La gran novela americana

Categoría (El libro y la lectura, Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz el 22-01-2016

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«La gran novela americana» es una calificación que se aplica a toda obra literaria que pretende divulgar la cultura de los Estados Unidos en un momento determinado de su historia. Es una apropiación indebida del término «americano», una sinécdoque que pretende reducir lo americano a lo que procede tan sólo de Estados Unidos, como si Canadá, México y los países centro y sudamericanos perteneciesen a otro continente.

Las primeras creaciones aparecen en el siglo XVIII ―si bien en el XVII ya existía una literatura colonial―, cuando todavía no existían «Los Estados Unidos de América» y las trece colonias inician el camino a su separación de la Corona Británica. Es un periodo en el que aparece un relato épico capaz de crear los mitos que toda nación necesita para tomar conciencia de su identidad, que culmina con la formación de un nuevo estado, al acabar la Guerra de Independencia (1775-1783), aunque no con la dimensión que tiene en la actualidad. Read the rest of this entry »

Naturaleza de la novela

Categoría (Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana el 11-07-2013

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Siempre he tenido la impresión de que lo que hoy entendemos por novela, más que un género autónomo, de rasgos claramente definidos y de formación y desarrollo perfectamente delimitados en el tiempo, tiende a ser considerado un producto de aluvión, fruto residual de la evolución de una serie de géneros hoy desaparecidos, epopeya, cantares de gesta, leyendas, libros de caballerías, etc. Es decir: un género de contornos desdibujados, a diferencia, por ejemplo, de la poesía o el teatro, cuya mera mención evoca un concepto incuestionable”. Con este párrafo tan sugestivo inicia Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) su libro “Naturaleza de la novela”, premio Anagrama de Ensayo 2013.

Etructura de la novela

Luego su lectura nos descubre que más que el análisis de su estructura, el autor se aplica en investigar el origen de la novela y estudiar su evolución a lo largo del tiempo. El género surge en Occidente como fruto de una lenta y difícil conjunción de las diversas modalidades literarias del mundo grecolatino, por un lado, y de la vida cotidiana impregnada de Cristianismo duranto la Edad Media .

Con la invención de la imprenta, se inició la difusión de los Evangelios ─hasta entonces reducida a los púlpitos y los altares─ en lengua vulgar y en forma de libro, susceptible de ser leído en privado. Por primera vez, los textos sagrados, convertidos en relatos valorables desde un punto de vista literario, propiciaron la formación de un público ─aunque reducido─ capaz de apreciar planteamientos estéticos y conceptuales más avanzados que los que ofrecía la literatura medieval, para hacer posible el nacimiento de un nuevo género llamado novela.

Pero es que además, esos relatos narraban hechos conocidos ─escenas de los tres años de vida pública de Jesucristo─, hechos que resultaban familiares, debido a la educación recibida, muy cercanos a los principios que rigieron la vida cotidiana hasta ese momento. Esa sensación de proximidad que experimenta el lector al acercarse al nuevo género le hace sentirse cómodo, tiene la impresión de entenderlo todo, lo que explica el éxito que alcanza la novela a partir de Erasmo.

La recuperación de la cultura clásica como aportación enriquecedora a la concepción cristiana del periodo anterior hizo que el Humanismo triunfara, y aunque ese triunfo fue conducido por una minoría ilustrada, el resultado fue terminante, ya que esa élite tenía en sus manos todo el poder para influir en la sociedad e imponer el cambio de costumbres, un cambio que afecta tanto a la estructura de la novela como a sus contenidos:

• A la estructura, a través de una serie de matices expresivos y técnicas narrativas nunca utilizados hasta entonces, como el uso de la primera persona, imposible de utilizar en la literatura oral, por la confusión que se originaría entre la figura del protagonista y la de quien cuenta la historia.
• A los contenidos, al explorar nuevos argumentos que pierden su carácter sagrado para hacerse más mundanos, como consecuencia de la secularización de la vida cotidiana y las secuelas que provoca la ruptura de la unidad religiosa.

Así aparece primero El Decamerón, en el siglo XIV, le sigue La Celestina, a finales del XV, y más tarde Lazarillo de Tormes, cuya edición más antigua data de 1554, obra que contiene ya en potencia todos los elementos clave de la novela picaresca, cuyo cultivo no tardaría en extenderse por toda Europa. La piedra angular y, como tal, punto de partida de este nuevo género es, sin duda, El Quijote, un relato en prosa que deja de ser una mera sucesión de actos, hechos y palabras, para dar relieve al entorno y valor al lector, con el fin de no condicionarlo ni imponerle su opinión acerca de la conducta de los personajes.

