El corrector de textos

Categoría (General, Taller literario) por Manu de Ordoñana el 04-04-2013

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Has terminado de escribir tu libro, lo has maquetado más o menos bien, y ahora te preguntas: ¿qué hago con él? ¿Lo presento a una editorial? ¿Me busco un agente literario? ¡Bah! No me merece la pena. Me decido por la autoedición, hacerlo todo yo, buscar una imprenta de confianza y que me impriman 500 ejemplares. Si vendo 200, me declaro satisfecho, igual recupero la inversión.

Pero antes tienes que hacer un par de cosas más: lo de componer el libro lo veremos en el próximo artículo, aquí vamos a tratar de un tema peliagudo: la corrección del texto, un trabajo complicado y difícil de evaluar. Los profesionales buenos cobran un dineral y siempre te queda la duda de si el dinero gastado ha merecido la pena. La verdad que es un oficio poco valorado, más bien denostado… los escritores tenemos mucho ego.

Corregir libros

Aun así, te recomiendo ─mucho más si eres debutante─ que te entregues a un buen corrector, que dediques un tiempo a encontrar un colaborador honesto, competente y no demasiado exigente. La tarifa que se aplica oscila entre 4-5 euros la página para una revisión a fondo, no sólo ortográfica; la broma te va a costar por lo menos 1.000 euros. Créeme, merece la pena si el resultado es de tu agrado. Pídele antes que te explique las cuestiones que va a mirar y el tiempo que va a emplear en cada una de ellas, así podrás valorar su competencia. Read the rest of this entry »

Formatos de lectura digital

Categoría (El libro digital, General) por Manu de Ordoñana el 24-11-2012

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Muchos lectores, tentados por las nuevas tecnologías, se animan a comprar ─o cambiar─ un dispositivo de lectura digital sin saber muy bien en la jungla en que se meten. Se encontrará con siglas que no conoce, como Pdf, ePub, Mobi, Azw y otras muchas más, sin entender lo que significan. Vaya pues aquí un cuadro resumen de los principales lectores que hay en el mercado y los formatos (propietarios y abiertos) de lectura que soportan, sin entrar a analizar todavía los métodos que existen para pasar de uno a otro, que no siempre están permitidos.

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Txt. El texto plano almacena exclusivamente caracteres, pero no estilos tipográficos (negrita, subrayado, bastardilla), por lo cual los archivos son muy ligeros. Su lectura está garantizada en cualquiera de los dispositivos de lectura que hay en el mercado.

Pdf. Es el formato más antiguo, anterior incluso a la aparición del libro digital, diseñado con el fin de proteger la integridad de los documentos. Los formatos PDF pesan poco, la calidad de lectura es óptima y se adaptan a la mayoría de los modernos dispositivos de lectura, tabletas y smartphones. Tiene el inconveniente de que no se pueden repaginar ni adaptar al tamaño de la pantalla.

ePub. Es un formato abierto que se adapta a la mayoría de los dispositivos de lectura, salvo el Kindle de Amazon. Está orientado a la lectura de textos simples, ya que tiene algunas limitaciones con la paginación avanzada. Por lo demás, parece el formato ideal para la lectura de un libro digital y así lo han entendido la mayoría de los constructores.

Html. Es el formato propio de la web, es decir, de las páginas de Internet, pero sirve como formato para libro electrónico.

Fb2. FictionBook es un formato abierto para archivos de libros electrónicos creado por un grupo de desarrolladores rusos, que utiliza un único archivo XLM para albergar los metadatos, el texto y las imágenes, lo que permite mantener la estructura del libro. FB2 no permite incorporar tecnología DRM para protección de derechos digitales. Es el formato nativo del Papyre, el dispositivo de lectura más vendido en España hasta la llegada del Kindle.

Opf. Open eBook (OEB) es un formato abierto basado en el lenguaje XLM que ha servido de base para otros formatos más modernos como el Lit, el Prc de Mobipocket Reader y finalmente el universal ePub utilizado en los lectores actuales.

Mobi. Es un formato abierto ideal para la visualización de textos, ya que el diseño de la página se ajusta de forma automática al tamaño de la pantalla. Fue desarrollado en el año 2000 por la empresa francesa Mobipocket S.A. que, en abril de 2005, fue comprada por Amazon, pero, en diciembre de 2011, Amazon certificó su defunción (siendo sustituido por Azw), por lo cual su futuro es incierto.

