Un santuario para los amantes de los libros

Categora (Cultura y democracia, El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 08-12-2013

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El pasado 30 de noviembre tuve la suerte de presentar mi segunda novela “Vivir de rodillas” en el “Euzko Etxea” de La Plata (Argentina), lo que me permitió visitar ese maravilloso país. Fue un viaje rápido, tan sólo una semana, pero con tiempo suficiente para ver cumplida una de las pocas ilusiones que todavía uno conserva para subsistir en ese tránsito de la madurez del otoño al gélido invierno de la nostalgia: visitar una de las librerías más importantes del mundo.

El Ateneo es la primera cadena de librerías de Argentina. Creada en 1912, posee 34 tiendas repartidas en todo el territorio. La joya de la Corona es “El Ateneo Grand Splendid”, ubicada en la calle Santa Fe 1860, en pleno centro de Buenos Aires, en un hermoso edificio que antes había sido teatro. Su construcción se inició en 1917 sobre los cimientos del que fuera “Teatro Nacional Norte” y se inauguró en mayo de 1919, en la zona conocida entonces como «el Saint Germain porteño». Estaba considerado como el cine-teatro más lujoso de Buenos Aires; por él desfilaron grandes personalidades del tango como Ignacio Corsini, Roberto Firpo y Carlos Gardel. Read the rest of this entry »

El imperio Amazon

Categora (El libro digital, El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 02-10-2013

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Amazon es uno de esos fenómenos que, de vez en cuando, aparecen en Estados Unidos, al rebufo de las nuevas tecnologías que han surgido alrededor de las universidades ─también de la industria armamentística y los programas de la NASA─, bajo el amparo de una legislación que propicia la aparición de empresarios con iniciativas novedosas ─que en otros países serían tildadas de disparates─ capaces de poner en marcha proyectos de envergadura con muy pocos recursos económicos. Read the rest of this entry »

Los costes de la autoedición

Categora (General, Marketing para vender libros, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 12-09-2013

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A finales del año pasado, terminé de escribir mi segunda novela y, como no he encontrado un editor que se atreva a publicarla, no he tenido más remedio que hacerlo por mis propios medios: “Vivir de rodillas” se titula. Si quieres ver de qué trata, pincha en: https://serescritor.com/obra-manu-de-ordonana/vivir-de-rodillas/ Ya sé que no va a ser un bestseller ni recibir el Cervantes… aunque nunca se sabe. Por cierto, si la quieres comprar, lo puedes hacer en ese mismo enlace, tanto en papel (sólo para España), como en digital. Pero antes de hacerlo, te sugiero que leas la selección para que te hagas una idea del tipo de novela que es. Pero vayamos al grano, para conocer los costes de la autoedición y ver si los números cambian los conceptos. Read the rest of this entry »

El prescriptor literario

Categora (General, Marketing para vender libros) por Manu de Ordoñana el 29-08-2013

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Illo tempore era frecuente encontrar en las librerías gente ocupada en hojear libros de las estanterías, sin prisa, con detenimiento, a la búsqueda de alguna novedad, de una obra rara o en vía de agotarse, como si el tiempo ya hubiera pasado, disfrutando del placer de tener un tesoro en las manos, sin sentir agobio alguno por pasar allí dentro toda una mañana, sobre todo, si fuera hacía frío o estaba lloviendo. Nadie te molestaba, te dejaban estar. Pero en último caso, siempre aparecía el librero, o algún dependiente ilustrado, para echarte una mano. Era el prescriptor competente al que casi siempre hacías caso. Read the rest of this entry »

El futuro de la novela

Categora (El libro digital, General) por Manu de Ordoñana el 08-08-2013

En el epílogo de su libro “Naturaleza de la novela”, premio Anagrama de Ensayo 2013, Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) cavila sobre el futuro del libro. Cree que, poco a poco, el libro impreso desaparecerá y será sustituido por el libro digital, a medida que se vayan descubriendo artilugios más eficientes que permitan una lectura más cómoda. La tecnología no tiene más de diez años y hay que esperar mejoras importantes que van a facilitar todavía más el manejo de los dispositivos de lectura electrónica. Y el libro en papel se convertirá en objeto de coleccionismo, algo así como un vino de reserva para sibaritas. Read the rest of this entry »