La consolidación de la novela como género literario se alcanza en el siglo XIX, merced a la concreción de sus rasgos más característicos y a su aceptación por un público lector mucho más amplio que en cualquier época precedente, coincidiendo con el auge del romanticismo, sin que ello presuponga que ambos fenómenos estén asociados.

Y en el siglo XX, la novela alcanza su punto culminante, invadiendo otros muchos ámbitos de la creación literaria, como la poesía y el teatro, al introducir una serie de variantes que van desde el objetivismo o visión cenital al uso más versátil de la primera persona, a un punto de vista expresado en tercera persona o a una transcripción más fiel del pensamiento, el llamado monólogo interior. Es decir, la aplicación de un nuevo estilo para llegar al suprarrelato, con objeto de conseguir el impacto emotivo en el lector, un elemento que no puede faltar en los bestsellers, obras de lectura fácil que, más que hacer pensar, son amenas, entretenidas, de las que “atrapan”, orientadas al gran público y que aportan ingresos millonarios a su autor, cuyo objetivo pasa a ser el de ganar dinero, en detrimento de escribir una novela de calidad.

Ahí empieza el declive. Tras cuatro siglos de esplendor, el futuro de la novela plantea serias dudas. En eso, Goytisolo es poco optimista. Pero este pensamiento bien merece un artículo específico.

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Mikel Alvira publica una nueva novela

Categoría (Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana el 30-09-2012

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Mikel Alvira acaba de publicar su decima novela, El mar que te debía ─amén de otros relatos cortos y obras poéticas─, en la que el autor utiliza la historia reciente de nuestro país como pretexto para suscitar emoción, creando una novela intensa y rápida con sorpresa final.

Mikel Alvira

Sinopsis

Durante las vacaciones de Semana Santa, Virginia y su hija adolescente viajan en autocaravana desde Hondarribia hasta Saint Henri, un pueblo costero de Las Landas. Allí se topan con un coro de fascinantes personajes marcados todos ellos por los recuerdos: dos ancianos que comparten un secreto, un médico enredado en una relación extramatrimonial, los miembros de una cédula de extrema derecha, una antigua militante independentista, una joven florista enamorada y un audaz surfista indignado, entre otros. Madre e hija llevarán al lector a transitar el intenso mundo de las relaciones personales, con sus miedos e ilusiones.

El autor

Mikel Alvira (Pamplona-Iruñea, 1969) es un prolífico escritor de gran inquietud creativa y continua reflexión, tanto en prosa como en poesía. Si en El Silencio de las Hayas y en Cuarenta días de mayo ahondaba en la condición humana, en Llegará la lluvia abordaba las relaciones personales, algo que, sin estridencias y con gran sensibilidad, también desarrolla en El mar que te debía.

El libro ya está a la venta en las principales librerías de la zona Norte (País Vasco, Cantabria, Navarra, La Rioja), en Madrid y en Barcelona, así como en Málaga, Granada, Cádiz, Almería, Valencia y Burgos. Poco a poco, irá llegando al resto de España y, más tarde, a América Latina. El libro está también a la venta en Internet y pronto aparecerá la versión digital.

El declive de la novela

Categoría (El libro digital, Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana el 28-07-2012

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No hay duda de que la industria editorial está pasando por un mal momento, la caída de las ventas, la irrupción de las multinacionales, la transformación de lo analógico a lo digital y, encima, la crisis económica que duele al bolsillo del lector. Sí, eso hay que comprenderlo, aunque todo esto no le exime de su culpa, los editores no han sabido adaptarse a los nuevos tiempos, los más débiles están ya condenados, los más fuertes aguantan como pueden.

Pero no sólo hay que culpar al sector empresarial, también la tienen los escritores. El talento no ha mejorado, el estilo narrativo es el mismo, la inventiva está por los suelos, el artista está desmotivado, no siente el aliento de la innovación. Los autores tendrían que recuperar la ilusión, la novela tendría que renovarse, adentrarse en caminos nuevos. Hay muchas formas de hacerlo, sólo falta la ilusión… y el apoyo de editores audaces capaces de comprometerse, de liderar ese cambio.