Azw. Es un formato propietario diseñado por Amazon para su lector de libros Kindle. Está basado en la tecnología de Mobipocket con algunas pequeñas mejoras y tiene su propio formato de protección DRM, lo que permite al usuario leer el libro que ha comprado en cualquier dispositivo ─no sólo con el Kindle─ y en cualquier parte del mundo, pero no copiarlo, ni siquiera alojarlo en su lector, ya que reside en el servidor de Amazon.

Lit. Es el formato propietario diseñado por Microsoft para libros electrónicos, un software de lectura electrónica con tecnología ClearType que incluye funciones de resaltado e inserción de marcadores y aporta una gran nitidez al texto en la pantalla. En agosto de 2012, Microsoft anunció la retirada de este formato, pero el mercado espera el lanzamiento de otro nuevo mejorado.

Ibooks. Es un formato propietario creado por Apple para sus Mac Apps, basado en el ePub, que permite al autor utilizarlo para convertir su libro a ese formato y venderlo a través de Apple iBookstore.

BBeB. Es un formato propietario utilizado por los dispositivos de lectura de Sony Corporation. Sus contenidos con extensión .lrx están protegidos por DRM.

Pdb. Es un formato propietario diseñado por Palm Digital Media para sus dispositivos Palm, con un buen soporte para smartphones y PDA’s. En julio de 20019, Barnes Noble anunció que adoptaba este soporte para sus Nook’s, pero no en la versión color.

El escritor y las redes sociales

Categoría (General, Marketing para vender libros, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 16-11-2012

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Has terminado de escribir tu novela, la has presentado a un concurso literario, la has enviado a varias editoriales, te has puesto en contacto con dos o tres agentes literarios… y no has conseguido nada, estás igual que al principio, aunque con el animo más apagado. No te  preocupes, es lo normal. El mundo editorial ha cambiado mucho en los últimos años, pero los autores siguen pensando como antaño y eso no vale.

Lo primero que tiene que hacer el escritor actual es entender que este cambio se ha producido y que, para vender su libro, los viejos procedimientos no sirven, tiene que dedicar parte de su tiempo a ser empresario, a promocionar su obra, a hacerse conocido. Y eso, cualquiera que sea la forma que haya elegido para publicar, ya sea en papel, ya sea como e-book.

Para conseguirlo, no siempre es necesario gastar dinero ni hacer publicidad en los medios tradicionales, sólo hace falta tener voluntad y adentrarse en el mundo de Internet. El mensaje es muy claro: crear una página web, un blog, escribir artículos con frecuencia semanal ─por ejemplo─ en los que el autor dé su opinión sobre diferentes materias relacionadas con la creación literaria, no precisamente sobre el libro que ha escrito, que al final cansa. El objetivo es mantener contacto con los lectores y darse a conocer.

En EE.UU. ha surgido la figura de lo que podríamos llamar el editor digital o editor 2.0, algo que aquí podríamos denominar asesor literario ─nada que ver con el agente literario actual─, que pone a disposición del autor una guía online para explicar a sus asociados el uso básico de la web, cómo crear un blog y cómo tener presencia en las redes sociales 2.0, además de recomendar la forma de hacer buen uso de las herramientas digitales y ofrecer recursos para la promoción y venta de libros en Internet.

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Cuando hablamos de redes sociales, la gente interpreta que nos estamos refiriendo a Facebook, Twitter o Linkedin. No necesariamente. Es cierto que ese tipo de portales permite a cualquiera que tenga “gancho” conseguir una comunidad de fans que siguen al gurú en todas sus manifestaciones, pero eso ocurre sobre todo con las grandes figuras mediáticas, que tienen medios humanos y económicos para mantener el flujo de información. ¿Se imaginan ustedes lo que supone tener treinta millones de seguidores en Twitter, como Lady Gaga, y responder a todas sus peticiones?

Redes sociales son también todas aquellas plataformas que permiten el intercambio de ideas sobre temas variopintos entre ciudadanos aficionados a ellos. En nuestro caso, estamos hablando de las que tienen como motivo el ámbito literario, las hay a montones. Disponen de un foro en el que se discute sobre la materia, se comentan libros nuevos ─no precisamente los best-sellers─ y cada uno cuenta su experiencia. Trata de participar en ellos, intenta que tu opinión sea valorada y, si puedes, influye en el líder para que hable bien de ti y difunda tu obra. La opinión del prescriptor va creciendo en importancia dentro del mundo editorial 2.0. Al final, se trata de que alguien con prestigio hable sobre tu novela. A partir de ahí, el efecto multiplicador de Internet hará el resto.