Naturaleza de la novela

Categora (Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana el 11-07-2013

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Siempre he tenido la impresión de que lo que hoy entendemos por novela, más que un género autónomo, de rasgos claramente definidos y de formación y desarrollo perfectamente delimitados en el tiempo, tiende a ser considerado un producto de aluvión, fruto residual de la evolución de una serie de géneros hoy desaparecidos, epopeya, cantares de gesta, leyendas, libros de caballerías, etc. Es decir: un género de contornos desdibujados, a diferencia, por ejemplo, de la poesía o el teatro, cuya mera mención evoca un concepto incuestionable”. Con este párrafo tan sugestivo inicia Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) su libro “Naturaleza de la novela”, premio Anagrama de Ensayo 2013.

Etructura de la novela

Luego su lectura nos descubre que más que el análisis de su estructura, el autor se aplica en investigar el origen de la novela y estudiar su evolución a lo largo del tiempo. El género surge en Occidente como fruto de una lenta y difícil conjunción de las diversas modalidades literarias del mundo grecolatino, por un lado, y de la vida cotidiana impregnada de Cristianismo duranto la Edad Media .

Con la invención de la imprenta, se inició la difusión de los Evangelios ─hasta entonces reducida a los púlpitos y los altares─ en lengua vulgar y en forma de libro, susceptible de ser leído en privado. Por primera vez, los textos sagrados, convertidos en relatos valorables desde un punto de vista literario, propiciaron la formación de un público ─aunque reducido─ capaz de apreciar planteamientos estéticos y conceptuales más avanzados que los que ofrecía la literatura medieval, para hacer posible el nacimiento de un nuevo género llamado novela.

Pero es que además, esos relatos narraban hechos conocidos ─escenas de los tres años de vida pública de Jesucristo─, hechos que resultaban familiares, debido a la educación recibida, muy cercanos a los principios que rigieron la vida cotidiana hasta ese momento. Esa sensación de proximidad que experimenta el lector al acercarse al nuevo género le hace sentirse cómodo, tiene la impresión de entenderlo todo, lo que explica el éxito que alcanza la novela a partir de Erasmo.

La recuperación de la cultura clásica como aportación enriquecedora a la concepción cristiana del periodo anterior hizo que el Humanismo triunfara, y aunque ese triunfo fue conducido por una minoría ilustrada, el resultado fue terminante, ya que esa élite tenía en sus manos todo el poder para influir en la sociedad e imponer el cambio de costumbres, un cambio que afecta tanto a la estructura de la novela como a sus contenidos:

• A la estructura, a través de una serie de matices expresivos y técnicas narrativas nunca utilizados hasta entonces, como el uso de la primera persona, imposible de utilizar en la literatura oral, por la confusión que se originaría entre la figura del protagonista y la de quien cuenta la historia.
• A los contenidos, al explorar nuevos argumentos que pierden su carácter sagrado para hacerse más mundanos, como consecuencia de la secularización de la vida cotidiana y las secuelas que provoca la ruptura de la unidad religiosa.

Así aparece primero El Decamerón, en el siglo XIV, le sigue La Celestina, a finales del XV, y más tarde Lazarillo de Tormes, cuya edición más antigua data de 1554, obra que contiene ya en potencia todos los elementos clave de la novela picaresca, cuyo cultivo no tardaría en extenderse por toda Europa. La piedra angular y, como tal, punto de partida de este nuevo género es, sin duda, El Quijote, un relato en prosa que deja de ser una mera sucesión de actos, hechos y palabras, para dar relieve al entorno y valor al lector, con el fin de no condicionarlo ni imponerle su opinión acerca de la conducta de los personajes.