Unos son optimistas, piensan que la novela pervivirá, resurgirá con nuevos bríos, aunque no saben cuándo. Javier Rodríguez Marcos se pregunta hoy en el suplemento Babelia de “El País”: ¿Tiene futuro la novela? José Carlos Mainar le contesta: “Ha funcionado durante más de doscientos años, no tenemos por qué dudar de que lo siga haciendo”. Lo mismo responde Goytisolo: “No es un cataclismo, sino una evolución, no hay causas internas, es un cambio de hábitos sociales”.

La novela es un género que se ha ido transformando desde su nacimiento, allá por los inicios del siglo XIX, para solaz de una burguesía naciente al principio, hasta llegar más tarde a todos los niveles de la sociedad. El problema es que el ser mutante ha sido el lector, y no siempre el autor ha seguido sus pasos. Ésa es cuestión: ¿Debe el escritor olvidarse de su público y alumbrar su pensamiento o tiene que halagarlo y servirle  lo que él quiere recibir?

Ahora están de moda las tramas fluidas, personajes exóticos al borde del precipicio, pasiones al límite, mucho diálogo, descripciones breves y finales angustiosos. El lector perezoso se inclina por comprar ese tipo de novelas, de las que se dice que “enganchan”, pero de dudoso valor literario; son además las que gozan de un mayor empuje publicitario; son la esperanza de la industria editorial, la aparición de dos o tres best-seller al año les ayuda a salvar el ejercicio. ¿Es eso lo que tiene que hacer un escritor comprometido? Que cada uno escoja su camino.

Es cierto que, si el futuro es lo digital, la lectura de un libro dejará de ser una actividad solitaria para convertirse en un  acto social, será interactiva. Compartir la experiencia nos ayudará a descubrir libros afines, los que gustan a la mayoría. El papel del prescriptor, del editor tradicional, del crítico literario tenderá a desaparecer, lo que privará será el boca a boca, la mediocridad, el implante del no esfuerzo. Si esto es así, no cabe duda de que muchos escritores se van a quedar fuera del pastel.

La novela ha perdido influencia como vehículo para transmitir la cultura, las series de televisión han mejorado su técnica narrativa y llegan más fácilmente al gran público, que no quiere libros muy trabajados, sino historias entretenidas. La novela ha descuidado su contenido intelectual, la literatura ha dejado de ser el motor que proporciona movimiento al cambio social, se ha retirado al cubil de las élites: “A diferencia de lo que suele pensarse, la novela es un género de minorías, las mayorías prefieren el mundo de la realidad tangible, el del espacio privativo de la imagen” (Vargas Llosa).

Y mientras tanto, la gente ha dejado de pensar: las teorías neoliberales avanzan, las libertades democráticas retroceden y los políticos se frotan las manos, nadie los quiere pero ellos siguen disponiendo.

Escritores comprometidos

Categoría (El mundo del libro, Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana el 28-05-2012

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Tres autores ─Iban Zaldua (Donostia, 1966), Txani Rodríguez (Llodio, 1977) y Carlos Yushimito (Lima, 1977)─ se reunieron la semana pasada para opinar sobre el papel del escritor en el mundo actual, dentro de los actos programados dentro de Literaktum 2012: ciudad de las palabras, un festival literario que se está celebrando estos días en Donostia-San Sebastián. Éstas son algunas de sus conclusiones:

  • En el siglo XIX, la literatura cumplía un papel crucial a la hora de debatir los grandes temas que preocupaban a la sociedad occidental, en un momento en el cual primero la industrialización había producido una importante transformación en la forma de vivir, y luego la irrupción del capitalismo, una explotación del hombre que, si bien no era inferior a la que había existido hasta la fecha, se ponía en evidencia con la aparición de los medios de comunicación. En ese sentido, el escritor había pasado a ser un personaje público capaz de intervenir en esa discusión, el libro era la pieza fundamental para destapar la opresión y denunciar la injusticia.
  • Ese rol desaparece a partir de 1960, con la implantación de la enseñanza obligatoria y la alfabetización de las masas. La llegada de unas generaciones ya alfabetizadas, educadas en una nueva cultura audio-visual ─la radio, el cine, la televisión y ahora Internet─ ha restado centralidad al libro escrito. Hoy el papel de la literatura ha perdido peso, ya no goza del influjo que tenía hace unas décadas.
  • Quizá, como herencia de esa antigua centralidad, ciertos grupos sociales reclaman a los escritores ─o más genéricamente, a los intelectuales─ que intervengan más decididamente en el debate social que se está produciendo en la actualidad, que acusen el incremento de la desigualdad, la codicia, el afán de riqueza, el dinero como valor supremo.