Otra forma de darte a conocer es el e-mailing, es decir, hacerte con una buena base de datos de correos electrónicos ─una forma es que el propietario del blog ofrezca su dirección de email, para que el lector se ponga en contacto con él─ de personas que  tengan algún tipo de afición literaria y enviarles un e-mail cada vez que publicas un artículo en tu blog. Simplemente se lo anuncias con dos líneas explicando el contenido y le das la opción de entrar a él en tu página web si el asunto le interesa, así como la de darse de baja, para no crear spams.

El problema es que pocos escritores son capaces de crear una página web, eso exige conocimientos que no están al alcance de cualquiera. Pero no así su mantenimiento, es decir, el incorporar cada semana el artículo que has escrito, eso está al alcance de cualquiera. Por eso, lo recomendable es tener un asesor que te la construya de una sola vez y te enseñe a alimentarla para no depender más de él, verás que no es tan difícil.

Esa figura del asesor literario o editor digital es lo que falta en el mercado, al menos en el mercado español. Quizá existan buenos informáticos de la web, quizá existan asesores y/o prescriptores que conozcan el mundillo literario, pero no profesionales que ofrezcan el servicio de las dos cosas al mismo tiempo. La demanda existe, mas no la oferta… por ahora.

Concursos literarios menos reputados

Categoría (General, Marketing para vender libros, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 11-10-2012

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A muchos autores diletantes, cuando han terminado de escribir su primera novela,  lo primero que se les ocurre es presentarla a un concurso literario. A menudo recibo en esta página consultas sobre cuáles son los mejores o cuáles los que más se adecuan a la obra que han escrito. Mi respuesta es darles la dirección de cuatro o cinco páginas webs que tratan sobre el tema o consultar el libro de Dolores Jiménez Morato que edita Fuentetaja Literaria cada dos años: “Guía de Premios y Concursos literarios en España 2011-2012”, probablemente lo encontrarán en la biblioteca pública de su barrio.

No oculto que mi confianza en eso de los concursos literarios es limitada, al menos, en los que gozan de prestigio. No voy a decir que estén amañados, porque eso no es cierto, aunque es verdad que los grandes, los que dan renombre o tienen un premio sustancial, sí que parece estar, cuando menos, dirigidos. La prueba es que, en la mayoría de los casos, el ganador es un escritor célebre, rara vez un principiante.

El pasado 15 de septiembre, Manuel Rodríguez Rivero, editor, crítico y ensayista, publicaba un artículo en El País titulado “¿Pero hubo alguna vez un premio honrado?”, en el que manifestaba la opinión que le merecen ese tipo de concursos: “Con escasas (y notables) excepciones, el premio literario honrado es el que todavía no ha sido concedido”. Nadie se escandaliza cuando, en la ceremonia de entrega, el representante del jurado anuncia que “abierta la plica, el ganador resultó ser…”, para, acto seguido, pronunciar un nombre que, entre bambalinas, todo el mundo conocía unas semanas antes: un juego de cinismo imbécil que el público acepta y la prensa consiente.

El escritor madrileño se muestra partidario de premiar obras ya publicadas que se han enfrentado al veredicto de la crítica y de los lectores ─como el Goncourt y el Booker─ entre otros, en lugar de textos inéditos, requisito que exigen la mayoría de los concursos que se convocan en España. La razón es clara: las cláusulas que el concursante ha de aceptar para que le admitan su libro son leoninas, la cesión de todos los derechos, absolutamente todos, con carácter universal, tanto en papel como en digital y hasta el fin de los tiempos, a cambio de un porcentaje módico sobre el valor de las ventas que nunca sobrepasa el diez por ciento (como muestra, mira las condiciones que estipula el Premio Nadal, incluso con una dotación tan pobre como 18.000 euros).

Sin embargo, existen numerosos concursos de segundo nivel, cuyo desarrollo se presume más limpio. No otorgan fama, porque no tienen cartel en los medios de comunicación, ni tampoco dinero, porque están mal dotados. Pero tienen la virtud de reconocer el talento del escritor que lo ha obtenido. El simple hecho de enumerar en la solapa de tu libro la relación de premios que has conseguido es una buena carta de recomendación que el comprador valora cuando lo hojea en la estantería. Es un mérito añadido que no debes ignorar a la hora de establecer el Plan de Marketing para vender tu libro.

 

El escritor ha de saber gestionar su negocio

Categoría (General, Marketing para vender libros, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 05-10-2012

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En un artículo anterior titulado “Autoeditar es la solución”, aludíamos al fenómeno que acaece en la actualidad: cada vez aparecen más escritores aficionados, no para ganar dinero, sino para divertirse y quizá para satisfacer su ego. Es cierto que todos ellos tienen como objetivo publicar su libro, aunque muy pocos lo logran, si siguen el camino tradicional que ha funcionado hasta ahora: buscar un editor que asuma el riesgo.