La consolidación de la novela como género literario se alcanza en el siglo XIX, merced a la concreción de sus rasgos más característicos y a su aceptación por un público lector mucho más amplio que en cualquier época precedente, coincidiendo con el auge del romanticismo, sin que ello presuponga que ambos fenómenos estén asociados.

Y en el siglo XX, la novela alcanza su punto culminante, invadiendo otros muchos ámbitos de la creación literaria, como la poesía y el teatro, al introducir una serie de variantes que van desde el objetivismo o visión cenital al uso más versátil de la primera persona, a un punto de vista expresado en tercera persona o a una transcripción más fiel del pensamiento, el llamado monólogo interior. Es decir, la aplicación de un nuevo estilo para llegar al suprarrelato, con objeto de conseguir el impacto emotivo en el lector, un elemento que no puede faltar en los bestsellers, obras de lectura fácil que, más que hacer pensar, son amenas, entretenidas, de las que “atrapan”, orientadas al gran público y que aportan ingresos millonarios a su autor, cuyo objetivo pasa a ser el de ganar dinero, en detrimento de escribir una novela de calidad.

Ahí empieza el declive. Tras cuatro siglos de esplendor, el futuro de la novela plantea serias dudas. En eso, Goytisolo es poco optimista. Pero este pensamiento bien merece un artículo específico.

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Piratería de libros en la web

Categora (El libro digital, El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 04-07-2013

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Algunas voces mencionan la piratería como una de las causas que explicaría el retraso de la industria editorial española para adaptarse a los cambios profundos que ha ocasionado la llegada de Internet. Parece como si la caída de ventas que experimenta el sector todos los años se debiera exclusivamente a esa razón y justificara esa dejación, cuando debería ser todo lo contrario. La empresa tradicional no ha apostado por el ebook, parece estar esperando a que el mercado se consolide, sin darse cuenta de que cuando quiera reaccionar, ya será tarde.

pirata

Es verdad que la demanda de libros digitales no arranca en España. No hay datos oficiales, sólo se sabe que un 11,7% de la población de más de 14 años ha leído al menos un libro digital en el último trimestre y que un 9,7% de ciudadanos posee un e-reader. Se supone que la irrupción de tabletas y smartphones de nueva generación provocará un crecimiento de la demanda, aunque resulta difícil su cuantificación. Como referencia, en EE.UU, el libro electrónico factura 3.000 millones de US$ ─el 20% del total─, con un crecimiento del 44% en 2012 respecto al año anterior.

¿Por qué se venden tan pocos ebooks en España? Unos apuntan a que su precio es alto, otros al desconocimiento de la tecnología por parte del usuario y otros… a la piratería. El estudio “Hábitos de lectura y compra de libros en España 2102” afirma que sólo un 32% de los que poseen un e-reader los compra pagando, pero no todos, sólo el 45%, ya que el otro 55% lo hace gratuitamente, con lo cual estaríamos hablando de un más del 80% de copias de balde, un porcentaje que resulta excesivamente alto y que el concepto de gratuidad en la web no ayuda a remediar.

Sin embargo, por lo que veo en mi derredor, la piratería en el sector del libro no parece ser importante, sobre todo si su precio es asequible. No creo que esta práctica pueda causar un perjuicio tan importante a la industria editorial que,según su su portavoz, ha dejado de ingresar por ello 250 millones de euros, es decir, un 14% de su facturación. Frente a ese dato, Manuel Gil estima que ese porcentaje no supera en ningún caso el 2,4% y que más bien se sitúa en torno al 1%, según un artículo publicado en su blog el 4 de marzo de 2013, en el que explica la forma en que hace su cálculo.

Se produce así una curiosa paradoja: por un lado, el mundo del libro afirma que la piratería digital le provoca unas pérdidas multimillonarias y es una de las causas de la crisis que padece y, por el otro, no tiene inconveniente en reconocer que el mercado electrónico es todavía pequeño y que no merece la pena hacer un esfuerzo empresarial para posicionarse en él, hasta el momento en que explote y sea masivo el consumo de e-books.