¿Deben los escritores ser social y políticamente comprometidos? Sobre este aspecto, los tres participantes compartían el mismo criterio: «El hecho de saber crear ficciones no nos convierte necesariamente en buenos opinólogos». La tentación de emplear la ficción como vehículo para transmitir un mensaje político es legítima, pero también peligrosa. “Yo prefiero pensarme a la sombra de personajes silenciosos o completamente ajenos al debate público, como Juan Rulfo o Felisberto Hernández», apostilla el escritor peruano.

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Nadie cuestiona que la opinión de un escritor vale tanto como la de cualquier otro ciudadano. Pero si alguien que, en principio, posee un cierto nivel cultural, se ha documentado sobre un hecho en particular y emite una opinión a través de uno de sus personajes, es lógico concederle cierta credibilidad, lo mismo que se la damos a los profesionales de la información, que han demostrado imparcialidad a lo largo de su carrera periodística. Y si no, el propio lector será el que lo sancione.

Pero hay algo que es inevitable. Tú, si te pones a escribir, quieres que alguien te lea, quieres transmitirle tu verdad particular y te esfuerzas en aportar todos los argumentos posibles para influir en él llevarle tu mensaje, que, al final, siempre tiene un componente político o social. Todos los escritores lo hacen, de una forma o de otra, con mayor o menor intensidad. La labor pedagógica está dentro de la conciencia humana.

Lo que sí deberíamos pedir a todo escritor es que sea objetivo, al menos, dar opción a la polémica, que el lector discurra y adopte una postura, tras analizar las distintas alternativas y exponer las razones que las sostienen. Si tu intención es, por ejemplo, denunciar los abusos del franquismo, no te vendría mal incorporar en la trama un personaje que precisamente defienda esa ideología. Déjale hablar, dale una oportunidad, a lo mejor nos convence. La novela ganará en sinceridad.

Últimamente están llegando a mis manos relatos unidireccionales, cuya única intención es transmitir un juicio inmutable, fácil de entender, dentro de un relato simplón, asequible a ese público poco exigente que ve televisión, y con una clara intencionalidad política. Eso sí que me parece peligroso… incluso hasta reciben galardones.

Hoy hace 50 años murió Hemingway

Categoría (Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana el 02-07-2011

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Fue un testigo excepcional de las dos guerras mundiales y también de la Guerra Civil en España que cubrió como corresponsal en Madrid. Autor de cinco novelas y multitud de relatos cortos, fue un hombre preocupado por reflejar la influencia nefasta que la guerra produce en la condición humana.

Su estilo de párrafos cortos y diálogo rápido, fácil de ser leído, le hicieron popular entre sus lectores, que muchos escritores intentaron imitar y que muy pocos lo consiguieron. Recibió el premio Nobel en 1954.

Si yo tuviera que opinar sobre cuál ha sido la mejor de sus obras, me quedo con “El Viejo y el Mar” (1952), una novela corta que yo leí de joven y que me llegó a subyugar. Hace apenas ocho años que tuve la oportunidad de visitar “Finca Vigia”, el lugar en que escribió este relato que recibió el premio Pulizter 1953, en un viaje de regreso que hice de Santa Clara a La Habana, para conocer Varadero.

Otro de las grandes novelas de Hemingway es “Por quién doblan las campanas”, escrita en 1940, cuenta una historia preciosa de la Guerra Civil Española, en la que intervienen personajes heroicos junto a algún otro cobarde, para al final lanzar un canto al amor y a la importancia de guardar la dignidad por encima de cualquier otra cuestión. Por el contrario, me parece que “Fiesta” (1926) no es lo mejor que él ha escrito. En “Adiós a las Armas” (1929) tan sólo apunta.