Hoy ya no vale eso de enviar el texto de tu novela a un puñado de editoriales: ninguno te va a contestar, tu libro irá probablemente al cesto de los papeles. Tampoco pretendas encontrar un agente literario, todos están ocupados con los que ya son célebres.

Si has llegado a este momento y quieres publicar de verdad, no tienes más remedio que pensar en la autoedición… y también en algo más: todo lo que viene a continuación. Tienes que hacerte empresario y gestionar tu propio negocio. Me refiero a eso del marketing: si tú no eres capaz de promocionarte, nadie lo va a hacer por ti, ni el editor, ni el agente literario, ni nadie. Y si no, mira el tiempo que han dedicado ─y dedican─ a eso escritores tan importantes como Vargas Llosa y Pérez Reverte, por citar los primeros que me vienen a la mente.

De todos modos, puedes hacer una prueba y proponer tu novela a alguna editorial que conozcas o que esté especializada en temas relacionados con el que tú expones… te puede sonar la flauta. Aun así, a continuación, surge la pregunta: ¿Acaso porque un editor se haya atrevido a publicar tu novela, vas a vender más ejemplares? Sabrás que estará a la venta en numerosos establecimientos, porque él tiene acceso a ellos por sus acuerdos de distribución, pero nada más. Si la portada es atractiva o te has esforzado en la sinopsis, quizá venderás unos cuantos ejemplares, pero rara vez se convertirá en un best-seller. El estar presente es condición necesaria pero no suficiente.

Esta fórmula tiene la ventaja de que no arriesgas un céntimo, pero no que vas a vender ciento. Estoy queriendo transmitir la idea de que, cualquiera que sea la fórmula que hayas elegido para publicar tu libro, el trabajo viene luego, darte a conocer, adquirir notoriedad para que la gente lo compre. Es tarea ardua y compleja, hay que dedicar mucho tiempo a algo que no comprendemos, eso del marketing no va con la mentalidad de los escritores que ─unos más y otros menos─ se creen pequeños intelectuales.

Acabo de terminar mi segunda novela. Pues bien, voy a hacer un intento con un par de editoriales de mi entorno. Estoy casi seguro de que no tendré respuesta, así que ya me estoy preparado para autoeditar.

He encargado el diseño de la portada y contraportada, aquí no me importa gastar un dinero, porque creo que es importante, uno de los factores del éxito. He trabajado a fondo en la sinopsis para presentar una reseña concisa, amena y sugerente. Pensemos en lo que hace un lector que entra a una librería sin tener idea de lo que quiere comprar:

Deambulará por el pasillo mirando… buscando no sabe qué. De pronto ve la portada de un libro que le ha llamado la atención. Lo tomará en sus manos y lo contemplará con entusiasmo. Luego examinará la contraportada y leerá la sinopsis. Si le place, lo abrirá y se fijará en el tipo de letra; si es muy compacta, lo cerrará y lo devolverá a la estantería (cuidado con ese detalle, ha de ser fácil de leer, no cuesta nada). Pasado ese trámite, quizá ose leer la primera página; intenta que el primer párrafo sorprenda, despierte curiosidad… ya lo tienes convencido. Será entonces cuando mire el precio: no te puedes pasar, una novela de trescientas páginas no debe de costar más de quince euros, mejor en torno a diez. Hay alguna probabilidad de que lo compre.

Sin entrar a juzgar el contenido, estas cuatro cosas (portada, sinopsis, maquetación y primera página) han de pasar el examen con nota. Luego vendrá el trabajo más duro, pero al menos, sabes que el camino que has tomado es el correcto, aunque la meta esté en un alto y tengas que hacer un esfuerzo para coronarlo.

Reconvertir la industria editorial

Categoría (El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 26-09-2012

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El pasado fin de semana se celebró en la isla de Mallorca la quinta edición de las tradicionales Conversaciones Literarias de Formentor, que fue inaugurado por Ignacio Polanco con unas bellas palabras: “Tiempo, silencio y espacio, vindicó el presidente dela Fundación Santillana, celebrando la vieja tradición de leer y escribir, la inventiva, el recuerdo y la palabra que se plasma en los libros que nos ayudarán a ser más inteligentes, más tolerantes y más curiosos”.

