El cuento policiaco. Segunda parte
En el cuento policiaco, la lucha fundamental es de inteligencias. La del delincuente, para realizar impunemente su delito, contra la del detective, que lucha por establecer el equilibrio y la justicia rotos.
En el cuento policiaco, la lucha fundamental es de inteligencias. La del delincuente, para realizar impunemente su delito, contra la del detective, que lucha por establecer el equilibrio y la justicia rotos.
El conde de Buffon pronunció un discurso en 1753, con motivo de su elección como miembro de la Academia Francesa. Protesta por el estilo ampuloso que prevalecía en Francia, especialmente en los textos científicos y preconiza lo que hay que hacer para emocionar y arrastrar a la multitud: influir en el alma e impresionar el corazón hablando al espíritu.
Danilo Kis (1935-1989), escribió Homo poeticus en 1983, un libro de ensayos. En uno de sus capítulos, el novelista serbio expone sus Consejos a un joven escritor, una larga lista de aforismos, de los cuales hemos seleccionado aquí una veintena, aquellos que más relación tienen con la literatura.
El crimen cumple una doble finalidad en un cuento policiaco: sirve de línea argumental de la historia, que debe investigarse y resolverse a través de los entresijos y los giros de la trama, y actúa de esqueleto para el cuerpo de la historia que el escritor desea explicar.
La literatura de Hebe Uhart (1936-2018) es vital, fresca y exquisitamente coloquial; se la ha calificado de genuina, atenta a los detalles, finísima en su humor. La mejor escritora argentina (según Fogwill) nos dejó el pasado 11 de octubre, aunque por estas latitudes, la noticia no ha tenido mucho eco.
Hemingway trabajaba con los restos del lenguaje, buscaba una prosa conceptual que insinuara sin explicar, elaborando así una escritura experimental, muy conectada con las vanguardias de su época.
En los cuentos de miedo se sugiere la idea de que por detrás de la realidad cotidiana existe otra regida por leyes desconocidas y a menudo irracionales. La narración se presenta en primera persona, de modo que el lector se identifica con el protagonista y asiste paso a paso a su descubrimiento del horror.
Baroja, romántico, bohemio, defiende la libertad creadora y el rechazo de la norma; Ortega, clásico, racional, defiende el método, la técnica y el detalle. No son posiciones contradictorias; son puntos de vista dispersos que proceden de dos mentes ilustres desigualmente organizadas.
La poesía es una celebración, no se da todos los días, sino sólo muy de vez en cuando, es el fruto de un estado excepcional, una feliz casualidad. Ni siquiera los poetas con un gran bagaje literario están “habituados” a escribir poemas. A no ser que ya no sean poetas.
Lo que caracteriza al verdadero cuento de miedo es la aparición de un elemento sobrenatural e inexplicable, totalmente irreductible al universo conocido, que rompe los esquemas vigentes.