La respuesta que se les ha ocurrido es tan sólo defensiva: implementar sistemas anticopia ─como lo hizo la música con éxito casi nulo─, para evitar que los usuarios compartan la lectura, ofreciendo archivos defectuosos que no se pueden prestar. Con ello, han conseguido el efecto contrario al deseado: el lector se baja un libro de Internet gratis y sin ninguna limitación para, si le gusta, pasárselo a sus amigos sin dar explicación alguna.

Se puede entender que el sector ofrezca resistencia al cambio, pero no que lo rechace de plano. Una transformación de tanto calado como la que está provocando la teconología digital en la esfera del libro debería haber tenido una reacción contundente, una aceptación inmediata de las nuevas reglas que rigen el mercado y no una respuesta tan tibia que ─salvo excepciones─, se ha limitado a poner el grito en el cielo contra la piratería, para justificar así su impotencia a enfrentarse al verdadero problema que es la reconversón hacia nuevos modelos de gestión.

Otra cosa es la discusión que ha surgido sobre la gratuidad en Internet. No creo yo que esta sociedad salga reforzada si todos los contenidos que viven en la nube se puedan descargar sin pagar un céntimo. Habría que encontrar un justo término medio para que todos los que aportan valor puedan seguir viviendo, no sólo los autores, también los productores y quizá reducir el papel de los intermediarios. Ya hemos tratado esta cuestión en artículos anteriores, no merece la pena volver a esa discussión.

¿Y cómo influye el nuevo paradigma sobre el escritor diletante que sólo pretende ver su novela publicada y expuesta en la estantería de novedades de las librerías de la ciudad en que reside? Todo cambio trae consigo una amenaza para el que permanece anclado en la tradición, pero también una oportunidad para el osado que percibe los carriles inexplorados que el nuevo escenario esconde: “Hazlo todo tú”, verás que el recorrido es gratificante, aprenderás cosas nuevas y, a poco que te esmeres, conseguirás un resultado que difícilmente habrías logrado si te hubieras embarcado en el buque de la tradición.

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¿Existe la privacidad en Internet?

Categora (General) por Manu de Ordoñana el 20-06-2013

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Internet se ha convertido en el principal motor de la economía mundial, un tercio de los habitantes de este planeta lo utilizan habitualmente y las ventas a través de la red siguen creciendo de forma exponencial. Desde la invención de la imprenta primero y del teléfono más tarde, ningún descubrimiento ha contribuido tanto a incrementar las relaciones entre personas y a mejorar el bienestar del ser humano… eso dicen.

De quien es Internet

La pregunta que surge a continuación es: ¿y de quién es Internet? En principio, la respuesta es sencilla: es de todos y no es de nadie. Es un procomún del que se benefician los internautas, aparentemente sin pagar un céntimo, sólo el coste de la conexión para financiar las inversiones multimillonarias que han realizado las compañías privadas para poner la web al servicio del usuario. Con ese acceso y el registro de un dominio en la ICANN, una organización sin fines de lucro que se dedica a preservar la estabilidad de la red por medio de procesos basados en el consenso, basta para empezar a navegar. Todo muy sencillito, nadie cuestiona el principio de neutralidad de la ICANN ─sujeta a las leyes del estado de California, donde está su sede─, nadie se da cuenta que detrás están los intereses de las grandes compañías de telecomunicación… y los gobiernos.

Porque, a partir de ahí, son los gobiernos los que controlan la información que circula por la red, muchos de los cuales hacen caso omiso de la libertad de expresión que proporciona Internet para poner filtros y censurar contenidos. Son países en los que la libertad está restringida, todos sabemos cuáles son.

Lo que nadie podía suponer es que, en un país que se considera adalid en la defensa de las libertades individuales y de los derechos humanos como EE.UU, se hayan producido episodios de espionaje masivo perpetrados por la Agencia de Seguridad Nacional ─NSA─, un organismo dependiente de la Casa Blanca, usando la información que sobre nosotros poseen los gigantes de Internet ─durante el segundo semestre de 2012, Facebook recibió peticiones de información sobre 18.000 cuentas y Microsoft, sobre 31.000─, que se han prestado de forma más o menos voluntaria a colaborar con el gobierno de su país… ¿a cambio de qué?