Como era de esperar, las conversaciones se iniciaron con un panel de editores, distribuidores y libreros que describieron los graves daños que la crisis está causando a la industria cultural. Recalcaron la caída de ventas y, a la vez, abrieron las incógnitas que plantea la creciente competencia del libro electrónico, que ha multiplicado por nueve sus ventas, mientras que la penetración del libro tradicional ha caído hasta un 22%.

“Es una situación de extrema gravedad para la industria que afecta a toda la cadena de valor del libro. El futuro está aquí, ahora, bienvenido el futuro”, diagnosticó Pilar Reyes, directora de editorial Alfaguara, que coincidió con otras voces editoriales al señalar la amenaza cultural que representa la hegemonía de los mayoristas de la red. “Amazoon, Google o Apple dictan las reglas y manejan el mercado, a veces hasta la censura de alguna obra electrónica por palabras inapropiadas”, acusó Sigrid Kraus, editora de Salamandra.

Un centenar largo de gente ligada a la creación, la industria y el comercio del libro ─y bastantes lectores─ debatieron sobre el rol del libro, la cadena industrial y la necesidad de reinventar el sector para sobrevivir en un escenario en el que las tiradas van a seguir reduciéndose, lo mismo que el número de títulos, a pesar de cada día aparecen más escritores noveles que quieren publicar.

Diana Hernández, editora de Blackie Books, recién llegada de la piscina, constató que entre los bañistas vio seis personas con libros tradicionales en las manos y tan sólo uno con libro electrónico. Es cierto que el soporte digital está entrando poco a poco, a una velocidad sensiblemente inferior a lo que habían previsto algunos “gurús”. Eso es una buena noticia, hay tiempo para reorganizar el negocio, pero hay que hacerlo.

No es fácil hacer predicciones a largo plazo, pero tampoco hay que cerrar los ojos. El ebook terminará por imponerse, lo que nadie sabe es cuándo. Es posible que tarde diez años, aunque yo creo que el plazo será más largo, quizá veinte o treinta. La gente joven ─la infancia mucho más─ piensa en código binario, ellos son los consumidores del futuro y verán el libro en papel como una antigualla de colección o para exhibir en el museo.

A pesar de los avances tecnológicos, el e-reader no ha hecho más que empezar. Hay que presumir que, en media docena de años, su diseño mejorará notablemente, quizá se unifiquen los formatos de lectura y aparezcan soportes más flexibles, baterías intercambiables o de muy larga duración, así como la intermodalidad con lo audio visual. Aunque el precio ya es asequible, hay que esperar a que todavía baje, y sobre todo, que descargar un título no cueste más de tres euros.

Los expertos están cada vez más convencidos de que, en un tiempo no muy lejano, los libros no se adquirirán de forma individual, sino que primará el servicio de préstamos mediante suscripción: el Spotify de libros, un modelo que está triunfando en el segmento musical. Por una módica cantidad ─pongamos que diez euros al mes─ tendrás derecho a bajarte cualquier libro del mercado y a disfrutar de él durante un periodo, algo parecido a lo que ofrecen hoy en día las bibliotecas públicas, pero desde Internet y sobre un dispositivo electrónico de última generación.

Todo ello a expensas de solucionar el problema de la propiedad intelectual, problema que sin duda se resolverá, no a gusto de todos, pero sí del autor, que no verá mermados sus ingresos para seguir creando, al final eso es lo que importa. El gran perjudicado será el editor y la cadena de distribución… lo siento, toca reconversión.

Tiempo para escribir

Categoría (General, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 19-09-2012

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¡Cuánto me gustaría escribir una novela… el problema es que no tengo tiempo! Cuántas veces hemos oído este comentario a gente culta, con posibles, incluso poseedores de una historia atractiva, una disculpa cándida que les permite mantener limpia la conciencia, no ser objeto permanente del remordimiento.

Es cierto que todos estamos inmersos en el mundo de la multitarea, siempre tenemos cosas que hacer, unas importantes, otras menos importantes pero urgentes, otras nada importantes pero amenas. Al final, nos dejamos llevar por lo cómodo, lo que exige el menor esfuerzo intelectual, la disciplina es atributo de una minoría, cualquier excusa sirve para dejarse llevar por la molicie, escabullirse a la creación de valor con el tópico del “mañana empiezo”… como el fumador que al levantarse cada día proclama tras encender el primer pitillo: mañana lo dejo.

Y sin embargo, el individuo empeñista sí que encuentra tiempo para hacer las cosas que quiere, no es que trabaje más horas que los demás, no… es que se organiza mejor, es más productivo. Es el que sabe aprovechar los pequeños momentos que, a lo largo del día, le son permitidos, es el que sabe ordenar su tiempo y establecer las prioridades. Y, claro, el que luego cumple el programa que se ha trazado.