Hemingway se suicidó en 1961. Un año antes, abandonó definitivamente Cuba para recluirse en su residencia de Ketchum (Idaho). Al poco tiempo, se publicó su última novela “Paris era una fiesta”, una jovial representación de sus años de juventud en la capital francesa, en la que convivió con un grupo de escritores estadounidenses como Gertrude Stein, Ezra Pound, Hohn Dos Passos y F. Scott Fitzgerald.

 

El periodismo se reinventa

Categoría (El mundo del libro, Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana el 20-06-2011

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El pasado viernes 3 de junio, dentro de la Feria de Madrid, se celebró una rueda de prensa para presentar el nuevo sello editorial Clave Intelectual, sucursal de la prestigiosa editorial argentina Capital Intelectual, que tiene previsto lanzar a lo largo del año veinte títulos de nueva creación, el primero de los cuales es “La explosión del periodismo”, escrito por el periodista, profesor y semiólogo Ignacio Ramonet, un profundo ensayo sobre la situación actual de la prensa.

El periodismo se reinventa

En la presentación, intervinieron tres personajes de excepción: Además del propio Ramonet,  el intelectual y columnista Sami Naïr y la periodista Ana Pastor. Los tres analizaron la crisis que afecta hoy al periodismo como consecuencia de la irrupción de Internet y sus derivados.

¿Van a desaparecer los diarios? Se pregunta Ramonet. Es muy poco probable. Internet no sustituirá a la prensa escrita, igual que la televisión no ha sustituido a la radio ni al cine, ni éste al teatro ni a la ópera. Pero es casi seguro que, a corto plazo, en Europa desaparecerán muchos periódicos, como ya ha ocurrido en EE.UUU., y otros tendrán que reajustar sus plantillas, con lo cual se producirá una pérdida de calidad que el ciudadano percibirá. La inseguridad informativa creará un estado de opinión reclamando rigor y la prensa tendrá que reinventarse, aun a instancias de perder instantaneidad. Los periódicos que sepan conservar su credibilidad y mantener su exigencia de calidad no desaparecerán.

Por su parte, Sami Nair reflexionó sobre la enorme cantidad de información que los ciudadanos reciben hoy en día y la dificultad que encuentran para seleccionar lo que les interesa de verdad para concluir con la siguiente afirmación: «Nunca hemos estado en un momento tan apropiado para el desarrollo de un periodismo inteligente». Toda crisis ofrece una oportunidad para el que la sepa aprovechar… y eso ocurre en todos los ámbitos de la sociedad.

 

Javier Otaola presenta “La logia y la ley del deseo”

Categoría (Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana el 18-06-2011

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El día 20 de junio a las 19:00 horas, el profesor Joseba Arregi presentará en la FNAC de Bilbao el libro “La logia y la ley del deseo” de Javier Otaola

Sinopsis. En este libro se trata una doble visión de la masonería: por un lado como método de crecimiento personal y búsqueda interior alrededor de la metáfora de la construcción; y por otro, la de llegar a producir un pensamiento mediador en la sociedad, capaz de establecer puentes, abrir puertas y ventanas entre hombres y mujeres de diferentes horizontes espirituales o políticos. Cuando Javier Otaola habla de “La ley del deseo”, se refiere a que “establece que nuestro ser llega a tener la hechura de aquello que deseamos”.

El autor. Javier Otaola nació el 20 de febrero 1956 en Bilbao. En 1967 se licenció por la Universidad de Deusto, de cuya relación con los jesuitas ha heredado una espiritualidad barroca y herética que ha ido madurando con la lectura de novela negra y teología luterana.

Ejerció como Abogado de los Colegios de Bilbao, Vitoria y Madrid en el periodo 1978-1982. Su afición a la novela policíaca y la búsqueda de emociones fuertes le llevó a ser Profesor de Derecho en la Academia de la Ertzaintza o Policía Vasca. Ha sido Letrado de los Servicios Jurídicos del Gobierno Vasco desde 1982.

Sus inquietudes filosóficas y asociativas le animaron a iniciarse en 1981 en la Logia “La Tolerancia” de Bilbao. Llegó a ser Gran Maestro de la Gran Logia Simbólica Española y es también Miembro del Supremo Consejo Masónico de España 33º.

Javier Otaola es miembro de AEE-EIE (Asociación de Escritores de Euskadi) y participa además en otras asociaciones como Gesto Por la Paz, Ayuda en Acción España, Real Sociedad Bascongada de Amigos del País. Es colaborador habitual de “El Correo”, “El País” y de la revista “Claves de Razón Práctica”.