La semana pasada hemos conocido la extraña aventura de un joven estadounidense llamado Snowden, técnico de la NSA, que ha tenido que escaparse de su país y esconderse en lugar seguro para evitar su detención, tras haber desvelado los programas secretos empleados por la Agencia para espiar a los ciudadanos, una práctica que se viene realizando habitualmente, desde que se produjo el atentado de las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001.

Las autoridades han defendido el procedimiento para evitar males mayores. En una audiencia ante el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, el general Keith Alexander, director de la NSA, sugirió ─¿sólo sugirió?─ que los programas de vigilancia con los que el Gobierno de EEUU recopila registros de llamadas y datos de Internet evitaron más de 50 ataques terroristas en 20 países, tras los atentados del 11-S. Hasta el propio presidente Obama ha aprobado su actuación alegando que, en el mundo actual, “no se puede tener el 100% de privacidad y el 100% de seguridad”.

Lo que más preocupa de esta noticia es la pasividad que la sociedad norteamericana ha demostrado ante este flagrante atentado a la libertad del individuo, un sentimiento íntimamente arraigado en su escala de valores. ¿Recuerdan ustedes la reacción del pueblo ante el escándalo del Watergate y cómo reaccionó el país asqueado de la guerra de Vietnam y de los chanchullos que cometían los políticos que lo dirigían? Claro que eso ocurrió en 1972…

Muchas cosas han pasado desde entonces. Poco a poco se ha ido imponiendo el liberalismo económico, un modelo que se está llevando por delante los enormes avances sociales conseguidos en Europa durante la segunda mitad del siglo XX. Un capitalismo salvaje ha surgido en la última década para hacerse dueños de los fondos de pensiones, de la educación y de la sanidad pública, extendiendo la privatización a todos los ámbitos de la actividad económica, mientras la humanidad asiste impasible al espectáculo, adormecida por las promesas de una vida plácida, sin preocupaciones, a cambio del silencio, de la no acción, del conformismo.

Una nueva capa de jóvenes poco preparados, faltos de cultura, sin ambición, ha emergido en los últimos tiempos para engrosar ese estrato social de la parte de abajo, como si una mano oculta lo propiciara para, poco a poco, desinflar la clase media y retornar a una sociedad medieval, en la que una élite domina, manda y dispone, mientras una plebe inculta y obediente acepta su destino de siervo, a cambio de un plato de garbanzos, impotente para abandonar el estamento que le ha correspondido en suerte.

¡Cuántas cosas han sucedido a partir del 11-S! Aquel suceso fue el pistoletazo de salida para justificar una serie de actuaciones, muchas de ellas ilegales, que las naciones han consentido en aras de la seguridad, un término sagrado que conduce al abuso en poder de funcionarios sin escrúpulos. El conflicto entre interés público y espacio privado no es nuevo, pero tampoco lo es el número de atropellos que se han cometido en nombre del bien común, los documentos de Snowden lo confirman. Atención al “Gran Hermano”.

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Se impone una reflexión en el mundo del libro 

Por un periodismo responsable

 

Se impone una reflexión en la esfera del libro

Categora (El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 13-06-2013

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Mientras la Feria de Madrid se acerca a su final, la industria editorial se debate en torno a su futuro incierto. Más de 800 editoriales existen todavía en España ─en Francia, el Syndicat National de l’édition tiene 580 asociados y facturan 4.130 millones de euros, un 38% más que en España─, un número excesivo que confirma la poca afición que el homo hispanicus siente por buscar alianzas para crecer en dimensión, una de las formas más simples de mejorar la competitividad y ganar cuota de mercado.