Este panorama, aplicable a cualquier actividad del ser humano, sirve también para el que quiere escribir un libro. La falta de tiempo no es una coartada para eludir la promesa que te has hecho… todavía no hemos hablado de plazos, no hay prisa para concluir la obra, si son tres años no pasa nada, cuatro tampoco, tú tienes una motivación por encima de todo, escribir una novela es la ilusión de tu vida.

Ya sé que trabajas de lunes a viernes. Cuando llegas a casa, estás cansado, tienes que cuidar a los hijos, conversar con tu esposa. Vale, de acuerdo. Pero no digas que no puedes disponer durante el día de varios periodos cortos de cinco o diez minutos para pequeñas reflexiones, apuntar las ideas que se te ocurran, perfilar algún personaje, diseñar el escenario del próximo episodio. Con esa notas que has tomado, antes de acostarte o levantándote un poco antes ─según tu ciclo vital─ no te resultará difícil escribir media página… tan sólo media página.

Por eso decía en el artículo anterior lo importante que es escribir todos los días, aunque sólo sea diez minutos, para evitar que otros asuntos extravíen tu mente, para que sólo pienses en lo que estás haciendo. Al final de la semana, con más tiempo disponible, es posible que consigas completar dos o tres páginas, a falta de una inspección final cuando la redacción esté terminada.

Existen numerosos tratados sobre cómo gestionar el tiempo, enfocados sobre todo a cuadros directivos, que te pueden servir de modelo, también cursos de entrenamiento a seguir por Internet. El fundamento es siempre el mismo: dividir el proyecto ─escribir un libro─ en etapas, establecer una agenda de compromisos y marcar fechas tope para su ejecución. Parece simple pero es eficaz, apuntar  los logros te produce satisfacción… y también motivación para continuar.

Si tu novela va a tener una extensión de trescientas páginas, proponte escribir diez al mes, un objetivo razonable que a nadie abruma. A ese ritmo, necesitarás dos años y medio para completarla y otro medio para corregirla ─te recomiendo que contrates el servicio de algún experto─, con lo cual te has puesto en los tres años, el plazo que habías previsto.

Ya la tienes lista, la cuestión será entonces qué hacer con ella. Editor no vas a encontrar, eso es casi seguro. Mas no te preocupes, hay varias soluciones, la tecnología está de tu parte, sólo que tendrás que implicarte en el mercadeo, hoy sólo escribir no vale, hay que hacer algo más para adquirir notoriedad y que la gente te lea… Seguiremos hablando del gobierno.

Preocupación en el mundillo de la cultura

Categoría (El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 08-08-2012

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El mundillo de la cultura anda un tanto revuelto, razones no le faltan. El plan de recortes que ha aprobado el Gobierno y la subida del IVA se han sumado a otros factores que ya venían inquietando desde el crash de 2008: la crisis económica que afecta al bolsillo del consumidor, la piratería, las dificultades de las empresas para asimilar las nuevas tecnologías y la competencia creciente de las multinacionales que han desembarcado en el país.

A partir del uno de septiembre, España dispondrá del IVA cultural más alto de la zona euro, con un incremento del 8 al 21% que gravará las entradas a los cines y espectáculos teatrales y culturales, el mismo que se aplicará al libro digital. Esta subida afecta también al material escolar, salvo los libros de texto, los álbumes, las partituras, los mapas y los cuadernos de dibujo, según la resolución del 2 de agosto que desarrolla el decreto-ley 20/2012 de 13 de julio sobre el nuevo IVA a determinados bienes y servicios.

Por ahora, se salva el libro en papel que conserva el tipo reducido del 4%, veremos si para siempre. La subida tampoco afecta a los servicios profesionales prestados por escritores, colaboradores literarios, autores de obras teatrales y artistas en general, incluidos aquellos cuya remuneración sea en forma de derechos de autor.

Tanto la prensa como los profesionales del sector han mostrado su preocupación ante una medida que les produce indignación. El mes pasado, el diario “El País” convocó a una treintena de representantes del cine, el teatro, la música y el arte para analizar la crisis, entre ellos, Pedro Almodóvar, Nuria Espert, Mario Gas, Juan Diego Botto, Alberto San Juan, Soledad Lorenzo, Anni B Sweet, Paco León y Miguel Abellán.