Hoy se cumple el 25º aniversario de la muerte de Borges

Categoría (Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana el 14-06-2011

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Tal día como, hace veinticinco años, murió en Ginebra Jorge Luis Borges, uno de los escritores más celebrados de la literatura universal. Su obra es una fuente inagotable de inspiración para muchos escritores que han sido capaces de leerla. Su forma de escribir tan erudita es, a la mismo tiempo, creativa y de una gran calidad literaria.

No es menos cierto que leer a Borges no resulta fácil. No conviene penetrar en su inmensa obra con la misma intensidad que podrías emplear para acceder a un autor convencional, a un autor de ficción que acaba de escribir el último éxito de ventas que inunda las librerías. No, Borges es otra cosa. Yo intenté hacerlo así y pronto desistí… hasta que alguien me lo advirtió. Borges es como la Biblia… para tenerlo en la mesilla y leerlo de a poquitos; todos los días, un cuarto de hora, media hora a lo sumo. Si le entras así, ya no sales… te harás adicto,

Se presta a ello porque su estilo es fraccionado y las historias en prosa que cuenta son cortas, a mitad de camino entre el ensayo y el relato breve. Yo me hice con sus Obras Completas, una edición de 2005 de RBA Coleccionables. Son dos tomos de más de mil páginas y acabo de terminar el primero… he tardado más de un año en leerlo, a una media de tres páginas por día después de comer, antes de que me entrara la modorra.

Quizá Borges no es un escritor para el gran público; es más un escritor que necesita un lector minucioso y atento capaz de realizar un esfuerzo intelectual notable para disfrutar del placer de su lectura.

Borges es ante todo un fabulador, un falseador de historias ya escritas, capaz de interpretar a su antojo los personajes y hacerlos al gusto de su fantasía. En ese sentido, me ha llamado la atención la enorme cantidad de libros y documentos que ha tenido que leer este hombre a lo largo de su vida: su cultura era amplísima y se extendía a numerosos dominios del saber. Y eso que se quedó ciego a los 55 años.

Como afirmaba Fernández Mallo, Borges es “el grado cero de la literatura”. Mallo ha compuesto un remake de “El hacedor” y dice que cuando leyó el original con 18 años se le abrió un mundo desconocido. Exacto, esa frase lo resume todo: “Borges te abre a un mundo desconocido” que si, al principio cuesta un poco entender, termina luego por ser familiar y hacerse entrañable. Hay que leerlo con lápiz y papel y apuntar lo que nos sorprenda, lo que más se aproxime a nuestro imaginario, para luego recordarlo y volverlo a leer… seguro que es mucho.

Quizá algunas veces, Borges se pasa en sus disquisiciones filosóficas  y peca de sofisticado, en el sentido de adulterar con sofismas los razonamientos de los grandes pensadores del siglo XIX y anteriores. Lo mismo hace en el campo de la teología para llegar a conclusiones que sólo pueden ser permitidas en el terreno de la lírica. Pero a un personaje como Borges, los dioses todo le permiten…

Fernando Aramburu publica «El vigilante del fiordo»

Categoría (Estafeta literaria, General) por Manu de Ordoñana el 12-05-2011

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Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) está ya considerado como uno de los narradores españoles más importantes de su generación, por la variedad de sus creaciones, lenguaje exquisito y amplio imaginario, lo que le ha permitido obtener premios como el Ramón Gómez de la Serna 1997 y el Euskadi de literatura 2001. Ha escrito cinco novelas: Fuegos con limón (1996), Los ojos vacíos (2000), El trompetista del Utopía (2003) —llevada al cine con el título de Bajo las estrellas—, Bami sin sombra (2005) y Viaje con Clara por Alemania (2010), además de varios cuentos que le han reportado diferentes galardones.

El “vigilante del fiordo” ofrece ocho relatos breves en los que Aramburu nos describe la situación de pesadilla que asedia a un funcionario de prisiones y la atmósfera claustrofóbica que sufre destinado a una inhóspita cabaña solitaria, en las orillas de un fiordo noruego, con la misión de alertar de la presencia de terroristas en la zona. Con este nuevo título, el escritor donostiarra sigue la estela del relato breve, tras “Los peces de la amargura” (junio 2009).

 

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