Escribir una novela está al alcance de muchos

Categoría (Estafeta literaria, General, Publicar un libro) por Manu de Ordoñana el 23-04-2011

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En este Día Internacional del Libro que celebramos hoy, me apetece provocar a esos talentos sin descubrir a quienes  les gustaría ser escritores, para que se decidan a cruzar el Rubicón.

Cuando fui joven, varias veces leí que escribir una novela era fácil, que lo verdaderamente difícil era escribir la segunda. Eso lo repetían con machacona insistencia autores consagrados de los años sesenta y setenta, quizá para satisfacer su ego, o quizá para evitar la llegada de intrusos.

A tenor de la experiencia que he adquirido en este mi nueva profesión de escritor, he comprobado cuán errónea es esa opinión. Yo ahora estoy escribiendo mi segunda novela y doy fe de que las cosas me están resultando mucha más fáciles, las durezas que encontré al principio se han ablandado, la técnica ha mejorado y mi trabajo es mucho más fluido. Me he dado cuenta de los errores que cometí, de las cosas que no hay que hacer y de lo que el lector pide para que el relato resulte ameno. Y eso no va en contra de la calidad literaria… que puede haberla y mucha, sin necesidad de utilizar un lenguaje afectado o simplemente culto. Es que, como todo en la vida, el entrenamiento es indispensable.

Cualquier persona es capaz de escribir una novela sobre la historia de su vida… o de parte de ella. No hay vida que no tenga algún mérito, que sea tan mediocre como para no ser escuchada; siempre hay episodios singulares que te han ocurrido, personajes anecdóticos que te han llamado la atención, situaciones emocionales que te han impresionado…  si eres capaz de evocar el pasado y poner el alma en transmitirlo. Y si no, recuerda el diario que escribió Ana Frank con trece o catorce años…

La dote narrativa no es exclusiva de los escritores consagrados. Hay muchos individu@s que hoy se dedican a una profesión cualquiera para poder vivir, pero que en su fuero interno mantienen su vocación de escribir. Algunos no tuvieron la valentía de dar el primer paso, siendo jóvenes, cuando sintieron el “gusanillo”, quizá por temor a fracasar, quizá por miedo al “qué dirán” o simplemente porque sus padres no se lo permitieron y le obligaron a estudiar una carrera más “crematística”.

Aún es tiempo. Escribir una novela no es privilegio exclusivo de unos iluminados, ni hace falta estar especialmente dotado para la oratoria. Es más un problema de constancia, de disciplina, siempre claro que tengas un cierto dominio de la lengua y te preocupes por perfeccionarlo. En esto de escribir, hay bastante de oficio y eso se aprende, primero en la escuela ─de verdad que hay talleres de creación literaria que aportan esos rudimentos─ y luego con la práctica. Solo tienes que extirpar el miedo.

 

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