El grito a favor de una cultura que agoniza fue unánime, todos mostraron su temor ante lo que está ocurriendo y, aún peor, lo que asoma por la esquina ─en ese momento, no conocían el detalle de la subida del IVA que anunció el gobierno la semana pasada─. “La cultura no es lujo, es un bien de acceso público. Cortar en cultura produce ciudadanos poco pensantes. Para ser un ciudadano libre tienes derecho al pan y también a leer un buen libro, a ver una buena peli, a ir al teatro”, dijo el actor Juan Diego Botto,

Alguno ha llegado a decir que la cultura no debería tributar porque trabaja con material sensible, subir los impuestos a la cultura es promover la piratería y el mercado negro. Jorge Herralde, editor de Anagrama, se lamenta de que apenas se venden libros. La gente no entra en las librerías y las instituciones han congelado las compras de las bibliotecas públicas, que era lo que ayudaba a muchos negocios a pagar el alquiler. Muchas librerías están en peligro.

Muchas librerías… y otras muchas cosas más. ¿Cuántos comercios han tenido que cerrar en España a consecuencia de la  crisis? Aquí parece que cada uno sólo quiere defender su parcela, le preocupa muy poco la miseria que padecen los estratos más débiles de la sociedad, que apenas tiene recursos para comprar el pan. Entre pan y cultura, primero, el pan, luego ya veremos. En este país, estamos muy acostumbrados a que, cuando algo va mal, venga Papá-Estado a solucionarlo, sin preguntar antes cuál es la responsabilidad de cada cual.

Otra cuestión es si la medida adoptada por el Gobierno va a ser positiva para las arcas del Estado. Es posible que la recaudación adicional que consiga con el IVA sea inferior al coste total que le va a suponer el descenso de las contribuciones a la Seguridad Social, el impuesto de sociedades y el IRPF, añadido al incremento de las prestaciones por desempleo, con una destrucción de más de cuatro mil empleos sólo en el sector de Música en vivo, Artes Escénicas y Cine. Claro que este mismo argumento sirve para rechazar los recortes en el resto de actividades económicas.

A la vista de tales declaraciones, a mí me surge una pregunta: ¿Cuando toda esta gente se queja ─la mayoría, bien acomodada ─, se está mirando al ombligo o lo hace por convicción? Yo tengo mis dudas; no creo que protesten por solidaridad, ni que les preocupe demasiado qué van a hacer los artistas noveles, lo que les preocupa es su futuro ─al menos, a la mayoría─, que el Estado siga llenando sus hermosas barrigas.

Al final de todo, uno se empieza a cuestionar dos cosas: primero, qué es la cultura y segundo, qué aspectos de esa cultura tendrían que ser subvencionados, tanto en la fiscalidad, como en su financiación. Aunque la pregunta no es sencilla, me atreveré a dar una opinión en el próximo artículo, en plena Semana Grande.

El declive de la novela

Categoría (El libro digital, Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana el 28-07-2012

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No hay duda de que la industria editorial está pasando por un mal momento, la caída de las ventas, la irrupción de las multinacionales, la transformación de lo analógico a lo digital y, encima, la crisis económica que duele al bolsillo del lector. Sí, eso hay que comprenderlo, aunque todo esto no le exime de su culpa, los editores no han sabido adaptarse a los nuevos tiempos, los más débiles están ya condenados, los más fuertes aguantan como pueden.

Pero no sólo hay que culpar al sector empresarial, también la tienen los escritores. El talento no ha mejorado, el estilo narrativo es el mismo, la inventiva está por los suelos, el artista está desmotivado, no siente el aliento de la innovación. Los autores tendrían que recuperar la ilusión, la novela tendría que renovarse, adentrarse en caminos nuevos. Hay muchas formas de hacerlo, sólo falta la ilusión… y el apoyo de editores audaces capaces de comprometerse, de liderar ese cambio.

Unos son optimistas, piensan que la novela pervivirá, resurgirá con nuevos bríos, aunque no saben cuándo. Javier Rodríguez Marcos se pregunta hoy en el suplemento Babelia de “El País”: ¿Tiene futuro la novela? José Carlos Mainar le contesta: “Ha funcionado durante más de doscientos años, no tenemos por qué dudar de que lo siga haciendo”. Lo mismo responde Goytisolo: “No es un cataclismo, sino una evolución, no hay causas internas, es un cambio de hábitos sociales”.