Cinco años consecutivos de crisis por la caída de las ventas han obligado a meditar sobre las causas para llegar a una conclusión que, no por ser evidente, deja de ser trascendente. Tal y como ha reconocido César Antonio Molina, escritor y exministro de Cultura: “Hubo un equívoco al pensar que lo importante era que hubiera compradores de libros, aunque los libros no se leyeran. Un error garrafal. Lo que hay que hacer es crear lectores y una vez que se creen, ellos comprarán libros”.

promocion infantil del libro

Hasta ahora, la clave para subsistir era el éxito milagroso de algún autor oculto que, de la noche a la mañana, se hace famoso y alumbra un superventas capaz de llenar las arcas del editor que lo ha descubierto. La mayoría de los sellos espera salvar el ejercicio con la aparición de algún fenómeno de este tipo, una ilusión que pronto se desvanece, primero porque los escritores afamados sólo negocian con los grandes grupos editoriales, y segundo porque el público es cada vez más crítico con ese tipo de productos. Os recomiendo que leáis el tercer epígrafe del artículo de Manuel Rodríguez Rivero, bajo el título “Patochada”, aparecido el 1 de junio de 2013 en el diario “El País”, en el que vierte su opinión acerba sobre “Infierno”, la última novela de Dan Brown.

Se trataría de fomentar la lectura, inculcar a los jóvenes el hábito de leer ─tanto da que sea en papel o en digital─, la curiosidad por descubrir valores nuevos, escritores con talento aunque no tengan pedigrí, apadrinados por editores con vocación, agentes o prescriptores literarios y la prensa en general, en un intento de salvar esta parcela de la cultura que tanto coadyuva a la educación ciudadana, el cimiento en que se basa la sociedad democrática que la mayoría anhela. Quizá no nos damos cuenta, pero una buena parte de la comunidad se siente vinculada al mundo del libro, lo defiende, y está dispuesta a luchar para que sobreviva, a pesar de ser un sector que apenas tiene apoyo económico público.

No es cuestión de fomentar la superproducción de libros ─recordad que en 2012 se registraron 94.079 títulos─, cuando entre unos pocos se reparten la tarta, apoyados por campañas publicitarias millonarias,  para ocupar los lugares preeminentes en los puntos de venta. Eso impide la presencia de obras meritorias que muchos lectores buscan y no encuentran, o cuando menos ocultan su visibilidad. Al final, la diversidad cultural se difumina, el público se acostumbra a leer entretenimiento y se olvida de que el libro es una herramienta que ayuda a pensar, a comprender el género humano, a combatir fanatismos disfrazados de populismo… a ser libre.

Se le puede echar la culpa a la crisis, a la falta de poder adquisitivo, a la caída del consumo. Cierto, claro que sí, eso influye… pero no es todo. Intuyo que al poder político el  mundo del libro le importa un rábano… total, sólo representa el 0,7% del PIB español. Es más, yo diría que hasta le viene bien… quizá sea más fácil gobernar sobre un pueblo inculto que sobre un colectivo pensante.

Así que si el sector privado no toma la iniciativa, es probable que dentro de unos años, la industria editorial haya sufrido una contracción importante, arrastrada por caída de las ventas, un descenso de la población lectora y una deriva de lo analógico a lo digital. O haya sido absorbida por cadenas multinacionales, sólo preocupadas de mejorar su cuenta de resultados. Se impone una reflexión profunda para evitar la catástrofe y tomar medidas de largo alcance. La lectura juega un papel primordial en la formación de la persona y su integración en la sociedad. Su declive acarrearía un perjuicio incalculable… y sería responsabilidad de todos.

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¿Son los premios literarios un negocio para las editoriales?

Categora (Derechos de autor, El mundo del libro, General) por Manu de Ordoñana el 16-05-2013

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La gran mayoría de los concursos literarios que se convocan en España sólo aceptan obras inéditas libres de compromisos ─el Premio Cervantes es una de las excepciones─, requisito mucho menos frecuente en la Unión Europea. Conforme te vas adentrando en los entresijos de cómo funciona la industria editorial de este país, vas comprendiendo la razón que se esconde tras esta exigencia aparentemente inocua y terminas por preguntare si los premios literarios se han creado para promocionar la cultura o simplemente para mejorar la cuenta de resultados de las entidades que los instituyen.

