mueve en grupo de repente decide comportarse de otra manera que rebela oscuras intenciones.
Finalmente, lo que consigue Monterroso con este estupendo microrrelato es plasmar argumentos conocidos por todos, mediante una fórmula clásica, a la que imprime una mirada novedosa, iluminadora aunque, también, terrible por conocida.
Genial Monterroso. Poco se puede añadir al comentario que hacéis
Sencillamente genial.
Terrible Monterroso al describir la actuación de una sociedad que elimina sin miramientos al diferente, simplemente por serlo, para luego “beatificarlo” y usarlo como recuerdo permanente de lo que le ocurrirá a todo aquel que se sale de lo establecido.No arremete contra quienes ejecutan el crimen, sino que pone en evidencia la docilidad de quienes no actúan y normalizan esta actuación convirtiéndose además en cómplices.
Lo siento, pero no entiendo. El que asesina no levanta esculturas del asedinafo. Incongruente.
Este microrrelato me desconcierta. Si no fuera de Monterroso, lo ignoraría, sin más. ¿Por qué un siglo después si se trata del mismo rebaño? Y más desconcertante aún ¿por qué una escultura ecuestre si se trata de una oveja (negra)?
Con un siglo después… ¿querrá decirnos que el paso del tiempo no lo arregla?
A ver, que no cunda el pánico. Voy a intentar responder a estos dos últimos comentarios.
El cuento de Monterroso es claramente irónico y solo desde esa perspectiva entendemos que lo que denuncia es el hecho de que se intente reparar el daño causado cien años más tarde, máxime cuando el que decretó la muerte no es el rebaño arrepentido.
Por otro lado, el hecho de que la estatua sea ecuestre tiene que ver con un canon escultórico muy utilizado universalmente para mostrar el poder y la valentía. En este caso suponemos que el jinete es una oveja. Pura caricatura, con la que pone en duda el valor real de esas esculturas dedicadas a recordar a las víctimas y su supuesto valor expiatorio.