La novela es un género que se ha ido transformando desde su nacimiento, allá por los inicios del siglo XIX, para solaz de una burguesía naciente al principio, hasta llegar más tarde a todos los niveles de la sociedad. El problema es que el ser mutante ha sido el lector, y no siempre el autor ha seguido sus pasos. Ésa es cuestión: ¿Debe el escritor olvidarse de su público y alumbrar su pensamiento o tiene que halagarlo y servirle  lo que él quiere recibir?

Ahora están de moda las tramas fluidas, personajes exóticos al borde del precipicio, pasiones al límite, mucho diálogo, descripciones breves y finales angustiosos. El lector perezoso se inclina por comprar ese tipo de novelas, de las que se dice que “enganchan”, pero de dudoso valor literario; son además las que gozan de un mayor empuje publicitario; son la esperanza de la industria editorial, la aparición de dos o tres best-seller al año les ayuda a salvar el ejercicio. ¿Es eso lo que tiene que hacer un escritor comprometido? Que cada uno escoja su camino.

Es cierto que, si el futuro es lo digital, la lectura de un libro dejará de ser una actividad solitaria para convertirse en un  acto social, será interactiva. Compartir la experiencia nos ayudará a descubrir libros afines, los que gustan a la mayoría. El papel del prescriptor, del editor tradicional, del crítico literario tenderá a desaparecer, lo que privará será el boca a boca, la mediocridad, el implante del no esfuerzo. Si esto es así, no cabe duda de que muchos escritores se van a quedar fuera del pastel.

La novela ha perdido influencia como vehículo para transmitir la cultura, las series de televisión han mejorado su técnica narrativa y llegan más fácilmente al gran público, que no quiere libros muy trabajados, sino historias entretenidas. La novela ha descuidado su contenido intelectual, la literatura ha dejado de ser el motor que proporciona movimiento al cambio social, se ha retirado al cubil de las élites: “A diferencia de lo que suele pensarse, la novela es un género de minorías, las mayorías prefieren el mundo de la realidad tangible, el del espacio privativo de la imagen” (Vargas Llosa).

Y mientras tanto, la gente ha dejado de pensar: las teorías neoliberales avanzan, las libertades democráticas retroceden y los políticos se frotan las manos, nadie los quiere pero ellos siguen disponiendo.

El IVA del libro en la Unión Europea

Categoría (El libro digital, El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 21-07-2012

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Mientras las asociaciones de editores españoles han solicitado al Gobierno la aplicación de un impuesto sobre el valor añadido nulo a libros, periódicos y revistas tanto en papel como digitales, no estaría de más que echáramos un vistazo a cómo está la situación en Europa y sacar alguna conclusión:

Tabla de IVA en los países de la Unión Europea (%)

  • Todos los países aplican un IVA reducido al libro, salvo Dinamarca y Bulgaria.
  • Sólo Francia y Luxemburgo aplican el mismo IVA reducido al libro impreso y al libro digital, medida adoptada en 2012.
  • Los únicos países que aplican el tipo 0 al libro impreso ─pero no al digital─ son Irlanda y Reino Unido.

La legislación europea permite a los estados miembros aplicar el IVA reducido a una serie de artículos de primera necesidad, pero no al libro digital, ya que su descarga se considera un servicio suministrado por vía electrónica ─argumento muy poco convincente─, a pesar de que la directiva del 5 de mayo de 2009 aprobó impulsar el IVA reducido para los libros digitales a partir de 2011. Al parecer, una legislación con carácter vinculante podría aparecer en 2013.

El caso es que, siguiendo las recomendaciones de esa directiva, Francia y Luxemburgo decidieron reducir el IVA del libro digital al nivel del impreso, pero inmediatamente países como Reino Unido, Polonia y Holanda, que han sufrido el efecto negativo de esa decisión en su mercado interior, se han quejado a la Comisión, sobre todo por el IVA hiperreducido del 3% que aplica Luxemburgo al libro digital, lo que ha transferido a ese país más del 90% de las ventas de esos mercados, encabezado por el gigante Amazon que allí ha instalado su sede fiscal.

Fuera de Europa, los tres países en los que el libro digital está más desarrollado ─Estados Unidos, Japón y Corea─, el IVA que se aplica es muy parecido para los dos formatos ─papel y digital─, fórmula que consideran la más acertada para combatir la descarga gratuita y la piratería.

En Estados Unidos, ese IVA sobre los libros es cero en algunos estados ─lo mismo que en Méjico y en Brasil─, pero el sistema fiscal norteamericano no es equiparable al europeo. Allí se aplica un sistema de impuestos en cascada sobre las ventas que realizan las compañías, muy parecido al antiguo IGTE de la época franquista, además de otros de carácter federal, estatal o municipal que varían en cada lugar.

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