Muchos de estos certámenes están organizados por grupos editoriales que tienen intereses económicos, son empresas que tienen la obligación de ganar dinero ─objetivo legítimo que nadie discute─ para remunerar a sus accionistas. Hasta ahí, nada que oponer. Las dudas asoman cuando analizas las condiciones que te piden para participar en ellos. Me he permitido leer las bases que regulan cuatro de los concursos literarios más afamados en lengua castellana (Nadal, Alfaguara, Tusquets y el Herralde de Anagrama) y todos ellos incluyen cláusulas de este tipo:

  • Novelas originales e inéditas que no hayan sido premiadas con anterioridad.
  • El ganador está obligado a suscribir un contrato con cesión “ad eternum” de todos los derechos de explotación de la obra premiada, absolutamente todos, a favor de la editorial.
  • La remuneración que el autor recibe por ello es, como mucho, el 10% ─que luego se puede reducir hasta la mitad en algunas modalidades o en caso de subrogación de derechos─ sobre el precio de venta al público, sin contar el IVA.
  • Este porcentaje llega hasta el 25% si la venta es en formato electrónico, y sobre los ingresos netos obtenidos por el editor.
  • Y lo que es más sangrante ─a mi modesto entender─ es que la editorial se reserva esos mismos derechos para cualquiera de las obras presentadas, aunque no  hayan sido galardonadas, ni siquiera mencionadas con un accésit.

Son contratos leoninos que el ganador tendrá que firmar ─muy contento, seguramente─ sin darse cuenta de que es un regalo envenenado, ya que está cediendo una exclusiva ─sin opción al pataleo─ que seguramente va a producir unos jugosos dividendos, de los que el autor sólo va a recibir unas migajas. Y esto lo podría entender si el premio que se otorga es significativo, como los 600.000 euros del Planeta. Pero no, son valores menores, entre 18 y 20.000 € (salvo el Alfaguara con 170.000 US$), con la particularidad de que la cantidad percibida es a modo de anticipo; el autor empieza a cobrar el porcentaje sólo cuando haya amortizado el importe del premio.

concursos literarios negocios editoriales

Por eso, uno se hace la pregunta: ¿la convocatoria de un concurso literario responde a una vocación cultural o a un interés económico para obtener ingresos sin arriesgar demasiado? Porque los gastos de gestión no son importantes y tampoco hace falta invertir mucho en publicidad. De eso ya se encargarán los medios, deseosos de disponer de noticias para llenar sus espacios. El mundo literario tiene glamour.

El mayor “dispendio” sería remunerar a los miembros del jurado, aunque seguramente una buena criba habrá sido hecha antes por “mileuristas”, con el fin de recortar el trabajo de los “sabios”. Y eso con las reservas que algunos apuntan sobre la honestidad que debería presidir el debate para conceder el galardón al más apto. ¿Será verdad eso de que la mayoría de los grandes premios se pactan previamente antes de leer ─incluso de recibir─ los manuscritos que se han presentado? Una autoridad como Manuel Rodríguez Rivero dijo en El País: “Con escasas (y notables) excepciones, el premio literario honrado es el que todavía no ha sido concedido”.

En Francia, muchos premios se conceden solamente a obras ya publicadas, lo que “a priori” parece más razonable. El Goncourt es el máximo galardón literario de entre los casi 1500 que se convocan anualmente en el país vecino. La decisión la toma un jurado sobre el conjunto de las novelas publicadas durante el año en curso, es decir, no entre obras inéditas, sino ya en circulación. La cuantía del premio es simbólica ─10 euros─ si bien el ganador tiene asegurado un éxito de ventas.

Pero no todo son elogios. Muchas críticas han sido hechas a los miembros del jurado ─que no rotan, son cargos vitalicios hasta cumplir los 80 años─, acusados de dejarse influenciar por los grandes sellos, aun tras prometer no tener relación profesional con ellos ni recibir remuneración alguna. No en vano, se estima en más de tres millones de euros el beneficio que produce la obra premiada en las ocho semanas que siguen al fallo.

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